Buscar este blog

Mostrando entradas con la etiqueta Doctrina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Doctrina. Mostrar todas las entradas

jueves, 7 de noviembre de 2024

NO SUFRIRÁN LA SANA DOCTRINA


“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio (2 Ti 4:1-5).

Pablo le advierte a Timoteo, un anciano de la iglesia en Éfeso, que llegará un tiempo cuando las personas no sufrirán la sana doctrina (2 Ti 4:3); en cambio, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias. La idea de sufrir la sana enseñanza tiene que ver con tolerarla o soportarla. En otras palabras, las personas se negarán a escuchar lo que es bueno y correcto. Serán intolerantes a la verdad.

Antes de la advertencia, Pablo establece la fuente y la utilidad de las Escrituras. Las Escrituras proceden de la boca de Dios, o son inspiradas por Dios, y son beneficiosas para enseñar, entre otras cosas, lo que conduce a la maduración y preparación del cristiano (2 Ti 3:16-17). Esta maduración y capacitación tiene el propósito de permitir al creyente completar toda buena obra que Dios ha ordenado.

Pablo exhorta a Timoteo a estar listo para proclamar las Escrituras en todo momento (2 Ti 4:1-2), exhortando y corrigiendo a otros mediante la Palabra de Dios. Timoteo debe estudiar, practicar y luego enseñar las Escrituras (ver Esd 7:10). En 2 Timoteo 4:3, Pablo da la razón de la urgencia de tal tarea: Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina.

La palabra griega traducida como doctrina se refiere a enseñanza o instrucción. A menudo, se entiende por doctrina la enseñanza y la instrucción sistematizadas. La palabra griega traducida como sana también se puede entender como saludable o libre de error. Pablo está advirtiendo a Timoteo de que llegará un tiempo cuando las personas no desearán escuchar la enseñanza verdadera o correcta—enseñanza que está acorde con la realidad. En vez de eso, seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír (2 Ti 4:3, NTV).

Normalmente, entender la sana doctrina requiere que el individuo cambie sus acciones. Si es algo que no quiere hacer, puede rechazar la enseñanza. Al principio, Pedro no quería predicar el evangelio a los gentiles debido a una comprensión incorrecta de lo que Dios deseaba que hiciera (Hch 10:1-48). Sin embargo, Dios corrigió pacientemente su entendimiento y preparó a Pedro para proclamar el evangelio a Cornelio, un líder gentil. Pedro respondió a la sana doctrina y siguió adelante sin temor.

Es importante que nosotros, como maestros y discípulos, hagamos caso a las palabras de Pablo en 2 Timoteo 4:3. Como maestros, debemos enseñar la sana doctrina, manteniéndonos fieles a las verdades de las Escrituras sin importar las consecuencias. Como discípulos, debemos buscar la sana doctrina y recibirla, si queremos vivir de acuerdo a la verdad. Los deseos del discípulo deben ceder ante las verdades de las Escrituras. En oración, a medida que el discípulo madura y es transformado por la renovación de la mente, sus deseos se alinean más y más con la sana doctrina de las Escrituras.

Es beneficioso para el discípulo desear la sana doctrina. También es importante que el discípulo compruebe lo que se le enseña. Durante el segundo viaje misionero de Pablo, viajó a través de Grecia, proclamando el evangelio de Jesucristo a todos. Muchos creyeron en el evangelio (Hch 17:4). Pablo finalmente llegó a la ciudad de Berea donde también presentó el evangelio. Los de Berea recibieron a Pablo con gran entusiasmo escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así (Hch 17:11). Los de Berea son un ejemplo perfecto de cómo el discípulo debe desear la sana doctrina y examinar la Biblia para comprobar si una doctrina es verdaderamente sana, de acuerdo a toda la Biblia.

¿Por qué la sana doctrina es tan importante?

Pablo le encarga a Tito: Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina (Tit 2:1). Dicha orden deja en claro que la sana doctrina es importante. Pero, ¿por qué es importante? ¿Realmente lo que creemos hace alguna diferencia?

