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viernes, 21 de marzo de 2025

NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE

Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado” (Pr 18:10).

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Cuando tienes miedo, ¿qué tipo de torre quieres para tu protección y seguridad? El Señor es una torre fuerte en tiempos terribles. Puedes acercarte a Él y estar seguro, siempre que lo necesites. Nada puede sacudirlo. Su nombre es el Señor, y no hay otro lugar para tal protección contra el peligro. Echa mano de este proverbio por fe; y salvará tu vida.

No es simplemente el nombre del Señor que es una torre fuerte, porque Su nombre no tiene propiedades mágicas para los impíos. Es el Dios por cuyo nombre los hombres lo conocen, lo que quiere decir el texto. Es el Señor mismo, con todos Sus gloriosos atributos y perfecciones, a quien se refiere. Él es el Dios vivo y verdadero, Creador del cielo y de la tierra, Padre de los huérfanos y defensor de viudas. Sí, este Dios. Su nombre es el Señor. ¿Lo conoces bien?

¿Quién es este Jehová? Este nombre está compuesto por las cuatro letras mayúsculas que representan el tetragrámaton sagrado de Israel. Dios se reveló a Sí mismo a Moisés como YO SOY EL QUE SOY. Los judíos consideraban este nombre inefable (impronunciable). Así que lo escribieron como un tetragrama de cuatro consonantes, JHVH. Está completado con vocales de otros nombres hebreos de Dios, Elohim y Adonai, ¡para ser escrito y pronunciado como Jehová! Jehová significa YO SOY EL QUE SOY.

¿Es este Dios una torre fuerte? ¡No hay otro Dios sino Él! Los dioses de las naciones son imaginaciones diabólicas de paganos ignorantes. Son tótems, piedras, animales e insectos. Deben ser transportados de un lugar a otro. Jehová los ridiculiza repetidamente en la Biblia, y considera que los que los adoran son igual de estúpidos que ellos.

¿Qué tan fuerte es ésta torre? Confía en el Señor para siempre, porque en el Señor Jehová está la fortaleza eterna (Is 26:3-4). Abraham, Isaac y Jacob lo conocieron como el Dios Todopoderoso, pero Él se reveló más a Sí mismo a Moisés (Ex 6:3). Agar lo nombró: “Tú eres Dios que me ve” (Gn 16:13). “Padre de los huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada” (Sal 68:5). ¡Nunca se ha perdido ninguno que haya puesto su confianza en Él!

Deja que David sea tu ejemplo. Invoca a Jehová en tus tribulaciones, y deja que Él te rescate (Sal 18:1-6). Él era para David roca, fortaleza, libertador, Dios, escudo, cuerno y torre alta (Sal 18:2). David dijo: “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía” (Sal 18:1).

Él rescata a los justos así: 

Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron. Ligaduras del Seol me rodearon, me tendieron lazos de muerte. En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos” (Sal 18:4-6). 

¿Conoces a este Dios glorioso? ¿Te deleitas y confías en Él?

¿Crees que Alá puede hacer tales cosas? ¿O el Gran Espíritu de los indios americanos? ¿O el perro sagrado de los egipcios? ¿O el escarabajo beatificado de los etíopes? ¿O el sol, la luna o las estrellas, que muchos han adorado? Hay un solo Dios vivo y verdadero: Jehová. Deberías conocerlo. Él te ha hecho para Sí mismo (Pr 16:4). Adórale.

Si no te gusta burlarte de los ridículos dioses falsos de los paganos, entonces necesitas leer la Biblia o encontrar una nueva religión, porque Jehová se complace en ridiculizar a los lastimosos suplantadores de las religiones paganas. ¡Ninguno se compara con Él! Echa un vistazo a estos pasajes de las Escrituras: 1 Reyes 18:27; Salmo 115:1-8; 135:15-18; Isaías 40:18-20; 44:9-20; 46:1-9; Jeremías 10:1-5; y Habacuc 2:18-20.

“¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo?, ¿la estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra? ¡Ay del que dice al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate! ¿Podrá él enseñar? He aquí está cubierto de oro y plata, y no hay espíritu dentro de él. Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra” (Hab 2:18-20).

Habiéndose cansado de los ídolos de madera y piedra hechos por el hombre, los paganos del mundo se han superado a sí mismos con nuevos inventos. Los musulmanes adoran a Alá, el dios de la luna de los árabes (nótese la luna creciente en la parte superior de cada mezquita). Los hindúes han reducido su millón de dioses a la trinidad profana de Shiva (destructor), Brahma (creador) y Vishnu (preservador). Ninguno de estos se puede comparar en absoluto con Jehová el SEÑOR.

