Un número asombroso y creciente de cristianos no cree que la profecía bíblica importe. Específicamente, muchos piensan que ni siquiera deberíamos preocuparnos por la profecía bíblica. Por profecía bíblica, nos referimos a temas relacionados principalmente con los eventos que rodean la segunda venida de Cristo y el milenio. La mayoría, por supuesto, admitiría que los planes futuros de Dios para el mundo son importantes en virtud de haber sido decretados por Dios, pero muchos cristianos no creen que estos planes tengan un valor significativo para la vida cristiana “aquí y ahora”. Hay lugares comunes que refuerzan esta creciente postura entre los cristianos de que la profecía bíblica no importa.
Es posible que hayas escuchado al menos uno de estos lugares comunes, ¡o que lo hayas expresado tu mismo(a)! Estos clichés tienen la intención, premeditadamente o no, de desalentar “nuestro enfoque” en la profecía bíblica. La gran mayoría de quienes los expresan tienen buenas intenciones. Pero no creemos que comprendan que no sólo carecen de sustancia bíblica, sino que ofenden al Señor.
La mayoría de estos lugares comunes se clasifican en dos tipos principales. El primero es el agnóstico, que expresa escepticismo de que sea posible tener una comprensión correcta de los eventos futuros en la profecía bíblica. El segundo tipo de es el pietista, que se manifiesta con declaraciones que suenan piadosas y que intentan minimizar la importancia del estudio de la profecía bíblica. El agnosticismo y el pietismo pueden superponerse entre sí.
Los Clichés Agnósticos
* ¿Quién eres tú para pensar que tienes la respuesta correcta?
* Hay tantas posiciones (opiniones).
* Los teólogos han debatido esto durante siglos.
El cliché agnóstico se expresa, principalmente, a través de las oraciones citadas. La persona que expresa este sentimiento de incertidumbre quiere que sepamos que ella está segura de que no podemos conocer la verdad sobre los eventos que rodean la segunda venida del Señor. Estos lugares comunes son un balde de agua fría sobre el entusiasmo de uno por estudiar la profecía bíblica, o peor, cierra la discusión sobre los detalles de la venida del Señor. Cuando alguien usa estas simplistas declaraciones, nos está indicando que no cree que nadie pueda tener una comprensión inequívoca sobre el tema, menos tú.
Examinemos tres lugares comunes de este tipo.
¿Quién eres tú para pensar que tienes la respuesta correcta?
La persona que expresa este primer cliché cree que nadie puede tener la visión correcta sobre la segunda venida y el milenio. Su objetivo es hacerte sentir culpable (arrogante) por creer que tú la tienes.
Pero este sentimiento no está de acuerdo con las Escrituras, debido al siguiente principio evidente por sí mismo: dado que la Biblia nos ordena que comprendamos los eventos que rodean la segunda venida, necesariamente se concluye que Dios espera, y asegura, que este objetivo es posible. Se pueden citar muchos pasajes, pero aquí hay algunas declaraciones bíblicas que nos exhortan a los creyentes a comprender y prestar atención a los detalles de la profecía bíblica:
“Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe” (Mateo 24:4). [Vigilen, estén alerta, van a intentar engañarlos acerca de esto.]
“Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes” (Marcos 13:14). [Cuando aparezca públicamente (el Anticristo) y ustedes lo vean con sus propios ojos.]
“Ya os lo he dicho antes” (Mateo 24:25). [Se los he advertido antes que suceda, para que estén apercibidos.]
“Mirad también por vosotros mismos [cuídense], que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:34-36).
“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?” (2 Tesalonicenses 2:1-5).
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan... Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 1:1, 3).
Estas no son advertencias sobre el hecho de que el Señor Jesús vendrá, sino que son advertencias para comprender las condiciones que prevalecerán en el tiempo en que su venida ocurrirá. La enseñanza de la Biblia sobre los eventos del fin de los tiempos no puede desconectarse de sus aplicaciones espirituales. Dios basó la profecía bíblica en la verdad de que los cristianos se enfrentarán al Anticristo mediante advertencias a no capitular ante la pereza espiritual, la persecución y las falsas enseñanzas. Estas advertencias no tienen sentido si no se supone que entendamos que su venida va a estar precedida por circunstancias peligrosas para los creyentes.
