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domingo, 11 de diciembre de 2022

NACER DE NUEVO


Es la regeneración. Otra palabra para regeneración es segundo nacimiento, relacionada con la frase bíblica “nacer de nuevo”. Nuestro segundo nacimiento se distingue de nuestro primer nacimiento, cuando fuimos concebidos físicamente y heredamos la naturaleza pecaminosa de Adán y Eva. El nuevo nacimiento es uno que es celestial, espiritual y santo, que resulta en la vivificación espiritual de nuestro ser. El ser humano en su estado natural está “muerto en delitos y pecados” hasta que sea “vivificado” (regenerado) por Cristo. Esto sucede cuando la persona pone su fe en Cristo Jesús como su Salvador (Ef 2:1).

La regeneración es un cambio radical, espiritual, de adentro hacia afuera. Tal como nuestro nacimiento físico resultó en un nuevo individuo entrando en un mundo terrenal, nuestro nacimiento espiritual resulta en una nueva persona que entra en el reino celestial (Ef 2:6). Después de la regeneración, comenzamos a ver, a oír y a buscar las cosas celestiales; empezamos a vivir una vida de fe y de santidad. Ahora Cristo está formándose en los corazones que lo han recibido; ahora somos partícipes de la naturaleza divina, habiendo sido hechos nuevas criaturas (2 Co 5:17). Dios y no el hombre, es el origen de esta transformación (Ef 2:1,8). El gran amor de Dios y Su don gratuito, Su abundante gracia y misericordia, son la causa del nuevo nacimiento. El gran poder de Dios, que resucitó a Cristo de entre los muertos, se ve en la regeneración y en la conversión de los pecadores (Ef 1:19-20).

La regeneración es necesaria. Nacer de nuevo es imprescindible para entrar en el reino de Dios. La carne humana pecaminosa no se puede presentar ante Dios. En su conversación con Nicodemo, el Señor Jesús dijo dos veces que un hombre debía nacer de nuevo para ver el reino de Dios (Jn 3:3,7). La regeneración no es opcional, porque “lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn 3:6). El nacimiento físico nos equipa para la tierra; el nuevo nacimiento espiritual nos prepara para el cielo (Ef 2:1; 1 P 1:23; Jn 1:13; 1 Jn 3:9; 4:7; 5:1, 4, 18).

La regeneración es parte de lo que Dios hace por nosotros en el momento de la salvación, junto con el sello del Espíritu Santo (Ef 1:13), la adopción (Gl 4:5), la reconciliación (2 Co 5:18-20), etc. La regeneración es lo que Dios hace para que una persona viva espiritualmente como resultado de la fe en Jesucristo. Antes de la salvación, no éramos hijos de Dios (Jn 1:12-13); más bien, éramos hijos de ira (Ef 2:3; Ro 5:18-20). Antes de la salvación, estábamos perdidos; después de la salvación somos regenerados. El resultado de la regeneración es la paz con Dios (Ro 5:1), nueva vida (Tit 3:5; 2 Co 5:17), y el ser Sus hijos eternamente (Jn 1:12-13; Gl 3:26). Con la regeneración se inicia el proceso de la santificación, por medio de la cual nos convertimos en las personas que Dios quiere que seamos (Ro 8:28-30).

La única forma para la regeneración es por medio de la fe en la obra completa de Cristo en la cruz. Regenerar el corazón no se logra por medio de alguna cantidad de buenas obras o por guardar la ley o ser fiel a la religión cristiana. Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él (Dios)” (Ro 3:20). Sólo Cristo ofrece una cura para la depravación total del corazón humano. No tenemos necesidad de renovación, de reforma o de reorganización; necesitamos un nuevo nacimiento; necesitamos nacer de nuevo. Este nuevo nacimiento se hace evidente en la vida del creyente por la presencia del Espíritu Santo de Dios. Y, “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Ro 8:9). Esto es lo mismo que decir que tal persona no ha nacido de nuevo.

La vida cristiana normal, la que nos muestra las Escrituras, no es una vida con una fe estática, que podemos situar en algún momento del pasado y decir: “En ese momento nací de nuevo”. La vida cristiana normal, la que nos muestra las Escrituras, es una vida con una fe dinámica, que vive en tiempo presente. 

Los israelitas debían salir cada día de sus tiendas e ir en busca del maná. Lo debían recoger cada día durante seis días, pero no el séptimo día porque era día de reposo. El sexto día debían recoger el doble para que en el día de reposo también tuvieran maná (Éx 16: 1-36). Si algún otro día recogían más para guardarlo para el día siguiente y así no tener que salir a recogerlo al desierto, el maná se agusanaba y no se podía comer. Sólo el sexto día podían recoger el doble sin riesgo de que el maná se echara a perder.  

El maná es una ilustración del Señor Jesús: “Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre (Jn 6:32-35).

Ahora el verdadero Pan del cielo es el Señor. Pero nosotros, igual que los israelitas de antaño, debemos cada día procurar nuestra porción del Pan celestial. Cada día una porción fresca. No debemos procurar hoy para mañana, ni tratar de comer lo de ayer hoy, porque se habrá echado a perder. Así es también con la salvación: esta tiene que estar fresca y dinámica cada día para que cuente como genuina.

¿Estás confundiendo alguna pasada externalidad religiosa como la oración del pecador, el bautismo, la membresía a una iglesia, el cumplimiento de ciertas formalidades o algún otro tipo de “buena obra” con la relación fresca y vital con el Señor Jesucristo? 

Debemos buscar al Señor en permanente oración para que nos revele el verdadero estado de nuestra alma delante de Él. El Señor se acerca a quienes se acercan a Él (Jer 29:12-14; Stg 4:8). Examinar nuestra salvación (no darla por sentada) es el mandamiento:

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos (Mt 7:21, 24-27).

