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domingo, 22 de mayo de 2011

SEÑALES DE LOS TIEMPOS



¿Cómo entender las Señales de los Tiempos?

La intensidad y frecuencia de los recientes acontecimientos mundiales y nacionales deberían hacernos dirigir nuestra atención a las advertencias que Dios nos ha dado en Su palabra. El Señor Jesucristo habló de “las señales de los tiempos”. Algunas de esas señales reveladoras corresponden al fin de esta era, aquejada seriamente de diversas crisis, y que en la Biblia es llamada “el tiempo del fin”. ¿Entiende usted el trasfondo de estas señales críticas?

El Señor enfatizó la gran importancia de comprender el significado de los tiempos en que vivimos. En una ocasión los líderes religiosos de su época le pidieron que les diera una señal del cielo. Él les respondió: “Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad, porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡más las señales de los tiempos no podéis!” (Mateo 16:2-3).

Hace aproximadamente 2.000 años, la vasta mayoría de los habitantes de la tierra de Israel ni siquiera entendían que el Señor Jesucristo era el verdadero Mesías, ni cuál era su misión en esta tierra. “A lo suyo vino [su pueblo], y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Y tal como Cristo lo había profetizado anteriormente, ellos fueron incapaces de prever la tragedia que inevitablemente se desataría sobre su muy amada Jerusalén. En una ocasión, el Señor lloró sólo de pensar en los horrores que asolarían la ciudad. “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (Lucas 19:41-44). Cristo estaba hablando en parte de la ocupación romana en el año 70 d.C., que concluyó con la horrorosa destrucción de Jerusalén en la que sus ciudadanos murieron de inanición, fueron asesinados, o vendidos como esclavos. El pueblo judío en tiempos de Cristo simplemente no se daba cuenta del significado de los eventos que rodeaban la primera venida del Señor.

Tal como en aquel entonces, nuestro mundo contemporáneo es incapaz de entender el significado de ciertas señales trágicas que afectan a las naciones de manera creciente, presagiando la segunda venida de Cristo como Rey de Reyes y Señor de Señores (Apocalipsis 11:15). Gran parte de la profecía bíblica es dual, lo que quiere decir que muchas veces tiene dos cumplimientos: un cumplimiento preliminar y otro cumplimiento secundario mucho más grande, que casi siempre se lleva a cabo siglos más tarde.

La profecía del Señor sobre la destrucción de Jerusalén es un mensaje en cuanto al futuro, que Él entregó en el Monte de los Olivos en la zona oriental de Jerusalén (Mateo 24; Marcos 13; Lucas 21). Pero es también un mensaje perfecto sobre el principio de dualidad profética. Aunque algunos aspectos de esta profecía tuvieron un cumplimiento preliminar en el año 70 a.C., muchos otros claramente no se cumplieron. En los tiempos del fin habrá horrendas consecuencias que afectarán no sólo a Jerusalén, como en el primer siglo, sino que también al mundo entero. El Señor dijo que las condiciones mundiales en los tiempos del fin empeorarían al punto de que la supervivencia humana estará en peligro. “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22).

¿Podemos entender los eventos proféticos hoy en día?

En realidad, es factible poder entender el significado e importancia de eventos y tendencias claves en nuestra época plagada de crisis. Históricamente, una de las tribus de Israel poseía un extraordinario conocimiento de los acontecimientos que ocurrían en su tiempo. Los hijos de Isacar eran “entendidos en los tiempos, y sabían lo que Israel tenía que hacer” (1 Crónicas 12:32). Siglos más tarde, el Señor nos entregó el libro de Apocalipsis “para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto” (Apocalipsis 1:1). Amós 3:7 también nos dice: “Porque no hará nada el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”.

¿Cuáles son las señales específicas que deberían causarnos preocupación en la actualidad? Los lectores interesados en el tema pueden solicitar la primera edición de Señales de los Tiempos vía email (todoelconsejodedios@gmail.com), y nuestros otros artículos relacionados con el fin de los tiempos, donde hablamos más detalladamente sobre estas cosas. La conclusión, sin embargo, la adelantamos aquí: las tendencias del mundo contemporáneo nos indican que efectivamente estamos viviendo en los tiempos del fin. Nuestra sociedad está atestada de muchas señales perturbadoras que anuncian que esta era de la humanidad está llegando a su término.

Por esta razón es que nuestra preparación espiritual personal es mucho más importante ahora que en tiempos pasados. Mientras contemplamos las señales de los tiempos que vemos a nuestro derredor, seamos diligentes para hacer caso de la advertencia de Cristo en Lucas 21:36: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.

