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EL ALFARERO Y LA ARCILLA

El Señor a menudo usa el simbolismo para profundizar el mensaje que tiene para Su pueblo. Uno de esos símbolos es el del alfarero y la arcilla (o barro, o greda). El ejemplo más detallado se encuentra en Jeremías 18:1-17. El Señor le dice al profeta Jeremías que vaya a la casa de un alfarero donde Dios le ilustrará Su relación con Israel. Dice parte del pasaje:

“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel (Jer 18:1-6).

Aunque Dios nos permite a los seres humanos la libertad de tomar decisiones morales, demuestra más allá de toda duda que es Soberano en todo lo demás, y que tiene el control de Su universo y de cada uno de los que en él habitan. Él hace lo que quiere con Su creación (Sal 135:6; 115:3; Dn 4:35; Is 46:9–11). Necesitamos recordatorios frecuentes de que Dios está sobre todo y puede hacer lo que le plazca, ya sea que entendamos Sus acciones o no (Ro 9:20-21). Él no nos debe nada, pero elige extendernos la máxima paciencia, bondad y compasión (Jer 9:24; Sal 36:10; 103:4, 17). El alfarero que trabaja con la arcilla nos recuerda que Dios está obrando en nosotros: Isaías 45:9 dice: “¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos?”

El gran y temible Dios del cielo es infinitamente soberano sobre tu vida. No eres nadie. No eres nada. Él es el Alfarero; tú eres el barro (Is 45:9-10; Ro 9:20-21). Él hace según Su voluntad en el cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede resistirlo o cuestionarlo (Dn 4:35). Él ha hecho todas las cosas para Sí Mismo (Pr 16:4; Ap 4:11). Él te creó con un alma eterna que no puedes apagar, y lo hizo sin preguntarte si la querías o no. No te pidió aprobación ni para una sola circunstancia de tu vida.

Cuando el gran Dios te trajo a la existencia, no te preguntó ni a ti ni a tus padres. Él planeó y ejecutó una cita a ciegas para ustedes tres basada en Su perfecto conocimiento de todas las circunstancias y los posibles resultados del arreglo. ¿Reconoces y te sometes a la soberanía de Dios en los acontecimientos “fortuitos” de tu vida? El Altísimo escogió tu sexo, padres, inteligencia, nacionalidad, apariencia y oportunidades, entre muchos otros factores de tu vida (Sal 139:16). El escogió a tu cónyuge arreglando las circunstancias de tu romance, y El escogió tu trabajo o profesión por otro conjunto de circunstancias. Y Él te dotó para tener un oficio entre los hombres. ¿Estás completamente satisfecho, satisfecha, con Sus elecciones perfectas para tu vida, o pleiteas con tu Hacedor y le replicas insolentemente: Por qué me hiciste así?

Humíllate ante el temible Soberano del universo y bendice Su glorioso nombre por las elecciones que ha hecho en tu vida, porque lo ha hecho con infinita sabiduría para fines buenos, santos y eternos (Pr 16:4; Is 57:15; 66: 1-2). Si tienes esperanza de vida eterna por Su gracia salvadora en Jesucristo, entonces estás obligado, obligada, a darle gracias por Su elección de ti a ella (2 Ts 2:13). ¡Ofrécele sacrificio de alabanza! (He 13:15) ¡Él es un gran Rey! (Mal 1:14)

¿Quién eligió la ciudadanía que recibiste al nacer? Un niño nace en Etiopía, asolada por la pobreza, con pocas o ninguna oportunidad para nada. Otro niño nace en la América de clase media con todas las oportunidades y algo más. Pero el ciudadano infante en cualquiera de los dos países no hizo ni aprobó la elección de su nación. Dios hizo la elección por cada uno de ellos.

¿Quién eligió tu inteligencia y habilidades? Un niño nace con un coeficiente intelectual en el 10% superior de la población, hábil verbal y matemáticamente, con carisma personal y habilidades de liderazgo. Otro niño nace en el 25% más bajo de la población, no puede leer, hablar o aprender bien las matemáticas y tiene una personalidad débil y tímida. Dios tomó estas decisiones, e ignorar Su gran soberanía sobre los hombres es ignorar las realidades de la vida.

¿Quién eligió tu profesión o negocio? Un hombre consigue un trabajo temprano en la vida en una gran empresa en una industria en auge: promueve desde adentro, premia el buen desempeño y otorga opciones de compra de acciones a los empleados. Es rico en veinte años. Otro hombre trabaja durante veinte años con salario bajo en una industria moribunda y es despedido sin previo aviso ni beneficios. Está en la indigencia a los cuarenta sin ningún lugar adonde ir. Dios decidió por ellos, y los ricos y los pobres deben reconocerlo.

Estos ejemplos podrían multiplicarse muchas veces por otros factores. Dios determinó los factores importantes que conducen al éxito financiero antes de que nacieras. Él ha hecho tanto a los ricos como a los pobres, a los judíos como a los gentiles, a los hombres como a las mujeres, a los feos como a los bellos, a los altos como a los bajos, a los morenos, a los negros, a los rubios, a los rojos, a los amarillos y a los calvos; y cada uno debe temblar ante Él y amar y respetar a los unos y a los otros, porque existe una razón por la que Dios los hizo así, y si no lo crees pregúntale a cualquier persona como la han afectado (moldeado), para bien o para mal, las circunstancias de su vida, sean buenas o malas.