No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones (1 Co 6:9).

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? (Stg 2:14).

Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás (1 P 1:18).

Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado (1 Jn 3:24).

Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? (1 P 4:18).

Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mt 24:13).

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¿NACEMOS PECADORES?

¿SALVACIÓN, O SOLO CONVERSIÓN?

LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO

EXAMINÉMONOS A VER SI ESTAMOS EN LA FE

OBRAS MUERTAS

UN ASUNTO DE VIDA O MUERTE

NUNCA OS CONOCÍ

NO OS CONOZCO

ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO

¡MUERTE A AMALEC!

NO MATARÁS










jueves, 8 de diciembre de 2022

LA LETRA CON SANGRE ENTRA

 


¿Por qué sufren los piadosos? O cualquiera, para el caso. Esta pregunta ha plagado a la raza humana a lo largo de la historia. El cristiano está especialmente preocupado por esto, debido a la idea prevaleciente de que si uno obedece al Señor tendrá una buena vida con relativamente pocos problemas. Con la edad, todo el mundo espera enfermedades menores, pero las mayores son inquietantes. Para agravar el problema, los estafadores religiosos han convertido en mercancía a las personas al insistir en que Dios nunca quiere que nadie se enferme; afirman que toda enfermedad es del diablo. La actitud de los tres amigos de Job todavía está con nosotros; si hay un problema mayor, Dios debe estar castigando al que sufre, ya sea por el pecado manifiesto de este o por los esqueletos en su closet.

Este cristiano ha recibido mucha ayuda del Salmo 119:71, especialmente durante tiempos de aflicción. Será la base de esta publicación:

“Bueno me es haber sido humillado [lit., afligido], para que aprenda tus estatutos”.

El estudio de tres grandes palabras en este versículo otorga mucha ayuda sobre el tema. Son “afligido”, “aprender” y “estatutos”. [La Reina-Valera 1960 traduce el hebreo en este pasaje como “humillado”; pero la traducción correcta es  “afligido”].

Si el autor fue el rey David, entonces sufrió casi todo tipo de aflicción conocida por el hombre. Fue afligido físicamente; conoció el peligro, el hambre y las privaciones cuando fue perseguido como un animal por Saúl y su ejército. También conoció la enfermedad, si los Salmos 38:5-11 y 77:2 se toman literalmente.

También conoció la aflicción doméstica, siendo ridiculizado por sus hermanos y por su propia mujer. 

Cuando David fue enviado por su padre a llevar provisiones a sus hermanos que estaban en el ejército de Saúl, su hermano lo saludó con la pregunta burlona: “¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto?” (1 S 17:28). Y esto se hizo públicamente, por lo que David debe haber sufrido humillación. Mucho tiempo después, cuando ya era rey, David decidió llevar el arca de Dios a Jerusalén. Fue una ocasión tan gozosa que David bailó delante del Señor. Cuando su mujer, Mical, lo vio hacerlo, mientras miraba por la ventana, “lo menospreció en su corazón” (2 S 6:16). David sabía mucho acerca de la aflicción doméstica, es decir, acerca de tener problemas con su propia familia.

También sufrió aflicción, como pocas personas lo han hecho, cuando se enteró de que su hijo Amnón había violado a su hija Tamar. Luego eso se agravó con el asesinato, cuando Absalón mató a Amnón. Conoció la desilusión de los hijos que cometen pecados graves y la angustia del duelo cuando Amnón y Absalón fueron asesinados. Mas tarde otro hijo, Adonías, trató de quitarle el trono mientras yacía en su lecho de muerte. Si esto no es aflicción doméstica, entonces ¿qué lo es? 

A la luz de todo este sufrimiento, debemos ponernos de pie y tomar nota de que él dijo: 

“Bueno me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos”.  

Antes de que veamos por qué fue bueno, recordemos que él había sufrido de todas las formas que una persona puede sufrir. Todos deberíamos encontrar alguna comparación entre nuestros sufrimientos y los de David.

El Aprendizaje

La aflicción es buena “para que aprenda tus estatutos”. Pero David conocía la Palabra de Dios. Muchos versículos, en otros los Salmos, indican que él conocía bien la Biblia. Incluso en este Salmo en particular lo demuestra al decir:

“En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal 119:11).

“Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca” (Sal 119:13).

“Me he gozado en el camino de tus testimonios más que de toda riqueza” (Sal 119:14).

David ciertamente conocía la Escritura, intelectualmente. Pero el aprendizaje que recibió a causa de la aflicción fue empírico (práctico, por medio de la experiencia). Cuando vemos referencias al conocimiento y al aprendizaje en las Escrituras, debemos recordar que el conocimiento puede ser intelectual, empírico, o ambos; y es imperativo que determinemos a qué tipo se refiere, si queremos entender el texto en particular.

Por ejemplo, sabemos acerca de la venida del Señor intelectualmente, porque hemos leído de ella en la Biblia, pero no sabremos de ella por experiencia hasta que Él venga de nuevo y nos lleve a estar con Él. El conocimiento, por lo tanto, puede ser intelectual o empírico.

Obviamente David se refería al tipo de conocimiento empírico en el versículo 73, cuando clamó: “Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos”.

Es necesario aprender acerca de la Biblia intelectualmente antes de conocerla por experiencia; por lo tanto, debemos prestar atención a toda la enseñanza y predicación de la Palabra de Dios que podamos. Debemos almacenarla en nuestras mentes si queremos tenerla para usarla en la experiencia diaria. El problema es que muchos “cristianos” se quedan ahí, en el conocimiento de la religión: en la cáscara que sólo es conocimiento intelectual.