¿A qué se refiere el  Señor el Señor cuando nos ordena que velemos?

¡El Señor y los apóstoles nos exhortan a “velar” activamente! Necesitamos entender lo que quieren decir y lo que ello implica. Nuestra supervivencia y salvación podrían depender de cuánto entendamos y de cómo actuemos al respecto.

El apóstol Pablo escribió a los cristianos en Corinto, “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos” (1 Corintios 16:13). El resto del versículo es claro, pero ¿qué significa “velar”? ¿Qué tan importante es que “velemos”? Consideremos esto: el mandamiento bíblico de velar a menudo va de la mano con el mandamiento de orar. ¿Es importante la oración? ¡Extremadamente! Y también lo es el mandamiento de velar.

Velar significa mantenernos completamente despiertos

Cuando el Nuevo Testamento nos ordena “velar” o “vigilar”, generalmente se usa la traducción de una de dos palabras griegas (gregoreuo y agrupneo), las cuales tienen significados similares: “mantenerse despierto” y “estar insomne”. Por lo general se refieren al sentido espiritual y metafórico —estar vigilante y en guardia, completamente despierto, consciente, alerta y profundamente concentrado— con varias aplicaciones e implicaciones. En Mateo 26:37-40, el significado de “vigilar” es primordialmente “físico”. El Señor estaba reprendiendo a sus discípulos por no permanecer despiertos durante la hora que precedió a su arresto. Pero lo que después le dijo el Señor a Pedro tenía un significado espiritual más profundo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto [las intenciones son buenas], pero la carne [la simple fuerza de voluntad humana] es débil” (Mateo 26:41). Es la vigilancia espiritual junto a la oración la que nos da la fuerza para sobrevivir a las tentaciones y situaciones difíciles. “Velad debidamente, y no pequéis” (1 Corintios 15:34). Estar despierto es sinónimo de virtud y de no pecar. Pablo estaba escribiendo a la iglesia de Corinto, lo que demuestra que aun los cristianos verdaderos pueden estar espiritualmente dormidos de alguna forma.

Pablo también escribió: “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” (Romanos 13:11).

En otras palabras, cuanto más nos acercamos a la segunda venida de Cristo, ¡más urgente es que nos despertemos del letargo espiritual! De hecho, hemos entrado en los temidos años de los tiempos del fin, los cuales son el gran clímax de la civilización humana. Si alguna vez hubo un momento para prestar atención y prepararnos, ¡es ahora! Por otra parte, ninguno de nosotros sabe cuándo va a morir. Estar espiritualmente preparados para el final de nuestra vida debería ser nuestra máxima prioridad.

Velar quiere decir usar correctamente nuestras mentes

Dios nos dio una mente maravillosa para que la usáramos y pudiéramos estudiar, aprender, observar, analizar, juzgar y pensar. La vida es tiempo. Desperdiciar el tiempo es desperdiciar la vida. Muchas personas son perezosas mentalmente y desperdician una deplorable cantidad de tiempo en lo trivial y temporal, lo mundano y materialista. Muchos, buscando entretenerse, malgastan incontables horas vegetando frente a sus televisores, computadoras y escuchando música.

Los verdaderos lectores se están volviendo escasos. Una sociedad llega a ser superficial y poco profunda cuando la mayoría de sus ciudadanos dependen demasiado de las representaciones y las imágenes, más que de las palabras. El aprendizaje a fondo requiere de la escritura y la lectura.

Es bastante significativo que la verdadera religión de Dios esté basada en mensajes orales y escritos que fueron recopilados en lo que llamamos la Biblia. Los seguidores de Dios deberían llamarse “los seguidores del Libro”. En contraste, la mayoría de las religiones paganas hacen hincapié en imágenes, ídolos, símbolos y rituales.

Dios quiere que su gente lea y estudie celosamente, para pensar y meditar. Él quiere que estemos bien informados sobre los temas geopolíticos, culturales y espirituales; y los acontecimientos de nuestro tiempo. Dios condena la ignorancia, la indiferencia y el ser “tardos para oír” (Hebreos 5:11). Aquí es donde la Biblia entra en acción, proveyendo el marco fundamental para adquirir una visión del mundo a la manera de Dios. La Biblia es la revelación divina de Dios sobre su verdad absoluta, la cual hoy es tan relevante como lo ha sido siempre.

Debido a esto, la Biblia debería ser el prisma, el lente y el filtro por el cual percibimos con precisión y juzgamos toda información. Ella nos permite desarrollar una visión divina del mundo, que es la guía y base para poder interpretar con exactitud todo lo que está pasando en el mundo. ¡Solo entonces podremos entender nuestra confusa escena mundial con asombrosa claridad, sentido y lógica!

