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sábado, 5 de junio de 2021

PREPARADOS PARA LA VENIDA DEL SEÑOR

Cuando el Señor Jesús les habló a Sus discípulos sobre Su regreso en Mateo 24, enfatizó más de una vez que debían estar alerta (Mt 24:42,44; 25:13). Estar espiritualmente alerta y listo en todo momento es entonces lo más importante (ver nuestro COMENTARIO DEL APOCALIPSIS). En Mateo 25 (que sigue a las profecías de Mateo 24), el Señor Jesús se ocupa de tres áreas en las que estamos llamados a estar alertas y fieles a fin de estar listos para Su venida.

1. Fidelidad en la vida oculta

(Mt 25:1-13). En esta parábola, el Señor habla de diez vírgenes. Nótese que no eran rameras (ver Stg 4:4 para una definición de prostitución espiritual). Todas eran vírgenes. En otras palabras, tenían un buen testimonio ante los hombres. Todas sus luces estaban encendidas (Mt 5:16). Otros veían sus buenas obras. Sin embargo, entre todas estas vírgenes, sólo cinco eran prudentes. Pero esto no fue obvio para todas al principio. Sólo cinco habían llevado aceite con ellas en sus frascos (vasijas) (Mt 25:4).

Este aceite en el frasco no era visible en la noche, como lo era la luz, y habla de nuestra vida oculta ante Dios que los hombres no pueden ver en las tinieblas de este mundo. Todos tenemos un frasco. La pregunta es si tenemos aceite o no. El aceite se usa en todas las Escrituras como símbolo del Espíritu Santo y aquí se refiere a esta vida de Dios que el Espíritu Santo comunica a nuestro espíritu. La manifestación externa de esta vida es la luz (Jn 1:4). El contenido interno es el aceite. Muchos están absortos únicamente en su testimonio externo. Ésta es su locura. Es en tiempos de prueba y crisis cuando encontramos que la luz exterior por sí sola es insuficiente. Uno necesita el contenido interior de la vida divina que nos haga perseverar.

Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán (Jer 12:5-6). Las crisis de la vida nos muestran cuán fuertes o débiles somos. En esta parábola, la crisis fue que el novio retrasó su llegada. Es el momento que prueba la realidad de nuestra espiritualidad. El que tiene verdadera fe permanece hasta el fin y es salvo (Mt 24:13). Es el momento también que demuestra quién tiene contenido interior en su vida y quién no. Muchos son como la semilla que brotó inmediatamente pero no tienen vida interior. No hay profundidad de tierra en sus corazones (Mr 4:5). Por eso es difícil evaluar a los nuevos creyentes con respecto a su espiritualidad o su sinceridad. El tiempo lo revelará todo, si tenemos paciencia para esperar. La manera de estar preparados para la venida de Cristo, entonces, es tener una vida interior de pureza y fidelidad ante el rostro de Dios, en nuestros pensamientos, actitudes y motivos, que las personas que nos rodean no pueden ver. Si no tenemos esto, nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que estamos listos para la venida de Cristo.

2. Fidelidad en nuestro servicio al Señor

(Mt 25: 14-30). En la segunda parábola, el énfasis está en el uso fiel de los talentos que Dios nos ha dado. Estos talentos representan posesiones materiales, dinero, habilidades naturales, oportunidades en la vida, dones espirituales, etc. No todos somos iguales en esta área, porque vemos en la parábola que uno recibió cinco talentos, otro dos y otro sólo uno. Pero todos tuvieron el mismo tiempo para ser fieles con lo que habían recibido. A quien se le da más, se le pide más. Por lo tanto, el que multiplicó sus dos por cuatro obtuvo la misma recompensa que el que multiplicó sus cinco por diez. Sin embargo, el juicio cayó sobre el que enterró su talento en la tierra (Mt 25:18)—ese es el que usó los talentos que Dios le dio para este mundo y no para Dios. Nadie puede decir que no ha recibido nada, porque todos hemos recibido de Dios algún talento. La pregunta es para qué usamos estos talentos. Lo que usamos para nosotros es equivalente al talento enterrado en la tierra. Lo que usamos sólo para la gloria de Dios es lo que se contará como riquezas eternas. Según este estándar, podemos ver la pobreza de la gran mayoría de los creyentes. Nuestro lema debería ser Todo para Dios y nada para uno mismo. Entonces estaremos listos para el regreso de Cristo. No podemos ser discípulos del Señor Jesús si no hemos abandonado todo lo que tenemos. Aquel que no está usando todas las posesiones y dones que Dios le ha dado para el Señor, sólo se está engañando a sí mismo si afirma estar listo para el regreso de Cristo.

