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domingo, 28 de agosto de 2022

BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES

“Ciertamente la soberbia concebirá contienda; mas con los avisados está la sabiduría” (Pr 13:10).

El orgullo causa peleas. Y es la causa principal de los conflictos entre las personas. Sin orgullo, las peleas y los conflictos terminarían rápidamente. Es la confianza arrogante y la presunción altiva lo que mantiene la contienda, los conflictos y las disputas. Pero los sabios son humildes y prudentes para escuchar otras opiniones, evitar a los hombres contenciosos y pasar por alto las ofensas. Son pacificadores.

Si hay conflicto en tu vida, familia, negocio o iglesia, es por orgullo. ¿Es el orgullo de tu adversario, tu orgullo o ambos? Un hombre sabio hará lo que pueda para acabar con la guerra y las disputas. Usará palabras suaves (Pr 15:1), regalos (Pr 21:14), amor (Pr 10:12) o respuestas cuidadosamente meditadas (Pr 15:18) para apaciguar la ira y ganar la paz. Prefiere ser defraudado u ofendido que pelear, pasando por alto las ofensas (Pr 19:11; 1 Cor 6:7).

Los hombres contienden y pelean por muchas razones, pero el orgullo es el detonante o el combustible que inicia, sostiene y escala el conflicto (Pr 28:25; 21:24). ¡Créelo! Salomón escribió esto acerca de los necios orgullosos: “¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él” (Pr 26:12). Es imposible tratar con un hombre orgulloso, porque no hay forma de convencerlo de nada en contra de la presunción arrogante de sus propios pensamientos y deseos.

Santiago hizo estas preguntas: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” (Stg 4:1) Luego replicó: “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Stg 4:5-6). La causa fundamental de la lucha es el orgullo. Salomón y Santiago escribieron lo mismo, inspirados por el mismo Autor.

Si la codicia, la envidia, la pasión y la venganza tienen un lugar en los conflictos, el orgullo tiene el papel principal. El orgullo vuelve a las personas impacientes, las hace enojarse por los desaires, resentirse por la contradicción, envidiar la ventaja, molestarse por la competencia, desdeñar la corrección; las hace vengativas por las ofensas recibidas, engreídas de su opinión, dominantes en la conversación, críticas de las debilidades y no dispuestas a otorgar perdón. El orgullo provoca estas y otras perversidades del alma humana. ¡Dios, ten misericordia y ayúdanos!

Un hombre bien aconsejado es sereno, sabio y prudente. Pide y recibe consejos, porque sabe que la seguridad está en los muchos consejeros (Pr 24:6). Es lento para responder, sabiendo que la prisa exalta la necedad y no produce verdadera justicia (Pr 14:29; Stg 1:20). Termina los conflictos pasando por alto las ofensas (Pr 19:11), huyendo de las personas airadas (Pr 22:24-25; 29:22) y cortando las lenguas calumniadoras (Pr 25:23). Odia el orgullo en sí mismo y en los demás (Pr 8:13). Sabe que humillarse es tanto sabio como cristiano (Pr 11:2; Ro 12:16).

Los pacificadores son los grandes en el reino de los cielos (Mt 5:9), porque el reino de Dios es un reino de paz (Ro 14:17-19). Debes usar todo tu poder hacia este fin (Ro 12:18; Ef 4:3). Si quieres prosperar con una vida larga y feliz, sé un pacificador (Sal 34:12-16). ¿Dónde puedes hacer la paz hoy? ¡Hazla! Que nada te estorbe.

Es la sabiduría infernal del diablo la que conduce a la amargura y a la contienda, y nunca debes pensar o decir que una disputa es buena o aceptable. Lleva a más confusión y corrupción en tu vida (Stg 3:14-16). “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Stg 3:17-18). Este pasaje de Santiago vale su peso en oro. Familiarízate con estos versículos y obedécelos siempre.

No hay lugar para el orgullo o la contienda entre los creyentes (1 Co 11:16). El orgullo no es del Padre, sino del mundo (1 Jn 2:16). El orgullo fue el pecado del diablo (1 Ti 3:6). Lector, humíllate bajo la poderosa mano de Dios, para que Él te exalte a su debido tiempo (1 P 5:6). Si hay algún conflicto, guerra fría, disputa o contienda en la que tú tengas algún papel, ponle fin de inmediato, para que no corrompa tu adoración a los ojos de Dios (Mt 5:21-26).

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COMENTARIO DE PROVERBIOS

Además del comentario de Proverbios, breves comentarios del Cantar de los cantares, Eclesiastés, Job, y SalmosY la dirección en Facebook, donde cada día es subido un proverbio y su comentario.  















sábado, 27 de agosto de 2022

LA MISERICORDIA Y LA VERDAD

“Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal” (Pr 16:6).

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La mejor manera de vivir es cuando la misericordia y la verdad se combinan para purificar tu vida. Estos dos aspectos de la piedad se unen para hacer perfectos a los hombres. Y la motivación para buscar y practicar ambas es el temor del Señor, que obliga a los hombres a abandonar sus pecados.

Debes comenzar con el temor de Dios. Es el principio mismo de la sabiduría y del conocimiento (Pr 1:7; 9:10; Job 28:28; Sal 111:10); es el fundamento para vivir una vida piadosa (Pr 15:16; 20:28; 23:17; 28:14); es todo el deber del hombre (Dt 10:12; Ecl 5:7; 8:12; 12:13-14; Miq 6:7-8). Trae riquezas, honra y vida para superar a otros hombres (Pr 22:4; Ecl 7:18).

El temor de Dios impulsa a los hombres a buscar Su aprobación en cada aspecto de la vida. Los impulsa a odiar y alejarse del pecado (Pr 8:13; 14:16; Sal 97:10; 101:3; Am 5:15; 2 Co 7:1). Impulsa a los hombres a aprender la piedad que los perfeccionará ante Él (Col 1:28; 4:12; He 13:21). Es todo el deber del hombre y cumplirá tu vida delante de Dios y de las personas (Ec 12:13-14).

La misericordia y la verdad son dos joyas de la piedad perfecta. La misericordia es la compasión, la caridad, el perdón y la bondad que muestras a los demás cuando están en tu poder o en deuda y no tienen ningún derecho a reclamo. La verdad, es fidelidad perfecta a lo que es correcto como se revela en la Palabra de Dios, y trato puro en verdadera sinceridad sin engaño ni pretensión. Considera bien estas joyas.

