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jueves, 20 de agosto de 2020

QUE EL SEÑOR JUZGUE ENTRE TÚ Y YO

Algunas personas pasan gran parte de sus vidas tratando de vengarse por cada pequeña cosa que consideran una ofensa contra ellas. Su vida no es más que insistir en su amargura, ya que su imaginación convierte la supuesta infracción en un caso inolvidable, imperdonable. “Ojo por ojo”, es el lema que gobierna sus corazones.


Si alguna vez hubo una persona que pudiera sentirse justificada para vengarse, fue David, cuando era joven y aún no asumía como rey de Israel. El rey Saúl sabía que Dios había ungido a David para ser rey en lugar de él. Debido a que Saúl se había acostumbrado a ignorar las instrucciones del Señor, Dios declaró que ya no debería gobernar a Su pueblo. Saúl estaba tan absorto en sus planes de destruir a David, que David estaba constantemente huyendo por su vida, en las montañas y por los desiertos.

La mayoría de la gente diría que David estaría justificado al matar a su perseguidor, Saúl, pero David se negó a hacerlo porque no quería matar al rey de Israel. En 1 Samuel 24 habla de la fácil oportunidad que tuvo David de deshacerse de Saúl y comenzar su propio reinado. Pero, en lugar de vengarse, David le dijo a Saúl en 1 Samuel 24:12 :

“Juzgue el SEÑOR entre tú y yo, y el SEÑOR me vengue de ti; pero mi mano no estará contra ti”.

Eso es confianza en el SEÑOR. David confió en que el SEÑOR haría lo correcto. No quería pecar tomando la justicia en sus propias manos. No tenemos que hacer nada malo para intentar arreglar las cosas. La segunda falta no corrige la primera.

Debido a que Dios conoce los pensamientos y las intenciones de absolutamente todos, podemos confiar totalmente en Él para juzgar correctamente y hacer que todas las cosas funcionen para nuestro bien al final. Sea lo que sea lo que Dios elija hacer, podemos confiar en que Él bendecirá y cuidará a aquellos que depositen su fe en Su bondad, justicia y amor.    

Cuando alguien nos tiene ojeriza (enojo y mala voluntad), es bueno que recordemos lo que dice Pablo en Romanos 12:19:

“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”.

Paja Como Espejo

Por otro lado, en cuanto a lo que respecta a nosotros, tengamos siempre presente las palabras del SEÑOR en Mateo 7:1-5:

“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”

Como el SEÑOR dice, nosotros tendemos a ser bastante hábiles para ver las faltas de otras personas, incluso las más pequeñas. Nuestra capacidad de ver la paja en el ojo del otro a menudo indica una deficiencia espiritual en nosotros mismos, ya que proyectamos nuestros propios pecados en nuestro prójimo. Ver nuestro mal comportamiento reflejado en las acciones del otro debería darnos una idea de cómo somos en realidad nosotros mismos, y debería proporcionarnos un incentivo para hacer los cambios debidos en nuestro comportamiento.

Nuevamente, David nos proporciona un ejemplo claro de esto en 2 Samuel 12:1-7:

“Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre.” 

El espejo del ahora envejecido rey David reflejaba los defectos de otras personas con claridad, pero distorsionaba la imagen a su favor cuando se trataba de él. 

Natán tuvo que enseñarle a David la seriedad y repugnancia de sus pecados ocultos al verlos reflejados en otra persona. Dios a menudo usa comportamientos negativos en las personas con las que estamos en contacto para reflejar el horror de nuestros pecados. Los defectos que vemos en el otro, a menudo son reflejos de nuestros propios defectos y fallas. 

El problema de utilizar el espejo para ver la paja en el ojo ajeno, es que no reparamos en la advertencia grabada en la parte inferior: “Los objetos en el espejo están más cerca de lo que parecen”.

Asegurémonos de poner a Dios al tanto de lo que sucede en nuestra vida, y en la vida de quienes nos afligen, y son afligidos por nosotros. Y confiemos en que Él juzgará con justo juicio a ambas partes. Nuestro SEÑOR juzga todas las cosas con justicia, y para nuestro bien eterno.    

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La fascinación que los hombres siempre hemos tenido con el libro de Apocalipsis emana de la única cosa en la que estamos de acuerdo: nos dice cómo termina la historia del mundo.

Investigamos este libro extraño y desconcertante para encontrarnos a nosotros mismos; para ver si podemos vernos entre aquellos que sobreviven al conflicto final.

Deseamos vernos entre los justos. Miramos para descubrir a nuestros adversarios entre los condenados. Deseamos saber cuánto tiempo tendremos que esperar hasta que termine la era presente, porque el peso de las cosas se nos hace difícil de sobrellevar, porque estamos cansados, desgastados por el afán constante y la desilusión de la vida presente. Nuestro corazón late con el anhelo del día cuando “enjugará Dios toda lágrima de… nuestros ojos... y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas pasaron” (Ap. 21:4).

Te invitamos a leer y compartir entre tus conocidos nuestro COMENTARIO DEL APOCALIPSIS.


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NUEVO: EL PASTORADO DE LOS ANCIANOS. 
Miles de iglesias a lo largo del mundo tienen un grupo de líderes a los cuales llaman ancianos. Desafortunadamente hay una gran confusión en torno a este tema. ¿Deben los ancianos estar subordinados al pastor, o deben ser ellos los pastores que lideren la iglesia? Este E-book ayudará a los interesados a conocer lo que la Biblia enseña sobre el tema, y les dará bases bíblicas que puedan poner en practica en sus comunidades cristianas.


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