3. Fidelidad en el servicio a nuestros hermanos en la fe

(Mt 25:31-46). En la última sección, el Señor Jesús trata con nuestra actitud hacia nuestros hermanos en la fe que están en necesidad. Esta necesidad puede ser espiritual o física. Aquí vemos que algunos heredan el reino porque sirvieron a sus hermanos en la fe como al Señor. Su servicio fue tan secreto que su mano izquierda no sabía lo que había hecho su derecha (Mt 6:3). Tanto es así, que cuando el Señor les recuerda el bien que hicieron, ¡ellos ni siquiera lo consideraban así! (Mt 25:38). El Señor Jesús también enseña aquí que cualquier servicio que le hagamos al más pequeño de Sus hermanos lo considera un servicio hecho a Él (Mt 25:40). Es significativo que Él hable de los más pequeños aquí, porque nuestra tendencia es servir a los creyentes más importantes e ignorar a los pobres y despreciados. Aquellos que están ocupados comiendo y bebiendo, comprando y vendiendo, y construyendo y plantando sólo para ellos mismos, ciertamente se quedarán atrás cuando el Señor Jesús regrese (Lc 17:28,34). Sólo se aceptarán aquellos cuyo servicio al Señor implique un interés por servir a sus hermanos en la fe. En otro pasaje (Mt 7:22-23), el Señor Jesús habló de otro grupo de personas, que son un contraste con este grupo. Estos son los que recuerdan todas las cosas buenas que han hecho en el nombre del Señor. También están en el tribunal y le recuerdan al Señor que han expulsado demonios, predicado, sanado a los enfermos en el nombre de Jesús, etc. Pero son rechazados por el Señor, aunque hicieron todas estas cosas, porque les faltó el primer requisito, de una vida oculta de santidad ante Dios. Estaban tan absortos en la grandeza de sus dones que se olvidaron de lo más básico e importante.

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EL SEÑOR ME HABLÓ

MUJERES DE LA BIBLIA

Estudio devocional de 55 mujeres de la Biblia




jueves, 3 de junio de 2021

EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL Y LA PALABRA DE DIOS

Un escritor cristiano que tiene un blog visitado por un gran número de lectores, incluyó en su boletín semanal el título de un artículo que además de contingente prometía ser muy edificante: LO QUE ENSEÑÓ JESÚS ACERCA DE LA HOMOSEXUALIDAD. El vínculo en cuestión llevaba a una página en blanco. Una imagen, dicen, vale por mil palabras. Y con esta página en blanco el autor estaba declarando su posición doctrinal acerca de la homosexualidad.

El argumento a favor del matrimonio homosexual incluye a menudo el mito de que el Señor Jesús no dijo nada en contra de la homosexualidad durante Su ministerio terrenal, y Su presunto silencio sobre el tema se toma como apoyo a esta deshonrosa práctica.

Esta idea sólo podría proponerse con éxito entre personas que desconocen totalmente al Cristo Jesús de la Biblia, y que adoran a un “Jesús” imaginario, creado a la semejanza de la época en que vivimos: una época que algunos llaman post-cristiana, pero sólo puede describirse como abiertamente anti-cristiana.

El Señor Jesús (el Jesús de la Biblia) confirmó el pacto de Génesis 2, que es fundamental para la enseñanza bíblica sobre el matrimonio. Cuando se le preguntó acerca del divorcio, el Señor Jesús respondió:

“Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:4-6).