Rechazando las ridículas deidades paganas de los musulmanes e hindúes, los comunistas rusos adoraron a un hombre flaco e ignorante llamado Vladimir Lenin, y los comunistas chinos adoraron a un hombre gordo e ignorante llamado Mao Tse Tung. Los demonios conocen a todos estos impostores, desde Alá hasta Mao, y se ríen hasta el infierno de ellos.

Pero hay un Hombre al que los demonios temen más que a todos los dioses, ángeles y hombres juntos. Y no es José Smith, Mahoma o el Papa Francisco. Es el Hombre Jesús de Nazaret. Cuando estuvo en la tierra en un estado de gran humildad, los demonios corrieron y lo adoraron repetidamente, y le rogaron que no los atormentara antes del tiempo señalado para el juicio. Ahora, exaltado a la diestra de Dios, Él está muy por encima de todos ellos, preparándolos para usarlos como estrado de sus pies antes de enviarlos a una eternidad en el lago de fuego que arde con azufre (Ap 19:20).

Tampoco los verdaderos cristianos se rebajan a la superstición babilónica-romana y oran a María. Ella no es ni una torre ni fuerte. Ni siquiera pudo ayudarse a sí misma. María necesitaba un Salvador tanto como cualquier otra mujer, como ella misma le dijo a su prima Elisabet (Lc 1:46-49). Ella sabía que era una sierva humilde y objeto de bendición, no una dadora de bendiciones. El Señor Jesús dijo que su madre no era más importante que cualquier creyente en Dios (Lc 11:27-28; Mt 12:46-50).

Tampoco los verdaderos cristianos oran a los santos, porque están muertos y enterrados hasta el día de hoy. Ellos no pueden ayudar. No son una torre fuerte. Murieron porque eran pecadores bajo la maldición de Dios. Olvida sus nombres. Los católicos los inventan tan rápido y frívolamente como los hindúes inventan nuevos dioses. Los nombres de ambas religiones no valen nada. ¡Invoca al SEÑOR!

Tus padres, pastores, y maestros no son mejores. Ellos no pueden ayudarte. Necesitan una torre fuerte tanto o más que tú. Hay un solo nombre por el cual cualquier hombre puede ser salvo; sólo hay un nombre que está sobre todo nombre; hay un solo nombre que es torre fuerte. Es Jesús, el Rey de reyes y Señor de señores ante el cual se doblará toda rodilla (Ap 19:16; Fil 2:9-11).

Cuando un cristiano termina sus oraciones a Dios diciendo: “En el nombre de Jesús”, invoca el nombre más alto del universo (Fil 2:9-11). Porque está usando el nombre que significa el SEÑOR Jehová es salvación (Mt 1:21). ¡Esta sí que es una torre fuerte! ¡Estarás a salvo en Él!

¡Que se sepa para siempre que Jesús de Nazaret, el Mesías de Israel, el Cristo de Dios, es el mismo Jehová, el Dios Fuerte, el Padre Eterno, el Bendito y Único Potentado, Emanuel, la Palabra de Dios! ¡Él es SEÑOR, y Él es Señor de todo!

Cristiano, conoces al SEÑOR. Él es tu torre fuerte. Él te salvará de todos y cada uno de los peligros en tu vida. “Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Selah” (Sal 62:8). “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende” (Sal 34:7).

¡Corre hacia Él! No hay ayuda en ningún otro nombre. Corre hacia Él en oración. Corre a Él creyendo. Corre hacia Él con fe. ¡Corre hacia Él ahora! Él te librará de todos tus enemigos y problemas en esta vida y en la vida venidera. ¡Corred a Él, vosotros justos!

Pero no corras hacia Él con pecados no confesados, porque Él te rechazará (Pr 15:8,29; 28:9; Sal 66:18; Is 1:15; Stg 4:3). Dios no es burlado por tales oraciones o adoraciones profanas; si has rechazado Sus advertencias, Él se reirá de tu calamidad (Pr 1:20-32). Él es SANTO.

No importa cuáles sean tus temores o problemas, en el tiempo o en la eternidad, el Señor es tu torre fuerte, y Él te salvará. 

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch 4:12). 

“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Ap 1:17-18).

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Ap 19:11-16).

“El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros (1 Co 16:22-23).

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