La misericordia y la verdad son desconocidas para Satanás y los hombres sin Dios. Satanás fue mentiroso y asesino desde el principio (Jn 8:44), que son los rasgos opuestos de la verdad y la misericordia. Cuando sedujo a Eva en el Edén, cuestionó y revirtió lo que Dios había dicho y tergiversó Sus motivos: mintió contra la verdad. En lugar de mostrar misericordia a Abel, quien era justo en su adoración, la envidia movió a Caín a matar a su hermano (1 Jn 3:12).

Los necios impíos y los fariseos religiosos mienten de palabra y de obra cuando les sirve a su propósito, y juzgarán sin misericordia cuando alguien esté en su poder. Mintieron a Pilato en su furor por crucificar la Verdad, y no tuvieron piedad de un Hombre en quien no se encontró culpa. Eran hipócritas y asesinos. Ellos torcieron las Escrituras para justificar la venganza personal, y solo mostraron misericordia a sus amigos (Mt 5:38-48; Lc 6:27-36). Ocultaron sus pecados bajo fachadas blanqueadas, pero querían exponer los de todos los demás.

Sacaban un asno de una fosa en sábado, pero condenaron al Señor Jesús por sanar a un hombre en sábado (Lc 14:1-6). ¡No tuvieron misericordia! Condenaron a los discípulos por recoger maíz en sábado, a pesar de que David comió el pan de la proposición (Mt 12:1-7). ¡No tenían verdad ni misericordia! Se negaron a responder Su pregunta legítima sobre Juan el Bautista debido a su rebelión perversa (Mt 21:23-27). ¡No tenían la verdad!

La misericordia y la verdad parecen ser opuestas: la misericordia busca comprometer el juicio en beneficio de otro, y la verdad exige que hagas lo correcto en todo momento. Pero en un hombre sabio y bueno se encuentran y se moderan lo suficiente como para crear una hermosa gema. Esta purga la iniquidad y el pecado de las vidas, porque la mayoría de los pecados son violaciones de una u otra de las dos virtudes aquí mencionadas.

¿Qué es más importante, la misericordia o la verdad? La sabiduría evalúa cuidadosamente las circunstancias. Los motivos puros son más importantes que la paz; sólo moderas el juicio o la verdad con mucho cuidado para mostrar misericordia (Stg 3:17; 2:13). Se maldice la predicación contraria a la Escritura (Gl 1:8-9). Debes odiar todo camino falso (Sal 119:128), y justificar al impío trae el juicio de Dios (Pr 17:15; 1 S 3:13; 1 Co 5:2). Haz justicia y ama la misericordia (Miq 6:8).

Pero la misericordia es más importante que la letra de la ley (Mt 12:7; Mr 2:27), si preserva el espíritu de la ley (Jn 7:23-24). Y las ofensas personales menores demandan misericordia sobre el juicio (Pr 19:11; Mt 5:7,38-42; 6:15; 7:1-2; Stg 2:13). Las entrañas de la misericordia son parte del carácter cristiano (Col 3:12-14), que enseña a los hombres a eliminar cualquier venganza personal.

Un hombre sabio defenderá absolutamente la verdad de Dios, pero comprenderá cuando esta verdad permita la misericordia. Él mostrará misericordia siempre que pueda. Siempre tratará con la verdad a los demás, pero mostrará misericordia hacia aquellos que no lo tratan a él con la verdad.

Cuando la Escritura declara que los caminos de Dios no son nuestros caminos, describe Su gran misericordia al perdonar (Is 55:6-9). Es importante que comprendas el valor de este pasaje citado con frecuencia en su precioso contexto. Dios perdona, y perdona libre y plenamente, a diferencia de los hombres naturales.

¿Puedes equilibrar un gran celo por la verdad con un generoso uso de la misericordia? ¿Predicarías la verdad sin adornos a tus enemigos, y luego orarías por su perdón mientras te apedrean, como lo hizo Esteban? (Hch 6:8-7:60) ¿Matarías a los siervos perezosos, pero suplicarías misericordia hacia un esclavo arrepentido y fugitivo, como lo hizo Pablo? (2 Ts 3:8-12; Fil 1:8-20)

¿La misericordia y la verdad se besan en tu vida? ¿Estás atento a la verdad, pero eres sensible a las necesidades de los que te rodean? ¿Entrenas a tus hijos en el camino correcto, pero les muestras misericordia cuando fallan y se arrepienten de sus necedades? ¿Mantienes la sumisión piadosa de tu mujer, pero la honras como a un vaso más frágil?

¿Haces lo mejor que puedes en el desempeño fiel de tu trabajo, pero muestras misericordia a la camarera descuidada que derrama una bebida en tu regazo? ¿Siempre pagas tus cuentas a tiempo, pero muestras misericordia a los que se demoran en pagarte a ti? ¿Le dices la verdad tanto a amigos como a enemigos sin importar qué, pero oras por tus enemigos cuando se vuelven contra ti por ello?

Misericordia y verdad se encuentran perfectamente en el Señor Jesucristo; la justicia y la paz se besan en Él (Sal 85:10). Se mantuvo firme hablando de la verdad en el juicio ante un gobernador que no sabía lo que era la verdad ( Jn 18:37), perdonó a los soldados que dividieron Sus vestiduras, y mostró misericordia a Su madre mientras colgaba de la cruz (Lc 23:34; Jn 19:26-27). Podía aplastar a los fariseos, saduceos y escribas con Su uso infalible de la verdad, pero también podía compadecerse y perdonar a las rameras que buscaban Su misericordia.

La mayor meta para tu vida es alejarte del pecado para volverte completamente a Dios, porque Él no aceptará ni bendecirá a los impíos (Ex 34:7; Nah 1:3). Debes rogar a Dios por más misericordia y verdad y Su temor en tu vida, y debes estudiarlas a fondo en la Biblia. Adquirir estas preciosas virtudes te hará grande a los ojos del Señor y a los ojos de las personas buenas. Que Dios te bendiga en esta búsqueda piadosa y noble.

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COMENTARIO DE PROVERBIOS










jueves, 25 de agosto de 2022

EL PROFETA ANÓNIMO, EL PROFETA VIEJO, EL BURRO Y EL LEÓN



El Profeta Anónimo

Abramos la Biblia en 1 Reyes 13:1-34. Viajemos de regreso a través de los pasillos mohosos de tiempo para volver a vivir tres escenas de la vida de un profeta a quien Dios le ha permitido permanecer en el anonimato.