En este pasaje, el Señor Jesús enfáticamente confirma la comprensión “tradicional” acerca del matrimonio: que es sólo entre un hombre y una mujer.

Además, la Biblia en su totalidad es la Palabra infalible de Dios, como Pablo lo declara:

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”  (2 Timoteo 3:16-17).

Las palabras de Pablo en las epístolas del Nuevo Testamento no tienen menos autoridad que las palabras del Señor Jesús en los Evangelios, y Pablo enfáticamente enseña que la homosexualidad es una corrupción del orden creado por Dios. Considérese la epístola a los Romanos, que Pablo escribió como “siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Romanos 1:1). Pablo escribe con la autoridad que le confiere el Cristo resucitado, y en el primer capítulo de esta epístola el apóstol llama a la homosexualidad: “pasiones vergonzosas” (v. 26), “contra naturaleza” (v. 26), “hechos vergonzosos” (v. 27), “extravío” (v. 27), “una mente reprobada” (v. 28).

Aquellos que defienden el matrimonio homosexual no se oponen sólo a unos pocos “tradicionalistas” cristianos que supuestamente han torcido la enseñanza de Cristo; se oponen al mismo Señor Jesús, al “cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11). 

El Terreno de lo Absoluto se Reduce

Pero, ¿cómo responder al autor de LO QUE ENSEÑÓ JESÚS ACERCA DE LA HOMOSEXUALIDAD, y de paso a todos los “cristianos” que piensan como él?

“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” (1 Pedro 4:11).   

Cualquier persona que públicamente afirme o defienda sus opiniones en materia religiosa pretende hablar por Dios. Si un hombre no está dispuesto a aceptar públicamente la responsabilidad de hablar por Dios, entonces debería guardarse sus opiniones para sí mismo. “Hermanos míos, no os hagáis maestros (en griego: instructores) muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos (los que nos presentamos como instructores) mayor condenación” (seremos juzgados más severamente) (Santiago 3:1).

Por lo tanto, aquellos que se presentan a sí mismos como instructores, pretenden igualdad con Santiago, un hombre que Dios usó para escribir uno de los libros de la Biblia. Por lo tanto, aquel que enseñe sus errores a otros está en un mayor peligro de juicio que el que se guarda sus errores para sí mismo. No se sugiere aquí que debamos pretender inerrancia ante lo que nos atrevemos a hablar por Dios, sino que tenemos que estar dispuestos a vivir de acuerdo a como hablamos y  a morir por lo que sea que le digamos a los demás como representantes de Dios. Enseñar y defender lo que en nuestros corazones sabemos que son sólo conjeturas y especulaciones es cometer el pecado de los fariseos.

“Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas” (Mateo 23: 4).    

Muy bien podría ocurrir que alguien que se queda asombrado por tu pretensión de hablar por Dios tome tu consejo y guíe su vida de acuerdo a tu sugerencia. Si tu enseñanza lo lleva a la ruina, a la herejía, al fracaso o a la miseria, puedes estar seguro que Dios te va a pedir cuentas por eso. Harías bien en nunca olvidar que…

Dios tiene una opinión

“Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres” (Salmo 11:4).     

Dios no es una fuerza poderosa y automatizada, omnipotente, sino que en todos los aspectos es una persona real. Dios sabe quién es Él y Él sabe que Él no es como nosotros. Dios lo sabe todo sobre nosotros y tiene Sus propias opiniones acerca de aquello en lo que andamos. Si Dios no puede tener opiniones, entonces es menos que un hombre —porque hasta un animal tiene gustos y cosas que le desagradan.

En consecuencia, cuando Dios nos expresa Su opinión: eso es lo que llamamos la Palabra de Dios. Ya sea que la opinión de Dios sea escrita, hablada, o descubierta de cualquier modo, si es la opinión de Dios entonces es la Palabra de Dios. A Dios le gustan algunas cosas y está de acuerdo con algunas cosas, y a Dios no le gustan otras cosas y no está de acuerdo con otras cosas.

“Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?” (Salmo 11:3).       

El debate teológico se trata como un juego que no involucra riesgos: un juego que es jugado por personas que están más preocupadas con sentir que ganaron una discusión que con aprender o demostrar una verdad. No hay temor de Dios en esa gente: obviamente no creen que haya un Dios verdadero en alguna parte que está examinando y juzgando el asunto y que finalmente tendrá tiempo para reivindicar a alguien y repudiar a otro. Esta demora aparente en la reivindicación de la Verdad les ha dado a los hombres el valor para despreciar la idea de la Verdad.

“Por cuanto no se ejecuta luego [pronto] sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal” (Eclesiastés 8:11).           

Pero esta es sólo otra más de esas citas bíblicas que a nadie le importan más. Aún así, por el bien de aquellos que gustan de entretenerse con trivia teológica, podríamos aventurar una explicación para este fenómeno. No que creamos que vayamos a hacer alguna diferencia ya sea que tengamos la razón o no, porque todos sabemos que la teología es una diversión intelectual para la gente religiosa que tiene un poco de tiempo libre para perder, ¿o no? Hay gente a la que le gusta jugar al ajedrez, y hay gente a la que le gusta debatir sobre religión. En cualquier caso, tanto el ajedrez como la religión tienen que esperar hasta después de la cena o hasta que hayamos cortado el césped o hasta después de que hayamos dormido la siesta. Y todavía más, si alguien ha descubierto que la particularidades de su religión parecen tener poco o ningún efecto sobre las realidades de la vida, sus primeras prioridades tienen que ser las cosas realmente importantes, como acumular dinero, sacar a pasear a la familia, arreglar la casa y obtener la  alabanza de los hombres de este mundo (Juan 12:42-43). Sólo después de la cena, si es que no dan su programa de televisión favorito, si es que no tiene que lavar el auto, si no interrumpe sus planes para la noche, y solamente si está seguro de que sus opiniones no serán desafiadas o contradichas, alguien podría concedernos 15 o 20 minutos para hablar de religión, pero sólo si no somos muy exigentes con eso de pedir una razón para cada opinión, porque entonces nuestro “alguien” seguramente se va a acordar de algo realmente importante que debe atender inmediatamente.

“¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).      

Ahora, quién sabe cuánto tiempo podamos discutir qué es la ley, y qué es el testimonio, y qué significa “amanecido”. Las palabras “sujeto a interpretación” deben ser el himno nacional de la cristiandad postmoderna, porque se pronuncian más que  cualquier otra cosa, y al recitar estas tres “palabras mágicas”, se piensa tapar cualquier hecho que incomoda con una nube de nominalismo. No importa si mostramos diccionarios, léxicos y montañas de citas bíblicas para demostrar la veracidad de nuestra opinión. No importa si citamos a los Reformadores, o hasta el escriba favorito de nuestro interlocutor, porque por estas 3 palabras: “sujeto a interpretación” todos los hombres ahora reclaman el derecho a diseñar su propio universo y además a cambiarlo a su propia conveniencia. Es como si cada uno creyera que tiene que responder ante “su” dios, y no ante el nuestro. Esto convierte todo debate teológico en una guerra de los dioses, en la cual aparentemente, todos los dioses son impotentes.

Este “vuelo al nominalismo” es lo que hace al debate teológico tan vano y cansador. En la cristiandad moderna, siempre se puede predecir quién será el así llamado “ganador” en cualquier debate religioso, ¡preguntando cuánta libertad tiene cada contendiente de despreciar a su oponente! Aquel que se pueda permitir mostrar el mayor desprecio, piensa que es el “ganador” todas las veces.