Otra forma de considerar la misma distinción es usando dos palabras: interpretación y aplicación. Un versículo dado tendrá solo una interpretación correcta, mientras que puede tener varias aplicaciones. Algunos en el pueblo de Dios aprenden la interpretación correcta de las Escrituras, pero no la aplican a la vida diaria. Para ayudarnos a entender la distinción entre interpretación y aplicación, consideraremos 1 Corintios 9:9 que es una cita de Deuteronomio 25:4.

Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey cuando trilla”.

La interpretación es que los israelitas no debían poner bozal al buey que usaban en sus labranzas; es decir, si el animal trabajaba, se le debía permitir comer. La aplicación es que todos los que trabajan deben poder sustentarse de su trabajo. El versículo se usa en 1 Corintios 9 en medio de una discusión en la que Pablo afirma que él y Bernabé tenían la autoridad para exigir ser apoyados por sus conversos, porque las Escrituras así lo decían en Deuteronomio. 

Las Escrituras del Antiguo Testamento “cobrarían vida” para nosotros hoy si las estudiáramos de esta manera: buscando su aplicación espiritual a nuestras experiencias después de interpretarlas correctamente.

Por supuesto, no estamos obligados a ofrecer sacrificios de animales, u obedecer varias de las otras leyes que fueron dadas solo a Israel y solo para ese tiempo, pero podemos aprender grandes principios de las instrucciones de Dios del AT si junto con interpretarlas las aplicamos espiritualmente a nuestra vida diaria. 

El secreto de una buena educación bíblica es aprender a interpretar las Escrituras. Y el secreto de una sana vida espiritual es aprender a aplicar las Escrituras. Todos nosotros hemos conocido personas que están bastante bien versadas en las Escrituras, pero que viven en pecado. ¿Cuál es su problema? ¿Es que el conocimiento de la Biblia no les sirve de nada? ¿Es una pérdida de tiempo estudiar las Escrituras? ¡Ciertamente no! El problema es que no han aplicado espiritualmente lo que han aprendido intelectualmente.

La aplicación espiritual de las Escrituras a la vida diaria es lo que Santiago 1:22 quiere decir cuando dice: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”.

La aflicción llega a nuestras vidas para que aprendamos a aplicar las Escrituras a nuestra situación, para que aprendamos la lección espiritual de lo que ya sabíamos intelectualmente. A menudo, uno no aprende un versículo que nunca antes había visto; lo que aprende es la aplicación espiritual por medio de la experiencia de esa verdad que sólo se conocía intelectualmente.

Lo que aprendimos con nuestro intelecto (la interpretación) lo aprendemos luego con nuestro espíritu por medio de la experiencia (aplicación). Y el aula de la experiencia a menudo es la aflicción.

Los Estatutos

Cuando viene la aflicción, la mayoría de nosotros quiere saber por qué viene; queremos saber la causa de nuestros problemas. Sin embargo, eso no es lo principal. En muchos casos, nunca sabremos exactamente por qué nos vino la aflicción; Dios tiene algo mucho mejor. Él quiere que aprendamos a experimentar algo de Su Palabra durante la aflicción.

El ejemplo clásico de sufrimiento es Job. Cuando leemos los primeros dos capítulos aprendemos que fue Dios quien inició el problema de Job. Dios desafió a Satanás a considerar a Job, luego Satanás sugirió la aflicción. El resto del libro es el resultado de eso. Cuando llegamos al último capítulo, notamos que, en lo que respecta al registro bíblico, Job nunca se enteró de esa conversación entre Dios y Satanás. Así que nunca supo la causa de su aflicción. Pero algo más importante que la causa es la cura. Job no sabía la causa, pero conoció la cura, y eso era exactamente lo que Dios quería en primer lugar que Job aprendiera.

Job 42:7-8 registra lo que Dios le dice a Elifaz, que él y sus dos amigos deberían traer siete becerros y siete carneros a Job para que él los ofreciera al Señor en sacrificio e intercediera por ellos. En otras palabras, Dios convirtió a Job en el sacerdote de los que habían venido a consolarlo y aconsejarlo. El versículo 9 habla de su obediencia, luego el versículo 10 declara el gran resultado de la experiencia de Job: 

“Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job”.

Antes de su aflicción, Job sabía que debía orar por los demás; ciertamente lo sabía intelectualmente, pero su práctica sólo incluía a su propia familia (Job 1:5). La gran lección que aprendió por experiencia fue la de orar también por aquellos que, en su aflicción, fueron sus peores críticos. ¡Qué difícil es eso! ¡Cuán pocos en el pueblo de Dios lo experimentan alguna vez! Aprender esta gran experiencia era mucho más importante para Job que saber acerca de la conversación entre Dios y Satanás. Podría haber sabido de esa conversación y no haber sido mejor siervo del Señor por ello. Considera el hecho de que muchos cristianos han leído Job 1 y 2, pero como resultado no se han vuelto más espirituales. Pero aprender a orar por sus críticos (enemigos) fue ciertamente un gran salto adelante en el progreso espiritual de Job.

Esto nos demuestra que Dios quiere que aprendamos a experimentar alguna gran verdad bíblica cuando somos afligidos. La verdad particular puede o no estar relacionada con nuestra aflicción, pero seguramente nos hará mejores siervos del Señor.