El Señor reprendió a los fariseos y a los saduceos por su mentalidad y su dureza de corazón. Si no hubiesen tenido malas actitudes y hubieran creído las Escrituras, habrían sido capaces de “discernir las señales de los tiempos” y darse cuenta de que el Mesías había llegado (Mateo 16:1-3).


Necesitamos el conocimiento de la profecía sobre el tiempo del fin

Para saber dónde centrar nuestra atención, necesitamos conocer especialmente las profecías bíblicas del tiempo del fin, en particular las profecías sobre la segunda venida de Cristo.

Tenemos que “esperar” activamente el retorno de Cristo, no pasivamente (Hebreos 9:28). ¡El Señor fue enfático en que sus seguidores deben esperar su regreso, aguardar su retorno y orar por su venida! Además, nuestra anticipación entusiasta y nuestra emoción se intensificarán a medida que vemos más y más eventos mundiales cumpliendo las profecías bíblicas, especialmente aquellas que hacen referencia a la proximidad cada vez mayor de la venida de Cristo.

Nótese las palabras velar, aguardar, anticipación y preparación en el siguiente pasaje: “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando” (Lucas 12:35-37).

El Señor concluyó su mensaje diciendo “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” (versículo 40). Mucho más tarde, el Señor hizo eco de ese punto: “He aquí, yo vengo como ladrón [repentina e inesperadamente]. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Apocalipsis 16:15). Usar prendas de vestir, sobre todo vestimenta blanca, simboliza una buena condición espiritual (Apocalipsis 3:1-5, 18). No debemos dejarnos atrapar desnudos, es decir,  desprevenidos.

Cristo y su vital profecía sobre el tiempo del fin

Poco antes de su crucifixión, el Señor entregó una crucial profecía para el tiempo del fin, registrada en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21. Es importante estudiar esta profecía a menudo. Los discípulos del Señor querían saber lo que debían vigilar. “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3).

No deja de ser interesante que lo primero que el Señor respondió tuvo que ver con una sombría advertencia sobre lo que debemos tener en cuenta y no perder de vista: “Mirad que nadie os engañe” (versículo 4). Lamentablemente, muchos están engañados. Muchos de los que se llaman a sí mismos cristianos están engañados al pensar que Cristo no retornará literalmente a la tierra, aun cuando Él repetidamente prometió que lo haría, o al creer que Él retornará de alguna manera diferente de lo que nos dijo.

En el resto del capítulo, el Señor responde a la pregunta de ellos, revelándoles la clave de las futuras condiciones y tendencias; por las cuales sería de suma importancia estar atentos.

Luego el Señor exhorta a sus discípulos así: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa” (versículos 42-43). Después de su resurrección, el Señor nuevamente les dijo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). Sin embargo, a pesar de las declaraciones del Señor, un sinnúmero de personas imprudentemente han intentado predecir el tiempo de su segunda venida. Precisamente porque no sabemos el momento, es que debemos mantenernos vigilantes.

Continuando en Mateo 24, el Señor dijo: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (versículo 44). El velar nos refresca la memoria y nos motiva a estar preparados. ¡Esa es la idea principal! En seguida, el Señor nos advierte de la tentación de pensar “mi señor se está demorando” (versículo 48). Cuando una persona piensa que tiene tiempo más que suficiente para alistarse, se ve seriamente tentada a bajar espiritualmente la guardia (versículos 49-51).

La parábola de las diez vírgenes (Mateo 25: 1-13) hace hincapié en permanecer espiritualmente preparados y listos. Mantener nuestra lámpara llena de aceite representa permanecer cerca de Dios y estar llenos del Espíritu Santo. El Señor concluye la parábola  diciendo: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (versículo 13).

Velar, orar, mantenerse sobrios y tener cuidado de los enemigos

En los relatos de Lucas y Marcos acerca de la profecía del Señor, vemos que Él conectó velar con orar. Hay mucho por lo cual orar en cuanto al presente y el futuro. Velar nos ayuda a orar, y orar nos ayuda a velar. Marcos registra esta declaración del Señor: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo [de la venida de Cristo]. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase” (Marcos 13:33-34; ver también versículos 35-37).

Cristo aquí fue muy enfático al ordenarnos hacer cuatro cosas:

1. Mirar o prestar atención a lo que acababa de decir.
2. Velar o estar alerta a las señales que Él había indicado.
3. Orar con regularidad y seriedad para que podamos estar cerca de Dios.
4. ¡Seguir haciendo la obra de Dios!