¿Quién soy yo para pensar que tengo la respuesta correcta? Alguien que toma a pecho las palabras del mismo Señor Jesús y de los autores inspirados del Nuevo Testamento, y que por lo tanto sabe que puede entender y discernir la profecía bíblica.
Hay tantas posiciones (opiniones)
Este cliché también expresa incertidumbre sobre la posibilidad de comprender la profecía bíblica, pero por una razón diferente. Implica que dado que hay “tantas opiniones”, entonces no es posible saber cuál es la correcta.
Este razonamiento es falso. Por ejemplo, hay más religiones que puntos de vista sobre el arrebatamiento, por lo que, de acuerdo con esta lógica, no podemos estar seguros de que el cristianismo sea la religión correcta. Es una incongruencia afirmar que debido a que existe una multiplicidad de puntos de vista, no podemos saber cuál es el correcto. Este relativismo epistémico es impropio de los cristianos. Implícitamente transmite que Dios no ha podido comunicar claramente cómo ocurrirá la segunda venida de su Hijo, y asume que el Espíritu Santo está inactivo para guiarnos a toda la verdad. Sugerimos que la culpa no es de Dios, sino de las presuposiciones del intérprete.
Además, no hay “muchos puntos de vista” sobre la profecía bíblica. Hay sólo cuatro o cinco puntos de vista: pretribulacionismo, pre-ira, postribulacionismo, preterismo e historicismo (el midtribulacionismo para todos los propósitos prácticos es un punto de vista difunto). Incluso si hubiera “muchos puntos de vista”, eso no debería inhibirnos de practicar la búsqueda de la verdad.
La literatura rabínica revela una antigua tradición judía en la que los rabinos no estaban de acuerdo entre ellos sobre varios temas relacionados con la venida del Mesías. Pero esto no impidió que el Señor Jesús los reprendiera a dos de sus discípulos en el camino a Emaús. Él esperaba que ellos tuvieran una comprensión correcta acerca de los eventos que rodearían la venida del Mesías:
“Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:24-27).
El Señor les explicó que ellos eran responsables de discernir y comprender las señales de los tiempos para su primera venida basándose en la profecía bíblica de las Escrituras hebreas del Antiguo Testamento. De manera similar, el Señor Jesús amonesta a los cristianos a comprender los eventos de la profecía bíblica asociados con su segunda venida:
“Ya os lo he dicho antes” (Mateo 24:25). [Se los he advertido antes que suceda, para que estén apercibidos.]
Estudiar la Palabra de Dios, por lo tanto, requiere diligencia, constancia y concentración. Pero no puedes buscar la verdad si no crees que está ahí en primer lugar. Y la verdad no está determinada por la cantidad de puntos de vista que existen. El hecho de que exista una variedad de interpretaciones debería ser una razón más para concentrar nuestra atención en la profecía bíblica, no para ignorarla.
Los teólogos han debatido esto durante siglos
Este lugar común implica que si los teólogos no pueden ponerse de acuerdo entre ellos, ¿quién podría tener la comprensión correcta? Apela a la afirmación tácita de que un cristiano común y corriente no puede conocer la respuesta bíblica correcta. Después de todo, si los teólogos no pueden coincidir en cuanto a cuál es la respuesta correcta, ciertamente tú tampoco puedes.
Este cliché supone que la verdad sólo puede difundirse desde los sacerdotes intérpretes allá en la cumbre, hacia abajo. Si un teólogo dice que “no podemos estar seguros”, entonces eso lo resuelve, y ¿quién eres tú para pensar que sabes más?
En primer lugar, es el colmo de la arrogancia pensar que sólo los papas, los cardenales, los teólogos y los pastores pueden poseer las respuestas correctas. Eso es elitismo. El Señor Jesús tuvo bastante que decir acerca de este tipo de arrogancia con respecto a los líderes religiosos de su época (ver Mateo 23).