La Experiencia

Durante toda mi infancia fui educado en un colegio cristiano, así que allí recibí la instrucción elemental de la religión evangélica por medio de pastores, misioneros y profesoras de religión. Además asistí a la escuela dominical de la denominación a la que pertenecíamos como familia y me quedaba, después, al culto general de la asamblea junto a mis padres. Por las tardes a menudo asistíamos también al culto dominical vespertino. Mi madre y mi abuela eran devotas cristianas que habitualmente tenían reuniones de oración en la casa con las hermanas de la iglesia pentecostal a la cual asistía mi abuela. Esas reuniones consistían en oración, canto de himnos y conversaciones en torno a la Palabra de Dios. Incluso los sábados yo asistía a una reunión de adolescentes cristianos que se llamaba Los Embajadores del Rey. Así que cuando cumplí los doce años me sabía de memoria varios versículos de la Biblia, un Salmo entero, un sinnúmero de cánticos (o coritos) y todas las historias sagradas más conocidas de las Escrituras. Para la mayoría de la gente, yo era un “cristiano”.

Cuando comencé la adolescencia, la situación económica en casa sufrió un duro revés. Fui matriculado en una escuela pública para terminar mi enseñanza básica y allí me hice amigo de un compañero de curso que estaba muy lejos de la educación que yo había recibido hasta entonces. Él era “mundano” e “incrédulo”. No daba gracias por los alimentos y usaba lenguaje soez a destajo. Pero lo más nocivo de su personalidad era su inclinación por el ocultismo. Ni él ni yo ni nadie lo llamaba “ocultismo”, pero eso es lo que era. Libros, películas, historias y caricaturas que tuvieran que ver con brujas, hechiceros, encantamientos y religiones orientales eran su fascinación. A menudo trató de despertar mi interés en estas cosas, pero yo tenía tan claro que Dios, Jesús y la Biblia eran La Verdad, que jamás me sentí inclinado ni remotamente interesado a seguirle la corriente. Pronto él entendió que mi desinterés por sus temas predilectos se debía a mis creencias cristianas, y estás llegaron a interesarle tanto que en más de una ocasión me acompañó al culto matutino de la iglesia, y hasta dejó de lado su proselitismo.

Los años pasaron, y continuamos siendo amigos después de terminada la Enseñanza Media. Para entonces, él se había transformado en un bohemio, un “pájaro nocturno”, como lo llamaba mi madre. Estaba dedicado a estudiar para ser violoncelista, fumaba (tabaco y marihuana), bebía profusamente alcohol y trataba de mantener en pie un matrimonio adolescente precipitado por el embarazo premarital de la que ahora era su mujer. Yo prolongaba mi adolescencia en un eterno pre-universitario, lejos, aunque no demasiado, de sus problemas económicos y de evasión. 

Un día un primo mío vino de visita a mi casa, y se enteró que mi amigo fumaba marihuana como él también lo hacía, así que para estrechar lazos y socializar decidieron hacerse un cigarro de marihuana mientras estaban en mi casa: específicamente, en mi dormitorio. Pero se presentó este problema: ninguno tenía papelillo con el cual hacer el  “porro”. Uno de ellos (no recuerdo cuál) notó que yo tenía una Biblia en el estante de libros, y comentó que el papel de las hojas de la Biblia servía como papelillo por lo delicado y fino. En un dos por tres echaron mano de mi Biblia y comenzaron a buscar una página que no estuviera totalmente impresa (porque la tinta le da mal sabor al humo), y fue allí cuando yo los detuve y les dije que no iba a permitirles que hicieran eso. ¡¡Cómo se les ocurría utilizar la Biblia para hacerse un cigarro de marihuana!! ¡Que no sabían que la Biblia es la Palabra de Dios! Ellos se miraron como diciendo: “De veras que estamos en el cuarto del hermano...” Y los tres salimos de la casa no recuerdo si a comprar papelillo o cigarrillos para llevar a cabo la tarea propuesta. 

El punto es este: Yo no era un verdadero cristiano; pero había recibido una educación cristiana que había hecho que mi consciencia fuera sensible al pecado. Yo era tan pecador como ellos, y estaba tan perdido como ellos, pero mi conocimiento de la Palabra de Dios y mi creencia en Dios me impedía “entregarme con placer” a pecar como mi amigo y mi primo lo hacían. Conocía la Biblia y su mensaje intelectualmente, no por experiencia. Sin embargo, eso bastó para marcar una diferencia entre nosotros. La semilla había sido plantada, y aunque todavía no salía a la superficie ningún tallo, la raíz crecía en secreto en el interior de la tierra.

Tomó años, pero dio su fruto cuando toqué fondo en mi vida; cuando experimenté la aflicción (cuyos detalles me reservaré por ahora) me convertí al Señor y nací de nuevo.

Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste” (Sal 119:75).

¡Es bueno saber que la aflicción viene de Dios! ¿Alguna vez te has preguntado si algo vino de Dios o del diablo? Realmente necesitamos resolver eso, por más de una razón. Por ejemplo, si tu percepción de la vida es la de una lucha entre Dios y el diablo, podrías pensar que su poder es igual y podrías preguntarte quién va a ganar. Para tener la victoria, necesitamos ver en las Escrituras que Dios tiene el control de las cosas, en todo momento. Nada puede suceder sin Su autoridad. Efesios 1:11 dice que el Señor “hace todas las cosas según el designio de su voluntad”. Satanás no podía afligir a Job sin el permiso del Señor. Entonces, realmente no importa si decimos que Dios envió la aflicción, o que Él la permitió; el resultado final es el mismo, y la autoridad permanece con Él. ¡Es bueno saber esto! Si Dios envía la aflicción, entonces es para Su gloria y para nuestro bien.

Debemos recordar que el Padre sometió a Su Hijo unigénito a un dolor infinitamente mayor que el que cualquier ser humano haya experimentado o experimente jamás, para que el mundo pudiera ser salvo. ¡Dios está interesado en salvar a los pecadores!

