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viernes, 23 de julio de 2021

MATRIMONIOS DE LA BIBLIA


La Biblia tiene mucho que decir sobre el tema del matrimonio. Dado que el primer matrimonio fue entre el primer hombre y la primera mujer, sabemos que el matrimonio fue creado por Dios y es su voluntad para la mayoría de las personas. Fue instituido por Dios y, por lo tanto, es una institución santa—sólo entre un hombre y una mujer

La primera razón que da la Biblia para la existencia del matrimonio es simple: Adán estaba solo y necesitaba una ayuda (Génesis 2:18). Este es el propósito principal del matrimonio: compañerismo, comunión, ayuda y consuelo mutuos.

Otro de los propósitos del matrimonio es crear un hogar estable para los hijos (en caso que los haya) en el que ellos puedan crecer y prosperar. El mejor matrimonio es entre dos creyentes (2 Corintios 6:14) para que puedan producir una descendencia piadosa.

El matrimonio también protege a las personas de la inmoralidad (1 Corintios 7:2). El mundo en el que vivimos está lleno de imágenes inmorales, insinuaciones y tentaciones. Incluso si una persona no persigue el pecado sexual, este la persigue a ella y se le hace muy difícil escapar de él. El matrimonio proporciona un lugar saludable para expresar la intimidad, sin abrirse al severo daño emocional (y muchas veces físico) causado por las relaciones casuales y promiscuas. Está claro que Dios creó el matrimonio para nuestro bien (Proverbios 18:22), para hacernos felices, para promover una sociedad más saludable y para producir santidad en nuestras vidas.

Finalmente, el matrimonio es una hermosa imagen de la relación entre Cristo y Su iglesia. El cuerpo de creyentes que componen la Iglesia se llama colectivamente esposa de Cristo. Como Novio, el Señor Jesús dio Su vida por Su esposa, “para santificarla, limpiándola en el lavamiento con agua por medio de la palabra” (Efesios 5: 25-26), y Su acto desinteresado proporciona un ejemplo para todos los maridos. En la segunda venida de Cristo, la iglesia se unirá con el Novio, se llevará a cabo la “ceremonia de boda” oficial y con ella se actualizará la unión eterna de Cristo y Su esposa (Apocalipsis 19: 7–9; 21: 1-2).

Sin embargo, tarde o temprano todo matrimonio pasará por momentos difíciles o situaciones traumáticas indeseables. Cuando dos personas pecadoras (aunque arrepentidas) están tratando de crear una vida juntos, habrán roces y desaveniencias que deben enseñarle a la pareja a someterse al mandato de Dios de amarse unos a otros como Dios nos ha amado (1 Juan 3:16), o la relación fracasará. Nuestros intentos de seguir los mandamientos de Dios con nuestras propias fuerzas tienden a terminar en fracaso, y ese fracaso debiera hacer que los creyentes seamos más conscientes de nuestra dependencia de Dios y más abiertos a la obra del Espíritu en nosotros. Si esto sucede, producirá piedad en los cónyuges. Y la piedad nos ayuda a seguir los mandamientos de Dios. El matrimonio, entonces, es muy útil para quien trata de vivir una vida piadosa, pues nos ayuda a limpiar nuestro corazón del egoísmo, la falta de perdón y otras impurezas que matan la vida espiritual.

Dijimos al comienzo que la Biblia tiene mucho que decir sobre el tema del matrimonio. Y si tiene mucho que decir acerca de él, es mejor que prestemos atención, porque todo lo que la Biblia tiene que decir sobre un tema es para nosotros y nuestro bien:

“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”(1 Corintios 10:11).

“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15:4).

En esta serie:

1. La Luna De Miel Ha Terminado—La historia de Adán y Eva

2. Sí, Mi Señor—La historia de Abraham y Sara

3. Háblame—La historia de Isaac y Rebeca

4. ¡Nunca Satisfecha!—La historia de Jacob y Raquel

5. Dos Listos Para La Boda—La historia de Booz y Rut

6. Atrapados En La Trampa Del Tentador—La historia de David y Betsabé

COMENTARIO DEL APOCALIPSIS

7. A Mi Manera—La historia de Acab y Jezabel

8. Amor Eterno—La historia de Oseas y Gomer *

9. Para Esta Hora—La historia de Asuero y Ester

10. Suceden Cosas Imposibles—La historia de Zacarías y Elisabet

11. ¿Confías en Mí?—La historia de José y María

COMENTARIO DEL APOCALIPSIS

12. Seamos Honestos—La historia de Ananías y Safira

13. Lado a Lado—La historia de Aquila y Priscila

              Estudio devocional de 55 mujeres de la Biblia



lunes, 19 de julio de 2021

SABED QUE VUESTRO PECADO OS ALCANZARÁ

Números 32:23 dice: Sabed que vuestro pecado os alcanzará”.

Esta es una sentencia que suena muy intrigante, especialmente si se lee de forma aislada. Así que revisaremos su contexto, especialmente todo el capítulo de Números 32, y luego veremos qué más tiene que decir la Biblia sobre el tema de que  nuestro pecado nos alcance.

La declaración Sabed que vuestro pecado os alcanzará es dicha por Moisés al finalizar el éxodo de Israel de Egipto. Después de vagar por el desierto durante 40 años, las tribus de Israel finalmente se estaban preparando para cruzar el río Jordán hacia la Tierra Prometida. Se requirió que hombres en edad militar de las doce tribus ayudaran a cada tribu a conquistar su territorio asignado, una tarea que implicaría mucho tiempo y dificultades.

Antes de que los israelitas cruzaran el Jordán, las tribus de Gad y Rubén le hicieron saber a Moisés que les gustaba justo donde estaban, al este del Jordán. La tierra allí era ideal para la cría de ganado (Números 32: 1), y los líderes de esas tribus se acercaron a Moisés para pedirle permiso para establecerse en el lado este, en lugar de en Canaán. Moisés al principio dijo “No”. ¿Irán vuestros hermanos a la guerra, y vosotros os quedaréis aquí? (versículo 6). Luego los acusó de no querer entrar en la Tierra Prometida, como había hecho la generación anterior: “Así hicieron vuestros padres, cuando los envié desde Cades-barnea para que viesen la tierra” (versículo 8). Y les recordó que fue ese mismo pecado lo que hizo que la ira del Señor se encendiera contra ellos durante 40 años, y les advirtió que corrían el riesgo de traer destrucción a toda la nación de nuevo (versículos 13-15).

Pero Gad y Rubén tenían una intención diferente, como explicaron. Le propusieron a Moisés que ellos dejarían a sus rebaños y familias en los asentamientos mientras los hombres se armaban y se iban a la guerra en Canaán. Después de que le aseguraron a Moisés tres veces que no iban a abandonar a sus hermanos israelitas, él accedió a su pedido. Les dijo que debían luchar hasta que la tierra fuera sometida, y sólo entonces podrían regresar a su propiedad al este del Jordán. Entonces Moisés añadió la advertencia: “Mas si así no lo hacéis, he aquí habréis pecado ante Jehová; y sabed que vuestro pecado os alcanzará” (Números 32:23).

Cuando Moisés dijo: Sabed que vuestro pecado os alcanzará”, no quiso decir Todos se enterarán de tu pecado”, como se usa hoy en día en que la expresión ya es un dicho de uso común en habla inglesa. Si las tribus del otro lado del Jordán no cumplieran su promesa, sería un pecado contra el Señor y toda la nación, y su pecado sería obvio para todos. Más bien, la advertencia de Moisés insinúa la naturaleza misteriosa, pero verdadera, del pecado.

