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NUNCA OS CONOCÍ

 


Parece extraño escuchar a nuestro Señor que todo lo sabe decir que hay algo, o alguien, que Él no conoce. El Señor Jesús no se refiere aquí a un conocimiento intelectual, sino a un conocimiento relacional.

Para entender un versículo, siempre debemos comenzar con el contexto. El Señor Jesús concluye Su Sermón del Monte con una advertencia final sobre la verdadera fe. Él predice que los falsos profetas cristianos vendrán como lobos con piel de oveja (Mt. 7:15). Pueden presentar todo el consejo de Dios de manera correcta, e incluso hacer demostraciones impresionantes de milagros y exorcismos, pero no pertenecen al Señor. 

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt. 7:23; Lc. 13:25-27). 

En las palabras del Señor vemos varias verdades importantes: No es la afirmación verbal de que uno sigue al Señor Jesús lo que salva (Mt. 7:21). El cristianismo nominal no puede salvar. Además, no es una demostración de perspicacia intelectual o supuesto poder espiritual lo que salva (Mt. 7:22). Las personas pueden parecer cristianas a los ojos de otras personas, y aun así ser “hacedores de maldad” a los ojos de Dios y ser despedidas de Su presencia (Mt. 7:23). Sólo aquellos que hacen la voluntad del Padre y son conocidos por Dios entrarán al reino de los cielos.

¿Cuál es la voluntad del Padre? Algunos hombres vinieron al Señor Jesús una vez con la pregunta acerca de lo que Dios requería de ellos: “Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Jn. 6: 28-29). Dios quiere que tengamos fe en su Hijo: “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado” (1 Jn. 3:23). Aquellos que nazcan de nuevo por la fe en Cristo deberían producir buenas obras para la gloria de Dios (Ef. 2:10).

Cuando el Señor Jesús dice: “Nunca os conocí” a los falsos profetas cristianos y discípulos fingidos, quiere decir que nunca los conoció como Sus verdaderos discípulos o Sus amigos. Nunca tuvo nada en común con ellos ni los aprobó. No tenían relación con Él (Mr. 3:34-35). Cristo no habita en sus corazones (Ef. 3:17), ni ellos tienen Su mente (1 Co. 2:16). De esta manera el Señor Jesús nunca los conoció. Téngase en cuenta que el Señor Jesús no está rompiendo una relación aquí: Nunca hubo una relación que romper. A pesar de sus palabras altisonantes y sus llamativas demostraciones de fervor religioso, estas personas no tenían verdadera relación con el cristo que decían conocer.

Lo que importa no es tanto que conozcamos a Dios en algún nivel intelectual, sino que Dios nos conozca a nosotros. Como explicó Pablo, “Si alguno ama a Dios, es conocido por él” (1 Co. 8:3; ver también Gl. 4: 9). El Señor “apacienta su rebaño como un pastor” (Is. 40:11), y sabe quiénes son verdaderamente sus ovejas (Jn. 10:14).

Esas sombrías palabras “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” demuestran que el Señor Jesús es en verdad omnisciente. Él no los “conoce” en el sentido que lo haría si fueran Sus seguidores, pero conoce sus corazones: ¡Están llenos de iniquidad! La condenación de la hipocresía de Isaías se ajusta bien a este grupo: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (Is. 29:13). Los “hacedores de maldad” a quienes el Señor no conoce son falsos cristianos, falsos maestros y meros practicantes de la religión. 

Aquellos que sean desechados de la presencia del Señor no participarán de las bendiciones del reino: “Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Ap. 22:15). Serán arrojados “a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes” (Mt. 8:12). Aquellos cristianos falsos a quienes el Señor Jesús les dice que nunca los conoció no producirán jamás el fruto del Espíritu (Gl. 5:22-23); más bien, producirán lo opuesto, las obras de la carne (Gl. 5:19-21).

El Señor Jesús advierte que un día le dirá a un grupo de practicantes religiosos: “Nunca os conocí”. Dios no se deleita en enviar gente al infierno (2 P. 3:9). Pero aquellos a quienes Él echa de Su presencia han rechazado el propósito eterno de Dios y el plan para sus vidas (Lc. 7:30). Han rechazado la luz del evangelio (2 Co. 4:4), eligiendo las tinieblas en su lugar, porque sus obras son malas (Jn. 3:19). En la presencia del Señor, tratan de justificarse a sí mismos como dignos del cielo sobre la base de sus obras (profecías, exorcismos, milagros, etc.), pero nadie será justificado por sus propias obras (Gl. 2:16). Mientras afirman haber hecho todas estas buenas obras en el nombre de Cristo, fallaron en hacer la única obra de Dios que cuenta: Tener fe en el Enviado de Dios (Jn. 6:29). 

Y en cuanto a la verdadera y única fe que salva, lee o relee nuestro artículo: UN PASEO GUIADO POR LA BIBLIA, para que la ilustración de  Charles Blondin quien, en su tiempo, fue el equilibrista de la cuerda floja y acróbata más aclamado del mundo, aclare tus dudas.

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