Todo esto continúa ocurriendo, mientras que la gente alrededor de nosotros viven y mueren como ratas. Aún cuando alguien tiene miseria, fracaso, tragedia, hábitos destructivos y pecados conspicuos en su vida, esto ya no se ve más como una evidencia de algún error en su fe, ya que la conveniencia filosófica moderna de un universo mecánico que ignora todas las religiones, y que solamente obedece siempre las leyes muertas, frías e impersonales de la ciencia (1 Timoteo 6:20), les permite a todos ellos exigir lástima y llamarse a sí mismos “víctimas inocentes”. La negación de que hay sólo una Verdad sencilla de comprender y aceptar ante nosotros, y que es obvia a todos, equivale a la negación de que Dios le ha hecho una revelación al mundo. La Biblia ya no se recibe más como una descripción simple y clara de la realidad, porque contradice a la falsamente llamada ciencia (1 Timoteo 6:20), y porque, en asuntos religiosos, las palabras ya no se sujetan más a sus definiciones ordinarias. Así que no nos ilusionamos conque alguien se convierta a nuestro punto de vista.

“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.” (Jeremías 6:16).  

Uno se pregunta si siempre ha sido así. Por supuesto, tenemos libros que nos dicen cómo solían ser las cosas, pero al ser libros, estos también están “sujetos a interpretación”. Además, nosotros “la gente postmoderna” sabemos todo lo que ellos sabían, y un montón más, ¿o no? ¡Así que aquellos antiguos promulgadores de supersticiones ignorantes no nos pueden dictar una visión del mundo a nosotros! Aquellas personas vivieron en un mundo en el cual lo que sea que fuera sencillamente obvio era cierto.

Ciertamente, ninguno de los de aquellos días de ignorancia, antes de que hiciéramos la ciencia superior a la religión, tiene algo que decirnos a nosotros. No, nosotros debemos tener nuestro microscopio para llegar a la verdad, ¡pero no tenemos el microscopio, el científico lo tiene! Le permitiremos a él que nos diga la verdad; pero luego, aún cuando él nos la diga, no nos atreveremos a comprometernos con dicha verdad, porque se está construyendo un microscopio mejor y más grande. Cuando el científico obtenga el microscopio “nuevo y mejorado”, nos dirá la pura verdad; pero todavía esperaremos hasta que la hayamos cotejado con todos los otros científicos, porque se ha conocido que no están de acuerdo entre ellos. Aún después de que finalmente hayamos consultado con cientos de científicos que están todos de acuerdo, hay buenas razones para esperar, y no comprometernos todavía. Podría haber un científico que hayamos olvidado, y que también está trabajando en un microscopio mejor.

Esto significa que el terreno de lo absoluto se reduce: mientras más lejos y con más atención observamos, más débil y difuso se vuelve todo. En materia religiosa, esto está ilustrado por lo que le ha ocurrido a la Biblia. Después de 1500 años de disputas, de discusiones menores, e investigación, la cristiandad ha producido un Texto Griego para el Nuevo Testamento llamado TEXTUS RECEPTUS. Fue de este texto que obtuvimos la Biblia King James y la Reina-Valera 1909. Supuestamente estaba todo dicho en el asunto, y durante los siguientes años la Reina-Valera 1909 fue considerada autoritativa y final por el mundo evangélico hispanoparlante. Nunca hubo grandes cuestionamientos al texto desde el cual se hizo la traducción, y ninguno de los cambios que se hicieron cuando la transformaron en la Reina-Valera 1960 afectó grandemente a la doctrina o la teología.

El mundo hispanoparlante tuvo una Biblia estable, segura, y confiable. Esto estableció una autoridad para la verdad en asuntos de doctrina, a la cual todos los protestantes se obligaban públicamente a someterse. La Reina-Valera 1909 y, luego, la Reina-Valera 1960 se volvió el terreno de lo absoluto para los cristianos: la autoridad irreprochable de fe, moral, ética y doctrina. El reconocimiento general de que había sólo una verdad salvadora y de que ésta estaba claramente expresada en la Biblia recibió la bendición y la afirmación de Dios, en que lo que resultó fueron los más grandes esfuerzos misioneros, y los más grandes avivamientos de santidad personal, en toda la historia. Los cristianos confiaban en su Biblia: estaban seguros de que era la mismísima Palabra de Dios.