En varios lugares de la Biblia, el pecado se describe en términos que lo hacen parecer como un ser vivo con mente y voluntad propias. Dios advierte poéticamente a Caín que “el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él” (Génesis 4:7). Es decir, el pecado te está acechando en todo momento; desea tenerte, pero tú debes gobernarlo. Santiago asemeja el pecado al acto íntimo entre una pareja de amantes que concibe y engendra a una criatura. Él dice cada uno [de nosotros] es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte (Santiago 1:14-15). Pablo, en Romanos 7:14-25, describe el pecado como si fuera un ser que vive dentro de él, lo esclaviza contra su voluntad y lo obliga a hacer lo que él mismo odia y condena: “Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí [es el que lo hace]” (versículo 20).

En la declaración Sabed que vuestro pecado os alcanzará”, el pecado se muestra como un perro de caza que va detrás de su presa siguiendo cada pequeño rastro que ella deja en el camino. El amo de ese perro, el cazador, es el Señor mismo. El perro de caza [el pecado que cometiste] te “alcanzará” un día y te clavará sus dientes dejándote imposibilitado(a) de continuar tu huida. Entonces quedarás a merced del Cazador, que no toma prisioneros.  

La naturaleza del pecado es tal que, ya sea que otros descubran o no tu pecado, te “alcanzará” un día. No puedes huir de las consecuencias. El pecado lleva en sí mismo el poder de devolverle al pecador el doble de lo que hizo, y la retribución del pecado es el infierno. El pecado es un perro entrenado: no puede ser domesticado, superado o sacudido. No puedes hacer que cambie su mente y te tenga compasión o simpatía arrojándole un trozo de carne. No importa cuán seguro(a) creas que estás ahora, tu pecado te “alcanzará”.

Pablo se hace eco de la advertencia de Moisés a las tribus de Israel, “Sabed que vuestro pecado os alcanzará”No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Gálatas 6: 7-8). 

Humanamente hablando, no hay manera de escapar de las consecuencias de nuestro pecado. Es una ley divina inquebrantable: lo que sembramos, cosecharemos. Y cualquier sembrador de semillas sabe que siempre se cosecha más de lo que se siembra. En la naturaleza, una semilla puede producir un árbol o una hortaliza que puede dar el ciento por uno de lo que originalmente fue. Tal es la siniestra naturaleza del pecado

En una historia bíblica muy conocida registrada en 2 de Samuel 12 leemos cómo Dios envió al profeta Natán para que enfrentara a David por su doble pecado de adulterio y asesinato. El profeta le refiere al rey una parábola. Esta trata acerca de un egoísta hombre rico que le robó una amada corderita a un vecino pobre para alimentar con ella a unos comensales. Cuando David oyó el relato, se encolerizó y decretó: “Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia” (2 Samuel 12:5-6). Natán replicó: “Tú eres aquel hombre” (2 Samuel 12:7). Natán escuchó la confesión de David de su gran pecado, y le aseguró que el Señor le había perdonado. Natán también le dijo a David que el bebé engendrado en pecado moriría. Esta profecía se cumplió al morir el bebé siete días después.

Pero las consecuencias del pecado de David no terminaron ahí. La “corderita” (Betsabé) que el hombre rico (David) había robado sería pagada “con con cuatro tantos”. Durante el resto de la vida de David, él perdería cuatro hijos: el que engendró con Betsabé, luego Amnón, después Absalón, y Adonías. (Y, para colmo, Salomón, otro hijo engendrado con Betsabé, se entregó al materialismo, la sensualidad y a la idolatría, trayendo destrucción sobre el reino que Dios tanto había bendecido durante el reinado de David.) 

Dios perdonó a David, pero por medio de Natán añadió: 

“Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol” (2 Samuel 12:11-12). Los detalles de la tragedia se leen en el resto de 2 de Samuel.

David, con su espada, sembró muerte y destruyó la casa de Urías. Esa fue la semilla que plantó. Lo que cosechó superó con creces lo que había plantado.

Pero Dios lo perdonó, y le dio vida eterna porque David se arrepintió sinceramente de su pecado (como se puede leer en el Salmo 51). Si nos parece que el perdón de Dios no debiera incluir el castigo de quien se arrepiente, no conocemos al Señor. Él dice: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete” (Apocalipsis 3:19). E inmediatamente añade:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:20-21).

Como vemos, el perdón y el amor del Señor superan también con creces su deseo de juzgar al pecador. ¿Para qué esperar a que el perro del pecado te alcance, si ahora te puedes entender y hacer las paces con su Amo? No postergues para después el hacer las paces con el Señor. Tú no eres David, y Él no tendría por qué enviarte a un Natán para confrontarte. Ésta bien podría ser tu última oportunidad. ¿Por qué postergar el cumplimiento en tu vida de la siguiente promesa de parte del Señor?

“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

              Estudio devocional de 55 mujeres de la Biblia


viernes, 16 de julio de 2021

¿SERÁ POSIBLE EXTRAVIARSE DEL BUEN CAMINO?

¿Qué piensas tú? ¿Será posible extraviarse del buen camino? Unos creen que sí es posible, otros dicen que no. En realidad, lo que digan los hombres no cambia la verdad. Lo que sí importa es lo que dice la Palabra de Dios.  

Así que, veamos qué nos dice la Biblia: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10.27–29).

Judas dice que Dios es “poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24).

Según estos versículos estamos seguros en las manos del Padre. Dios es poderoso para guardarnos sin caída. Nadie ni nada nos puede extraviar en contra de nuestra voluntad—a la fuerza—del buen camino.

Pero el Señor nos advierte en otro pasaje de la Escritura: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Apocalipsis 3.5).

En este pasaje Cristo claramente se dirige a los creyentes, pues dice que sus nombres ya están escritos en el libro de la vida. Pero, ¿por qué dice el Señor “El que venciere será vestido ... y no borraré su nombre”? Él habla como si fuera posible que el creyente que no venza perderá el privilegio de tener su nombre escrito en el libro de la vida. ¿Por qué habla así?

El Señor también nos dice:

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Juan 15:5–6).

Antes que una rama pueda ser cortada de un árbol, tiene que estar unida a él. De la misma manera, uno tiene que estar primero unido a Cristo (estar en el buen camino) para poder ser echado fuera de Cristo. Nótese que el Señor dice que los que no permanecen en él, los que se extravían del buen camino, serán cortados, serán echados fuera, se secarán, y los echarán en el fuego.

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano” (Mateo 18:15–17).

El Señor no quiere que ninguno que le ha conocido se aparte de él. Pero él no quita del cristiano el libre albedrío. El libre albedrío es un privilegio, dado a los hombres por mandato divino. El creyente aún es libre para escoger. Dios no rehúsa permitir que el creyente escoja extraviarse del buen camino.

Dios no puede tolerar el pecado. Si el que se aparta del buen camino rehúsa volver, Dios ya lo considera como pecador, y manda que nosotros lo consideremos así también. Aunque antes era un hijo en la familia de Dios, ahora se ha descarriado. Ahora sirve a su nuevo maestro: el diablo. Aunque antes estaba protegido por el Padre, ahora, por su propia desobediencia, está en el camino del enemigo. Se ha extraviado del buen camino. Y a menos que se arrepienta, no va al cielo porque ya no está en el camino que lleva para allá.

Dios dice así: “Cuando yo dijere al justo: De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo.... Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello” (Ezequiel 33:13, 18).

“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2:20–22).

Por estos versículos y muchos más podemos ver claramente que es posible que nos extraviemos del buen camino por nuestro propio descuido y rebelión. Pero nosotros no queremos que esto suceda; mucho menos lo desea nuestro amante Padre. Él nos extiende su cuidado paternal y nos provee de todo lo que necesitamos para ser victoriosos. Los siguientes versículos confirman esta verdad:

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10.13).

“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15.57).

“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4.4).

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41.10).

“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (2 Corintios 2.14).

¡Qué promesas tan maravillosas! ¡Qué victoria está disponible para nosotros en Cristo Jesús! ¡Cuánto agradecimiento le debemos dar al que nos ha rescatado del pecado!

¡Cuán poderoso es Cristo! Frente a la posibilidad de que nos extraviemos del buen camino, Cristo “es poderoso para guardar[nos] sin caída, y presentar[nos] sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24).