Para situarnos en la escena del capítulo debemos retrotraernos a los días finales del reinado de Salomón. No eran sus mejores días, ya que había sucumbido a las tentaciones de la carne. En lugar de estar satisfecho con las abundantes riquezas que Dios le había dado, decidió reunir más poniendo una carga opresiva de impuestos sobre su pueblo. Mientras vivió Salomón, la rebelión permaneció escondida. A su muerte, los impuestos se convirtieron en el tema de la hora. Esta situación deja listo el escenario para que un joven oportunista llamado Jeroboam se asegure el liderazgo sobre diez de las doce tribus.

1 Reyes 13:1-34 nos lleva a Israel, al Reino del Norte, el nuevo reino de Jeroboam. Jeroboam no era desde ningún punto de vista un hombre piadoso, pero era un hombre astuto en lo que respecta a los caminos del mundo. Vio claramente que si su pueblo iba a continuar yendo a Jerusalén para participar en las fiestas religiosas históricas, la nación pronto se re-uniría, y él sería un rey sin reino.

Leemos cómo solucionó este problema en 1 Reyes 12:28-32:

“Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan... Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado”.

Su solución fue pergeñar una religión idolátrica parecida a la que su pueblo estaba acostumbrado a observar.

La respuesta de Dios al desafío fue la usual: un hombre. Lo vemos en 1 Reyes 13:1:

“He aquí que un varón de Dios por palabra de Jehová vino de Judá a Bet-el; y estando Jeroboam junto al altar para quemar incienso…”.

Una Escena de Victoria

Esto nos lleva a la primera de las tres escenas que veremos en esta lección (porque esta es una lección que debemos aprender). Vemos el profeta anónimo en una escena de victoria. El día en que esta escena tuvo lugar pudo haber sido el gran día de la dedicación del altar de Betel. El propio rey Jeroboam estaba presente para dirigir a su pueblo en la idolatría. Sin invitación, nuestro profeta aparece y se acerca al centro del escenario. Allí, hizo cuatro cosas.

Su primera acción fue hacer una predicción.

“…aquél clamó contra el altar por palabra de Jehová y dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán huesos de hombres” (1 R 13:2).

La predicción fue muy definida. Prometió el nacimiento de un hombre, identificando a la familia en la que iba a nacer, dio su nombre y dijo exactamente lo que iba a hacer. Trescientos años más tarde la profecía se cumplió. Puede leerse en 2 Reyes 23:15-16.

Pero las personas difícilmente se dejarán conmover por predicciones que se cumplirán dentro de cien años. Así que la segunda acción del profeta fue la de dar una señal. Esta señal no tardaría años en cumplirse. Se cumplió de inmediato, como nos lo dicen los siguientes versículos:

“Y aquel mismo día dio una señal, diciendo: Esta es la señal de que Jehová ha hablado: he aquí que el altar se quebrará, y la ceniza que sobre él está se derramará. Cuando el rey Jeroboam oyó la palabra del varón de Dios, que había clamado contra el altar de Bet-el, extendiendo su mano desde el altar, dijo: ¡Prendedle! Mas la mano que había extendido contra él, se le secó, y no la pudo enderezar. Y el altar se rompió, y se derramó la ceniza del altar, conforme a la señal que el varón de Dios había dado por palabra de Jehová” (1 R 13:3-5) .

Dios le dio a nuestro profeta algunas credenciales para presentarse ante su audiencia, y él no se las reservó. Se oyó un crujido aterrador, y la parte superior del altar se rompió y las cenizas se cayeron a través de la rotura. Casi en el mismo instante en que el rey gritó la orden para arrestar al profeta, el brazo con el que señaló a su víctima se paralizó en su ademán, y no lo pudo mover. Esto introduce la tercera acción de nuestro profeta: orar por la restauración de la mano del rey.

“Entonces respondiendo el rey, dijo al varón de Dios: Te pido que ruegues ante la presencia de Jehová tu Dios, y ores por mí, para que mi mano me sea restaurada. Y el varón de Dios oró a Jehová, y la mano del rey se le restauró, y quedó como era antes” (1 R 13: 6).

Esta es una de las partes decepcionante de la historia. Imaginémonos a Jeroboam de pie con el brazo a media asta mientras el profeta se va. Imaginémonos a Jeroboam, muchos años después de aquel día, cada vez que trata de darse vuelta en la cama por la noches, lamentando con lágrimas en los ojos haber amenazado con la mano a un profeta de Dios. Pero, Dios es más misericordioso que sus siervos. Restauró el brazo de Jeroboam.

La Negativa Triunfante

En este punto en el pasaje nuestro profeta hizo una cosa más, y es la clave de todo el capítulo. La cuarta acción del profeta fue rechazar una oferta. El rey Jeroboam, a estas alturas, le tenía miedo a la muerte. Dios había cumplido una predicción ante sus ojos. Su brazo había sido instantáneamente paralizado por Dios y luego curado por Su misericordia. Jeroboam ahora sabía que el profeta era un hombre de Dios. Habló con su adversario en un tono conciliador diciendo: “Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente”.

Aquí llegamos al mejor momento de este profeta: su clímax espiritual. Con evidente seguridad y solapado desprecio pronunció las palabras de los versículos 8 y 9.

“Pero el varón de Dios dijo al rey: Aunque me dieras la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar. Porque así me está ordenado por palabra de Jehová, diciendo: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el camino que fueres” (1 R 13:8-9).

Luego, dando media vuelta, nuestro profeta salió del cuadro. Una gloriosa escena de victoria. Siempre es victoria en las cosas espirituales cuando un hombre obedece al Señor. Esperamos que el lector comprenda que nuestra cruzada es una de sencilla obediencia a la Palabra de Dios. El neo-evangelicalismo toma la Palabra de Dios y la mezcla con partes iguales de la razón humana y la cultura moderna para determinar el camino a seguir. Los cristianos de estos días necesitan que se les recuerde que sólo tenemos que tomar la Palabra de Dios literalmente y obedecerla. Ésa es la victoria.  

El lector deber tener mucho cuidado en recordar que en esta primera escena la tentación de desobedecer la Palabra del Señor vino del enemigo. Jeroboam representa la apostasía, la incredulidad, la religión falsa. En nuestros días, el Consejo Nacional (y Mundial) de Iglesias y el movimiento ecuménico son los enemigos jurados de los creyentes en la Biblia. Sin embargo, día tras día el enemigo nos canta los cantos de sirena de la cooperación. Nunca ha habido un momento como este en la historia de la cristiandad, cuando los enemigos del Evangelio han tratado tan activamente de obtener el apoyo del pueblo del Señor. Los falsos profetas del ecumenismo, con su desprecio por la doctrina bíblica, son los apóstoles respetados de nuestro tiempo. Ellos vienen a nosotros con invitaciones para que colaboremos en sus buenas causas, a compartir púlpitos en sus templos con la debida personalidad jurídica, para que los apoyemos en sus campañas con las cuales ellos puedan llegar a las comunidades y sacarse fotos junto a los concejales, los alcaldes, los diputados y senadores de la hora. Los neo-evangélicos han hecho caso a estos cantos de sirena y se han ido a dialogar con los falsos profetas del ecumenismo, a hacer lobby para ganarse el auspicio de los políticos. El cristiano biblista, el separatista espiritual y doctrinal, como el profeta de nuestro pasaje, debe ver todas esas invitaciones como guiños del Diablo.