En el relato de Lucas, el Señor nos dice “Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios” (Lucas 21:31). Luego nos advierte acerca de no dejar que “venga de repente sobre vosotros aquel día” (versículo 34). El Señor concluye diciendo: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:36).

“Todas estas cosas” se refiere a lo que está registrado en este capítulo, incluyendo la “gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo” (Lucas 21:23). Marcos usa el término “tribulación” y Mateo dice “gran tribulación” (Mateo 24:21).

Por supuesto que el Señor no quiere decir que debemos enfocar nuestras oraciones solamente en nuestra propia supervivencia y salvación. Quiso decir que si nos mantenemos vigilando nuestra condición espiritual y los acontecimientos mundiales, orando por el Reino de Dios y por todo lo que Dios nos dice que debemos orar, vamos a estar cambiando, arrepintiéndonos y aceptando la ayuda y sacrificio de Cristo. ¡Entonces seremos tenidos por dignos de escapar de la tribulación de los tiempos del fin y estar con Cristo en su reino!

Pablo nos instó a orar “por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Timoteo 2:1-2). Esto implica saber quiénes son nuestros líderes y qué dificultades pueden impactar nuestras vidas y libertad para adorar a Dios y llevar a cabo su obra. Usted puede aprender más acerca de la conexión entre velar y orar en Efesios 6:18, Colosenses 4:2 y 1 Pedro 4:7.

Y el velar a veces está relacionado con permanecer espiritualmente sobrios, es decir, prudentes (1 Tesalonicenses 5:6-8; 2 Timoteo 4:5; 1 Pedro 1:13; 4:7; 5:8). Esto incluye permanecer alertas a nuestra propia condición espiritual, como se ha mencionado. Algunas escrituras que hablan acerca de velar, subrayan el hecho de tener cuidado de los peligros espirituales y de enemigos tales como “lobos rapaces”, engañadores que quieren aprovecharse del “rebaño” de seguidores de Dios (Hechos 20:29-31).

Pedro nos advierte, “sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Estar atentos al poderoso rol que detrás del escenario juegan Satanás y sus demonios, nos permite comprender el mal atroz y la locura de este mundo. También nos permite “resistirlos” (Santiago 4:7).

Actitudes erradas que atrapan a cristianos

La serie de libros de ciencia ficción religiosa más popular de los últimos tiempos es una llamada Dejados atrás. Esta serie muestra una cultura humana deseosa de escapar de los catastróficos eventos profetizados en la Biblia. En 1995 se publicó el primer libro de esta serie —Dejados atrás: una novela de los postreros días de la tierra— una historia ficticia acerca de lo que supuestamente sucederá cuando los verdaderos cristianos sean arrebatados por el Señor antes de su segunda venida.

Los autores Tim LaHaye y Jerry Jenkins escribieron en total 16 volúmenes, de los que se vendieron 65 millones de copias. Irónicamente, aquellos que creen en el concepto propuesto por Dejados atrás —los partidarios de la teoría del rapto pretribulacional— en el futuro se encontrarán confundidos y desconcertados a medida que los verdaderos eventos del tiempo del fin se vayan desarrollando.

¿Por qué sucederá esto? Porque cuando el Señor describe las profecías del tiempo del fin, éstas no incluyen ningún arrebatamiento secreto. Su regreso estará precedido por señales en los cielos, un terremoto mundial, actividad volcánica en todo el planeta y ángeles tocando trompetas con una fuerza sobrenatural. El Señor Jesucristo no regresará a la tierra secretamente sino en gloria y majestad. El Señor mismo habló sobre su regreso: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mateo 24:30).

El Señor reveló que todos serían testigos de su regreso a la tierra. La teoría del arrebatamiento o rapto secreto —que afirma que el Señor se llevará a los cristianos silenciosamente antes de su segunda venida— contradice esta verdad. No se debe creer en esta tesis. Al tener una visión general de la profecía del tiempo del fin, podremos conocer la verdad acerca de los principales eventos que precederán el regreso del Señor, incluyendo cómo Dios protegerá a sus siervos leales, que no es a través de una desaparición misteriosa (Lucas 21:36; Apocalipsis 3:10). La profecía sólo proviene de Dios. “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2 Pedro 1:20). La mejor forma de tener una visión correcta de las profecías del tiempo del fin es dejar que la Biblia hable por sí misma.

¿Qué es la profecía?

La profecía se define algunas veces como la historia escrita de antemano. Dios vaticinó muchas tendencias y eventos, en parte porque Él entiende perfectamente cómo se comportarán las personas en determinadas circunstancias y también porque Él guía y dirige algunas situaciones.