“Bueno me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos”.  

Me regocijo en los grandes versículos de las Escrituras que he conocido por experiencia después de tantos años de haberlos conocido solo intelectualmente, y no volvería a cambiar nada de mi vida si eso significara perder algo de la dulzura de la Palabra de Dios que he conocido a través de mis aflicciones.

¡Qué trágico es que muchos del pueblo de Dios pasen por algún tipo de sufrimiento sin aprender nada de valor eterno! Probablemente, la razón es que estamos tan ocupados con la autocompasión y el resentimiento que no podemos comprender lo que Dios tiene para nosotros. ¡Que Él nos dé la gracia de arrepentirnos y buscar las grandes verdades de Su Palabra que Él tiene para que las apliquemos por medio de la experiencia cuando nos llegue la aflicción!

Esta es una de las razones por las cuales los santos de los últimos días pasarán (o pasaremos) por la gran aflicción (Mt 24:9,21,29; Ap 2:10; 7:14). Entonces todos los redimidos podremos decir al unísono y en un solo espíritu:

“Bueno, Señor, me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos” (Sal 119:71).

“Ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados (He 12:11).

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sábado, 3 de diciembre de 2022

CUAL AVE QUE SE VA DE SU NIDO


“Cual ave que se va de su nido, tal es quien se va de su lugar” (Pr 27:8)

Si un ave se aleja de su nido, destruye a sus crías y se expone al peligro. De la misma manera, los hombres o mujeres que dejan sus propios roles son peligrosos para sus familias y se ponen en riesgo a sí mismos. ¿Cumplirás fielmente con tus funciones y responsabilidades?

El mundo está cambiando, pero no todo cambio es bueno. El cambio está en todas partes, pero no todos los cambios son correctos. La mayoría de las ideas actuales son tontas, destructivas y profanas, aunque el mundo nos dice que son buenas. Muchos están desertando de los puestos que Dios y la naturaleza les dieron.

Hay mucho pensamiento tonto, por parte de ambos sexos, de diversas edades, acerca de los roles asignados por Dios y las convenciones sociales. El pensamiento egoísta y disfuncional abunda. La rebelión contra las generaciones anteriores y su fe y costumbres no es sabia sin evidencia comprobada.

Algunos convencionalismos sociales son buenos. No solo son buenos, a menudo son necesarios y aprobados por Dios. Hay roles, reglas y normas ordenadas y establecidas para las situaciones y las relaciones interpersonales. Algunos de estos convencionalismos son incluso inspirados por Dios; otros, requeridos por la naturaleza. La violación de cualquiera trae dolor, problemas y declive. Mantener el rumbo y seguir las costumbres suele ser más seguro que emprender ideas y planes novedosos sin la clara dirección de la palabra del Señor.

Los Salmos de David abordan la ruptura de la autoridad y las relaciones en la sociedad. David vio la confusión y el declive de Israel por el reinado corrupto de Saúl. En el Salmo 11, describió la destrucción de los cimientos de la sociedad y su efecto (Sal 11:3). En el Salmo 75, se comprometió con Dios a reinar de manera diferente y sostener los pilares del gobierno civil (Sal 75:2-7). En el Salmo 82, Dios criticó a los gobernantes corruptos y advirtió de su ruina (Sal 82:1-8).

El deber es clave para la prosperidad y el éxito. Dios ha determinado los deberes de hombres, mujeres e hijos en sus diversos roles y responsabilidades dentro y fuera de la familia. Estos deberes deben ser entendidos y cumplidos para la felicidad y el progreso de todos. ¿Conoces tus deberes? ¿Los estás cumpliendo en cada esfera de tu vida? ¿O te has desviado de algunos de tus deberes por la seducción de este mundo disfuncional?

La generación actual quiere un cambio. Son como aves que odian la vida restrictiva de permanecer en los nidos. Quieren expandir sus alas. Ampliar sus horizontes. Quieren probar nuevos aires. Quieren desarrollar todo su potencial humano. Quieren explorar nuevas perspectivas. Quieren erradicar los viejos estereotipos o paradigmas (como ellos los llaman). Quieren revolucionar el mundo (o, al menos, su vida).

Estas “aves” se ven a sí mismas como en una jaula. Miran todo el día a través de los barrotes ansiando emprender el vuelo. Cuando la oportunidad se presenta, escapan y vuelan lejos. Pero antes de que puedan alcanzar su cielo, un halcón descenderá sobre ellas y las hará pedazos. Lo que ellas ven ahora como su jaula, es en realidad su refugio. Un refugio provisto por el Señor para su seguridad y protección. Las barras son las obligaciones y responsabilidades que el mismo Señor les ha asignado para preservarlas de su insensatez. La ruptura de este orden—el escape de esta “jaula”—representa rechazar las restricciones impuestas por Dios para la preservación de sus vidas (Sal 2:3).

¿Qué pensarías de un ave que pone huevos y luego los deja para vagar por los cielos buscando encontrarse a sí misma? Deberías pensar lo mismo de los cerebros de pájaro actuales que reescriben la existencia humana, la funcionalidad, la moralidad, la productividad y las relaciones. Han perdido la cabeza, porque Dios los ha recableado mentalmente para que hagan cosas inconvenientes (Ro 1:28). ¿Estas aves quieren encontrarse a sí mismas? Dios determinó sus roles de antemano. Deben aceptarlos, y ya.