Acariciando Lobos

Algunos cristianos que les gusta considerarse a sí mismos como ortodoxos y biblistas creen, sin embargo, que los biblistas han sido históricamente muy poco caritativos en su acercamiento a los liberales. Se quejan de que los biblistas nos hemos negado a dialogar con los liberales y no hemos podido demostrar amor cristiano hacia ellos. Ésa es la filosofía liberal. Así es como piensan los liberales, los neo-evangélicos, los ecuménicos y los apóstatas. Preguntamos, ¿donde en las Escrituras se encuentra la enseñanza que dice que debemos tratar a los falsos maestros con caridad y a los apóstoles de la apostasía con amor cristiano? Este pensamiento es exactamente lo contrario de la enseñanza de 2ª de Juan que ya hemos comentado. La Escritura llama “lobos rapaces” a los proveedores y promotores de toda falsa doctrina. Los pastores fieles de la historia no han dialogado jamás con los lobos rapaces.

Si nuestro profeta, después de su espectacular denuncia de la herejía de Jeroboam, hubiera aceptado la invitación del rey para ir a su casa a cenar, sus acciones habrían negado la legitimidad de su unción divina. Dios lo había protegido de antemano contra cualquier acercamiento amigable de parte del enemigo de la fe. Sus órdenes eran claras: “No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el camino que fueres”. Y las nuestras también lo son.

Qué maravilloso sería si este capítulo terminara en el versículo 10. No lo hace, lamentablemente. A medida que avanzamos vemos una segunda escena. Vemos al profeta anónimo en una escena de transigencia y derrota. Parecería imposible, después de tan triunfal desempeño.

Una Escena de Derrota

La tentación de transigir proviene de una nueva dirección. Prestemos atención a los versículos 11 y 12:

“Moraba entonces en Bet-el un viejo profeta, al cual vino su hijo y le contó todo lo que el varón de Dios había hecho aquel día en Bet-el; le contaron también a su padre las palabras que había hablado al rey. Y su padre les dijo: ¿Por qué camino se fue? Y sus hijos le mostraron el camino por donde había regresado el varón de Dios que había venido de Judá” (1 R 13:10-11).

Si tan solo pudiéramos correr las cortinas del tiempo y echarle un vistazo al ministerio de este “viejo profeta”. Lo más probable es que alguna vez había estado en el frente de la batalla luchando por Dios. Pero algo sucedió en su vida. La persecución había llegado con Jeroboam. Cualquiera que se opusiera a su reforma idolátrica podía perder, literalmente, su cabeza. El anciano profeta había decidido que ya era hora de que él descansara y viviera sus últimos días tranquilo. Se había retirado a la quietud de su hogar: había dejado de hablar en nombre de Dios. Esto tuvo un efecto en su familia. Vemos a sus hijos regresando de la fiesta idolátrica encabezada por Jeroboam: un lugar extraño para que estuvieran los hijos de un profeta de Dios. Su decisión de retirarse del frente de batalla espiritual tuvo un efecto en su corazón también. Cuando se desvinculó de la oposición, también se desvinculó de la comunión con los hombres fuertes de Dios. Su corazón estaba hambriento de esa comunión. Tenía ganas de hablar con un hermano creyente. Entonces sus hijos llegaron a casa de la fiesta y le contaron la formidable historia. Su corazón saltó dentro de él. Recordó los días en los que Dios lo había usado a él. Debía hablar con ese profeta anónimo, con ese hermano.

Es justo aquí donde nos encontramos con un nuevo tipo de tentación. En esta segunda escena la tentación de transigir proviene de un amigo, de un hermano en la fe. Cuando sabemos que nos enfrentamos a un enemigo tenemos la guardia en alto. Pero cuando creemos que dialogamos con un amigo bajamos la guardia. En este estado mental se encontraba nuestro profeta.

Los hijos del profeta viejo ensillaron el asno familiar para él y se fue a buscar al profeta anónimo tan rápido como el burrito podía ir. Lo encontró sentado bajo un árbol tomando un descanso de su viaje. La invitación fue simple: “Ven conmigo a casa y come pan”. El profeta anónimo reconoció a un hermano en el profeta viejo. No se trataba de Jeroboam. Sin embargo, declinó la invitación y explicó su negativa citando las mismas órdenes de Dios que le había citado a Jeroboam. Dios le había dado estas órdenes para protegerlo de la invitación de Jeroboam. Sin embargo, esas mismas órdenes lo protegían de la tentación de un amigo. Todo lo que tenía que hacer nuestro profeta era aplicar las órdenes de Dios ya fuera con un enemigo o con un amigo.

La senda de la transigencia espiritual es siempre hacia abajo. El anciano que había comenzado en el camino de compromiso con su silencio, caminó una milla con una mentira, como leemos en versículo 18:

“Y el otro le dijo, mintiéndole: Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por palabra de Jehová, diciendo: Tráele contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua” (1 R 13:18).

La tragedia golpeó aquí. Nuestro profeta anónimo creyó la mentira y se fue a cenar en la casa del anciano.

¿Qué hizo que nuestro valiente profeta desobedeciera las órdenes de Dios?

Lo confundió el hecho de que la mentira vino de un amigo, de un hermano en la fe.

La historia de 1 de Reyes 13 sería muy sencilla si sólo tuviera dos hombres: en un extremo, el profeta anónimo; y en el otro Jeroboam, el idólatra. Sin embargo, esto no es lo que el relato nos muestra. Hay otro personaje en un punto intermedio. Esta es también la fiel ilustración de nuestro día. En un extremo tenemos el fundamentalismo espiritual y doctrinal. Y en el otro el liberalismo y la incredulidad. Pero, tragedia de tragedias, también existe un poderoso campo intermedio. Esto es lo neo-evangelicalismo: los neo-evangélicos, los cristianos neutralistas. Son hermanos que han decidido ignorar, y por lo tanto, desobedecer las órdenes claras de la Palabra de Dios acerca de la separación, práctica y doctrinalmente. También, como el profeta viejo, han hecho caso omiso de la Palabra de Dios y se han retirado a sus oasis privados a vivir cómodamente de sus bendiciones mientras espiritualizan la Escritura. Creen que no le hacen daño a nadie, y no ven cómo la historia del profeta anónimo se repite, con ellos como los protagonistas del engaño.

