La vida cristiana es una vida de fe, no de sentimientos. La Palabra de Dios no promete que si eres salvo y vives para Cristo serás feliz. Muchos han naufragado al ir en pos de sentimientos, dependiendo de sentimientos. Han esperado sentir ciertos tipos de sentimientos y/o emociones, y cuando no sintieron lo que esperaban, tambalearon, cayeron y se extraviaron. Este tipo de creyentes gravitan continuamente hacia la adoración contemporánea. Beben. Consumen drogas (antidepresivos, ansiolíticos, somníferos, etc.). Pero eso solo empeora las cosas.
SEIS LECCIONES SOBRE LA FE VERSUS LOS SENTIMIENTOS
En mis más de 36 años como cristiano, he experimentado casi todo lo que la vida cristiana tiene para ofrecer: victoria, derrota, rectitud, pecado, ánimo, desánimo, desilusión, alegría, gozo, depresión, impotencia, tristeza, tribulación, soledad, compañía, desconcierto, santidad, frustración, duda, temor y valor, entre otras muchas vicisitudes emocionales. Cuando era un cristiano joven, estaba sumamente desconcertado acerca de mi vida cristiana. ¿Por qué no soy más feliz? ¿No soy salvo? Con los años de caminar con el Señor, la oración diaria, y el estudio sistemático de la Palabra, aprendí que:
1. En la verdadera vida cristiana no hay nada que se base en los sentimientos. Nunca se nos dice que sintamos de cierta manera, ni que intentemos sentirnos de cierta manera, ni que esperemos sentirnos de cierta manera.
El arrepentimiento no es un sentimiento: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hch 17:30). El arrepentimiento es un mandato divino (un mandamiento. una orden) que debemos obedecer. El arrepentimiento es un cambio de mentalidad que resulta en un cambio de vida. Es un cambio de actitud hacia Dios, acerca de Dios (renuncia a la vida propia); es un cambio de parecer acerca de la salvación (renuncia a dioses falsos, cristos falsos, religión falsa). Considérese 2 Corintios 7:10-11. La “tristeza” aquí es estar “arrepentido” por no considerar al Señor y su Palabra. No es una emoción.
La fe salvadora no es un sentimiento. La fe salvadora es invocar a Cristo: “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Ro 10:13); es venir a Cristo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt 11:28); es recibir a Cristo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn 1:12).
La llenura del Espíritu Santo no es un sentimiento (Ef 5:18). Es una rendición a su dirección. Rendirse a Él, es obedecer la Palabra de Dios en todos los aspectos de la vida, lo cual es imposible de hacer sin tener la voluntad para hacerlo, el conocimiento correcto y el poder del Señor otorgado en respuesta a nuestras oraciones.
Crecer en la gracia no es un sentimiento, es tener voluntad para hacerlo: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis” (1 P 2:2); “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, templanza; al templanza, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 P 1:5-7).
2. Los sentimientos son un aspecto del alma (carne), no del Espíritu.
El hombre es un ser tripartito: cuerpo, alma y espíritu (1 Ts 5:23).
El alma está particularmente asociada con los sentimientos del hombre. El alma puede experimentar amor romántico: “Pero su alma se apegó a Dina la hija de Lea, y se enamoró de la joven, y habló al corazón de ella” (Gn 34:3). Amistad: “El alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (1 S 18:1). El alma puede estar desanimada (Nm 21:4), “angustiada” (Gn 42:21), “desfallecida” (Nm 11:6), “triste” (Jn 10:16; Job 30:25), “amargada” (1 S 1:10), “abatida” (Sal 43:5).
El alma es débil y fácilmente se turba y se desanima en este mundo. “Mi vida [lit., alma] está de continuo en peligro, mas no me he olvidado de tu ley” (Sal 119:109).
El alma se ve afectada por los antecedentes de una persona: su vida familiar, cómo fue criada, qué tipo de pecados cometió. Ciertos tipos de drogas dañan el alma (por ejemplo, la marihuana, el LSD, la psilocibina, etc.).
3. Los sentimientos del alma varían según la personalidad de los individuos.
Pensemos en los niños, por ejemplo. Una niña se emociona por todo. Se emociona con un montón de tierra, con las flores y las mariposas. Su hermano menor se emociona por casi nada que tenga que ver con la naturaleza, pero se emociona por lo que lee.