Hasta cierto punto, estas predicciones son las advertencias anticipadas de Dios contra los continuos pecados del hombre. Debido a que el pecado nos daña y puede destruirnos, Dios anuncia advertencias proféticas para lograr la atención de los seres humanos. Los castigos profetizados son el resultado del actuar de los hombres. Dios quiere perdonar a la humanidad, no destruirla.

La mayoría de las personas asumen que las advertencias contra los seres humanos provienen de un Dios vengativo que no puede tolerar la debilidad o desobediencia del hombre. Ellos creen que debido a que Él es santo y todopoderoso y nosotros no, y que como nunca podremos ser santos, entonces el Omnipotente pierde la paciencia con nuestro patético actuar y nos castiga, incluso a veces hasta injustamente.

Sin embargo, esta no es la razón por la que Dios anuncia las profecías del tiempo del fin. Esta es una noción falsa del dios de este mundo, Satanás el diablo, quien ha engañado a la humanidad respecto a Dios de muchas formas. Mientras que él pueda mantener a la humanidad enceguecida ante las verdaderas intenciones de Dios, él podrá seguir siendo “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4). Las personas necesitan darse cuenta de que Satanás “ha sido homicida desde el principio” (Juan 8:44), y quiere a la humanidad muerta para siempre. Al final de esta era regida por el hombre, Satanás intentará destruir a toda la raza humana a través de enormes fuerzas militares que convergerán en Jerusalén para hacer guerra contra Jesucristo, el Mesías (Apocalipsis 16:14; 19:11-21; 14:14-20).

La profecía enseña que Dios siempre ha estado a cargo, que tiene un plan para el futuro del hombre, y que la vida humana tiene un gran propósito. Dios viene a salvar a la humanidad, no a destruirla. Estos vaticinios muestran que Dios destruirá a aquellos que se le resistan y recompensará a aquellos que lo honren.

El propósito mal entendido de la profecía

Veamos cuál es el verdadero propósito de la profecía.

Desde tiempos inmemoriales, las personas han querido conocer el futuro, principalmente para su propio beneficio. Por ejemplo, los discípulos del Señor querían saber qué señales precederían su regreso: “Los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Los seres humanos desean saber qué va a pasar sólo para su protección personal. Aunque las personas quieren saber el qué, cuándo y dónde de una profecía, lo cual está bien, tal información no representa el propósito principal de la profecía. Su propósito es más bien ayudar a las personas a evaluar su conducta personal a la luz de la Palabra Dios, antes de que los eventos profetizados se lleven a cabo. Sin la advertencia y el cumplimiento de la profecía, la humanidad no tendría razones para cuestionar los hechos y detener su complaciente camino a la autodestrucción.

Si las personas leyeran y atendieran las advertencias de Dios, podrían pedirle protección para los días de la gran tribulación y de su justo juicio de ira contra los tiranos de este mundo. Como el Señor dice: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba [la gran tribulación, ver Mateo 24:21-22] que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Apocalipsis 3:10).

Dios es misericordioso y amoroso. Su Palabra está llena de advertencias para que los pecadores de este mundo se alejen de este camino y eviten las dolorosas y terribles consecuencias. Dios no obtiene ningún placer con la muerte de los impíos (Ezequiel 33:11). Él promete recompensar, bendecir y proteger a aquellos que hacen Su voluntad (Deuteronomio 28:1-2).

Los antecedentes de la profecía

Todos los hechos o circunstancias que se necesitan para entender la profecía se encuentran en Deuteronomio 28. Este capítulo detalla las bendiciones y maldiciones que automáticamente se producen al obedecer o rechazar las leyes de Dios. Estas leyes son espirituales (Romanos 7:14) y se aplican sin considerar si se las conoce o no (Romanos 2:12). Dios promete bendecir a todos los que lo honran y a su vez permite que las maldiciones vengan sobre los que lo deshonran. Entender este aspecto esencial de las leyes de Dios es la base para entender la profecía. El capítulo 28 de Deuteronomio es fundamental para todas las predicciones. Si usted entiende esta sección, entonces comprenderá su propósito. No se debe olvidar que el objetivo de la profecía es ayudar a los seres humanos a que dejen de pecar y busquen a Dios y sus bendiciones.