Aprovecha del poder de Cristo para ser guardado del extravío. No pienses que ya que eres creyente no es posible que te extravíes. Escucha la advertencia que nos da Cristo: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12).

No añadamos, pues, a las Escrituras, diciendo que no es posible extraviarse del buen camino. Tengamos mucho cuidado cómo vivimos, porque… oye bien, Dios mismo quitará nuestro nombre del libro de la vida si abandonamos el buen camino. Él dice: 

“Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (Apocalipsis 22:18–19).

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Juan 8.31).

“Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Santiago 5:19–20).

“Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24.11–13).

“Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2:21-22).

“Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3:17).

“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:1–3).

              Estudio devocional de 55 mujeres de la Biblia



miércoles, 14 de julio de 2021

SABIDURÍA DE LO ALTO


“Y salía David a dondequiera que Saúl le enviaba, y se portaba prudentemente. Y lo puso Saúl sobre gente de guerra, y era acepto a los ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los siervos de Saúl” (1 S 18:5).

“Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él.  Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, tenía temor de él” (1 S 18:14-15).

“Y salían los jefes de los filisteos a campaña , y sucedía que cada vez que salían, David se comportaba con más sabiduría que todos los siervos de Saúl, por lo cual su nombre era muy estimado” (1 S 18:30—LBLA).

En estas tres citas bíblicas vemos cómo la prudencia (sabiduría) con la que David se comportaba es exaltada. Esto fue al principio de la vida militar de David, cuando seguramente se sentía muy inseguro acerca de sus capacidades y cualidades para estar en tan elevada posición, y por lo tanto buscaba a Dios continuamente en oración para que lo ayudara y bendijera en todo lo que hacía. Y Dios honraba la fe de David.

Buscar a Dios en oración es esencial para tomar buenas decisiones. Más tarde, el mismo David tomó pésimas decisiones que le costaron la vida de cuatro de sus hijos (el que engendró con Betsabé, Amnón, Absalón, y Adonías) justamente por haberse apartado de Dios y dejado de buscarlo en oración. 

Cada vez que tomamos decisiones por nuestra cuenta, confiando ya sea en las circunstancias, en nuestros sentimientos, en la promesa del éxito, en la moda del momento, en vez de confiar en la fe, es decir, en lo que la Palabra de Dios claramente nos dice y enseña, podemos estar seguros que el resultado final, ya sea a corto o largo plazo, será la ruina.

Para evitar el tropezar y caer en la vida, necesitamos sabiduría de lo alto. Pero, ¿qué es sabiduría de lo alto y cómo se obtiene? La sabiduría es la habilidad o destreza de aplicar los conocimientos, hechos o informaciones a la vida practica. Pero la sabiduría de lo alto es aquella que proviene de Dios, que nos permite establecer una relación de armonía con Dios y tomar buenas decisiones (Stg 3:13-18).

A continuación presentamos un bosquejo de los cinco caminos que un(a) creyente puede seguir a la hora de tomar una decisión. Los que debe evitar, y el que debe seguir.

1. Vellón de lana (vellocino) o circunstancias

Gedeón (Jue 6:36-40). Conocía la voluntad de Dios, pero igual pidió señales que la confirmaran. Como nosotros no somos el elegido Gedeón, y vivimos en tiempos en que la revelación completa de Dios ya ha sido dada (Jud 1:3), difícilmente el Señor va a concedernos una señal cuando Él ya ha expresado su voluntad en las páginas de la Biblia. El vellón de Gedeón, hoy en día, es igual a: 

  • Buscar señales o indicadores externos.
  • Elegir por circunstancias o destino.
  • Valorar los resultados que otros han logrado.
  • Exaltar coincidencias o eventos fortuitos.
  • Utilizar horóscopos, tablas Ouija o psíquicos.

Debemos tener presente que la prosperidad de los necios engaña (Pr 1:32). El miedo o la preocupación distraen (Ec. 11: 4). El silencio de Dios puede engañarte (Sal. 50:21). Los paganos miran al cielo (Jer. 10: 2), y Dios condena a todos los tales (Dt.18: 9-14). Israel llevó el arca a la batalla como si fuera esta un talismán que atraería el favor del Señor (1 S. 4: 3).

2. Sentimientos (o corazón)

La historia Amnón (2 S 13: 1-16) nos enseña cosas muy importantes acerca de lo voluble e inconfiable que es el corazón humano. El amor y el odio causaron elecciones pecaminosas en este joven que precipitaron su muerte. Y es que el corazón: 

  • Permite que las emociones influyan en las decisiones.
  • Hace que elijas por intuición o enamoramiento.
  • Es puro sentimentalismo, lujuria, piedad y deseo pasajero.

¿Sigue a tu corazón? ¿Sé sincero(a) contigo mismo(a)? ¿Si se siente bien no puede estar mal? Sólo los necios confían en sus corazones (Pr. 28:26). El corazón engaña sobre todo (Jer. 17: 9) y nada bueno proviene de él ( Mt 15:19).

Lo que se siente bien, a menudo está mal (Pr. 14:12). Debemos aborrecer a todos menos a Dios (Lc 14:26). El problema que tenía la iglesia de Corinto era que no le gustaba juzgar, discriminar, discernir entre lo verdaderamente espiritual y lo carnal (1 Co 5: 1-2). Los jóvenes, principalmente, deben odiar los sentimientos provocados por las citas de parejas donde el Señor está ausente (Pr. 6: 23-25; 31:30). Debemos aprender a aplicar el amor de la disciplina sin poner atención al llanto (Pr. 19:18).

3. Fortuna (o éxito)

Lot (Gn 13:10-11). La trágica historia de Lot es bastante conocida. Se resume en estas palabras: eligió las riquezas y lo perdió todo. Su tragedia se repite a diario hoy en día y se puede prever en quienes:

  • Piensan egoístamente en beneficio a corto plazo.
  • Hacen elecciones para obtener una ventaja o por su propio beneficio.

La búsqueda del éxito también se llama ambición, codicia, orgullo, amor propio, descontento con el lugar asignado por Dios, emulación. Es tomar decisiones para promocionarse.

La mundanalidad es la adoración del vientre (Fil 3: 18-19). El contentamiento es una gran ganancia (1 Ti 6: 5-6). El amor al dinero corrompe (1 Ti 6: 6-10). Perder es ganar (Mt 16:25; 19:29). La liberalidad trae ganancias (Pr. 11: 24-26).

Eva, Acán, Acab y Demas todos fallaron.

Si eres amigo(a) del mundo eres enemigo(a) de Dios (Stg 4:4).

4. Moda (o popularidad)

Saúl (1 S 15:19-26). Agradó a la gente y perdió a Israel. Lo perdió el deseo de ser aceptado por los demás, la presión de los pares del mundo para ajustarse a ellos. Hoy día es similar a:

  • Amor a la familia / amigos por encima de la Palabra.
  • Valorar las tendencias por encima de la costumbres bíblicas (hitos antiguos).
  • El miedo a estar solo atrapa a los hombres.

Los malos amigos corrompen (1 Co 15:33; Pr. 13:20). Seguir a la multitud es pecado (Ex. 23: 2). El miedo al hombre es una trampa (Pr. 29:25).

Ejemplos de seguidores de modas: Aarón, Josafat, Pilato, Festo. Ejemplos de quienes rechazaron las modas: Pedro, Josué, Caleb y Daniel se mantuvieron firmes en la Palabra de Dios.

Evita a los tontos (Pr. 1:10-15; 4:14-15; 14:7).

La familia debe estar en segundo lugar (Mt 10:34-37).

5. Fe (sabiduría bíblica)

Abraham (He 11: 8). Se fue a una nueva tierra sólo por fe (la Palabra de Dios). La fe es:

  • Confiar absolutamente en Dios y Su Palabra.
  • Creer que Dios recompensa a los que lo buscan y que la Biblia es el manual perfecto para las decisiones de la vida.
  • Rechazar señales, sentimientos, fortuna o modas.