¿Mienten los Cristianos?

¿Es posible que los hermanos en la fe mientan? . Lo es. A lo largo de los años hemos visto a muchas personas que tras actuar abiertamente en contra de lo que la Biblia dice, se han justificado diciendo: “Hemos orado al respecto, y el Señor nos abrió esta puerta”.

Dejemos esto en claro aquí: El Espíritu Santo jamás guía a un cristiano en contra de lo que Dios ha expresado en Su Palabra.

Los neo-evangélicos vienen a nosotros como hermanos. Tienen un ministerio que apela a la carne. Sus argumentos a menudo suenan muy lógicos a la razón humana. Pero ignoran las más simples y claras órdenes de la Palabra de Dios, tales como: “no lo recibáis en vuestra casa”, “Salid de en medio de ellos”, “apartaos”, y “no toquéis lo inmundo”. Cuando nos dicen que es el Espíritu de Dios quien los ha llevado a tomar la dirección que están tomando, debemos reconocer que nos están mintiendo porque el Espíritu de Dios nunca ha llevado a nadie en una dirección contraria a lo que ya está escrito en la Palabra de Dios.

La Desviación Más Peligrosa

La desviación más peligrosa es la más cercana a nuestra posición. El neo-evangelicalismo nació del fundamentalismo. Es un movimiento de hermanos en la fe. La mentira del neo-evangelicalismo ha engañado a más biblistas que los cantos de sirena del ecumenismo han engañado a los liberales. En los últimos años muchos que todavía se creen fieles a la Palabra de Dios han negado (en la práctica) todas las advertencias de la Biblia en cuanto a los falsos profetas y la apostasía de los últimos días, viviendo sus “vidas cristianas” como si en realidad no hubiera diferencia entre los biblistas y los neo-evangélicos. Su ingestión de la mentira de neo- evangelicalismo ha llevado a un gran número de los que se creen cristianos fieles al nebuloso y ambiguo terreno del compromiso y la transigencia doctrinal y espiritual.

No bajemos la guardia. ¿Es correcto permitir que los hermanos desobedientes dirijan palabras amables desde el púlpito? ¿Es correcto permitir que los hermanos desobedientes entren a nuestras casas y se hagan amigos de nuestros hijos? ¿Es correcto permitir que los hermanos desobedientes tengan la flor y nata de nuestros jóvenes para educarlos y utilizarlos en sus compromisos con la incredulidad? Respondamos: “No”. Tronemos: “¡No!”, si es necesario. Pero, sobre todo, no digamos “Sí”.

Una Escena de Derrota

Hay una tercera escena en este capítulo. Es una advertencia solemne. Vemos al profeta anónimo en un escenario de total derrota. En esta última sección hay dos cosas: una predicción y un cuadro.

El profeta viejo que mintió no había tenido una profecía que declarar de parte del Señor en muchos años. (Esto lo sabemos por el hecho de que el adjetivo “viejo”, que en castellano se utiliza después del sustantivo, para describirlo, en la versión bíblica que utilizamos -RV1960- aparece antes, para resaltar la condición espiritual del profeta retirado.) Pero cuando se sintió en comunión con su hermano más joven, el Señor lo obligó a dar una predicción que debe haberle costado sacar de la garganta. Está en los versículos 21 y 22:

“Y clamó al varón de Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto has sido rebelde al mandato de Jehová, y no guardaste el mandamiento que Jehová tu Dios te había prescrito, sino que volviste, y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová te había dicho que no comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres” (1 R 13:21-22).

Cuando terminaron de comer el profeta viejo le dio al profeta anónimo su cabalgadura y lo envió por su camino. No pasó mucho tiempo hasta que alguien llamó a la puerta del anciano. Un vecino le trajo la trágica noticia que leemos en los versículos 24 y 25:

“Y yéndose, le topó un león en el camino, y le mató; y su cuerpo estaba echado en el camino, y el asno junto a él, y el león también junto al cuerpo. Y he aquí unos que pasaban, y vieron el cuerpo que estaba echado en el camino, y el león que estaba junto al cuerpo; y vinieron y lo dijeron en la ciudad donde el viejo profeta habitaba” (1 R 13:24-25) .

Le aseguramos al lector que la escena que se describe aquí es una de las escenas más sobrenaturales en toda la Biblia. Tenemos un león devorador de hombres que no se come al hombre al que ha matado. Tenemos un burro que no huye del león. Los burros no son famosos por su brillantez, pero siempre han sabido lo suficiente como para huir de los leones. Los leones asesinos de hombres comen burros de postre. En este extraño cuadro un león devorador de hombres y un burro aparecen respectivamente a cada lado de un profeta anónimo muerto en el camino. Los habitantes de la zona vinieron y miraron desde las rocas para ver la extraña escena. El aura de sobre-naturalidad que rodea esta escena tiene el sello de Dios en ella. Dios quería que todos los que pasaran por ahí supieran que aquello no era un hombre que fue muerto por un león: si no un profeta que fue ejecutado por su Dios por desobediente.

Nosotros siempre nos preocupados por lo que los hombres pensarán de nosotros si tomamos decisiones demasiado radicales en nuestras relaciones con los hermanos. Pero a Dios no le preocupa lo que los hombres piensen de Él. Le preocupa sólo que Su Palabra sea obedecida.

Esta historia obliga a cualquier lector perspicaz a hacer una pregunta obvia. ¿Por qué fue Dios tan severo con el profeta anónimo que habló tan bien con Jeroboam, pero el profeta viejo que perpetró la mentira escapó ileso?

Dios es más Severo con Aquel que Está usando en el Presente 

El profeta viejo de nuestra historia había sido puesto en el estante de Dios durante muchos años. Dios no lo estaba usando a él en Israel. Si moría o vivía, no llamaría la atención, puesto que ya era viejo y el siguiente evento en su existencia era la muerte. El profeta joven, en cambio, era el hombre de la hora; todos los ojos estaban puestos sobre él. Debido a que Dios le había encargado tan claramente su comisión, se vio obligado a tratar el incumplimiento de sus responsabilidades con la muerte. Dios tenía que enseñarnos a todos Sus hijos una lección eterna. Él no ha cambiado.