Muchas historias de la Biblia validan este antecedente profético, pero pocas lo explican mejor que la historia de Judá y Babilonia. Por muchos años Dios advirtió al reino de Judá que no siguiera la forma de vida de su pueblo hermano, Israel, que vivía junto a ellos. Los pecados de Israel fueron la causa de su desaparición, tal como se predijo en Deuteronomio 28:15. Dios permitió que la cruel nación de Asiria conquistara y llevara a los israelitas lejos de su tierra en dos deportaciones masivas, la primera en el año 733 a.C. y la segunda en 722 a.C.

Casi un siglo después, Dios le dio a Judá un rey justo, Josías, que era la última esperanza para que el pueblo judío se salvara de la inminente cautividad (2 Crónicas 34:1, 26-28). Dios también envió a los profetas Jeremías, Sofonías y Habacuc. Lamentablemente, después de la prematura muerte de Josías, el pueblo de Judá rápidamente regresó a su pecaminosa forma de vida, tal como el perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno (2 Pedro 2:22). Al igual que Israel, también fueron invadidos y llevados a cautiverio. En este caso, claramente vemos que el propósito de la profecía es motivar a las personas a cuestionar su actuar a la luz de las enseñanzas de la Biblia. Esto se aplica para todo ser humano, ya sea que profese o no el cristianismo. Algunos harán caso de las advertencias de las profecías del tiempo del fin y otros simplemente no las conocerán. El Señor dijo que Él le hablaba en parábolas a los hombres religiosos de su época porque ellos habían rehusado honrarlo y obedecerle: porque viendo no vieron, y oyendo no oyeron, ni entienderon (Mateo 13:13).

De manera que se cumplió en ellos la profecía de Isaías, que dijo: “De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane” (Mateo 13:14-15; compárese con Isaías 6:9-10).

Las potentes profecías del tiempo del fin son como un cañonazo para los barcos de esta sociedad, que navegan a la deriva y sin rumbo en un mar de humanismo y que han sido moldeados por el materialismo. Si no hubiera profecía, y en especial profecía del fin de los tiempos, la humanidad no tendría nada que la protegiera de su peligroso viaje a la autodestrucción.

Una visión general de la profecía del tiempo del fin

La Biblia entrega una visión panorámica de esta profecía cuyos detalles se encuentran esparcidos a lo largo de toda la Escritura. Antes de ser crucificado, el Señor entregó brevemente un panorama general de la profecía del tiempo del fin, describiendo los últimos eventos finales de la era humana que ha gobernado bajo la influencia de Satanás. Él dijo a sus discípulos cuáles serían las principales señales del fin de este tiempo. Los principales sucesos que se registran en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21, corresponden a los sellos que se describen en el libro de Apocalipsis 6. Una vez que Cristo abra un sello (Apocalipsis 6:1), este permanecerá abierto hasta el fin del gobierno humano y de Su regreso.

Para entender más profundamente las principales profecías del tiempo del fin, solicite nuestro material gratuito vía email.

El primer sello que se describe en Apocalipsis 6:2 y que corresponde a Mateo 24:4- 5, significa que un falso cristo aparece en escena. Sabemos por la historia secular y por la Biblia misma que el surgimiento, la expansión y el dominio de un falso cristianismo comenzó justo después del comienzo de la Iglesia del Nuevo Testamento. Este supuesto cristianismo es una mezcla religiosa derivada parcialmente de la Biblia y de las creencias y tradiciones no bíblicas originadas en las antiguas religiones paganas. Sabemos que este falso cristianismo comenzó en el primer siglo porque varios escritores del Nuevo Testamento así lo relatan (Hechos 20:16-17, 28-31; 2 Corintios 11:4, 13-15; Judas 3-4; 1 Juan 2:18-19; 1 Juan 4:1). Este falso sistema religioso, que el apóstol Pablo denominó “el misterio de la iniquidad”, continuará hasta el fin, en donde jugará un rol protagónico en el engaño que se producirá hasta que el regreso del Señor Jesucristo le ponga fin (2 Tesalonicenses 2:7-12). Es esta falsa cristiandad la que recibirá con los brazos abiertos al falso cristo cuando aparezca en escena.

El segundo sello que se menciona en Apocalipsis 6:3-4, y que corresponde a Mateo 24:6-7, revela que habrá “guerras y rumores de guerras”. Aunque estos hechos siempre han existido, el Señor dijo que continuarían y se intensificarían hasta terminar en un baño de sangre que cobrará las vidas de no menos de un tercio de la humanidad (Apocalipsis 9:15-16). El gran conflicto final, que las Escrituras describen como “la batalla del gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:14) y que sucede en la tristemente célebre batalla de Armagedón (la colina de Meguido en el norte de Israel), donde grandes fuerzas militares se reunirán (Apocalipsis 16:14, 16), será precedido por una guerra contra Israel que afectará al mundo entero (Zacarías 14:1-4, 12-14). Las condiciones serán tan peligrosas, que si Cristo no interviniera en los asuntos humanos, nadie se salvaría (Mateo 24:21-22).