La Biblia sola basta para responder a todas las preguntas que un creyente pueda tener, sólo necesita entrenarse en cómo buscar las respuestas que necesita (manuales bíblicos, diccionarios, comentarios, biografías de santos del pasado y de mártires del presente pueden ser de gran ayuda si se acompañan con oración y ayuno).

Dios es mejor que tu corazón (Pr. 3: 5-6). Dios es mejor que una fortuna (He 11:26). Dios es mejor que un vellón (Lc 5: 5-7). Dios es mejor que una moda pasajera (Sal 73: 25-26). La fe agrada a Dios (He 11: 1-2,5-6). La Escritura es definitiva (Sal 119: 128; Is 8:20).

David confió en Dios (1 S 26: 6-12; 30:6).

David tuvo dos veces el vellón de Saúl en sus manos, con sentimientos de venganza, por la fortuna del trono que Dios le había dado, con la moda de los sobrinos pidiendo la cabeza del rey (1 S 24 y 26). Pero no cedió.

¿Qué tentó a José cuando la Sra. Potifar lo solicitó? Los sentimientos de una mujer hermosa y la fortuna de un trabajo maravilloso, pero eligió la fe (Gn. 39: 7-9).

¿Qué tentó a Abraham cuando Dios le pidió a Isaac como holocausto? Los sentimientos de Sara por su hijo y la fortuna de su simiente prometida en Israel (He 11:17-19).

¿Qué tentó a Elí cuando supo que sus hijos estaban cometiendo un gran sacrilegio? Los sentimientos en contra de matar a sus propios hijos (1 S 3:13). Pero Asa era mejor (2 Cr 15:16).

¿Qué tentó a Judas Iscariote? La fortuna de ganar dinero extra, porque era un ladrón (Jn 12: 6). También pudo haber creído que el Señor Jesús escaparía fácilmente de manos de sus enemigos (Mt 27:3-4).

¿Qué tentó a Moisés a golpear la roca en lugar de hablarle? Su inusual sentimiento de ira por la rebelión de los israelitas quejumbrosos (Nm. 20:7-13; Sal 106:32-33).

¿Qué tentó al Señor en sus cuarenta días en el desierto? Sus sentimientos de hambre por pan; Su fortuna como rey sobre el mundo; y su identificación (vellón) con el templo (Lc 4:1-13).

¿Cuál es la tentación por no conseguir una entrevista de trabajo un mes después de estar tocando puertas? Somos tentados a usar el vellón porque pensamos Dios se ha pronunciado en contra de que obtengamos un trabajo y sentimos que la oración es vana.

¿Deberías echar suerte para saber si debes asistir a tu iglesia el domingo? ¿Si debes leer tu Biblia mañana? ¿Para elegir entre un cónyuge piadoso y uno impío? ¿Qué es este error? Un vellón.

¿Qué sucede cuando una persona que está orando por un automóvil que no debería tener encuentra uno en venta cerca? El Señor está usando el vellón para probar la fe y la obediencia de esa persona.

¿Qué pasaría si por casualidad conocieras a un perfecto incrédulo, se amaran mucho, con padres muy ricos de su parte, un hombre al que todos adoran? Dios te está probando con los cuatro errores (2 Co 6:14).

¿Qué pasaría si por casualidad consiguieras un trabajo que otros ansiaban, era justo lo que querías hacer y paga más que cualquier otro, pero requiere que comprometas tu fe de alguna manera? Una vez más, Dios te está probando.

¿Qué decimos acerca de la Biblia, si usamos un vellón en cosas claramente expresadas? Que la despreciamos y tentamos a Dios al pedirle dirección en un asunto ya respondido por escrito en su Palabra.

¿Qué concluimos?

Rechaza los vellones, los sentimientos, la fortuna, las modas. Elije el camino que desees según las Escrituras y confía en Dios para obtener más detalles (Pr. 16: 9; Stg. 4: 13-15; Rt 2: 3; Sal 127:1-2).

Si usamos un vellón, tentamos a Dios; si seguimos los sentimientos, estamos engañados; si buscamos ganancias mundanas, perderemos nuestras vidas. La fe confía en Dios sobre cualquier hombre o circunstancia.

Obedecer a Dios y buscar su reino primero son elementos esenciales para tomar buenas, sabias decisiones (Sal 37:4; 128:1-4; Pr. 28:13; Ec. 12: 13-14; Hag 2: 5-11; Mt 6:33).

Si dos opciones son iguales a la luz de las Escrituras, ¿qué proceso toma la decisión final?

La libertad de tu deseo, una multitud de consejeros y tal vez usar un vellón en oración.

              Estudio devocional de 55 mujeres de la Biblia



lunes, 12 de julio de 2021

EL «OCIO»



El recuento de las vacaciones era un ejercicio clásico de los años escolares. Consistía en escribir una “composición” en donde cada alumno relataba lo que había hecho durante los meses alejados de las obligaciones estudiantiles. Algunos tenían muchas aventuras que contar, mientras otros inventaban un cuento para evitar la vergüenza de admitir que no habían ido a ninguna parte. En ese cruel ejercicio se notaban las diferencias no sólo económicas, sino que se traslucía la falta de imaginación de algunos y el terror de muchos a no pertenecer al grupo de los más acomodados.

Aunque la escritura de una “composición” pasó al olvido, la narración de las vacaciones se mantiene intacta. Es lo que se conversa en las oficinas, de lo que se habla en los cafés, lo que muchos exponen en las redes sociales con precisión y narcisismo. Incluso los que se quedan en sus casas muestran sus formas de enfrentar el tiempo libre: hacen asados, organizan juegos, van al cine, salen por el día a la playa, se despiertan y almuerzan tarde, andan en bicicleta y practican deportes.

Lo que no se escucha ni se exhibe son historias de “ocio”. No hacer nada, especular con el tiempo, quedarse pegado con un recuerdo, escrutar las manchas de la pared y otros mínimos hábitos de los que están adiestrados en el tedio son prácticas en extinción, mal vistas. 

El “ocio” ya no es el cultivo de la vida interior. Tampoco el desarrollo de las inquietudes más íntimas en la soledad. El “ocio” se ha vuelto una rareza. Ejercer la procrastinación y la desidia es una infracción social. La ansiedad se ha vuelto la norma y se ha canalizado hacia una serie de actividades que permiten olvidar los malos pensamientos que vienen a la mente, las dudas y los escrúpulos propios de quien está reposando sobre una cama sin planes. Leer, visitar cementerios antiguos y caminar por senderos evitados por la mayoría están fuera del rango de lo que se estima como normal.  Lo que está de moda es el sacrificio aventurero: subir y bajar montañas, colgarse de cuerdas para trasladarse de un árbol a otro, saltar de un avión en paracaídas, viajar a lugares exóticos, tener experiencias límites, y sobre todo, salir, salir, salir. “Descubrí que toda la infelicidad de las personas surge de un solo hecho”, escribió el filósofo Blaise Pascal, “que no pueden quedarse  quietos en casa”. Pascal escribió estas palabras en 1670.

Hay algo de temor en la reprobación hacia los “ociosos” por parte de las personas de acción. Los perturban aquellos que son capaces de estar a solas con ellos mismos, aquellos que no necesitan aplacar la angustia de una y mil maneras, aquellos que no comienzan a subirse por las paredes ante el anuncio de otra cuarentena. 

Los “ociosos” saben reconocer y convivir con los escombros de sus recuerdos. No le temen a los pensamientos que vienen a la consciencia y que afectan el ánimo. Los militantes de la acción dicen sin tapujos: los “ociosos” son unos lateros, unos amargados, están esperando la muerte, no tienen ánimo ni voluntad para gozar de la vida intensamente. Es cierto, los  “ociosos” fomentan la quietud, la contemplación, la inercia. Además, guardan energías para disfrutar de placeres menores, como un café al lado de (o frente a) una ventana, o una conversación digresiva.