Pero hoy día la cristiandad está completamente saturada con una verdadera hueste de traducciones tendenciosas y revisiones revisadas y paráfrasis pulidas, las cuales no sólo difieren de la Reina-Valera 1909 y la Reina-Valera 1960 en forma y expresión (lo cual no siempre es malo), sino además en substancia y contenido (y esto sí que es malo). El así llamado “conocimiento teórico moderno” nos ha dicho que la Biblia que hoy tenemos no es confiable. Así es como esas nuevas “versiones” omiten completamente cantidades de versículos bíblicos que una vez se alzaron como las paredes del Gran Cañón a los lados del camino angosto (Mateo 7:14) de la Verdad, o los desacreditan o los cambian. En cada página están todas esas notitas que te dicen que no se puede confiar en verdad en lo que estás leyendo. Se nos dice que esas dudas y preguntas acerca de los contenidos son el producto de un “conocimiento teórico mejor y evidencia recientemente descubierta”.

Así que, mejor esperamos y no nos comprometemos: ya que estos “teóricos” están seguros de poder finalmente introducir otra “nueva Biblia mejorada”: una que nos dirá finalmente la pura verdad. Esto significa que el terreno de lo absoluto se reduce: mientras más lejos y con más atención miramos, más débil y difuso se vuelve todo.

Cualquiera que consulta estas “versiones nuevas y mejoradas” será inducido a creer que no se puede confiar en ninguna Biblia. No sólo que esos “teóricos” cuestionan la Reina-Valera 1909 y la Reina-Valera 1960 y la desacreditan, sino que desacreditan todas las otras “versiones nuevas y mejoradas”. Hasta desacreditan su propia versión, al insertarle todas esas notitas. En esencia dicen: “tenemos una biblia aproximadamente correcta”.

Ahora, ¿quién va a arriesgar su dinero, su carrera profesional, su salud, su familia, o su misma vida al consejo de una Biblia que admite estar llena de errores, y que puede ser o no corregida con posterioridad?

¿Tú?

Si decimos la Biblia dice así: ellos dicen “ese versículo fue añadido en el siglo x , así que no tiene autoridad”.

Si decimos la Biblia dice asá: ellos dicen “en mi versión dice de otra manera”.

¿Adónde termina esto?

Termina en la… apostasía (1 Timoteo 4:1 y 2 Timoteo 4:3-4).

¿Hay alguna salvación?

“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma...” (Jeremías 6:16).  

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

             ADICIONAL: 

NO HAY NADA GAY EN SER GAY

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martes, 1 de junio de 2021

EL SEÑOR ME HABLÓ

 

A menudo uno escucha: El Señor me habló. O, Me contestó a través de un sueño” (... o una visión, un éxtasis, una voz)

La más popular es: El Señor me habló a través de Su Palabra. Pero con esto, la persona a menudo quiere decir que abrió la Biblia al azar después de invocar al Señor, y lo primero que vio en la Biblia lo aplicó a su situación en particular como una respuesta dada por el Señor. Lejos están muchos de saber que tal práctica es ocultista, no cristiana, y que recibe el nombre de bibliomancia.

La bibliomancia es la práctica de la adivinación por medio de un libro. En términos generales, la bibliomancia implica pasar a una página aleatoria de un libro sagrado para encontrar la respuesta a una pregunta planteada. En la antigüedad, se utilizaron las obras de Homero y Virgilio. 

Ahora bien, la bibliomancia a menudo se refiere a la adivinación por medio de la Biblia. Pero, de ninguna manera es la Biblia el único libro que se usa en bibliomancia. Otros libros que se utilizan a veces son el I Ching, El Mahabharata y El Corán. El proceso de bibliomancia implica hacer una pregunta clara, abrir el libro en una página al azar y arrastrar un dedo en círculos lentos hasta que el espíritu dice que se detenga. El verso donde apunta el dedo del interrogador supuestamente contiene la respuesta.

