En un artículo anterior titulado igual que este nos enfocamos más en la práctica de la bibliomancia. En este nos enfocaremos en lo que algunos llaman “Oír la voz de Dios”, o “Escuchar la voz de Dios”.
La mayoría de la gente quiere oír la voz de Dios cuando se enfrenta a una decisión. Si tan sólo Dios les hablara y les dijera qué decisión tomar o en qué dirección encaminarse su vida sería mucho más fácil.
Muchas personas afirman haber escuchado la voz de Dios, diciendo: “Dios me guió a hacer esto”, cuando en realidad fueron simplemente sus propios pensamientos y deseos los que los llevaron a tomar una determinada decisión.
La principal forma en que Dios nos habla hoy es a través de Su Palabra revelada y escrita. Cuando queremos oír la voz de Dios, debemos buscarla en la Biblia. La mayor parte de la voluntad de Dios para nuestras vidas está ya plenamente revelada en sus páginas, y es simplemente cuestión de que la obedezcamos.
Toda la Escritura es la voluntad de Dios, aunque hay unos pocos lugares en la Escritura que utilizan específicamente el término voluntad de Dios, que pueden ser especialmente pertinentes para una persona que quiere escuchar la voz de Dios:
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).
“pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación” (1 Tesalonicenses 4:3).
“manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos” (1 Pedro 2:12-15).
Otros pasajes también nos permiten escuchar la voz de Dios, aunque no usen la frase la voluntad de Dios. Ahora bien, sólo tomando los tres pasajes anteriores, sabemos que un cristiano debe dar siempre gracias en toda circunstancia, evitar la inmoralidad sexual y vivir una vida ejemplar. Si un cristiano no sigue estos claros mandatos dados directamente por Dios a través de la Escritura inspirada, ¿por qué debería esperar escuchar más información de Dios? Si quiere más dirección de Dios, obedezca lo que Él ya le ha dicho. Un corazón dispuesto a escuchar y obedecer es la clave para escuchar a Dios.
La forma principal en que un cristiano escucha la voz de Dios es a través de la lectura y el estudio de las Escrituras y luego obedeciendo y aplicando lo que éstas dicen. La gente suele confiar en “la guía del Espíritu Santo”, de la que se habla en Romanos 8:14. En el contexto, el pasaje habla de que el Espíritu nos aleja de la actividad pecaminosa y nos lleva a confiar en nuestra relación con Dios como Padre. El Espíritu Santo nunca guiará en contra de las Escrituras. Por ejemplo, si una persona está considerando tener un amorío, el Espíritu sólo guiará en una dirección: la fidelidad matrimonial. El Espíritu podría perfectamente traer a la mente de la persona tentada un versículo como 1 Tesalonicenses 4:3. Cuando el Espíritu guía, no está impartiendo información “nueva”, sino que está imprimiendo en nuestros corazones la verdad que Dios ya ha revelado en las Escrituras y la está aplicando a nuestra situación. Si una persona dice: “Dios me dijo” o “El Espíritu me guió a hacer esto y lo otro”, y la acción realizada es contraria a las Escrituras, podemos estar seguros de que tal persona está equivocada.
También podemos escuchar la voz de Dios cuando Él habla a través de otras personas. “Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman” (Proverbios 15:22). Los buenos consejeros pueden ayudarnos a ver una situación desde otra perspectiva. Una vez más, la Biblia es la clave. La predicación bíblica y el material cristiano bíblico pueden ser considerados como “consejeros”. Por ejemplo, si una mujer cristiana está considerando abandonar a su marido porque se siente infeliz viviendo con él, primero debería estudiar a las mujeres de la Biblia. ¿Qué hicieron ellas cuando enfrentaron circunstancias similares a las que ella enfrenta ahora? ¿Cuál fue el resultado? ¿Cuáles fueron las consecuencias a corto y largo plazo que tuvieron que sufrir? Este es el método Divino. La misma Biblia nos lo asegura: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11). “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15:4).