La sana doctrina es importante porque nuestra fe se basa en un mensaje específico. Toda la doctrina de la Biblia contiene muchos elementos, pero el mensaje principal se define claramente: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; [y]. . . que resucitó al tercer día, conforme a las escrituras (1 Co 15:3-4). Estas son las incuestionables buenas nuevas, y son de de vital importancia. Cambiar este mensaje y la base de la fe, hace que cambiemos a Cristo por algo diferente. Nuestro destino eterno depende del escuchar la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación (Ef 1:13; 2 Ts 2:13-14).

La sana doctrina es importante, porque el evangelio es un deber sagrado, y no nos atrevemos a manipular la comunicación de Dios al mundo. Nuestro deber es entregar el mensaje, no de cambiarlo. Judas (no el traidor) expresa un sentido de urgencia en el deber de guardar la fe: Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos (Jud 1:3; Fil 1:27). Contender lleva la idea de luchar incansablemente por algo y de dar todo lo que se tiene. La Biblia incluye una advertencia de no agregar ni de quitar a la palabra de Dios (Ap 22:18-19). En lugar de modificar la doctrina de los apóstoles, recibimos lo que nos han transmitido y guardamos la forma de la sana enseñanza, con fe y amor que es en Cristo Jesús (2 Ti 1:13).

La sana doctrina es importante porque lo que creemos afecta lo que hacemos. El comportamiento es una extensión de la teología, y existe una correlación directa entre lo que pensamos y cómo actuamos. Por ejemplo, dos personas se paran en la parte alta de un puente; uno cree que puede volar, y el otro considera que no puede volar. El siguiente acto de cada uno será bastante diferente. De la misma manera, un hombre que cree que no hay tal cosa como el bien y el mal, naturalmente se comportará de manera diferente a un hombre que cree en las normas morales bien definidas. En una de las listas de pecados que se encuentran en la Biblia, se mencionan cosas como la rebelión, el asesinato, la mentira y la fornicación. La lista concluye con y para [todo] cuanto se oponga a la sana doctrina (1 Ti 1:9-10). En otras palabras, la verdadera enseñanza promueve la justicia; el pecado florece cuando la sana doctrina se ignora o se descuida en aprenderla y enseñarla.

La sana doctrina es importante porque debemos verificar la verdad en un mundo de mentira. En este mundo, todo lo que vemos, oímos, comemos, olemos, bebemos, tocamos y leemos es mayoritariamente mentira. Muchos falsos profetas han salido por el mundo (1 Jn 4:1). Hay cizaña entre el trigo y lobos en medio de las ovejas (Mt 13:25; Hch 20:29). La mejor manera de distinguir la verdad de la mentira, es saber cuál es la verdad.

La sana doctrina es importante porque el final de la sana doctrina es la vida. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren (1 Ti 4:16). Por el contrario, el final de la falsa doctrina es la destrucción. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo (Jud 1:4). Cambiar el mensaje de la gracia de Dios, es hacer algo pecaminoso, es practicar el pecado, y la paga del pecado es muerte (Ro 6:23). Predicar otro evangelio, conlleva un anatema: Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. ¡Que caiga bajo maldición! (Gl 1:6-9).

La sana doctrina es importante porque anima a los creyentes. Un amor por la palabra de Dios trae mucha paz (Sal 119:165), y los que anuncian la paz. . . los que publican salvación son realmente hermosos (Is 52:7). El verdadero creyente debe retener la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen (Tit 1:9).

La palabra de la sabiduría es: No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres (Pr 22:28). Aplicando este proverbio a la sana doctrina, la lección es que debemos preservarla intacta. Que nunca nos alejemos de la sincera fidelidad a Cristo (2 Co 11:3).