Somos biblistas, separatistas bíblicos: no carismáticos, ni pentecostales, ni reformados, ni liberales, ni denominacionales, ni interdenominacionales, ni ecuménicos. Los biblistas creemos en la Biblia, y nos separamos de los cristianos transigentes y neutralistas (neo-evangélicos) porque queremos ser usados por Dios en esta hora apóstata. Por esto es que no podemos permitirnos el lujo del compromiso y la transigencia. Al observar el fundamentalismo de esta hora, vemos cómo cada día se metamorfosea en un movimiento neo-evangélico más. Cada reunión biblista tiene menos protesta y franqueza que la anterior. Cada día más biblistas toleran a los grandes oradores de neo-evangelicalismo y los apoyan. El deseo de los biblistas de ganar las almas y el consiguiente crecimiento espiritual de los convertidos cede paso ante los métodos neo-evangélicos. El éxito, en lugar de la Escritura, se ha convertido en la medida de la obra de un hombre. Los biblistas de la música cada vez cantan más notas neo-evangélicas. Cada día más biblistas  adoptan la postura silenciosa y amigable que le permitió al neo- evangelicalismo tomar control de los grandes centros de la difusión de la Palabra.

Dios no nos tiene sólo a nosotros. Si vendemos nuestro derecho a la obediencia por un plato de lentejas neo-evangélica, Él nos puede dejar tirados en medio del camino entre el león y el burro, sin preocuparse por el qué dirán.

El Peligro de Nuestros Días
Es nuestra profunda convicción, basada en años de investigación y montañas de evidencia, que la cristiandad y el mundo secular están en las últimas etapas de sucumbir al mismo engaño que el Señor Jesús y los apóstoles predijeron que precederá inmediatamente a la Segunda Venida:
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Ti 4:1).
Estamos profundamente preocupados por los millones de cristianos profesantes que son víctimas de este engaño.
Los creyentes de hoy, especialmente los nuevos, necesitan saber que la Biblia nos advierte que en “los últimos días” la cristiandad estará plagada de falsos maestros y falsos profetas que intentarán extraviar a muchos creyentes sinceros de la sencillez de la verdad evangélica:
“Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán…Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos…Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mt 24:4b-5,11,24).
También las Escrituras nos advierten que muchas personas que se llaman a sí mismas cristianas sucumbirán a este engaño y que una gran apostasía se producirá antes del regreso del Señor Jesucristo:
“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él… Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Ts 2:1,3).
El engaño arrasará a través de la iglesia profesante sin compasión, así como a través de la sociedad secular. Ésta es una verdad bíblica que muchos se niegan a aceptar, y que pocos se atreven a enseñar.
Los cristianos se sienten muy cómodos identificando como falsificaciones del cristianismo a sectas que existen fuera de la iglesia tradicional, como los mormones, los testigos de Jehová, la Ciencia Cristiana o Hare Krishnas. Esto es lo que hizo el profeta anónimo cuando identificó a Jeroboam como enemigo de Dios.
Pero el engaño que predice el Señor y Sus apóstoles provendrá de adentro, desde la cristiandad misma. Y sabemos que es aquí adonde al profeta anónimo de nuestro ejemplo le falló el discernimiento.
Aparte de los males mencionados en este artículo [La Separación Bíblica], la cristiandad hace ya mucho tiempo que ha aceptado la psicoterapia, la visualización, la meditación, la confesión positiva o pensamiento positivo, la hipnosis (en su forma más suave y rebautizada con terminología religiosa), la sanidad interior, y toda una gama de técnicas de motivación, de auto-superación, prosperidad y éxito que en realidad provienen de la Nueva Era, de las religiones orientales, y de los movimientos o grupos místicos del catolicismo. El  criticar a cualquiera de estos métodos supuestamente “ortodoxos” es ofender a un gran número de cristianos, entre ellos muchos líderes eclesiásticos que sinceramente practican y promueven estas técnicas como válidas para los cristianos.
Es una tragedia de nuestro tiempo, que el cristiano promedio es demasiado fácil de persuadir o no se puede persuadir de ningún modo. Muy pocos parecen dispuestos a darse el tiempo para revisar a través de las Escrituras lo que les ha sido enseñado y comprobar por sí mismos la veracidad de lo que se predica hoy en la cristiandad. Los que quieran escapar del engaño seductor deben  volver a la Biblia y ser capaces de entender qué es lo que en verdad creen y por qué, en lugar de sucumbir a la tentación de aceptar respuestas fáciles proporcionadas por “expertos” y “profesionales”. Durante la profetizada apostasía, incluso los líderes de la iglesia serán desviados, y aquellos que siguen sus enseñanzas van a sufrir la misma tragedia:  
“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt 7:22,23).
Debemos estar seguros de que estamos siguiendo al Señor y no a los hombres. El Señor Jesús dice:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen… Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” (Jn 10:14,5).
Para evitar el engaño que es el corazón de la apostasía, debemos ser capaces de distinguir la voz de Cristo a través de Su Palabra de la confusa mezcla de verdad y error que se habla en Su nombre. Para ayudar a hacer esa distinción es que hemos redactado este artículo y comenzado este blog. A algunos lectores les resultará difícil de aceptar la evidencia, ya que puede implicar algunos líderes cristianos prominentes. Sin embargo, la evidencia habla por sí misma.
Debe quedar claro que no estamos haciendo una condena general, ni cuestionamos los motivos de nadie. Sólo Dios puede juzgar los corazones de los hombres, y hay que dejar eso a Él. Es responsabilidad de todo cristiano, sin embargo, juzgar las enseñanzas y los frutos de los proclamados “pastores” en la cristiandad, y aceptar y seguir sólo lo que está claramente de acuerdo a la Palabra de Dios.  
También debe entenderse que aquellos que individualizamos y distinguimos de la mayoría no siempre son los peores, ni son los únicos ejemplos que se podrían dar de apostasía y desobediencia. Incluso las personas citadas se mencionan sólo para mostrar la extensión del engaño espiritual de nuestros días. No nos cansaremos de repetir a los lectores que tenemos la obligación de juzgar las enseñanzas y prácticas que existen hoy dentro de la cristiandad, por el bien eterno de aquellos que se pueden salvar del juicio de Dios, porque el Señor nos advierte que aquellos que no reciban Su Palabra y la pongan por obra, serán entregados por Él mismo al engaño y al error doctrinal, para ser juzgados juntamente con aquellos que los diseminaron:
“Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts 2:9-12).
La doctrina de la separación nos ha sido dada por el Señor como un manual de supervivencia espiritual, y se puede ilustrar como un cerco alrededor del jardín de nuestra fe.