Los “ociosos” son los que se han dedicado a otro tipo de cuestiones, como pensar, escribir y retratar sus propias vidas y la que protagonizan otros. Prefieren conjugar los verbos serestar en vez del hacer perpetuo al que muchos están condenados sin darse cuenta. Los “ociosos” prefieren ver pasar la vida conscientes de la muerte, de la fragilidad. Quizás porque no soportarían tener otro papel en la historia. Los apremios prácticos y coyunturales les parecen desatinos. De ahí que sean tan irritantes para los que tienen fe en la voluntad propia y creen en los sistemas pragmáticos. Esto último es muy curioso, en especial si consideramos que fue el ocio impúdico y confeso de Pascal (El amor tiene razones que la razón no puede entender), Descartes (Pienso, luego existo) y Spinoza (a veces disfrutaba viendo a las arañas perseguir moscas) el que permitió a estos filósofos diseñar y crear los conceptos que gobiernan a los empeñosos pragmáticos de hoy.

Postergar el “ocio” es un desatino. Es en los momentos sin expectativas cuando aparecen nuestra vanidad infecunda y nuestras amargas envidias. (El peregrinaje de cuarenta años de los hebreos por el desierto viene a la mente.) Durante las horas de pereza el pasado vuelve y esclarece el presente. Porque el pasado no es nunca en realidad pasado; siempre está ahí, latente, coloreando el presente, modificándolo incluso

Sabemos cuánto recelo generan estos sentimientos en los “ricos de espíritu”. Los exitistas aborrecen perder un minuto cavilando. Descuidan lo que ellos creen es el lado oscuro del alma, lo imprevisible y lo fatal que nos vencerá a todos sin avisarnos ni la hora ni el lugar.

Lucas 10:38-42 y 16:19-31 nos ayudarán a entender que lo que las personas de acción califican peyorativamente como “ocio”, la Palabra lo describe como el recogimiento y la meditación que le permite a nuestra percepción espiritual prestar atención a las sugerencias del Espíritu de Dios. (Romanos 8:16, 26)



POR QUÉ ES IMPORTANTE LA PROFECÍA BÍBLICA

Este artículo examina dos categorías de lugares comunes (o clichés)—que uno escucha frecuentemente en los círculos cristianos—que desinflan nuestro entusiasmo por estudiar la profecía bíblica.

Un número asombroso y creciente de cristianos no cree que la profecía bíblica importe. Específicamente, muchos piensan que ni siquiera deberíamos preocuparnos por la profecía bíblica. Por profecía bíblica, nos referimos a temas relacionados principalmente con los eventos que rodean la segunda venida de Cristo y el milenio. La mayoría, por supuesto, admitiría que los planes futuros de Dios para el mundo son importantes en virtud de haber sido decretados por Dios, pero muchos cristianos no creen que estos planes tengan un valor significativo para la vida cristiana “aquí y ahora”. Hay lugares comunes que refuerzan esta creciente postura entre los cristianos de que la profecía bíblica no importa.

Es posible que hayas escuchado al menos uno de estos lugares comunes, ¡o que lo hayas expresado tu mismo(a)! Estos clichés tienen la intención, premeditadamente o no, de desalentar “nuestro enfoque en la profecía bíblica. La gran mayoría de quienes los expresan tienen buenas intenciones. Pero no creemos que comprendan que no sólo carecen de sustancia bíblica, sino que ofenden al Señor.

La mayoría de estos lugares comunes se clasifican en dos tipos principales. El primero es el agnóstico, que expresa escepticismo de que sea posible tener una comprensión correcta de los eventos futuros en la profecía bíblica. El segundo tipo de es el pietista, que se manifiesta con declaraciones que suenan piadosas y que intentan minimizar la importancia del estudio de la profecía bíblica. El agnosticismo y el pietismo pueden superponerse entre sí.

Los Clichés Agnósticos

* ¿Quién eres tú para pensar que tienes la respuesta correcta?

* Hay tantas posiciones (opiniones).

* Los teólogos han debatido esto durante siglos.

El cliché agnóstico se expresa, principalmente, a través de las oraciones citadas. La persona que expresa este sentimiento de incertidumbre quiere que sepamos que ella está segura de que no podemos conocer la verdad sobre los eventos que rodean la segunda venida del Señor. Estos lugares comunes son un balde de agua fría sobre el entusiasmo de uno por estudiar la profecía bíblica, o peor, cierra la discusión sobre los detalles de la venida del Señor. Cuando alguien usa estas simplistas declaraciones, nos está indicando que no cree que nadie pueda tener una comprensión inequívoca sobre el tema, menos tú

Examinemos tres lugares comunes de este tipo.

¿Quién eres tú para pensar que tienes la respuesta correcta?

La persona que expresa este primer cliché cree que nadie puede tener la visión correcta sobre la segunda venida y el milenio. Su objetivo es hacerte sentir culpable (arrogante) por creer que tú la tienes. 

Pero este sentimiento no está de acuerdo con las Escrituras, debido al siguiente principio evidente por sí mismo: dado que la Biblia nos ordena que comprendamos los eventos que rodean la segunda venida, necesariamente se concluye que Dios espera, y asegura, que este objetivo es posible. Se pueden citar muchos pasajes, pero aquí hay algunas declaraciones bíblicas que nos exhortan a los creyentes a comprender y prestar atención a los detalles de la profecía bíblica:

“Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe (Mateo 24:4). [Vigilen, estén alerta, van a intentar engañarlos acerca de esto.]

 Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes (Marcos 13:14). [Cuando aparezca públicamente (el Anticristo) y ustedes lo vean con sus propios ojos.]

Ya os lo he dicho antes (Mateo 24:25). [Se los he advertido antes que suceda, para que estén apercibidos.]

Mirad también por vosotros mismos [cuídense], que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre (Lucas 21:34-36).

Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? (2 Tesalonicenses 2:1-5).

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan... Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca (Apocalipsis 1:1, 3).

Estas no son advertencias sobre el hecho de que el Señor Jesús vendrá, sino que son advertencias para comprender las condiciones que prevalecerán en el tiempo en que su venida ocurrirá. La enseñanza de la Biblia sobre los eventos del fin de los tiempos no puede desconectarse de sus aplicaciones espirituales. Dios basó la profecía bíblica en la verdad de que los cristianos se enfrentarán al Anticristo mediante advertencias a no capitular ante la pereza espiritual, la persecución y las falsas enseñanzas. Estas advertencias no tienen sentido si no se supone que entendamos que su venida va a estar precedida por circunstancias peligrosas para los creyentes.

¿Quién soy yo para pensar que tengo la respuesta correcta? Alguien que toma a pecho las palabras del mismo Señor Jesús y de los autores inspirados del Nuevo Testamento, y que por lo tanto sabe que puede entender y discernir la profecía bíblica.

Hay tantas posiciones (opiniones)

Este cliché también expresa incertidumbre sobre la posibilidad de comprender la profecía bíblica, pero por una razón diferente. Implica que dado que hay “tantas opiniones”, entonces no es posible saber cuál es la correcta.

Este razonamiento es falso. Por ejemplo, hay más religiones que puntos de vista sobre el arrebatamiento, por lo que, de acuerdo con esta lógica, no podemos estar seguros de que el cristianismo sea la religión correcta. Es una incongruencia afirmar que debido a que existe una multiplicidad de puntos de vista, no podemos saber cuál es el correcto. Este relativismo epistémico es impropio de los cristianos. Implícitamente transmite que Dios no ha podido comunicar claramente cómo ocurrirá la segunda venida de su Hijo, y asume que el Espíritu Santo está inactivo para guiarnos a toda la verdad. Sugerimos que la culpa no es de Dios, sino de las presuposiciones del intérprete.