- - - - - - - - -

RELACIONADOS

LA IMPORTANCIA DE GUARDAR LOS PEQUEÑOS MANDAMIENTOS

LA GRACIA—LA VERDADERA/LA FALSA

UN CORAZÓN NUEVO

EL AMIGO MÁS GRANDE

DE LA SALVACIÓN INICIAL, A LA FINAL

UNA VEZ SALVO, ¿SIEMPRE SALVO?

LA PARÁBOLA MÁS IMPORTANTE

FRUTO O FUEGO

¿SERÁ POSIBLE EXTRAVIARSE DEL BUEN CAMINO?

NO OS CONOZCO

NACER DE NUEVO

UNA SALVACIÓN TAN GRANDE

TRES PELIGROS LETALES (PARA LA SALVACIÓN)

LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN

¿SALVACIÓN, O SOLO CONVERSIÓN?

LA PERSEVERANCIA CONDICIONAL DE LOS CREYENTES (de John Wesley)

THE BELIEVERS CONDITIONAL SECURITY (PDF complete book)

ONCE SAVED ALWAYS SAVED? A Documentary Film 

EL PEREGRINO (ÍNDICE)

PIEDAD Y CONTENTAMIENTO

NO TODO EL QUE ME DICE “SEÑOR, SEÑOR”, ENTRARÁ EN EL REINO DE LOS CIELOS

LOS DOS CIMIENTOS

- - - - - - - 








viernes, 7 de junio de 2024

BREVE DECLARACIÓN DE FE

Una Declaración de Fe es una declaración escrita de la posición de un ministerio o una persona sobre los temas que considera esenciales del cristianismo histórico.

Sólo una cosmovisión bíblica satisface las preguntas sobre el origen del universo, su significado, su moralidad y nuestro destino.

Dios se encarnó en la tierra en la persona de Jesús, el Mesías esperado, naciendo de una virgen.

Dios se manifiesta en tres personas co-eternas y co-iguales, lo que se denomina: la Trinidad.

La salvación es solo por la fe, solo en Cristo, solo por la gracia, solo para Su gloria.

Cada creyente que le sea fiel al Señor y permanezca en la doctrina de Su palabra y en oración diaria, será verdaderamente Su discípulo y tiene la seguridad de la salvación. Quien no persevere en esto, corre el riesgo de caer de la gracia y perder la salvación.

La palabra de Dios, Antiguo y Nuevo Testamento, es inspirada e inerrante, eterna, viva y activa.

Las Escrituras por sí solas son suficientes para la fe y la práctica y, por lo tanto, el estudio de la Biblia es esencial para la vida espiritual.

La futura resurrección y la segunda venida de Jesús después de la gran tribulación son eventos redentores fundamentales que el cristiano espera.

El reino de Dios se manifestará literalmente en la tierra donde Jesús gobernará como Rey sobre las naciones.

Dios cumplirá Sus promesas de restaurar el Israel nacional y étnico en la segunda venida de Cristo.

- - - - - - - -

DECLARACIÓN DE FE (detallada)

DOCTRINAL STATEMENT

- - - - - - - -







jueves, 20 de agosto de 2020

QUE EL SEÑOR JUZGUE ENTRE TÚ Y YO

Algunas personas pasan gran parte de sus vidas tratando de vengarse por cada pequeña cosa que consideran una ofensa contra ellas. Su vida no es más que insistir en su amargura, ya que su imaginación convierte la supuesta infracción en un caso inolvidable, imperdonable. “Ojo por ojo”, es el lema que gobierna sus corazones.


Si alguna vez hubo una persona que pudiera sentirse justificada para vengarse, fue David, cuando era joven y aún no asumía como rey de Israel. El rey Saúl sabía que Dios había ungido a David para ser rey en lugar de él. Debido a que Saúl se había acostumbrado a ignorar las instrucciones del Señor, Dios declaró que ya no debería gobernar a Su pueblo. Saúl estaba tan absorto en sus planes de destruir a David, que David estaba constantemente huyendo por su vida, en las montañas y por los desiertos.