La Palabra de Dios es nuestra brújula y el compás que necesitamos para que no naufragar en cuanto a la fe (1 Timoteo 1:19). Si un grupo de consejeros aconseja a una persona a hacer algo contrario a las Escrituras, entonces todos están equivocados, sin importar sus títulos. Sin embargo, si los consejeros ayudan a una persona a entender y aplicar las Escrituras, entonces pueden ser útiles. Los asesores cristianos generalmente pueden ver áreas que una persona indocta no ve. Un grupo de consejeros puede discernir que la persona que busca escuchar la voz de Dios con respecto a un plan particular, en realidad está buscando la aprobación de su propia agenda personal.
Otra forma de escuchar la voz de Dios es orar y pedir sabiduría: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).
Cuando un cristiano se enfrenta circunstancias difíciles y necesita escuchar a Dios, debe pedir la sabiduría que Dios promete dar. Esta sabiduría vendrá en última instancia de Dios, pero puede venir a través de la palabra de un amigo, a través de un sermón, un artículo o un libro.
Una vez más, la Palabra de Dios escrita es la norma por la cual se deben juzgar todos los pensamientos, acciones, ideas y sentimientos. Porque es imposible que una persona pueda asegurar que tal o cual pensamiento le fue dado por el Espíritu Santo y no por otra influencia.
La Biblia enseña que el ser humano es un ser tripartito, constituido por un espíritu, un alma y un cuerpo (1 Tesalonicenses 5:23). ¿Quién puede asegurar que la voz que dice ser de Dios no proviene en realidad de su propio espíritu, o de su alma, o de su corazón? Si la voz que dice haber escuchado de Dios proviene en realidad de su corazón, tal persona está en serios problemas, porque la Biblia nos dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). Y el Señor Jesús nos advierte: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Si al final resulta que la voz que la persona escuchó era en realidad la de su corazón, las consecuencias por haberla obedecido podrían ser tan adversas como el haber escuchado y seguido la voz de Satanás mismo, o de alguno de sus demonios.
En este día de profetas autoproclamados y la difusión de “nuevas revelaciones” de Dios, la gente suele confundir la voz de Dios con sus propios pensamientos o las sugerencias de otras personas. Si están escuchando la voz de Dios, entonces el mensaje siempre estará de acuerdo con las Escrituras. Todos deberíamos tener mucho cuidado de no tergiversar a Dios. En lugar de decir: “Dios me dijo esto”, un mejor enfoque sería decir: “Creo que Dios puede estar diciendome esto; ¿qué piensas?”.
Normalmente, la gente quiere escuchar una palabra específica de Dios cuando Él ya ha hablado de forma general. Por ejemplo, una persona puede estar considerando la opción de llevar a la familia a un viaje misionero de corta duración o a unas vacaciones en la playa. Tal vez no sea necesaria una palabra específica de Dios. Lo que realmente se necesita es sabiduría. ¿Qué viaje beneficiará más a la familia? ¿Qué viaje beneficiará más al reino de Dios? La familia se beneficiará edificando el reino. El reino se beneficiará con una familia fuerte. Cualquiera de las dos puede ser una buena elección. Otros factores como los gastos y el estado actual de la familia deben ser considerados. (¿Son los niños egoístas y dominantes y necesitan ver cómo viven otras personas? ¿Está la familia muy estresada y necesita alejarse y relajarse? ¿Son similares los gastos? Si no, ¿cuál pueden pagar?) Si van a la playa, ¿buscarán oportunidades para compartir su fe y ser un estímulo para otros creyentes? Si van al viaje misionero, ¿buscarán formas de crear vínculos entre ellos y disfrutar como familia? Ambas opciones son buenas. Ninguna es necesariamente pecaminosa. Al final, el matrimonio se pone de acuerdo y lo hace de todo corazón, confiando en que, si la decisión es equivocada, Dios les aclarará de alguna manera que deben hacer algo diferente. ¿Cómo lo hará? No a través de una voz audible, sino a través de una mezcla de circunstancias, consejos de otras personas, una evaluación de las prioridades basada en la Palabra de Dios y una paz interior (o falta de ella según sea la situación).
Debemos tener siempre presente que ya “Tenemos... la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19).
La verdadera voz de Dios—contenida en su Palabra— no siempre nos dice lo que queremos escuchar. A menudo es todo lo contrario. “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9).
- - - - - - - - - - - -
Anterior:
PREPARADOS PARA LA VENIDA DEL SEÑOR
Estudio devocional de 55 mujeres de la Biblia