Dicen que los niños deberían jugar con muñecas y las niñas deberían jugar con pistolas. Los niños deberían cantar en el coro y las niñas deberían ser jugadoras de fútbol. Los niños deben usar cabello largo y aretes, y las niñas deben usar cabello corto y casacas de motoqueros. Los chicos deberían ser enfermeros y las chicas doctoras. Los niños deben ser amorosos y las niñas independientes.

Así que hay mujeres pilotos de combate, hombres niñeras, chicas ignorantes que votan, hombres que tienen sexo con hombres, sindicatos que ponen en tierra a las aerolíneas, mujeres que desafían a sus maridos, hijos que se emancipan de sus padres, policías juzgados por maltratar a los delincuentes, mujeres profesionales que mandan a sus maridos, hombres que aprenden su lado femenino, mujeres jueces y gobernadoras, jurados analfabetos que fallan en casos capitales, y atletas y actores idiotas que ganan más dinero que los gerentes de las empresas de servicios.

Hay chicas en el ejército que escriben a chicos que las esperan en casa; parejas que viven juntas antes del matrimonio; cuerpos humanos quemados en incineradores junto a cementerios de mascotas; juntas de diaconisas que juzgan a los pastores; mujeres que tratan de dirigir el hogar espiritualmente; lesbianas que son predicadoras, policías y madres; atletas que piensan que una familia es solo tener una mamá; mujeres que hacen trabajar a sus maridos hasta la muerte para financiar su adicción a la decoración; y niñas jugadoras de fútbol y campeonas de boxeo. ¡A dónde va a llegar el mundo! ¿Qué más bajo puede caer?

¿Suena esto anticuado? ¿Neanderthal? ¿Machista? ¿Misógino? ¿Patriarcal? Solo tanto como esperar que las aves se queden en sus nidos. La sabiduría es algo pasado de moda. Este mundo ya ha probado la validez de sus ideas por la disfunción que abunda en todas partes.

Dios creó el universo y cada rol en relación a él (Gn 1:1). No acepta roles alternativos. Coré estaba descontento con ser un levita bajo Moisés y Aarón, por lo que Dios lo enterró vivo a él y a su familia. Uzías estaba descontento con ser el rey de Dios y trató de ser además sacerdote por una tarde; Dios le dio lepra por el resto de su vida. Nadab y Abiú no estaban conformes con la adoración a Dios que su padre ejecutaba y decidieron ofrecer fuego extraño en el santuario; y por fuego los envió el Señor al infierno. Mical estaba resentida contra David por haberla traído a vivir con él porque era su mujer y eligió el peor momento y la peor manera para decírselo, y Dios la dejó estéril hasta el día de su muerte.

Salomón no necesitaría usar un ave errante como ilustración para esta generación. Estas criaturas malvadas modernas destruyen a sus propias crías por su mero placer egoísta: tal vez no físicamente, pero sí moral y espiritualmente con su nefasto ejemplo e influencia. ¿Dónde están las verdaderas aves-madres?

Salomón observó también un mal que es permitido y promovido por el gobierno civil (Ec 10:5-7). La locura es exaltada; los de arriba en la sociedad son humillados; los sirvientes montan a caballo mientras que los príncipes caminan. Salomón sabía que la locura debe ser ridiculizada y condenada: los de arriba merecen honor y gloria por sus logros y autoridad, los sirvientes deben andar como si no merecieran ni pudieran permitirse caballos, y los príncipes deberían cabalgar sobre ellos. ¡Así dice el Señor! 

La mujer fue hecha para el hombre, y debe ser para él una compañera obediente y sumisa, con sus principales deberes en el hogar (Gn 3:16; 1 Co 11:9; Tit 2:4-5). Si ella está inquieta o resentida por este rol ordenado por Dios para el éxito de la relación matrimonial, ésta relación inmediatamente comienza a deteriorarse, la familia sufre un dolor real y ella se vuelve miserable, si tiene consciencia. ¿Prueba? La naturaleza lo enseña, como el ave que se aleja de su nido.

Los llamados cristianos están haciendo lo mismo. Las mujeres necias siempre están aprendiendo, pero nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad (2 Ti 3:6-7). En lugar de preguntar a sus maridos en casa (1 Co 14:34-35), quieren enseñarles a sus maridos en casa. Quieren roles más importantes en la iglesia y en la sociedad en general. Quieren una voz. Quieren predicar. Quieren liderar. Corren de seminario en seminario para aplicar sus habilidades más débiles a temas que nunca dominarán, que tienen poco o ningún valor para el progreso espiritual y que socavan la verdad bíblica y la práctica establecida.

Pero los hombres son igual de malos. De hecho, las mujeres estarían en sus roles, si los hombres hubieran mantenido los suyos. El factor más influyente en las familias disfuncionales es un padre ausente. Dios le encargó al hombre proteger y educar a sus hijos; la Biblia está llena de recordatorios. Pero los hombres se van de casa para trabajar horas extras innecesarias, beber con los amigotes o casarse con otra mujer. Si se quedan en casa, miran deportes, embellecen su auto o trabajan en un pasatiempo en su taller. Pierden su papel como la influencia más importante en la vida de sus hijos.

Se excusan asistiendo a los eventos deportivos de los niños y con gusto les pagan una lujosa boda cuando la hora llega; pero se niegan a tomar una posición espiritual y ayudar a sus hijos a casarse sabiamente. Al estar demasiado ocupados y sin interés, sus hijos rara vez les preguntan algo de importancia espiritual. Si el hijo hace alguna pregunta importante, el padre a menudo responde: “Pregúntale a tu madre”. ¿Dónde están los hombres como Abraham y Josué que dirigieron a sus familias espiritualmente como hombres valientes? (Gn 28:19; Jos 24:15)

La era formal de los patriarcas terminó con Moisés (Ro 5:12-14). Pero cada hombre debe ser un patriarca guiando a su familia a amar y servir al Señor Dios del cielo. Debe guiar a su mujer, educar a los hijos y ser un pilar en lo espiritual y doctrinal. Debe cumplir su función de preparar a todos los que están bajo él para vivir vidas productivas, servir al reino del Señor Jesucristo y estar listos para presentarse ante Dios y dar cuenta de sus vidas en el Día del Juicio.