La mayoría de la gente diría que David estaría justificado al matar a su perseguidor, Saúl, pero David se negó a hacerlo porque no quería matar al rey de Israel. En 1 Samuel 24 habla de la fácil oportunidad que tuvo David de deshacerse de Saúl y comenzar su propio reinado. Pero, en lugar de vengarse, David le dijo a Saúl en 1 Samuel 24:12 :

“Juzgue el SEÑOR entre tú y yo, y el SEÑOR me vengue de ti; pero mi mano no estará contra ti”.

Eso es confianza en el SEÑOR. David confió en que el SEÑOR haría lo correcto. No quería pecar tomando la justicia en sus propias manos. No tenemos que hacer nada malo para intentar arreglar las cosas. La segunda falta no corrige la primera.

Debido a que Dios conoce los pensamientos y las intenciones de absolutamente todos, podemos confiar totalmente en Él para juzgar correctamente y hacer que todas las cosas funcionen para nuestro bien al final. Sea lo que sea lo que Dios elija hacer, podemos confiar en que Él bendecirá y cuidará a aquellos que depositen su fe en Su bondad, justicia y amor.    

Cuando alguien nos tiene ojeriza (enojo y mala voluntad), es bueno que recordemos lo que dice Pablo en Romanos 12:19:

“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”.

Paja Como Espejo

Por otro lado, en cuanto a lo que respecta a nosotros, tengamos siempre presente las palabras del SEÑOR en Mateo 7:1-5:

“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”

Como el SEÑOR dice, nosotros tendemos a ser bastante hábiles para ver las faltas de otras personas, incluso las más pequeñas. Nuestra capacidad de ver la paja en el ojo del otro a menudo indica una deficiencia espiritual en nosotros mismos, ya que proyectamos nuestros propios pecados en nuestro prójimo. Ver nuestro mal comportamiento reflejado en las acciones del otro debería darnos una idea de cómo somos en realidad nosotros mismos, y debería proporcionarnos un incentivo para hacer los cambios debidos en nuestro comportamiento.

Nuevamente, David nos proporciona un ejemplo claro de esto en 2 Samuel 12:1-7:

“Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre.” 

El espejo del ahora envejecido rey David reflejaba los defectos de otras personas con claridad, pero distorsionaba la imagen a su favor cuando se trataba de él. 

Natán tuvo que enseñarle a David la seriedad y repugnancia de sus pecados ocultos al verlos reflejados en otra persona. Dios a menudo usa comportamientos negativos en las personas con las que estamos en contacto para reflejar el horror de nuestros pecados. Los defectos que vemos en el otro, a menudo son reflejos de nuestros propios defectos y fallas. 

El problema de utilizar el espejo para ver la paja en el ojo ajeno, es que no reparamos en la advertencia grabada en la parte inferior: “Los objetos en el espejo están más cerca de lo que parecen”.

Asegurémonos de poner a Dios al tanto de lo que sucede en nuestra vida, y en la vida de quienes nos afligen, y son afligidos por nosotros. Y confiemos en que Él juzgará con justo juicio a ambas partes. Nuestro SEÑOR juzga todas las cosas con justicia, y para nuestro bien eterno.    

----------------------------




La fascinación que los hombres siempre hemos tenido con el libro de Apocalipsis emana de la única cosa en la que estamos de acuerdo: nos dice cómo termina la historia del mundo.

Investigamos este libro extraño y desconcertante para encontrarnos a nosotros mismos; para ver si podemos vernos entre aquellos que sobreviven al conflicto final.

Deseamos vernos entre los justos. Miramos para descubrir a nuestros adversarios entre los condenados. Deseamos saber cuánto tiempo tendremos que esperar hasta que termine la era presente, porque el peso de las cosas se nos hace difícil de sobrellevar, porque estamos cansados, desgastados por el afán constante y la desilusión de la vida presente. Nuestro corazón late con el anhelo del día cuando “enjugará Dios toda lágrima de… nuestros ojos... y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas pasaron” (Ap. 21:4).

Te invitamos a leer y compartir entre tus conocidos nuestro COMENTARIO DEL APOCALIPSIS.