El tercer sello que se detalla en Apocalipsis 6:5-6 y que corresponde a Mateo 24:7, muestra que en la tierra habrá hambre y escasez de alimentos. A pesar de que siempre han existido personas que tienen muy poco para comer, a medida que el tiempo pase esta realidad se intensificará y aumentará. La falta de comida es una de las consecuencias directas de la guerra. Miles de millones morirán de hambre.

El cuarto sello en Apocalipsis 6:7-8, que corresponde a la siguiente señal descrita en Mateo 24:7, revela que enfermedades mortales infestarán al mundo y terribles desastres naturales acontecerán. El hambre traerá consigo las enfermedades. Y todo por causa de la naturaleza del hombre. La expansión de las pandemias asolará grandes poblaciones, tal como sucedió con la peste bubónica en el siglo 14, cuando ésta mató a un tercio de la población de Europa, Rusia, China y de las ciudades involucradas en las rutas comerciales.

El quinto sello en Apocalipsis 6:9-11 correspondiente a Mateo 24:9-12, representa la gran persecución y el martirio de los fieles y verdaderos siervos de Dios. La persecución es el destino de los santos del Altísimo. Como el Señor mismo dijo: “El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20). Pablo escribió algo similar: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo el Señor padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12). La persecución del pueblo de Dios ha sido su sello característico a través de las épocas, pero ésta se intensificará en el tiempo del fin. En momentos de agitación social, es común buscar un chivo expiatorio. Al igual que en épocas anteriores, las autoridades religiosas encontrarán en los verdaderos cristianos al grupo indicado para poder echarles la culpa de todo. Con estos acontecimientos se inicia la gran tribulación. Otros pasajes revelan que la intensa persecución se extenderá no sólo a los cristianos, sino también a los descendientes físicos de la antigua Israel. El pueblo israelita sufrirá grandes devastaciones de parte de sus enemigos tal como se profetizó en Deuteronomio 28.

El sexto sello de Apocalipsis 6:12-17 corresponde a Mateo 24:29. Ambas escrituras describen las terribles señales en el cielo, el oscurecimiento del sol y de la luna, y lo que parece ser un meteorito a punto de estrellarse contra la tierra. Estos signos anuncian el tiempo de la ira de Dios (Apocalipsis 11:18; 14:10, 19; 15:1, 7; 16:1; 19:15), lo que las Escrituras llaman también “el día del Señor” (1 Tesalonicenses 5:2; Malaquías 4:5). Esto lleva directamente al clímax de la segunda venida del Señor Jesucristo. Todos estos eventos proféticos conducen al, y son parte del, fin de los tiempos; conocido también como: los últimos días, el fin del mundo y el Día del Señor.

Los eventos actuales y del tiempo del fin

No todas las profecías pueden ser entendidas hoy, pero lo serán en el futuro cuando los cambios geopolíticos y tecnológicos ocurran. ¿Quién hubiera imaginado el avance que han tenido las comunicaciones a través del computador y de Internet? Aun así, Dios promete revelar el futuro a sus fieles, enviados a proclamar su verdad: “Porque no hará nada el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). Dios ha revelado a sus seguidores algunos hechos que deben suceder antes del regreso de Jesucristo y es sólo en este último siglo que encontramos estas características.

• La primera condición es la posibilidad real del ser humano para autodestruirse. Actualmente la humanidad tiene la capacidad de exterminar la existencia humana de la faz de la tierra usando armas nucleares. Esto ya es posible para Estados Unidos y Rusia; y Gran Bretaña, Francia, China, India e Israel poseen arsenales nucleares de proporciones considerables. Especialmente peligroso es el desarrollo de armas nucleares por estados inestables como Pakistán y Corea del Norte, y ahora últimamente Irán. El Señor dijo del tiempo del fin: “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22).

La humanidad siempre ha batallado guerras, pero hasta hace poco nunca habíamos tenido la capacidad de exterminar a toda la raza humana de la faz de la tierra. Desde 1945 y la detonación de las primeras bombas atómicas, seguidas por bombas aún más destructivas, como las de hidrógeno, la humanidad ahora tiene la capacidad de destruir a todos los seres humanos una y otra vez. El Señor debe intervenir para salvar a la humanidad de sí misma y de la autodestrucción.