Un hombre fiel no olvidará, ignorará o rechazará su posición e influencia. Aprovechará la oportunidad, y la aprovechará al máximo para su Dios y su familia. No delegará sus deberes a las maestras de la escuela dominical ni a los pastores. Él no abdicará su posición de autoridad en la casa para que la tome su mujer. No le importará que el mundo se burle de los padres por todas partes con su programa sistemático diseñado para abolir las instituciones de Dios en la tierra. Se hará hombre y será el representante de Dios ante su familia. Sabe que vivimos en los tiempos peligrosos de los últimos días (2 Ti 3:1- 4:4). Elige hacer un vallado y pararse en la brecha ante el Señor; está movido por la búsqueda de Dios por un hombre fiel (Ez 22:30). Aunque todos los demás transigen, él sabe que no está en un concurso de popularidad excepto con el Señor. Está comprometido con los caminos antiguos del Señor, y pone a su familia en esos caminos (Jer 6:16), y sigue y hace cumplir la piedad.

¿Cuál es el origen de esta locura: la de las aves que se van de su nido como si en vez huyeran de sus jaulas? La humanidad no glorifica a Dios ni le da gracias por Su verdad, por lo que Él la ciega para que pervierta el camino correcto de las cosas y corra tras perversiones enfermizas como la sodomía y el feminismo (Ro 1:18-32). La mente desquiciada de las aves actuales sólo piensa en hacer su voluntad y en la liberación de la mujer. Pues lo que les sobrevenga será la recompensa de Dios por ignorarlo. 

¡Alabado sea el glorioso nombre del Señor! Hay algunas cosas que nunca cambian. El Jehová del Antiguo Testamento—piensa en el diluvio universal, el fuego sobre Sodoma y el Faraón defenestrado—es uno y el mismo con Jesucristo de Nazaret, quien reina sobre el universo como el Rey Supremo del cielo. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He 13:8). Todo el deber del hombre sigue siendo el de temer a Dios y guardar Sus mandamientos (Ec 12:13-14).

El Señor Jehová de la Biblia describió gráficamente una situación similar en Israel: Su juicio sobre los judíos por su rebelión deliberada (Is 3:1-26). Se llevó a sus hombres valientes y dejó mujeres y niños para oprimir a los que quedaron, quienes obviamente fueron inducidos a muchos errores tontos. Prometió desnudar a las mujeres arrogantes y altaneras y dejarlas pudriéndose. ¿Es esto demasiado duro? ¿Qué le harías a un ave que dejó su nido por considerarlo una jaula?

Lector, ¿estás parado en el lugar que tu Creador te asignó? Si eres mujer, ¿eres feliz como una mujer que ama, obedece, sirve y espera a su marido? Si eres hombre, ¿diriges y amas celosamente a tu mujer y educas a tus hijos en el temor y la palabra del Señor? Si eres un empleado, ¿cumples fielmente los objetivos de tu empresa en lugar de los tuyos propios? Si eres un hijo, ¿estás agradecido por tus padres y comprometido a honrarlos bien? Si eres cristiano, ¿es tu hogar una iglesia donde se adora a Jesucristo en espíritu y en verdad? ¿O te has desviado del camino del entendimiento y te has unido a la congregación de los muertos? (Pr 21:16)

¿Conoces tu lugar en tu familia, en la escuela, en el trabajo, en el mundo y en la iglesia? ¿Conoces las reglas de Dios para tu actitud y conducta en estos y otros roles, relaciones y responsabilidades que tienes? Necesitas conocer tu lugar, y necesitas conocer las expectativas de Dios para que tu conducta delante de Él sea segura y exitosa. Todo lo que necesitas lo puedes encontrar en la Biblia, el manual para una vida sabia y productiva.

Pablo enseñó: “Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede” (1 Co 7:20-24). Deben mantenerse los roles y las relaciones, incluso involucrando a los paganos. Aunque una persona creyente tenga un cónyuge incrédulo, el deber y la responsabilidad permanecen (1 Ti 6:1-2). Aunque los hombres y mujeres creyentes son iguales en Cristo, las mujeres piadosas saben que su papel es someterse y reverenciar a sus maridos, incluso si estos no se han convertido (Tit 2:3-5; 1 P 3:1-6).

En lugar de irritarte contra Dios y sus ordenanzas, ámalas y obedécelas. Los roles y deberes que Él ha ordenado son para Su gloria, y tu bien. Son dones de sabiduría divina para proteger, preservar y prosperar a la raza humana en general y al reino de Dios en particular. Si permites o eliges el camino actual del cambio, si vuelas del nido como ave de una jaula, revelas que eres un pájaro necio sin cuidado por quienes confiaron en ti.

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COMENTARIO DE PROVERBIOS

(377 versículos de Proverbios comentados hasta ahora, de los 915 que estarán listos pronto.)












jueves, 1 de diciembre de 2022

DOS EVANGELIOS


Entre las personas que se llaman a sí mismas creyentes en la Biblia, cristianos nacidos de nuevo, hay principalmente dos mensajes de salvación (evangelios) diferentes que se proclaman.

El evangelio asociado con la seguridad eterna incondicional te dice que:

La salvación comienza en un momento y está garantizada que durará para siempre sin importar qué hagas o dejes de hacer (salvo siempre salvo).