-------------------------

NUEVO: EL PASTORADO DE LOS ANCIANOS. 
Miles de iglesias a lo largo del mundo tienen un grupo de líderes a los cuales llaman ancianos. Desafortunadamente hay una gran confusión en torno a este tema. ¿Deben los ancianos estar subordinados al pastor, o deben ser ellos los pastores que lideren la iglesia? Este E-book ayudará a los interesados a conocer lo que la Biblia enseña sobre el tema, y les dará bases bíblicas que puedan poner en practica en sus comunidades cristianas.


ANTERIOR: EL CALVINISMO Y LA BIBLIA






martes, 1 de mayo de 2012

LA IMPORTANCIA DE LA SANA DOCTRINA



Sería imposible exagerar la importancia de la sana doctrina en la vida de un cristiano. Un conocimiento correcto de todos los temas espirituales es imperativo si queremos vivir también de manera correcta. Así como no se pueden cosechar uvas de los arbustos ni higos de los cardos, el carácter cristiano sano no brota donde no hay una enseñanza bíblica sólida.

En nuestro contexto, la palabra doctrina simplemente significa las creencias religiosas que tenemos y enseñamos. Es la tarea sagrada de todos los cristianos, primero como creyentes y luego como maestros de creencias religiosas, estar seguros de que estas creencias corresponden exactamente a la Verdad. Un acuerdo preciso entre la creencia y el hecho constituye la sanidad de la doctrina. No podemos darnos el lujo de poseer nada menos que esto.

Los apóstoles no sólo enseñaron la Verdad si no que contendieron por su pureza contra cualquiera que intentara corromperla. Las epístolas paulinas resisten cada esfuerzo de los falsos maestros por introducir caprichos doctrinales. Las epístolas de Juan están llenas de condenación contra los maestros que acosaron a la joven iglesia negando la Encarnación y arrojando dudas sobre la doctrina de la Trinidad. Y Judas en su breve pero poderosa epístola alcanza las cumbres de la elocuencia abrasadora al vertir juicio sobre los malvados maestros que intentaban descaminar a los santos.

Cada generación de cristianos debe considerar solemnemente sus creencias. Mientras la Verdad misma es inmutable, las mentes de hombres son recipientes porosos de los cuales la Verdad puede salirse y en los que el error puede penetrar para diluir la sanidad que contienen. El corazón humano es herético por naturaleza y corre al error tan espontáneamente como las malezas a un jardín. Todo lo que un cristiano o iglesia debe hacer para garantizar el deterioro doctrinal es tomar todo por seguro y no hacer nada. El jardín desatendido pronto será invadido con malezas; el corazón que falla en cultivar la Verdad y en mantenerla lejos del error pronto se convertirá en un desierto teológico; el cristiano o la iglesia que se duerme en la senda de la Verdad, pronto se hundirá en el lodo cenagoso del cual no hay escape.

En cada área del quehacer humano, el pensar y actuar con precisión es considerado una virtud. Errar, incluso ligeramente, es invocar a una grave consecuencia, si no a la muerte misma. Sólo en el ámbito religioso la exactitud y la fidelidad a la Verdad son vistas como un defecto. Cuando los hombres tratan con cosas terrenales y temporales ellos demandan la verdad; pero cuando se trata de cosas celestiales y eternas, vacilan como si la Verdad no pudiera ser descubierta o no importára de todos modos.

El científico, el médico, el navegante trata con asuntos que sabe son verdaderos; y porque estas cosas son verdaderas, el mundo demanda que tanto el maestro como el practicante sean hábiles en el conocimiento de sus temas. Sólo al maestro de cosas espirituales se le permite estar inseguro de sus creencias, ser ambiguo en sus observaciones y tolerante de cada opinión religiosa expresada por cualquiera, aún por el hombre menos calificado para ello.