Además, no hay “muchos puntos de vista” sobre la profecía bíblica. Hay sólo cuatro o cinco puntos de vista: pretribulacionismo, pre-ira, postribulacionismo, preterismo e historicismo (el midtribulacionismo para todos los propósitos prácticos es un punto de vista difunto). Incluso si hubiera “muchos puntos de vista”, eso no debería inhibirnos de practicar la búsqueda de la verdad.

La literatura rabínica revela una antigua tradición judía en la que los rabinos no estaban de acuerdo entre ellos sobre varios temas relacionados con la venida del Mesías. Pero esto no impidió que el Señor Jesús los reprendiera a dos de sus discípulos en el camino a Emaús. Él esperaba que ellos tuvieran una comprensión correcta acerca de los eventos que rodearían la venida del Mesías:

Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:24-27).

El Señor les explicó que ellos eran responsables de discernir y comprender las señales de los tiempos para su primera venida basándose en la profecía bíblica de las Escrituras hebreas del Antiguo Testamento. De manera similar, el Señor Jesús amonesta a los cristianos a comprender los eventos de la profecía bíblica asociados con su segunda venida:

“Ya os lo he dicho antes” (Mateo 24:25). [Se los he advertido antes que suceda, para que estén apercibidos.]

Estudiar la Palabra de Dios, por lo tanto, requiere diligencia, constancia y concentración. Pero no puedes buscar la verdad si no crees que está ahí en primer lugar. Y la verdad no está determinada por la cantidad de puntos de vista que existen. El hecho de que exista una variedad de interpretaciones debería ser una razón más para concentrar nuestra atención en la profecía bíblica, no para ignorarla.

Los teólogos han debatido esto durante siglos

Este lugar común implica que si los teólogos no pueden ponerse de acuerdo entre ellos, ¿quién podría tener la comprensión correcta? Apela a la afirmación tácita de que un cristiano común y corriente no puede conocer la respuesta bíblica correcta. Después de todo, si los teólogos no pueden coincidir en cuanto a cuál es la respuesta correcta, ciertamente tú tampoco puedes.

Este cliché supone que la verdad sólo puede difundirse desde los sacerdotes intérpretes allá en la cumbre, hacia abajo. Si un teólogo dice que “no podemos estar seguros”, entonces eso lo resuelve, y ¿quién eres tú para pensar que sabes más? 

En primer lugar, es el colmo de la arrogancia pensar que sólo los papas, los cardenales, los teólogos y los pastores pueden poseer las respuestas correctas. Eso es elitismo. El Señor Jesús tuvo bastante que decir acerca de este tipo de arrogancia con respecto a los líderes religiosos de su época (ver Mateo 23).

El hecho de que los teólogos hayan tenido diferentes interpretaciones sobre el tema de la segunda venida durante siglos, no significa que todos los teólogos deban estar igualmente equivocados. Tampoco significa que no se pueda estar en desacuerdo con los teólogos, como implica este cliché. Los teólogos no tienen una parcela propia en la tierra de la verdad. Tampoco es cierto que los teólogos hayan estado debatiendo el tema del arrebatamiento y la segunda venida durante siglos. Sin duda, han debatido el tema del milenio, pero en lo que respecta a la cuestión del arrebatamiento en lo que respecta al Anticristo y la segunda venida, esta cuestión ha sido principalmente un tema de debate entre los teólogos sólo en los últimos dos siglos, especialmente durante el siglo pasado.

Incluso si fuera cierto que estuvieron debatiendo este tema durante dos mil años, ¿eso qué? Los teólogos han estado debatiendo muchas doctrinas durante milenios, por ejemplo, la doctrina de la naturaleza de Cristo, el evangelio y la naturaleza de Dios. ¿Significa esto que ya no deberíamos seguir ocupándonos de estas importantes cuestiones teológicas? ¿Significa que no podemos saber lo que enseñan las Escrituras sobre la naturaleza de Cristo o de Dios?

No es malo que teólogos y cristianos en general debatan sobre doctrina. Es bueno reflexionar y estudiar la Palabra de Dios. Todos los creyentes somos llamados a aferrarnos firmemente del mensaje fiel tal como ha sido enseñado, para poder exhortar con una enseñanza sana y corregir a los que hablan en contra de ella (Tito 1: 9). La verdad se descubre típicamente a través del desacuerdo y el debate, no evitándolo.

En resumen, los clichés agnósticos no funcionan porque son lógicamente defectuosos, bíblicamente ingenuos e históricamente miopes. Se nos exhorta que busquemos la verdad sobre estos detalles de la profecía bíblica y, en base a este mandato, Dios quiere que poseamos el entendimiento correcto. Después de todo, cada uno de nosotros tendrá que enfrentar al Anticristo y sus huestes solo, y lo que creamos entonces acerca de las enseñanzas de la profecía bíblica probará ser de un peso eterno. El destino eterno de nuestra alma está en juego.

No dejes que nadie te haga sentir culpable (arrogante) por creer que la profecía bíblica importa y por expresar lo que crees que es la comprensión correcta de las Escrituras. Podemos estar seguros de que está ahí para que la descubramos.

Los Clichés Pietistas

* Todo saldrá bien al final

* Lo único que importa es el hecho de que Jesús regresará

* Busco a Jesucristo, no al Anticristo

* Esta doctrina divide a la Iglesia

* Deberías preocuparte por la evangelización, no por la profecía bíblica

Este segundo tipo de lugares comunes se expresa con varias consignas que poseen un barniz de piedad. Pueden parecer razonables y piadosas, al oído, pero al final del día son expresiones superficiales y sin sentido. Aquellos que las citan pueden estar motivados por buenas intenciones o pueden estar usándolas como excusa para no estudiar la profecía bíblica. Cualquiera que sea la motivación, estas declaraciones están lejos de representar la realidad bíblica. Si bien la piedad es algo bueno, si no hay una sustancia bíblica detrás de una consigna semejante, entonces es sólo eso, un sonido piadoso.

Todo saldrá bien al final

Este primer cliché en la categoría de pietista es uno de los más comunes. Es un tropo destinado a colocar a quien lo recita por encima de la refriega. Implica que abordar este tema no vale la pena ni el tiempo ni el esfuerzo. La trivialidad suena piadosa, pero no refleja la enseñanza bíblica por la única razón de que no “todo saldrá bien al final”. Sí, el Señor Jesús resulta victorioso, pero Dios ordena tanto los medios como el fin. Y estos medios incluyen advertencias reales, sobre peligros concretos, que profetizan que en los últimos días: Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará (Mateo 24:10-12). Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1). ¿Suenan estas citas bíblicas cómo que todo saldrá bien al final” para todos los creyentes?

Nótese que el Señor Jesús advirtió contra ignorar su enseñanza sobre este tema (Mateo 24:25). El pasaje más gráfico de la Biblia sobre el infierno se encuentra en el contexto de las advertencias de Dios de no recibir la marca de la bestia (Apocalipsis 14: 9-12). Si al final todo sale bien, entonces las advertencias del Señor a los cristianos son falsas. ¿Por qué dar estas advertencias si él no creía que había consecuencias por ignorarlas? ¿Por qué advertirnos en primer lugar si todo saldrá bien al final sin importar nuestra ignorancia del peligro? Esta consigna es, en el mejor de los casos, ignorante y, lo que es peor, hace que el Señor Jesús sea un profeta falso.

Examinemos este cliché más de cerca. El pan-milenialismo (a veces denominado pan-tribulacionismo) cree que es de poco valor estudiar la doctrina de la segunda venida de Cristo. Quienes mantienen esta posición creen que no podemos comprender los acontecimientos futuros en un marco coherente y significativo. El pan-milenialismo, sin embargo, es más que una simple creencia; es una postura y un comportamiento. Minimiza los catalizadores para una vida santa. Ignorar estos eventos conduce fácilmente a la complacencia y la indiferencia.

Puede haber diferentes motivaciones para creer en el pan-milenialismo.

