Buscar este blog

PODER ENGAÑOSO DE PARTE DE DIOS


“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañosopara que crean la mentiraa fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts 2:1-12).

Este pasaje encapsula todo lo que un verdadero creyente necesita saber acerca de la segunda venida del Señor. Contiene la secuencia de los eventos de los últimos tiempos. A saber: (1) “la [segunda] venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él [el arrebatamiento]. . . (2) no vendrá sin que antes venga la apostasía [el abandono de la fe por parte de los cristianos], (3) y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición [todos veamos al Anticristo]. . .  Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron [obedecieron] a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts 2:1,3,10,12).

¿Por qué Dios les envía un poder engañoso a los que se pierden? Porque “no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts 2:12).

En pocas palabras, Dios envía un poder engañoso a aquellos que deciden no obedecer el evangelio de Cristo. Dios mismo engañará, para condenarar, a aquellos que han decidido burlarse de Él y rechazarlo por medio de su desobediencia “a la verdad”.

Que Dios se reserva el derecho de engañar a aquellos que han elegido el engaño por encima de la verdad divina es algo que muchos predicadores no enseñan; pero es una doctrina bíblica enseñada tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento (ver El Juicio Comienza Por la Casa de Dios y Dios Engaña a la Perdición a Acab)

La persona decide si acepta y cree la verdad de Jesucristo tal como se presenta en las Escrituras. Recibir la verdad y el amor que Dios ofrece está en conformidad con sus enseñanzas: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Jn 5:3). Por otra parte, conocer la verdad y no obedecerla es enfrentarse a la ira de Dios: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Ro 1:18). 

No hay condición más peligrosa para el ser humano que conocer la verdad y negarse a obedecerla. Hacer esto es endurecer el corazón voluntariamente y asegurarse la condenación de Dios.

Cuando uno conoce la verdad y se niega a obedecerla, es presa fácil de cualquier mentira, cualquier engaño, cualquier falsedad que el hombre pueda inventar. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Ro 1:21-22). Pablo continúa en los siguientes versículos describiendo la mentalidad y el comportamiento de los incrédulos y los creyentes apóstatas (ver Romanos 1:24-31). A causa de la insensatez humana y del arrogante desprecio de las cosas de Dios, “Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Ro 1:28). Asimismo, “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Ro 1:32). En tres ocasiones Pablo nos dice que “Dios . . . entregó a los desobedientes a sus tontas creencias (Ro 1:24, 26, 28), para que sean condenados por haber rechazado la verdad.

Isaías lo expresa de manera más concisa: “Y porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones, también yo escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada” (Is 66:3-4).

Cuando las personas conocen la verdad y se niegan a obedecerla, cuando se niegan con injusticia a guardarla, solo les queda por delante el juicio de Dios “a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts 2:12).

“Dios es amor” (1 Jn 4:16). No es un monstruo cruel que de forma deliberada y secreta se deleita preparando a la gente para la condenación eterna, sino que proclama el evangelio de Cristo con fervor y amor, “No queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P 3:9). Pero también ha dicho que Su paciencia tiene un límite. 

En las Escrituras, Dios exhorta a la gente a aceptar la verdad ahora (2 Co 6:2; Ro 3:11). Pero cuando las personas rechazan y desprecian Su mensaje, en ese momento—y no antes—Dios los endurece y los entrega a una mente engañada (reprobada) para que se revuelquen en su rebeldía hasta su condenación eterna. 

Esto es lo que el Señor dice de los que deciden rechazar la verdad: “Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados” (Jer 14:10).

No pienses tú, que profesas creer, que tu creencia en Dios es sinónimo de obediencia a Su palabra. Incluso los demonios creen en Dios, y tiemblan (Stg 2:19). “¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? . . . La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. . . Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Stg 2:14,17,26). Lee Santiago capítulo 2, para las ilustraciones bíblicas del apóstol. O, mejor aún, lee toda la Epístola de Santiago varias veces; apréndetela de memoria incluso, junto con Romanos, para que reconcilies la controversia que ha rugido por siglos sobre el tema de la fe y las obras: Pablo versus Santiago, y viceversa.

(1) “La [segundavenida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él [el arrebatamiento]. . . (2) no vendrá sin que antes venga la apostasía [el abandono de la fe por parte de los cristianos], (3) y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición [todos veamos al Anticristo]. . .  Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron [obedecieron] a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts 2:1,3,10,12).

- - - - - - - - - - -