El hecho de que los teólogos hayan tenido diferentes interpretaciones sobre el tema de la segunda venida durante siglos, no significa que todos los teólogos deban estar igualmente equivocados. Tampoco significa que no se pueda estar en desacuerdo con los teólogos, como implica este cliché. Los teólogos no tienen una parcela propia en la tierra de la verdad. Tampoco es cierto que los teólogos hayan estado debatiendo el tema del arrebatamiento y la segunda venida durante siglos. Sin duda, han debatido el tema del milenio, pero en lo que respecta a la cuestión del arrebatamiento en lo que respecta al Anticristo y la segunda venida, esta cuestión ha sido principalmente un tema de debate entre los teólogos sólo en los últimos dos siglos, especialmente durante el siglo pasado.
Incluso si fuera cierto que estuvieron debatiendo este tema durante dos mil años, ¿eso qué? Los teólogos han estado debatiendo muchas doctrinas durante milenios, por ejemplo, la doctrina de la naturaleza de Cristo, el evangelio y la naturaleza de Dios. ¿Significa esto que ya no deberíamos seguir ocupándonos de estas importantes cuestiones teológicas? ¿Significa que no podemos saber lo que enseñan las Escrituras sobre la naturaleza de Cristo o de Dios?
No es malo que teólogos y cristianos en general debatan sobre doctrina. Es bueno reflexionar y estudiar la Palabra de Dios. Todos los creyentes somos llamados a aferrarnos firmemente del mensaje fiel tal como ha sido enseñado, para poder exhortar con una enseñanza sana y corregir a los que hablan en contra de ella (Tito 1: 9). La verdad se descubre típicamente a través del desacuerdo y el debate, no evitándolo.
En resumen, los clichés agnósticos no funcionan porque son lógicamente defectuosos, bíblicamente ingenuos e históricamente miopes. Se nos exhorta que busquemos la verdad sobre estos detalles de la profecía bíblica y, en base a este mandato, Dios quiere que poseamos el entendimiento correcto. Después de todo, cada uno de nosotros tendrá que enfrentar al Anticristo y sus huestes solo, y lo que creamos entonces acerca de las enseñanzas de la profecía bíblica probará ser de un peso eterno. El destino eterno de nuestra alma está en juego.
No dejes que nadie te haga sentir culpable (arrogante) por creer que la profecía bíblica importa y por expresar lo que crees que es la comprensión correcta de las Escrituras. Podemos estar seguros de que está ahí para que la descubramos.
Los Clichés Pietistas
* Todo saldrá bien al final
* Lo único que importa es el hecho de que Jesús regresará
* Busco a Jesucristo, no al Anticristo
* Esta doctrina divide a la Iglesia
* Deberías preocuparte por la evangelización, no por la profecía bíblica
Este segundo tipo de lugares comunes se expresa con varias consignas que poseen un barniz de piedad. Pueden parecer razonables y piadosas, al oído, pero al final del día son expresiones superficiales y sin sentido. Aquellos que las citan pueden estar motivados por buenas intenciones o pueden estar usándolas como excusa para no estudiar la profecía bíblica. Cualquiera que sea la motivación, estas declaraciones están lejos de representar la realidad bíblica. Si bien la piedad es algo bueno, si no hay una sustancia bíblica detrás de una consigna semejante, entonces es sólo eso, un sonido piadoso.
Todo saldrá bien al final
Este primer cliché en la categoría de pietista es uno de los más comunes. Es un tropo destinado a colocar a quien lo recita por encima de la refriega. Implica que abordar este tema no vale la pena ni el tiempo ni el esfuerzo. La trivialidad suena piadosa, pero no refleja la enseñanza bíblica por la única razón de que no “todo saldrá bien al final”. Sí, el Señor Jesús resulta victorioso, pero Dios ordena tanto los medios como el fin. Y estos medios incluyen advertencias reales, sobre peligros concretos, que profetizan que en los últimos días: “Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:10-12). “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1). ¿Suenan estas citas bíblicas cómo que “todo saldrá bien al final” para todos los creyentes?
Nótese que el Señor Jesús advirtió contra ignorar su enseñanza sobre este tema (Mateo 24:25). El pasaje más gráfico de la Biblia sobre el infierno se encuentra en el contexto de las advertencias de Dios de no recibir la marca de la bestia (Apocalipsis 14: 9-12). Si al final todo sale bien, entonces las advertencias del Señor a los cristianos son falsas. ¿Por qué dar estas advertencias si él no creía que había consecuencias por ignorarlas? ¿Por qué advertirnos en primer lugar si todo saldrá bien al final sin importar nuestra ignorancia del peligro? Esta consigna es, en el mejor de los casos, ignorante y, lo que es peor, hace que el Señor Jesús sea un profeta falso.