Tradición: Si a alguien se le dice una y otra vez que todo saldrá bien al final, comenzará a creerlo y su creencia se convertirá en una tradición.

Antisensacionalismo: Algunos maestros de profecía han abusado de la doctrina de la segunda venida a través de sus sensacionales enseñanzas al fijar fechas utilizar infundadas especulaciones. En consecuencia, muchos cristianos han evitado el tema de la profecía bíblica por completo, relegando la profecía bíblica a todo saldrá bien al final.

Pasividad: este tipo de persona es ignorante en todas las doctrinas y tiene la intención de mantenerlo así. Es pereza intelectual. La actitud de la persona floja e inepta.

Orgullo: A la inversa de la anterior, algunas personas han estudiado muchos temas teológicos, excepto la profecía bíblica, pero para evitar mostrar su ignorancia en este tema, lo descartan. 

El Señor Jesús enseña claramente que debemos conocer la naturaleza y secuencia de los eventos que conducen a su regreso. Al final de su ministerio, los discípulos le preguntaron cuándo regresaría: ¿Cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo? (Mateo 24:3). Si hubiera habido algún momento oportuno para que el Señor les explicara a sus discípulos que al final todo saldría bien, ese habría sido el momento. Pero el Señor Jesús procede a dar un discurso sobre cómo se desarrollarán los eventos (ver Mateo 24—25). El engaño será tan grande justo antes de su regreso el Señor Jesús dice que “si es posible, hasta los elegidos” podrían ser engañados (v.24). El Señor instruye a los creyentes en cuanto a que pueden, y deben, conocer las señales de su regreso: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas”(vv. 32-33). Después de que el Señor Jesús sienta las bases para los eventos que precederán a su regreso, pasa a la segunda mitad de su discurso, donde exhorta a los creyentes a estar espiritualmente vigilantes para que no se vuelvan apáticos y estén en peligro de juicio (Mateo 24: 36-25: 30).

Basándonos únicamente en este punto, los cristianos vigilantes deberían preocuparse por los acontecimientos que rodean la segunda venida de Cristo. El Señor Jesús nos advierte contra cualquier sentimiento desdeñoso de no escuchar sus enseñanzas o que no fomente una expectativa bíblica de su regreso.

De manera similar, el apóstol Pablo no era un pan-milenialista. En su carta a los tesalonicenses, insiste en que los creyentes se enfrentarían a la persona del Anticristo antes del fin. El apóstol da una secuencia de los eventos clave que conducen a la venida del Señor (2 Tesalonicenses 2: 1-5). En el versículo 5, Pablo les exhorta: “Seguramente recordarán que les decía estas cosas cuando aún estaba con ustedes” (¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?). Si Pablo fuera un pan-milenialista, esta advertencia sería ininteligible.

Además, el libro de Apocalipsis comienza diciendo: Bienaventurado el que lee en voz alta las palabras de esta profecía, y bienaventurados los que oyen y obedecen las cosas escritas en ella, porque el tiempo está cerca (Apocalipsis 1:3). La revelación no comienza con el pan-milenialismo, comienza con la convicción de que los que se enfrenten al fin de los tiempos pueden ser bienaventurados si oyen y obedecen la profecía. Si un lector ha de ser bendecido por su obediencia, debe comprender lo que sucederá cuando el Señor regrese. El libro concluye con la misma convicción: “Estas palabras son fidedignas y verdaderas. El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado a su ángel para mostrar a sus siervos lo que debe suceder pronto” (Apocalipsis 22: 6).

Estas verdades bíblicas no expresan una perspectiva pan-milenial. Más bien, está claro que Dios tiene la intención de alertar a su iglesia sobre los eventos claves que conducen al regreso del Señor Jesús. El pan-milenialismo refleja una actitud frívola, peligrosa, incluso pecaminosa, que rechaza las severas advertencias de Cristo sobre este importante tema. Descarta la ilustración del Señor Jesús de las cinco vírgenes insensatas que descubrieron, para su horror, que no todo “salió bien” al final. Fueron excluidas del reino por no estar preparadas (Mateo 25:1-13).

Lo único que importa es el hecho de que Jesús regresará

Este cliché comparte un sentimiento similar con el anterior. Implica que la profecía bíblica es pura especulación. Otra versión dice: Todo lo que importa es que estás bien con Cristo. Estas palabras suenan piadosas, pero debajo de ellas hay un defecto. Los escritores bíblicos, incluido el mismo Señor Jesús, se centran, no en el hecho de su regreso, sino en las condiciones que prevalecerán en el mundo al momento de su regreso. El Señor Jesús enseña que un medio por el cual nos volvemos justos con Dios es: comprender y obedecer su instrucción del tiempo del fin. Algunas de estas condiciones bíblicas de los últimos tiempos ya se han cubierto, pero haremos algunos comentarios adicionales.

El Señor Jesús regresará, y no hay duda de que conocer esta verdad debería impulsarnos a una vida santa. Pero para los escritores bíblicos, eventos como la ira del Señor y el reino terrenal venidero eran preocupaciones importantes y, por lo tanto, deberían ser preocupaciones importantes para nosotros—porque ellos nos pasaron el bastón del testimonio.

En el Discurso del Monte de los Olivos, el Señor Jesús pone más énfasis en cómo debemos vivir durante la gran tribulación que en su regreso. Por lo tanto, nosotros también debemos modelar el ejemplo del Señor enfatizando las ramificaciones de la gran tribulación del Anticristo sobre los santos. La tarea del estudiante de profecía no es sólo afirmar que el Señor Jesús regresa, sino comprender y obedecer las instrucciones sobre los eventos que rodean su regreso. De esta manera, seremos refinados en la fe para estar listos para su llegada. El Señor Jesús dio a entender en una declaración ominosa que muchos perderán la fe, la salvación, antes de que él regrese: “Cuando el Hijo del Hombre venga, hallará fe en la tierra” (Lucas 18: 8). No es de extrañar que Jesús advirtiera: “Cuidado, te lo he dicho de antemano (Mateo 24:25). Y en el contexto de la marca y la imagen de la bestia, el libro de Apocalipsis advierte: Esto requiere la perseverancia de los santos, los que obedecen los mandamientos de Dios y se aferran a la fe en Jesús (Apocalipsis 14:12).

Es cierto que estar bien con Dios es importante cuando el Señor Jesús regrese. Pero eso no sucede en el vacío. Dios diseñó la profecía bíblica como un medio para estar bien con Dios. El Señor Jesús y los autores bíblicos no nos dieron la profecía para atormentarnos o para darnos un conocimiento mental. Más bien, la profecía bíblica importa porque Dios nos está preparando para tiempos difíciles y nos acerca a él. Entonces es imperativo que cada creyente estudie la profecía bíblica y tome sus mandamientos en serio. Esto fomentará el amor por el regreso del Señor y la vigilancia de lo que sucederá antes de su regreso.

Le incumbe al estudiante de la profecía bíblica comprender más que el hecho de que el Señor Jesús regresará. Hay mucho en juego que nos debe motivar a comprender la profecía bíblica con precisión. El evento principal que la Biblia advierte a los santos de Dios que deben buscar antes del regreso del Señor Jesús es la revelación del Anticristo y su programa de persecución de los santos, el período en el que se pondrá a prueba la fe de la Novia de Dios antes del regreso del Señor Jesús.

Busco a Jesucristo, no al Anticristo

Esta consigna también implica que todos los temas secundarios, como el momento en que ocurre el arrebatamiento, la gran tribulación, el Anticristo y el reino terrenal venidero, no eran preocupaciones importantes para los escritores bíblicos. Pero el Señor Jesús mismo nos advierte a cada uno de nosotros que estemos alerta por el Anticristo antes de su regreso: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora [Anticristo] de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)” (Mateo 24:15).

El apóstol Pablo hace la misma advertencia: Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios (2 Tesalonicenses 2:2-4).