La Palabra de Dios condena todas las formas de adivinación en términos inequívocos (Deuteronomio 18:10; Hechos 16: 16-19). Las prácticas ocultistas no se hacen menos malas simplemente porque se use la Biblia en el proceso. Sí, Dios nos habla a través de Su Palabra. Sí, Dios resalta para nosotros versículos bíblicos específicos que nos hablarán en un momento de necesidad. Pero nótese que en estos casos es el Espíritu de Dios quien toma la iniciativa cuando estamos en contacto con la Palabra, leyéndola y/o estudiándola. Porque  la Palabra de Dios está destinada a ser estudiada, comprendida y aplicada. Debemos estudiar la Palabra de Dios intencionalmente, no al azar. La nuestra es una fe razonable, no una basada en interpretaciones esotéricas de versos al azar. Nuestra sabiduría viene de Dios (Santiago 1:5), no de costumbres paganas.

La Biblia es la Sagrada Palabra de Dios y como tal merece nuestra reverencia, obediencia y sumisión. Aquellos que por Su misericordia ahora somos hijos de Dios, la amamos y respetamos incondicionalmente porque ES la Palabra de nuestro Dios.

El mandamiento divino que hemos recibido es que la escudriñemos (Juan 5:39), esto significa que debemos leerla con suma reverencia, por ser Palabra de Dios, y al mismo tiempo con mucha atención, escudriñando cada palabra dentro de su propio contexto.

Es un acto de insolencia y profanación emplear la Palabra del Dios Santo, en una práctica esotérica que se puede comparar solamente al agorero que consulta el tarot, para saber “cómo le irá ante tal o cual situación.

Otro tanto se podría decir de aquellos que gustan las migajas de los mal llamados Pancitos de vida, que son versículos aislados que los han transformados en el Horóscopo cristiano. Las radioemisoras que se auto denominan cristianas son las que principalmente difundieron este mal. Motivan a sus auditores para que llamen y les lean un pancito de vida (un versículo). Y son muchos los que antes de tomar una decisión o emprender alguna actividad, llaman para saber cómo les irá o qué les depara el señor-futuro.

Esta practica de los agoreros, que gustan abrir la Biblia al azar y leer donde indica el dedo, siempre trae a la memoria el caso de aquella persona que tenía este método ocultista de consultar la Palabra de Dios. Un día como otros, abrió su Biblia y su dedo indicó Mateo 27: 5 Judas fue y se ahorcó. Como no le gustó, intentó por segunda vez, ahora leyó Lucas10: 37: Ve, y haz tú lo mismo. Dijo como muchos supersticiosos, la tercera es la vencida, pero ahora su dedo indicó Juan13: 27: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Fácil resulta imaginar la cara de sorpresa que pondría ante este supuesto mensaje de Dios.

Las personas que gustan vaticinar, pronosticar y anunciar sus presagios con este método, argumentan: Pero esto es lo que dice la Palabra de Dios. Es verdad que podemos leer muchas cosas si las extraemos de su contexto, como fue el caso recién mencionado, pero nadie en su sano juicio podrá afirmar que eso proviene de Dios. Satanás empleó el mismo método contra el Señor Jesucristo, le dijo: Escrito está, pero le citaba solamente parte de lo que estaba escrito, y el Señor lo reprendió con TODO lo que decía el pasaje.

Por esta razón el Señor nos manda a Escudriñar las Escrituras, a leerlas con suma atención y reverencia, JAMÁS a que leamos versículos aislados como quien mira el tarot. Dios manifiesta Su voluntad de una forma coherente a través de una lectura inteligente, coordinada y correlativa de Su Palabra. Se ha dicho, y con mucho acierto, que Un texto fuera de su contexto sirve como pretexto para cualquier cosa.