La nebulosidad doctrinal siempre ha sido la marca del liberal. Cuando las Escrituras Santas son rechazadas como la autoridad final en las creencias religiosas, algo más debe tomar su lugar. Históricamente ese algo ha sido o la razón o el sentimiento: si es el sentimiento, conduce al carismatismo; si es la razón, al humanismo. A veces ha habido una mezcla de los dos, razón y sentimiento, como puede ser visto en las iglesias liberales de hoy. Estas ni abandonarán frontalmente a la Biblia, ni la creerán del todo; el resultado es un cuerpo poco claro de creencias más similar a un banco de  niebla que a una montaña, donde algo puede ser verdad pero nada puede ser totalmente considerado como la Verdad.

Nos hemos acostumbrado a los soplos enturbiados de niebla gris que pasa por doctrina en las iglesias contemporáneas, y no esperamos nada mejor de la Cristiandad a estas alturas. Porque, de algunas fuentes anteriormente irreprochables, ahora vienen declaraciones vagas que consisten en una mezcla lechosa de Escritura, ciencia y sentimiento humano que no son fieles a ninguno de sus ingredientes, porque cada uno trabaja para cancelar los otros.

Es evidente que algunos de nuestros hermanos evangélicos parecen estar trabajando bajo la impresión de que son avanzados pensadores, porque vuelven a plantear la evolución y reevalúan varias doctrinas de Biblia y aún su misma inspiración; pero tan lejos están de ser pensadores avanzados como cerca están de ser seguidores de la divinamente predicha apostasía de los últimos días.

El lavado de cerebro de los cristianos evangélicos de estos días está bien avanzado ya. Una evidencia es que ha aumentando exponencialmente el número de los que no se encuentran al lado de la Verdad. Dicen que creen pero sus creencias están tan diluidas que es imposible obtener de ellos cualquier definición clara e inequívoca en cuanto a la “fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 4).

El poder espiritual siempre ha acompañado a las creencias definitivas. Los grandes santos siempre han sido sanamente dogmáticos. Necesitamos en este momento un regreso a un dogmatismo apacible que sonría mientras se yergue firme en la Palabra de Dios, que vive y habita para siempre.

¿Podemos Estar Seguros?

Quizá la razón más esgrimida por aquellos que abogan por el neutralismo teológico de nuestros días, es que nadie puede estar 100% seguro de la Verdad. La doctrina es vista como un obstáculo para formar parte de la mayoría influyente: el establishment cristiano. Claro que no lo dicen así; no es políticamente correcto. Hay que disfrazarlo y hablar de “división”, palabra que tiene una clara connotación peyorativa en la Cristiandad contemporánea. El argumento es este: “La doctrina divide, la experiencia une. No todos tenemos nuestra doctrina completamente correcta, pero Dios no nos juzga por no tener la Verdad absoluta, sino por nuestra falta de amor y unión”.

Este sofisma es arrojado como anatema al rostro de todo aquél que se atreva a decir lo contrario. Está presente en preguntas tales como: “¿Quién te crees que eres? ¿Sólo lo que tú crees es lo correcto mientras que lo que creen los demás está equivocado?” Y el golpe de gracia siempre es: “Nadie está 100% en lo correcto”.

Pero esto no es lo que dice la Biblia. La Inspirada Escritura nos dice que todo creyente puede conocer la sana doctrina y estar seguro de ella. 2 Timoteo2:15 insta al creyente a conocer y usar cabalmente la Palabra de Dios: “Procura presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.

Usar bien la palabra de verdad significa interpretar y conocer la doctrina bíblica correctamente. ¿Por qué Dios nos diría a los cristianos que debemos usar bien la palabra de verdad si esto es imposible de lograr? Este versículo nos enseña, además, que como creyentes somos responsables de trabajar para este fin, porque solo aquél que usa bien la palabra de verdad es aprobado. Esto nos lleva al tribunal de Cristo (1 Corintios 3:13). La Biblia nos dice exactamente cómo podemos conocer la sana doctrina y usarla.