Examinemos este cliché más de cerca. El pan-milenialismo (a veces denominado pan-tribulacionismo) cree que es de poco valor estudiar la doctrina de la segunda venida de Cristo. Quienes mantienen esta posición creen que no podemos comprender los acontecimientos futuros en un marco coherente y significativo. El pan-milenialismo, sin embargo, es más que una simple creencia; es una postura y un comportamiento. Minimiza los catalizadores para una vida santa. Ignorar estos eventos conduce fácilmente a la complacencia y la indiferencia.
Puede haber diferentes motivaciones para creer en el pan-milenialismo.
Tradición: Si a alguien se le dice una y otra vez que todo saldrá bien al final, comenzará a creerlo y su creencia se convertirá en una tradición.
Antisensacionalismo: Algunos maestros de profecía han abusado de la doctrina de la segunda venida a través de sus sensacionales enseñanzas al fijar fechas utilizar infundadas especulaciones. En consecuencia, muchos cristianos han evitado el tema de la profecía bíblica por completo, relegando la profecía bíblica a “todo saldrá bien al final”.
Pasividad: este tipo de persona es ignorante en todas las doctrinas y tiene la intención de mantenerlo así. Es pereza intelectual. La actitud de la persona floja e inepta.
Orgullo: A la inversa de la anterior, algunas personas han estudiado muchos temas teológicos, excepto la profecía bíblica, pero para evitar mostrar su ignorancia en este tema, lo descartan.
El Señor Jesús enseña claramente que debemos conocer la naturaleza y secuencia de los eventos que conducen a su regreso. Al final de su ministerio, los discípulos le preguntaron cuándo regresaría: ¿Cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo? (Mateo 24:3). Si hubiera habido algún momento oportuno para que el Señor les explicara a sus discípulos que al final todo saldría bien, ese habría sido el momento. Pero el Señor Jesús procede a dar un discurso sobre cómo se desarrollarán los eventos (ver Mateo 24—25). El engaño será tan grande justo antes de su regreso el Señor Jesús dice que “si es posible, hasta los elegidos” podrían ser engañados (v.24). El Señor instruye a los creyentes en cuanto a que pueden, y deben, conocer las señales de su regreso: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas”(vv. 32-33). Después de que el Señor Jesús sienta las bases para los eventos que precederán a su regreso, pasa a la segunda mitad de su discurso, donde exhorta a los creyentes a estar espiritualmente vigilantes para que no se vuelvan apáticos y estén en peligro de juicio (Mateo 24: 36-25: 30).
Basándonos únicamente en este punto, los cristianos vigilantes deberían preocuparse por los acontecimientos que rodean la segunda venida de Cristo. El Señor Jesús nos advierte contra cualquier sentimiento desdeñoso de no escuchar sus enseñanzas o que no fomente una expectativa bíblica de su regreso.
De manera similar, el apóstol Pablo no era un pan-milenialista. En su carta a los tesalonicenses, insiste en que los creyentes se enfrentarían a la persona del Anticristo antes del fin. El apóstol da una secuencia de los eventos clave que conducen a la venida del Señor (2 Tesalonicenses 2: 1-5). En el versículo 5, Pablo les exhorta: “Seguramente recordarán que les decía estas cosas cuando aún estaba con ustedes” (¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?). Si Pablo fuera un pan-milenialista, esta advertencia sería ininteligible.
Además, el libro de Apocalipsis comienza diciendo: “Bienaventurado el que lee en voz alta las palabras de esta profecía, y bienaventurados los que oyen y obedecen las cosas escritas en ella, porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 1:3). La revelación no comienza con el pan-milenialismo, comienza con la convicción de que los que se enfrenten al fin de los tiempos pueden ser bienaventurados si “oyen y obedecen” la profecía. Si un lector ha de ser bendecido por su obediencia, debe comprender lo que sucederá cuando el Señor regrese. El libro concluye con la misma convicción: “Estas palabras son fidedignas y verdaderas. El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado a su ángel para mostrar a sus siervos lo que debe suceder pronto” (Apocalipsis 22: 6).