Daniel 9: 2 Describe cómo Daniel, cuando leyó atentamente en los escritos del profeta Jeremías, recibió de Dios el conocimiento de grandes revelaciones. Por esta razón también dice en Apocalipsis 1:3: Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas.

No existe ninguna bendición para los ocultistas que consultan la Palabra de Dios de esta forma esotérica, al azar, donde indica el dedo. Tampoco para los irreverentes que suben al púlpito sin saber de qué van hablar y utilizan este mismo método de abrir la Biblia al azar, sin haber tenido previamente una lectura reverente de la Palabra de Dios, escudriñándola en oración en plena dependencia del Espíritu Santo, para poder entregar un alimento consistente y basado exclusivamente en las Sagradas Escrituras.

Por esta razón se ven forzados a leer ese pasaje y luego cerrar su Biblia, para hablar de cualquier cosa que su imaginación les lleve, menos de lo que han leído. Se pasean por las experiencias y vuelan hasta donde sus propias emociones e imaginación los transportan. Apelan a la excitación de su audiencia para que lo aprueben con sus gritos de Amén y Gloria a Dios para crear de esta manera una efervescencia generalizada, para luego culpar al Espíritu Santo de esa orgía emocional que ellos han desarrollado en forma artificial, del mismo modo que lo hace un showman en los espectáculos del mundo.

Necesitamos, como Daniel, leer atentamente las Escrituras ANTES de predicar, no solamente para saber de qué vamos hablar, sino para llenar la despensa de nuestro corazón, para que desde allí el Espíritu Santo pueda sacar alimento sano y nutritivo, de lo contrario nos encontraremos con una despensa vacía y necesariamente deberemos recurrir a nuestra imaginación, y solamente podremos entregar alimento contaminado con pensamientos humanos.

El mandamiento del Señor fue muy claro: Escudriñad las Escrituras (Juan 5:39). Y esto difiere absolutamente de esas prácticas cabalísticas que tanto gustan al desobediente y carnal que no está interesado en agradar al Señor. Podrán recibir un mensaje, pero no provendrá de Dios, como fue el caso del que siguió este método del azar y leyó los pasajes referentes a Judas.

Y con respecto a los que dicen que el Señor les habló o contestó a través de un sueño, o una visión, o un éxtasis, o una voz, baste decir que los estudiantes serios de la Biblia concuerdan en definirlos como formas inferiores y primitivas de comunicación que Dios utilizó en la antigüedad (Biblical Hermeneutics, Terry, Milton R.)

Estas formas inferiores y primitivas de comunicación no tienen lugar hoy en día en que el canon de la Biblia está completo. Es decir, ahora que Dios ha completado la revelación de Su mente y propósito a la humanidad por medio de la Biblia, ya no hay ninguna necesidad de otros medios. 

El Espíritu de Dios dice de la Palabra de Dios (la Biblia):

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos (Salmos 19:7-8).

Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá... La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá... (Isaías 28:10, 13).

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia (2 Timoteo 3:16 ).

La verdad bíblica debe ser presentada en forma clara y lógica, aunque esté esparcida un poquito allí y otro poquito allá. Un punto debe llevar naturalmente al otro, sin contradicciones. Sólo así podrán las personas conocer a fondo la verdad. Debe darse la instrucción como si se la enseñara a niños, repitiendo el mismo punto una y otra vez, avanzando de un tema a otro fluidamente, de modo natural, sin forzar nada, de manera que las personas cuyas mentes han sido oscurecidas por el pecado puedan comprender de a poco. Esta instrucción puede parecer repetitiva, pero por eso mismo es efectiva.

Dios ya ha dicho todo lo que tenía que decir en esta etapa de la redención. Judas y el escritor de Hebreos nos aseguran esto al afirmar que:

“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos (Judas 1:3)

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (Hebreos 1:1-2a).

Las personas que creen recibir o haber recibido revelaciones particulares del Señor se han expuesto a falsificaciones demoníacas y carnales por ignorar voluntariamente la Palabra de Dios, y pagarán en sí mismas las consecuencias de su extravío. PARTE II

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