Ninguna persona conoce el futuro, pero el Dios del cielo sí, y Él bendice o priva a los hombres de acuerdo a la respuesta de estos a Sus designios sobre la vida de ellos. Él conoce y maneja todos los factores, y los distribuye según Su propia voluntad.

Un bebé nace con sexo masculino, pero al cumplir los 15 decide que tomar hormonas femeninas, mutilarse quirurgicamente los genitales, ahuecarse la pelvis e inyectarse silicona en los pectorales, los glúteos y las caderas lo convertirá en la chica bonita que quiere ser. La familia, el estado, el sistema educacional, la psicología y la medicina apoyan su decisión. Otro bebé nace con sexo femenino, pero al cumplir los 10 quiere desarrollar los bíceps, jugar fútbol, practicar boxeo y pegarle a todos los chicos de la escuela y el barrio. De nuevo, la familia, el estado, el sistema educacional, la psicología y la medicina apoyan su decisión. ¿Eres tú uno de esos rebeldes que le dicen a Dios: Por qué me hiciste así? ¡Mi vida, mi elección! ¿No eres tú tan extremista? ¿Juegas al minimalismo en tu manera de rebelarte contra el Soberano Dios del cielo y de la tierra? ¿Crees que por eso Él lo pasará por alto?

Debes resolver cualquier duda que tengas sobre la soberanía de Dios en estos y TODOS los factores de tu vida. Salomón declaró este axioma: “Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos” (Ec 9:11).

¿Quién es responsable de este tiempo y ocasión? El mismo Salomón nos dice en otro proverbio: “La suerte se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella” (Pr 16:33).

Dios escogió tu material genético, a tu padre y a tu madre, el día y la hora en que fuiste concebido, concebida, y la hora, el día, el mes y el año en que naciste. Él escogió el lugar que ocupas entre tus hermanos y hermanas, el color de tu pelo, el tamaño de los dedos de tus pies, la altura de tu cuerpo y su complexión. Él diseñó la forma de tu nariz y el largo de los dedos de tus manos. Él escogió por ti la escuela a la que fuiste, los profesores que tuviste y tus compañeros. Él escogió la educación que tus padres te dieron en el hogar. Él escogió para ti el primer pasaje de la Biblia que leíste y la iglesia a la que asististe. Sí, todo, TODO, lo que te ocurrió en los años formativos de tu vida Él lo determinó o lo permitió para ti con el fin de moldearte y probarte como el alfarero lo hace con la arcilla con la que trabaja. Y continúa moldeándote. ¿Eres un barro moldeable en Sus manos?

Dios está en el proceso de moldearnos a cada uno para darnos la forma interior que a Él le agrada, para que seamos como Él quiere que seamos (Sal 139:13-16; Éx 4:11). “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil 2:13). Pero es nuestra responsabilidad someternos dócilmente entre Sus manos y dejar que nos moldee con las circunstancias y personas que Él ha preparado de antemano para nosotros. Al hacerlo, encontraremos nuestra máxima realización. En lugar de vivir desilusionados, insatisfechos y amargados con lo que Dios nos ha dado o no, podemos elegir agradecerle sometiéndonos a Su voluntad (Ef 5:20; Col 3:15). Así como la arcilla encuentra su propósito más elevado cuando permanece maleable en las manos del alfarero, así también nuestras vidas cumplen su propósito más elevado cuando dejamos que nuestro Alfarero se salga con la Suya. Si no lo haces, eres una arcilla inútil, te secarás y te endurecerás en tu forma actual y el Alfarero te desechará. (Lee el pasaje completo de Jeremías 18:1-17).  

¿Tú caso es especial? ¿Fuiste buena, bueno, y no recibiste lo que esperabas? ¿La vida ha sido injusta contigo? ¿Has sufrido cosas que no te merecías? ¿Por qué crees que Dios lo ha permitido? Lee lo que escribió Moisés hace 4.000 años atrás: 

“Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole” (Dt. 8:2, 5).

La Biblia es el gran molde perfecto y definitivo con la cual Dios quiere darte la forma interior que a Él le agrada. Así lo hizo con Su Hijo; y si tú eres Su hijo, y Su hija, también lo quiere hacer contigo. Si te rebelas ahora contra las personas y circunstancias cotidianas que Él ha traído a tu vida para moldearte, ¿qué va a ser de ti durante la gran tribulación y la persecución desatada por el Anticristo contra el pueblo del Señor? “Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán? Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre, aun ellos se levantaron contra ti, aun ellos dieron grito en pos de ti. No los creas cuando bien te hablen” (Jer 12:5-7). No te engañes diciendo que entonces te someterás a la voluntad del Señor, porque “el que no es fiel en lo poco ahora, tampoco lo será en lo mucho entonces” (Lc 16:10, Bible.com). 

Para revertir esta situación, además de Su palabra, el Padre te ha proporcionado hermanos y hermanas en la fe mayores que tú para que te sirvan con sus talentos: no los menosprecies (1 Ts 5:20), y conviértete en  un hacedor de la palabra, y deja de ser solamente un oidor de ella. 

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