Estas verdades bíblicas no expresan una perspectiva pan-milenial. Más bien, está claro que Dios tiene la intención de alertar a su iglesia sobre los eventos claves que conducen al regreso del Señor Jesús. El pan-milenialismo refleja una actitud frívola, peligrosa, incluso pecaminosa, que rechaza las severas advertencias de Cristo sobre este importante tema. Descarta la ilustración del Señor Jesús de las cinco vírgenes insensatas que descubrieron, para su horror, que no todo “salió bien” al final. Fueron excluidas del reino por no estar preparadas (Mateo 25:1-13).
Lo único que importa es el hecho de que Jesús regresará
Este cliché comparte un sentimiento similar con el anterior. Implica que la profecía bíblica es pura especulación. Otra versión dice: “Todo lo que importa es que estás bien con Cristo”. Estas palabras suenan piadosas, pero debajo de ellas hay un defecto. Los escritores bíblicos, incluido el mismo Señor Jesús, se centran, no en el hecho de su regreso, sino en las condiciones que prevalecerán en el mundo al momento de su regreso. El Señor Jesús enseña que un medio por el cual nos volvemos justos con Dios es: comprender y obedecer su instrucción del tiempo del fin. Algunas de estas condiciones bíblicas de los últimos tiempos ya se han cubierto, pero haremos algunos comentarios adicionales.
El Señor Jesús regresará, y no hay duda de que conocer esta verdad debería impulsarnos a una vida santa. Pero para los escritores bíblicos, eventos como la ira del Señor y el reino terrenal venidero eran preocupaciones importantes y, por lo tanto, deberían ser preocupaciones importantes para nosotros—porque ellos nos pasaron el bastón del testimonio.
En el Discurso del Monte de los Olivos, el Señor Jesús pone más énfasis en cómo debemos vivir durante la gran tribulación que en su regreso. Por lo tanto, nosotros también debemos modelar el ejemplo del Señor enfatizando las ramificaciones de la gran tribulación del Anticristo sobre los santos. La tarea del estudiante de profecía no es sólo afirmar que el Señor Jesús regresa, sino comprender y obedecer las instrucciones sobre los eventos que rodean su regreso. De esta manera, seremos refinados en la fe para estar listos para su llegada. El Señor Jesús dio a entender en una declaración ominosa que muchos perderán la fe, la salvación, antes de que él regrese: “Cuando el Hijo del Hombre venga, hallará fe en la tierra” (Lucas 18: 8). No es de extrañar que Jesús advirtiera: “Cuidado, te lo he dicho de antemano” (Mateo 24:25). Y en el contexto de la marca y la imagen de la bestia, el libro de Apocalipsis advierte: “Esto requiere la perseverancia de los santos, los que obedecen los mandamientos de Dios y se aferran a la fe en Jesús” (Apocalipsis 14:12).
Es cierto que estar bien con Dios es importante cuando el Señor Jesús regrese. Pero eso no sucede en el vacío. Dios diseñó la profecía bíblica como un medio para estar bien con Dios. El Señor Jesús y los autores bíblicos no nos dieron la profecía para atormentarnos o para darnos un conocimiento mental. Más bien, la profecía bíblica importa porque Dios nos está preparando para tiempos difíciles y nos acerca a él. Entonces es imperativo que cada creyente estudie la profecía bíblica y tome sus mandamientos en serio. Esto fomentará el amor por el regreso del Señor y la vigilancia de lo que sucederá antes de su regreso.
Le incumbe al estudiante de la profecía bíblica comprender más que el hecho de que el Señor Jesús regresará. Hay mucho en juego que nos debe motivar a comprender la profecía bíblica con precisión. El evento principal que la Biblia advierte a los santos de Dios que deben buscar antes del regreso del Señor Jesús es la revelación del Anticristo y su programa de persecución de los santos, el período en el que se pondrá a prueba la fe de la Novia de Dios antes del regreso del Señor Jesús.