Y el libro de Apocalipsis, después de explicar la persecución que sucederá en la revelación del Anticristo, advierte a los cristianos: Aquí está la paciencia y la fe de los santos” (Apocalipsis 13:10; cf. Apocalipsis 14:9-12).

Las tres enseñanzas del tiempo del findel Señor Jesús (Mateo 24—25), de Pablo (1 y 2 Tesalonicenses) y del libro de Apocalipsisdan prominencia al evento de la gran tribulación del Anticristo que sucederá antes de que el Señor Jesús regrese por su iglesia. Por lo tanto, estar atento al Anticristo y al Señor Jesús no es uno o lo otro.

A nadie le gusta la idea de que él/ella y sus seres queridos tendrán que enfrentarse al régimen del Anticristo (la gran tribulación) , pero es la voluntad de Dios lo único que en última instancia importa. ¿No considerarías un honor ponerte de pie el día de tu muerte y dar gloria al verdadero Dios de este universo al ser un testigo contra el Anticristo mientras blasfema contra Dios? ¿O no te enfrentarás denodadamente al Malvado Desolador y confesarás a Jesucristo como Señor del universo?

¡El Anticristo sólo puede matarte una vez! No olvides que el Señor Jesús advierte: Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).

Esta doctrina divide a la Iglesia

Nuestro siguiente cliché implica que el desacuerdo significa división. Sin duda, las personas divisivas pueden usar esta doctrina para dividir a la iglesia—pero también pueden usar cualquier otraNo es una excusa válida ignorar la profecía bíblica por temor a la división. La verdad necesariamente dividirá al trigo de la cizaña. El Señor nos advierte: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espadaPorque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mateo 10:34-36). Pablo, en la misma línea habla de la división por asuntos doctrinales de esta manera: Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados” (1 Corintios 11:19).

Sin duda, las iglesias deben tomar una posición sobre estos asuntos, predicando y enseñando a su rebaño sobre estas verdades. Pero no debe haber una creencia necesaria en estos asuntos para convertirse en miembros de la iglesia local, al inicio. Más adelante, sin embargo, una vez que se ha enseñado todo el consejo de Dios (Hechos 20:27) se debe exigir que creencias en verdades cardinales, como la justificación sólo por la fe, la deidad de Cristo y la resurrección de entre los muertos, y el futuro regreso físico de Señor Jesús vayan de la mano con lo que el mismo Señor nos enseña acerca de los detalles de su venida. Si bien, hoy en día, la opinión de uno sobre el arrebatamiento o el milenio no debe considerarse un artículo cardinal de la fe cristiana, tal actitud transigente minimizará la pasión y el celo de una iglesia por explicar las verdades importantes del tiempo del fin, y no será honrada por el Señor.

Que los pastores y los miembros de las iglesias estén más preocupados por lidiar con la verdad de Dios que por posibles desacuerdos, es el camino que el Señor nos muestra en la Escrituras. La interacción significativa dentro de la iglesia es algo bueno, la conformidad y el silencio no lo son.

Deberías preocuparte por la evangelización, no por la profecía bíblica

Este último piadoso” lugar común generalmente invoca Hechos 1:6-8 como irrefutable argumento:

Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Este es un texto común que se utiliza para desinflar el entusiasmo de uno por estudiar la profecía bíblica. Pero está equivocado: presenta una falsa dicotomía y es una contradicción a muchas exhortaciones y mandatos bíblicos que nos instan a comprender los eventos que rodean el regreso de nuestro Señor.

¿Qué enseña realmente Hechos 1: 6-8? Tratemos de ponernos en la situación de los discípulos. Habían dado sus vidas en los últimos años para seguir a Jesús de Nazaret, quien ellos creían era el Mesías predicho por sus profetas hebreos. Acababan de experimentar el drama de la crucifixión, sólo para presenciar su gloriosa resurrección y reunirse con él. Luego, durante cuarenta días, el Maestro les enseñó a los discípulos sobre el reino y otros asuntos. Entonces, su pregunta tiene perfecto sentido: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? En otras palabras, se preguntaban: ¿Sucederá esto ahora?

 Sin duda, deberían haberlo sabido mejor porque unos días antes de la crucifixión el Señor Jesús les enseñó acerca de la señal y las condiciones que deben suceder antes de que él regrese a establecer el reino (Mateo 24—25). Pero sus discípulos —como a menudo lo revelan los Evangelios— necesitaban que se les recordara lo que habían olvidado. El Señor les responde a sus discípulos repitiendo dos puntos que les enseñó un mes antes en el Monte de los Olivos. Sobre el primer punto, él les recuerda que el tiempo es el dominio del Padre, no de ellos: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). Cf. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36).

Sobre el segundo punto, el Señor les recuerda que es necesario que sean testigos en el mundo antes de su regreso:

pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Cf. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).

Además, en el Discurso del Monte de los Olivos los discípulos le preguntan cuál es la señal de su regreso (Mateo 24:3), mientras que en Hechos están más impacientes, preguntando ¿Es este el momento? (Hechos 1:6). En consecuencia, Hechos no reitera todo el Discurso del Monte de los Olivos del Señor, sino que describe algunos aspectos de él. Por lo tanto, no debemos usar el llamado evangelístico en Hechos 1: 6-8 para eclipsar la otra profecía bíblica del Señor Jesús de su Discurso del Monte de los Olivos. El evangelismo y la profecía bíblica no son esto o lo otro; se complementan entre sí.

Otro ejemplo que vincula el evangelismo con la profecía bíblica se encuentra en Mateo 28:19-20:

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).

En este pasaje, el Señor Jesús exhorta a sus discípulos a evangelizar con el resultado de hacer más discípulos y “enseñarles a obedecer todas las cosas que les he mandado”. Claramente, él no tiene la intención de que sus mandamientos dentro de la profecía bíblica sean excluidos, porque enfatiza “todas las cosas que les he mandado” (Cf. Mateo 24:14).

Aun más, en Hechos 17:31, Pablo usa la profecía bíblica del día del juicio del Señor como base para la evangelización cuando testifica a los atenienses:

por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”.

Finalmente, Apocalipsis 14: 6-12 vincula el evangelismo con la profecía bíblica de Babilonia la Grande y la advertencia del infierno al tomar la marca de la bestia:

Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblodiciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

La advertencia del infierno y la proclamación del evangelio están incluidas directamente en la profecía bíblica: la amonestación a los santos de no recibir la marca de la bestia. En resumen, el evangelismo y la profecía bíblica se complementan, exactamente como Dios quiso; de ninguna manera se excluyen.

En resumen, la trivialidad pietista es vana y hueca porque no refleja la realidad bíblica. Su tratamiento superficial del tema minimiza, o peor aún, anula la revelación de Dios de los eventos de profecía bíblica que rodean su regreso enseñados en el Discurso del Monte de los Olivos, las epístolas a los tesalonicenses y el libro de Apocalipsis. Si poseyéramos la verdadera piedad, debería basarse en la realidad bíblica.

Conclusión

Muchos lugares comunes, clichés y consignas intentan minimizar la relevancia de la profecía bíblica. Hemos esbozado los más comunes para que podamos estar alertas y sepamos cómo responder a quienes los esgrimen. Se han arraigado tanto en el lenguaje cristiano que la mayoría de la gente no les dedican ni un segundo para pensar en lo que realmente significan. Este artículo los criticó de frente con sustancia bíblica. Las palabras, o en este caso, los lugares comunes, tienen consecuencias. Es imperativo que el cristiano informado que ama la profecía bíblica rechace estos lugares comunes, y el mejor rechazo es dirigir a quienes los pronuncian a lo que la Palabra de Dios dice sobre por qué es importante la profecía bíblica.

Estudiar la profecía bíblica no es un pasatiempo religioso ni un ejercicio académico. Tiene la intención de santificarnos y hacernos sobrios. Los cristianos estamos en una batalla real contra las fuerzas del mal. Que la Palabra de Dios prepare nuestros corazones y mentes para los tiempos difíciles que se avecinan.

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