4. Los sentimientos varían según las circunstancias. Pensemos en la tristeza y el dolor emocional:
Hay dolor a causa del pecado y de nuestra condición caída. Vivimos en “un cuerpo de muerte” (Ro 7:24). Estamos sujetos a “la esclavitud de la corrupción” (Ro 8:21). “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Jn 1:8). Tenemos el “viejo hombre”: “en cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre” (Ef 4:22). Tenemos “la carne”: “Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Ro 13:14).
Hay dolor porque vivimos en un mundo caído: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (Ro 8:22-23).
Hay tristeza debido a un sinnúmero de factores. El salmista describe grandes pruebas de aflicción. “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?” (Sal 42:5,11; 43:5); “Abatida hasta el polvo está mi alma” (Sal 119:25); “Porque estoy como el odre al humo” (Sal 119:83); “Y mi espíritu se angustió dentro de mí; está desolado mi corazón” (Sal 143:4).
Hay tristeza a causa de las múltiples pruebas de la vida: “Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo…” (1 P 1:3-7, ).
Hay tristeza a causa de la persecución: “Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito” (2 Co 7:5-6).
Hay tristeza a causa de la enfermedad: “Epafrodito ,,,Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza” ( Fil 2:27).
Hay tristeza con aquellos que están tristes: “Gozaos con los que se gozan, y llorad con los que lloran” (Ro 12:15).
Hay tristeza por causa del pecado y el error: “Y esto mismo os escribí, para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar; confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros. Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo” (2 Co 2:3-4).
Hay tristeza por los que no son salvos: “Tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne” (Ro 9:2-3).
Hay tristeza en la disciplina: “Es cierto que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza…” (He 12:11).
5. El gozo cristiano es más que un sentimiento
Puedes estar triste y al mismo tiempo gozarte: “como tristes, mas siempre gozosos” (2 Co 6:10).
El gozo bíblico no es lo mismo que una emoción o un sentimiento de felicidad. Bíblicamente hablando, “gozo” es una palabra más amplia que “feliz”. El mundo piensa en el gozo solo en términos de felicidad emocional, pero el gozo bíblico no es exactamente eso. Es gozarse en el sentido de tener confianza en Cristo y descansar en las promesas de Dios, sabiendo que estoy seguro en Sus manos y bendecido por Él, independientemente de lo que suceda en mi vida terrenal. Nuestro estado emocional puede fluctuar incluso mientras nos gozamos en el Señor. Puede haber tristeza en la carne, incluso cuando hay gozo en el Espíritu. Puede haber tristeza por las circunstancias, incluso mientras nos gozamos en Cristo y en las maravillosas promesas de Dios.
El gozo de la salvación viene por la fe en las promesas de Dios: “gozo de la fe” (Fil 1:25); “a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 P 1:8).
6. La fluctuación de los sentimientos se puede evitar; las emociones se pueden controlar adecuadamente mediante el conocimiento de la Palabra de Dios, la oración y el fruto del Espíritu.
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Sal 42:5,11).
Debemos vivir por fe. Vivir por fe es vivir según la Palabra de Dios (Ro. 10:17, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Ro 10:17). Debemos estar inmersos en la Palabra de Dios. Debemos ser estudiantes serios de la Biblia. Debemos memorizar y meditar en la Palabra de Dios, especialmente aquellos pasajes que “nos hablan” de manera especial en medio de circunstancias difíciles.
Vivir por fe es vivir según la Palabra de Dios persistentemente. Debemos siempre seguir adelante. “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Jn 8:31). “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hch 2:42). “confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles” (Hch 14:22). “Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy” (Hch 26:22). “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad” (Ro 11:22). “Si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído” (Col 1:23). “...si permaneciere en fe, amor y santificación” (1 Ti 2:15). “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido” (2 Ti 3:14).
Si tropiezas y te caes, vuelve a levantarte y sigue adelante: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse” (Pr 24:16). Si te apartas de la luz, confiesa tu pecado y vuelve a la luz (1 Jn 1:5-10). Si la carne se levanta, regresa al Espíritu: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gl 5:16-17).
Nunca te detengas; nunca te alejes; nunca te vayas de la presencia de Dios; nunca te rindas; niégate siquiera a pensarlo. Ten la fe de Pedro: “Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Jn 6:67-69).
Recuerda que “el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mt 10:22; 24:3;Mr 13:13). Y que el Señor dice: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Ap 2:10). “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Fil 2:12).
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