Busco a Jesucristo, no al Anticristo
Esta consigna también implica que todos los temas secundarios, como el momento en que ocurre el arrebatamiento, la gran tribulación, el Anticristo y el reino terrenal venidero, no eran preocupaciones importantes para los escritores bíblicos. Pero el Señor Jesús mismo nos advierte a cada uno de nosotros que estemos alerta por el Anticristo antes de su regreso: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora [Anticristo] de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)” (Mateo 24:15).
El apóstol Pablo hace la misma advertencia: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:2-4).
Y el libro de Apocalipsis, después de explicar la persecución que sucederá en la revelación del Anticristo, advierte a los cristianos: “Aquí está la paciencia y la fe de los santos” (Apocalipsis 13:10; cf. Apocalipsis 14:9-12).
Las tres enseñanzas del tiempo del fin—del Señor Jesús (Mateo 24—25), de Pablo (1 y 2 Tesalonicenses) y del libro de Apocalipsis—dan prominencia al evento de la gran tribulación del Anticristo que sucederá antes de que el Señor Jesús regrese por su iglesia. Por lo tanto, estar atento al Anticristo y al Señor Jesús no es uno o lo otro.
A nadie le gusta la idea de que él/ella y sus seres queridos tendrán que enfrentarse al régimen del Anticristo (la gran tribulación) , pero es la voluntad de Dios lo único que en última instancia importa. ¿No considerarías un honor ponerte de pie el día de tu muerte y dar gloria al verdadero Dios de este universo al ser un testigo contra el Anticristo mientras blasfema contra Dios? ¿O no te enfrentarás denodadamente al Malvado Desolador y confesarás a Jesucristo como Señor del universo?
¡El Anticristo sólo puede matarte una vez! No olvides que el Señor Jesús advierte: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).
Esta doctrina divide a la Iglesia
Nuestro siguiente cliché implica que el desacuerdo significa división. Sin duda, las personas divisivas pueden usar esta doctrina para dividir a la iglesia—pero también pueden usar cualquier otra. No es una excusa válida ignorar la profecía bíblica por temor a la división. La verdad necesariamente dividirá al trigo de la cizaña. El Señor nos advierte: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mateo 10:34-36). Pablo, en la misma línea habla de la división por asuntos doctrinales de esta manera: “Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados” (1 Corintios 11:19).
Sin duda, las iglesias deben tomar una posición sobre estos asuntos, predicando y enseñando a su rebaño sobre estas verdades. Pero no debe haber una creencia necesaria en estos asuntos para convertirse en miembros de la iglesia local, al inicio. Más adelante, sin embargo, una vez que se ha enseñado todo el consejo de Dios (Hechos 20:27) se debe exigir que creencias en verdades cardinales, como la justificación sólo por la fe, la deidad de Cristo y la resurrección de entre los muertos, y el futuro regreso físico de Señor Jesús vayan de la mano con lo que el mismo Señor nos enseña acerca de los detalles de su venida. Si bien, hoy en día, la opinión de uno sobre el arrebatamiento o el milenio no debe considerarse un artículo cardinal de la fe cristiana, tal actitud transigente minimizará la pasión y el celo de una iglesia por explicar las verdades importantes del tiempo del fin, y no será honrada por el Señor.
Que los pastores y los miembros de las iglesias estén más preocupados por lidiar con la verdad de Dios que por posibles desacuerdos, es el camino que el Señor nos muestra en la Escrituras. La interacción significativa dentro de la iglesia es algo bueno, la conformidad y el silencio no lo son.
Deberías preocuparte por la evangelización, no por la profecía bíblica
Este último “piadoso” lugar común generalmente invoca Hechos 1:6-8 como irrefutable argumento:
“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
Este es un texto común que se utiliza para desinflar el entusiasmo de uno por estudiar la profecía bíblica. Pero está equivocado: presenta una falsa dicotomía y es una contradicción a muchas exhortaciones y mandatos bíblicos que nos instan a comprender los eventos que rodean el regreso de nuestro Señor.
¿Qué enseña realmente Hechos 1: 6-8? Tratemos de ponernos en la situación de los discípulos. Habían dado sus vidas en los últimos años para seguir a Jesús de Nazaret, quien ellos creían era el Mesías predicho por sus profetas hebreos. Acababan de experimentar el drama de la crucifixión, sólo para presenciar su gloriosa resurrección y reunirse con él. Luego, durante cuarenta días, el Maestro les enseñó a los discípulos sobre el reino y otros asuntos. Entonces, su pregunta tiene perfecto sentido: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” En otras palabras, se preguntaban: “¿Sucederá esto ahora?”