“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra. Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra (2 Ts 2:13-17).
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martes, 23 de agosto de 2022

MEJOR QUE EL ORO Y LA PLATA

Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; y adquirir inteligencia vale más que la plata” (Pr 16:16).

¿Cuán importante es el dinero para ti? ¿Cuántas horas al día trabajas para obtenerlo? ¿Cuántos días a la semana? ¿Cuántos años de estudios completaste antes de conseguir tu trabajo? ¿Cuánta energía inviertes para ganarlo? ¿Qué tipo de dificultades aguantas con alegría con tal de recibirlo?

¿Un millón de dólares en tu cuenta bancaria te pondría una sonrisa en la cara? ¿Te preocupa no tener suficiente dinero? La sabiduría y la inteligencia son más importantes, dice este proverbio. Pon en orden tus prioridades. Deberías tener una sonrisa en tu rostro sabiendo que la sabiduría está en la Biblia, y deberías preocuparte por no aplicarte tan diligentemente en su búsqueda como deberías.

Las personas trabajan duro para obtener dinero, porque el dinero responde a todas las cosas: suple las necesidades de la vida (Pr 16:26; Ec 10:12). Asisten a la escuela durante muchos años; reciben entrenamiento después de eso; se esfuerzan mucho de manera práctica; soportan muchas dificultades; se preocupan cuando no hay suficiente; elaboran planes para adquirir más; piden la ayuda de Dios. Pero, ¿cuántas personas aplican el mismo esfuerzo para obtener sabiduría e inteligencia espiritual? ¿Tú lo haces?

La sabiduría es el poder del juicio correcto: la capacidad de saber cuál es la mejor respuesta a cualquier situación para agradar a Dios y a los hombres de Dios. La inteligencia espiritual es el poder del discernimiento correcto: la capacidad de comprender la totalidad de los factores en cualquier asunto para ver el cuadro completo. ¡Qué cosas más gloriosas! David le dijo a Salomón que obtuviera sabiduría e inteligencia espiritual por encima de todo (Pr 4:5-9). Entonces, cuando Dios le ofreció a Salomón cualquier cosa que él le pidiera, ¡Salomón pidió como su padre le había instruido! (1 R 3: 5-14)

Tu mayor objetivo en la vida debe ser crecer en sabiduría e inteligencia espiritual: saber cómo agradar a Dios y a los hombres piadosos más perfectamente y beneficiar a todos aquellos en tu esfera de influencia y actividad. Nada más puede realmente compararse con este objetivo. Sin embargo, la mayoría de los hombres aplican su mayor deseo, planificación, esfuerzo, energía y tiempo a la búsqueda del dinero, descritos como oro y plata en este proverbio. Pero Salomón te advierte aquí que tal cosa es una prioridad pervertida. ¡La sabiduría de lo alto es mayor que cualquier cantidad de dinero!

Si un hombre pobre te dijera que la sabiduría es más importante que el dinero, sería fácil para ti descartar su consejo como un dicho insensato de un hombre que nunca ha conocido el poder y los beneficios del dinero. Pero ese no es el caso en este proverbio. Salomón tuvo riquezas, gloria y honor superiores a cualquier otro rey antes o después que él. Sabía todo sobre el dinero, la riqueza y sus beneficios. Él gozó de placeres pagados con la riqueza que tú no puedes ni siquiera imaginar, y que nunca gozarás en esta vida. Y él te dice en este proverbio que clasifiques a la sabiduría y a la inteligencia espiritual mucho más alto que cualquier bien material.

El proverbio comienza con un superlativo: “mejor”. Sin límites establecidos, la sabiduría y el entendimiento son infinitamente mejores, superiores, que el oro y la plata. No hay comparación. Salomón te da enfáticamente una prioridad y una regla para la vida: la sabiduría es mucho más importante que el dinero. Sin embargo, todos los días te sientes tentado a invertir la mayor parte o la totalidad de tu energía y tiempo en la búsqueda de dinero.

¿Otros hombres ricos hicieron esto y concluyeron lo mismo? ¡Por cierto! Primero, considera a Salomón también en otros lugares, ya que fue el hombre más rico de la historia antigua (Pr 3:15-18; 8:10-11,19). Luego considera a su padre David (Sal 19:7-11; 119:14,72,127,162). Y luego considera también a los ricos Job (Job 28:12-28) y Moisés (He 11:24-26).

Un proverbio solo es valioso si lo aplicas. Te pasas la vida persiguiendo algo inferior: el dinero. ¿Cuán diligentemente persigues la sabiduría? ¿Lees tu Biblia a diario? ¿Estudias un proverbio y su interpretación todos los días? ¿Te preparas cuidadosamente para escuchar y luego repasar la instrucción bíblica recibida? Hay 1.440 minutos en cada día. Si le dedicaras el 1% a la sabiduría de la Palabra de Dios, pasarías 15 minutos leyendo y orando diariamente. Si le dedicaras el 10%, serían 2 horas y 24 minutos.

Jesucristo de Nazaret, el Dios Fuerte del cielo, conocía y comprendía este proverbio. Su reino, que es el reino eterno de justicia y sabiduría descrito en el Nuevo Testamento, vale más que cualquier tesoro en la tierra. Describió a los hombres sabios vendiendo todo lo que tenían para comprar el reino de los cielos, porque vale mucho más que cualquier cosa en la tierra (Mt 13:44-46). ¿Esto te describe, estimado lector?

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COMENTARIO DE PROVERBIOS

El comentario de Proverbios no cesa de avanzar día a día. Si decides leer un comentario al día de lo que está listo hasta ahora, tendrías lectura para más de un año. Un breve comentario de Cantar de los cantares ha sido añadido, así como uno de Eclesiastés, y otro de Job, y uno de Salmos. ¡Aprovecha estos recursos para avanzar en tu conocimiento de la Palabra de Dios!

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COMENTARIO DEL APOCALIPSIS

























domingo, 21 de agosto de 2022

¿QUIÉN MATÓ A GOLIAT?

Dependiendo de si uno lee el primer o el segundo libro de Samuel, David mata o no al legendario gigante filisteo.

David, cuenta la historia bíblica, era un adolescente pastor de ovejas que, contra todo pronóstico, se enfrentó y derrotó a Goliat en un combate cuerpo a cuerpo. Eso es lo que dice la Biblia. Al menos, si uno está leyendo el primer libro de Samuel.

“Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano” (1 S 17:49-50).

El problema está en que la Biblia no contiene solo un relato de la muerte de Goliat. Hay otro en el segundo libro de Samuel, y aún un tercero en el primer libro de Crónicas. Cada uno de ellos cuenta una historia diferente. Esto no es de extrañar. La Biblia a menudo nos proporciona historias diferentes, aparentemente contradictorias, que se refieren a más o menos los mismos eventos, y más o menos a los mismos personajes. Pero estas aparentes “contradicciones” no deberían asustar al lector en absoluto. Todo lo contrario.

Estas diferencias ayudan al lector a tener en cuenta que la Biblia no es un libro, sino más bien una colección de varios libros separados, la mayoría (si no todos) de ellos hechos a partir del entretejido de diferentes fuentes, tanto orales como escritas. También es el producto del paciente, minucioso, y delicado trabajo de generaciones y generaciones de escritores, compiladores y editores inspirados. Es una antología de textos escritos, editados y codificados a lo largo de milenios.

Además, estas diferencias nos ayudan a recordar que hay muchos géneros literarios diferentes en la Biblia, enriqueciendo nuestra comprensión y apreciación de la misma.

La verdad se expone y expresa de manera diferente en textos que son de diversa índole histórica, profética, poética o de otras formas de género literario. El intérprete debe investigar qué significado pretendía expresar el escritor sagrado y qué expresó realmente en circunstancias particulares mediante el uso de formas literarias contemporáneas de acuerdo con la situación de su propio tiempo y cultura. Podría darse el caso de que los tres relatos diferentes de la muerte de Goliat no intentan presentar al lector solo una verdad histórica, sino también una moral o espiritual.

Esta apertura hermenéutica tiene múltiples efectos beneficiosos cuando se trata del texto bíblico: uno de ellos es el de desafiar el interés del estudioso y prevenirlo contra el letargo y la flojera intelectual. Quizás algunos de estos valores estén en juego en estos tres relatos diferentes de la muerte de Goliat.

En el segundo libro de Samuel, no encontramos a David sino a un tal Elhanán de Belén matando a Goliat. El texto dice lo siguiente:

“Otra segunda guerra hubo después en Gob contra los filisteos; entonces Sibecai husatita mató a Saf, quien era uno de los descendientes de los gigantes.  Hubo otra vez guerra en Gob contra los filisteos, en la cual Elhanán, hijo de Jaare-oregim de Belén, mató a Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como el rodillo de un telar” (2 S 21:18-19).

¿Hay alguna diferencia entre el Goliat de David y el de Elhanán? Ambos libros, 1 Samuel y 2 Samuel, parecen referirse al mismo guerrero gigante filisteo. De hecho, la descripción del armamento de Goliat es exactamente la misma en ambos. Al igual que en el texto citado anteriormente, el primer libro de Samuel también dice “el asta de cuya lanza era como el rodillo de un telar” (1 S 17:7).

En el tercer relato de la muerte del guerrero filisteo, que se encuentra en el primer libro de Crónicas, la famosa lanza se describe exactamente en los mismos términos. Además, el texto es casi una copia de 2 Samuel. Crónicas es, de hecho, un libro mucho más tardío. Solo que, sorprendentemente, no es Goliat quien muere. El texto dice lo siguiente:

“Volvió a levantarse guerra contra los filisteos; y Elhanán hijo de Jair mató a Lahmihermano de Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como un rodillo de telar” (1 Cr 20:5).

Entonces, según el primer libro de Crónicas, Goliat tenía un hermano. La introducción de este nuevo personaje parece resolver las inconsistencias entre los dos libros de Samuel: no fue Goliat sino su hermano, Lahmi, a quien Elhanán mató. Esto no es inesperado. Incluso una lectura superficial de Crónicas sería suficiente para darse cuenta de que estos son libros evocadores que intentan narrar el glorioso pasado de la nación, y del reino y la autoridad de David en particular.

Pero, ¿Quién es este asesino de gigantes, Elhanán, al que se le atribuye haber matado a Goliat, a su hermano o a ambos? ¿Cómo llegaron a la Biblia estos relatos tan diferentes de lo que pudo haber sucedido en el campo de batalla? ¿Es necesario armonizar estas narrativas aparentemente contradictorias? ¿Si es así, por qué y cómo?

Una posible respuesta a la mayoría de estas preguntas es relativamente sencilla. El segundo libro de Samuel presenta a Elhanán como miembro del ejército de David; de hecho, podría haber sido uno de los famosos “valientes de David” (2 S 23:8-39; 1 Cr 11:10-47), las fuerzas de élite de David, una especie de versión davídica de los Caballeros de la Mesa Redonda del rey Arturo.

En ese sentido, la expresión “Elhanán... mató a Goliat” (2 S 21:18-19) se parece mucho a “César derrotó a Vercingetorix” o a “Escipión derrotó a Aníbal”. Incluso si estos guerreros legendarios nunca se enfrentaron entre sí en combate cuerpo a cuerpo, seguimos diciendo que derrotaron a sus adversarios. Presentar a Elhanán venciendo a Goliat en duelo (como lo hace el segundo libro de Samuel) intenta resaltar su coraje, determinación y liderazgo como uno de los famosos “valientes de David” (2 S 23:8-39; 1 Cr 11:10-47).

Es decir, es hasta cierto punto irrelevante si Elhanán es el héroe en el germen histórico de la historia, como se presenta en el segundo libro de Samuel. La proeza de David, como la hallamos en el primer libro, sigue siendo uno de los relatos más inspiradores que uno puede encontrar no solo en la Biblia, sino también fuera de ella.

Su valiente desafío de un enemigo aparentemente invencible, armado solo con su fe en el Señor y una honda, es todo lo que querríamos encontrar en un héroe épico. Y ciertamente proporciona mucha inspiración. La proeza de David irradia su gloria sobre sus “valientes” hasta el extremo de que estos se confunden con el valeroso guerrero del Señor. 

De igual forma, el Señor está dispuesto a compartir Su gloria con nosotros y nombrarnos como si nosotros hubiéramos hecho algo de valor, solo porque lo hicimos en Su nombre. 

Y esta generosidad del Señor también se aplica a la inversa, en donde lo que le hacemos a uno de los más pequeños en Su reino Él lo considera como si se lo hubiéramos hecho a Él. ¿No nos dice Él, en el llamado juicio de las naciones (Mt 25:31-46): “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a unos de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”? (Mt 25:37-40)

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Principales publicaciones período 2020-2022 (al final del artículo).


Principales publicaciones período 2011-2019.

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