No hay mantenimiento de la salvación por tu parte. Dios te guardará, te sostendrá y ya te ha sellado con Su Espíritu al momento de tu salvación asegurándote una entrada absoluta en el reino de los cielos.

El pecado nunca puede llevar a un cristiano a su muerte espiritual, independientemente del pecado que cometa o de la doctrina falsa que se crea.

La vida eterna es un regalo (don) que no se puede perder ni devolver y una posesión en tiempo presente para el cristiano, que también le asegura una entrada ineludible al reino de Dios.

Entrar en el cielo para el cristiano es absolutamente seguro como si ya hubiera estado allí durante 10.000 años.

Algunos cristianos también son fornicarios, adúlteros, borrachos, ladrones ocasionales; pero esto significa sólo que son débiles en la fe y que luchan con ataduras carnales de las que todavía no se han liberado.

En contraste con estas huecas sutilezas (Col 1:8), el verdadero evangelio, que rechaza la seguridad eterna incondicional, afirma que:

La salvación comienza en un momento y continúa siendo una realidad en el creyente sólo mientras este siga a Cristo obedeciendo Sus mandamientos. Esto implica la posibilidad de que algo puede interferir negativamente con su vida espiritual, como sucedió en la vida de Salomón, Saúl, Judas, Demas, y muchos otros.

Después de nacer de nuevo (salvación inicial) hay que mantener la salvación: “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Fil 2:12-13) para permanecer en la gracia bíblica; de lo contrario corremos el riesgo de caer de ella (Gl 5:4). Si se descuida esto, el cristiano inevitablemente se alejará del Señor (Ap 2:4), se volverá tibio (Ap 3:16), se volverá infructuoso (Jn 15:1-11), y retrocederá espiritualmente de otras formas hasta el punto de que la vida espiritual de Dios ya no estará presente en su espíritu. El hombre coopera con Dios y le permite a Dios mantenerlo espiritualmente a salvo. Aunque Dios es soberano, Él nunca viola el libre albedrío del hombre, incluso si es en detrimento y condenación de este. Los cristianos pueden hacer morir las obras de la naturaleza pecaminosa (carne) sólo por el Espíritu de Dios, nunca por su propia habilidad o voluntad.

El pecado puede profanar, corromper, contaminar, ensuciar e incluso llevar al cristiano a su muerte espiritual (Ro 8:13; Stg 1:14-15; 5:19-20). El sello del Espíritu Santo se puede romper. En consecuencia, debemos estar en guardia espiritual en todo momento, mientras buscamos a Dios para recibir su fuerza y poder. La vida cristiana es una guerra, una lucha y una batalla contra las fuerzas engañosas de las tinieblas y el pecado personal (Ef 6:12; He 12:4).

La vida eterna es mucho más que un regalo y una posesión en tiempo presente. También es una esperanza (Tit 3:7) y una promesa (1 Jn 2:24-25) aún por cosechar (Gl 6:8-9) en la era venidera (Mr 10:30), pero sólo para aquellos que después de haber nacido de nuevo persisten en hacer el bien (Ro 2:7) y que no se cansan ni dejan de sembrar para agradar al Espíritu de Dios y no a la naturaleza pecaminosa (Gl 6:8-9).

La única seguridad de salvación que ofrece la Biblia es una seguridad de salvación en tiempo presente para la persona que actualmente sigue al Señor Jesús y confía en Él para su propia salvación personal (1 Jn 5:11-13). En otras palabras, la fe necesaria para entrar en el reino de Dios es una fe que confía, se somete y perdura en tiempo presente

Para entrar en el reino de Dios, debemos debemos soportar dificultades y persecuciones mientras continuamos viviendo en santidad (separación) como discípulos de Jesús en esta generación perversa y adúltera. Tristemente, perseverar en la fe hasta el fin (Mt 24:13) no siempre ha sucedido para otros en tiempos pasados.

Es imposible decir que se es  cristiano al mismo tiempo que se vive en pecado: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Cor. 6:9-10; ver también Ap 21:8; Ef 5:5-7; Mr 7:20-22). Enseñar que esto es posible es torcer la imagen sagrada de ser un cristiano (un santo) en algo que permite el pecado. La seguridad incondicional es un mito peligroso, que tiene a muchos plácidamente caminando por la senda que conduce al infierno mientras creen que van al cielo porque una vez tuvieron un momento de verdadera fe en el evangelio de Cristo.

El llamado evangelio basado en la seguridad incondicional del creyente (salvo siempre salvo) está construido sobre verdades parciales presentadas como la verdad total y varias tergiversaciones bíblicas, además de omitir una parte del verdadero evangelio cristiano (1 Co 15:2) y distorsionar la gracia (Tit 2:12).

Judas, el medio hermano del Señor, es implacable y claro en su epístola acerca de aquellos que cambian la gracia por una licencia para el pecado. Dice: “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo... ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” (Jud 1:4,11-13). Pablo declara que predicar un evangelio falso (otro evangelio) es causa suficiente para condenación eterna (Gl 1:8-9). y que hasta él podría no entrar en el reino de Dios si no permanece en guardia: “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado (1 Co 9:26-27).

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Mt 24:4-5; Col 1:8).

Consulta estos artículos para obtener más información sobre este tema de vital importancia: De la salvación inicial a la final, Fruto o fuego, No os conozco, La parábola más importanteEl juicio comienza por la casa de DiosEl camino, La seguridad de la salvación, El Hijo de Dios versus la religión.

Visita este sitio para un estudio completo sobre la salvación incondicional versus la Salvación Condicional

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