Sin duda, deberían haberlo sabido mejor porque unos días antes de la crucifixión el Señor Jesús les enseñó acerca de la señal y las condiciones que deben suceder antes de que él regrese a establecer el reino (Mateo 24—25). Pero sus discípulos —como a menudo lo revelan los Evangelios— necesitaban que se les recordara lo que habían olvidado. El Señor les responde a sus discípulos repitiendo dos puntos que les enseñó un mes antes en el Monte de los Olivos. Sobre el primer punto, él les recuerda que el tiempo es el dominio del Padre, no de ellos: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). Cf. “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36).
Sobre el segundo punto, el Señor les recuerda que es necesario que sean testigos en el mundo antes de su regreso:
“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Cf. “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
Además, en el Discurso del Monte de los Olivos los discípulos le preguntan cuál es la “señal” de su regreso (Mateo 24:3), mientras que en Hechos están más impacientes, preguntando “¿Es este el momento?” (Hechos 1:6). En consecuencia, Hechos no reitera todo el Discurso del Monte de los Olivos del Señor, sino que describe algunos aspectos de él. Por lo tanto, no debemos usar el llamado evangelístico en Hechos 1: 6-8 para eclipsar la otra profecía bíblica del Señor Jesús de su Discurso del Monte de los Olivos. El evangelismo y la profecía bíblica no son esto o lo otro; se complementan entre sí.
Otro ejemplo que vincula el evangelismo con la profecía bíblica se encuentra en Mateo 28:19-20:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).
En este pasaje, el Señor Jesús exhorta a sus discípulos a evangelizar con el resultado de hacer más discípulos y “enseñarles a obedecer todas las cosas que les he mandado”. Claramente, él no tiene la intención de que sus mandamientos dentro de la profecía bíblica sean excluidos, porque enfatiza “todas las cosas que les he mandado” (Cf. Mateo 24:14).
Aun más, en Hechos 17:31, Pablo usa la profecía bíblica del día del juicio del Señor como base para la evangelización cuando testifica a los atenienses:
“por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”.
Finalmente, Apocalipsis 14: 6-12 vincula el evangelismo con la profecía bíblica de Babilonia la Grande y la advertencia del infierno al tomar la marca de la bestia:
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
La advertencia del infierno y la proclamación del evangelio están incluidas directamente en la profecía bíblica: la amonestación a los santos de no recibir la marca de la bestia. En resumen, el evangelismo y la profecía bíblica se complementan, exactamente como Dios quiso; de ninguna manera se excluyen.
En resumen, la trivialidad pietista es vana y hueca porque no refleja la realidad bíblica. Su tratamiento superficial del tema minimiza, o peor aún, anula la revelación de Dios de los eventos de profecía bíblica que rodean su regreso enseñados en el Discurso del Monte de los Olivos, las epístolas a los tesalonicenses y el libro de Apocalipsis. Si poseyéramos la verdadera piedad, debería basarse en la realidad bíblica.
Conclusión
Muchos lugares comunes, clichés y consignas intentan minimizar la relevancia de la profecía bíblica. Hemos esbozado los más comunes para que podamos estar alertas y sepamos cómo responder a quienes los esgrimen. Se han arraigado tanto en el lenguaje cristiano que la mayoría de la gente no les dedican ni un segundo para pensar en lo que realmente significan. Este artículo los criticó de frente con sustancia bíblica. Las palabras, o en este caso, los lugares comunes, tienen consecuencias. Es imperativo que el cristiano informado que ama la profecía bíblica rechace estos lugares comunes, y el mejor rechazo es dirigir a quienes los pronuncian a lo que la Palabra de Dios dice sobre por qué es importante la profecía bíblica.
Estudiar la profecía bíblica no es un pasatiempo religioso ni un ejercicio académico. Tiene la intención de santificarnos y hacernos sobrios. Los cristianos estamos en una batalla real contra las fuerzas del mal. Que la Palabra de Dios prepare nuestros corazones y mentes para los tiempos difíciles que se avecinan.
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