• El segundo hecho es que el pueblo judío debe estar en Jerusalén y controlarla para que las profecías del tiempo del fin se cumplan. Esto era imposible antes de 1948, cuando el estado moderno de Israel se creó, algo impensado en los siglos anteriores. La cultura y religión judía han sobrevivido periodos de dominación y derrotas a manos de Babilonia, Persia, Grecia y Roma. El historiador del siglo 19, Heinrich Graetz, dijo: “Una nación. . .que ha sido testigo del ascenso y caída de los imperios más antiguos, y que aún mantiene su lugar en el presente, merece. . . la mayor de las atenciones” (“History of the Jews” [“Historia del pueblo judío”], 1895, p.705).

Cuando el emperador francés Napoleón pasó cerca de una sinagoga y escuchó como lloraban los judíos al interior, declaró: “Un pueblo que ha esperado tanto por su ciudad y su templo está destinado a restaurarlos algún día”.

El Señor profetizó que a medida que el tiempo se acercara, los judíos una vez más obtendrían el control de Jerusalén y del “lugar santo”. Más tarde el Señor dijo que el lugar santo sería profanado con la “abominación desoladora”, como el profeta Daniel lo había escrito (Mateo 24:15-16).

Jerusalén está actualmente bajo el control de los judíos. Después de la guerra de los seis días en 1967, cuando ellos tomaron posesión de la ciudad santa, permitieron que los árabes musulmanes continuaran controlando el Templo del Monte. Desde 1989, algunos israelíes han comenzado a prepararse para la construcción de un nuevo templo o “lugar santo”. Periódicamente los devotos judíos han intentado colocar la primera piedra, pero ha sido en vano. El escenario para el cumplimiento de las profecías del Señor está parcialmente preparado, pero todavía debe haber muchos cambios antes de que tales eventos proféticos se hagan realidad.

• En tercer lugar debe ocurrir el resurgimiento final de una superpotencia geopolítica antisemita y anticristiana en el Medio Oriente. Tiene que suceder el resurgimiento final de los antiguos imperios del Medio Oriente, anunciado en el libro de Daniel y Apocalipsis. Daniel 2:40-44 declara sin ambigüedades que estos reinos o imperios serán los que gobernarán en el tiempo del fin.

En el tiempo del fin, diez “reyes” o gobernantes reinarán alineados en el Medio Oriente, formando una superpotencia mundial que las Escrituras llaman “la bestia”, liderados por un poderoso dictador también llamado “la bestia” (Apocalipsis 17: 12-13). El tiempo establecido para esta profecía es claro ya que estos diez reyes “pelearán contra el Cordero” al regreso del Señor, “y el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes” (versículo 14).

¿Cómo puede ayudarnos la profecía del tiempo del fin?

La serie de ciencia ficción Dejados atrás no puede proveer una verdadera perspectiva profética  sobre el fin de los tiempos. Sólo Dios puede hacerlo. Dios entrega las profecías del tiempo del fin para que una humanidad confiada regrese a Él. El Altísimo quiere que nos arrepintamos y logremos nuestro potencial para ser hijos de Dios por siempre. Quiere que lo sigamos y que compartamos con otros las buenas noticias del regreso del Señor y del reino de Dios. Aunque, los cristianos serán perseguidos y martirizados al fin de los tiempos, como hemos visto, Dios tiene un plan para proteger a muchos de aquellos que se vuelvan a Él debido a los terribles eventos profetizados.

Dios ofrece su protección en esos tiempos tan peligrosos que aún están por venir a quienes estén pendientes de las noticias mundiales en relación con la profecía bíblica, y que se mantengan espiritualmente firmes, acercándose a Él en continua oración (Lucas 21:29-36). Como vimos anteriormente en Deuteronomio 28, podemos obedecer a Dios y ser bendecidos ahora, y aún más importante, en la vida venidera. El propósito declarado de Satanás es destruir a la humanidad. Él piensa que puede destruir a todos los seres humanos en la gran tribulación antes de que Jesucristo pueda intervenir para salvarnos. Aunque miles de millones morirán (para ser resucitados posteriormente en el plan de Dios), muchos millones permanecerán vivos para comenzar una nueva vida, reconstruyendo los lugares devastados y viviendo en un nuevo jardín del Edén: el reino milenial del Señor Jesucristo en la tierra (Ezequiel 36:33-35). Las profecías de la Biblia son el mecanismo que Dios utiliza para salvar a la humanidad de sí misma. Si atendemos y hacemos caso de estas profecías, podríamos ser considerados dignos de escapar de los terribles sucesos que acontecerán (Lucas 21:36).