1. Conocemos la sana doctrina por medio de la obediencia.

El Señor Jesucristo nos da está promesa en cuanto a conocer la sana doctrina: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17). Para conocer la sana doctrina uno debe estar dispuesto a obedecerla. Si un creyente es receptivo a la verdad y está dispuesto a obedecer lo que Dios le enseña, el Señor le dará sabiduría para discernir la sana doctrina de la falsa. En Proverbios 1:23, Dios nos dice: “Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras”. Dios ha prometido hacer evidente Su verdad a aquellos que se someten a Él. Esta es la esencia del arrepentimiento.

2. Conocemos la sana doctrina por medio del permanecer en la Palabra de Dios.

El Señor Jesucristo nos da está otra promesa en cuanto a conocer la sana doctrina: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él. Si vosotros permanecieréis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). Esta preciosa promesa declara inequívocamente que un hijo de Dios puede conocer la Verdad. Para que esto sea así debe permanecer en la Palabra de Dios. Es decir, debe permanecer leyéndola, estudiándola, memorizándola, amándola, defendiéndola, y buscando de todo corazón obedecerla.

3. Conocemos la sana doctrina por medio de la presencia del Espíritu Santo.

1 Juan 2:20-21 dice: “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad”.  El versículo 27 añade: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”.

La Sagrada Escritura declara sin ambigüedades que el creyente genuino tiene el Espíritu Santo como maestro, y que por lo tanto puede conocer toda la Verdad, si se mantiene en comunión con Él.

Si el sofisma del establishment cristiano contemporáneo fuera cierto y un creyente no pudiera estar 100% seguro de la Verdad, entonces “comamos y bebamos que mañana moriremos” (1 Corintios 15:32b) porque los mandamientos y las promesas de Dios en Su Palabra no tienen ningún valor. A esto replicamos: “De ninguna manera; antes sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando fueres juzgado” (Romanos 3:4).

¿Por qué no hay consenso entre los cristianos?

¿Por qué tantas denominaciones? ¿Por qué tantas interpretaciones diferentes y contradictorias entre los creyentes?

Hemos tratado de responder estas preguntas en artículos como: ¿CUÁLES LA IGLESIA VERDADERA?, LA IGLESIA NUEVOTESTAMENTARIA y HECHOS DE LOS APÓSTATAS I, entre otros. Pero podemos agregar las siguientes palabras.

Alguien, acertadamente, escribió una vez: “El Cristianismo comenzó como un movimiento judío en Jerusalén. Se convirtió en una filosofía en Grecia. Se transformó en una institución en Roma. Y llegó a ser un gran negocio en Norteamérica”. Y de aquí se extendió por todo el mundo.

Cuando el Cristianismo se transformó en un gran negocio, los fariseos, los saduceos, los escribas, los intérpretes de la ley, los codiciosos de ganancias deshonestas y los asalariados de la religión evangélica crearon sus empresas, a las que hoy en día llamamos “denominaciones”, y tomaron de la Verdad aquellas verdades menores que no podían ser utilizadas como argumentos para desenmascarar sus ambiciones materiales y deseos de control, y las enarbolaron como estandartes proveedores de salvación. El tiempo pasó, y esas denominaciones son hoy parte del establishment de la Cristiandad. No es que no haya verdad en el establishment, porque de tal manera nadie sería salvo; allí también se predica la salvación por fe en Cristo Jesús, pero se ha dejado de lado la mayor parte de Sus enseñanzas sobre la realidad Su señorío hoy. Su enseñanza sobre la salvación y Su señorío son las dos caras de la Verdad, con mayúscula. Huelga decir que esta absoluta y completa Verdad no está en los grandes conglomerados evangélicos de nuestros días.  

Si un creyente genuino quiere conocer la Verdad que lo puede hacer libre, debe estar dispuesto a seguirla fuera de la Cristiandad contemporánea, el establishment. Y este es el quid del asunto, ¿cuántos son los que están dispuestos a pagar el precio de la libertad que promete el Señor a los que están dispuestos a obedecerla?

---------------------