Durante los primeros dos siglos la iglesia
se reunió en grupos pequeños en las casas de sus miembros, además de tener reuniones
especiales en lugares de enseñanza pública o plazas de mercado, dónde la gente
podía reunirse en números más grandes. Significativamente estos dos primeros
siglos marcaron el más poderoso y vigoroso avance de la iglesia, el que nunca
se ha visto igualado. La falta de edificaciones eclesiales (templos) no fue
impedimento para la rápida expansión de la iglesia; todo lo contrario, en
comparación a la situación después de 200 DC, se puede afirmar que la expansión
del cuerpo de Cristo fue tan vigorosa exactamente porque no perdió el tiempo,
la fuerza y el dinero en la edificación de templos.
El Nuevo Testamento nos informa que las
primeras iglesias generalmente se reunían en casas (véase Hechos 2:46; Romanos
16:3, 5; 1 Corintios 16:19; Colosenses 4:15; Filemón 22). Hubo una expansión
masiva de la iglesia universal cuando se reunían regular y localmente como
pequeñas comunidades. El mover del Espíritu Santo fue espectacular en y a
través de estas pequeñas comunidades de la iglesia primitiva. Estas pequeñas
comunidades fueron como dinamita en sus localidades. Cada miembro parecía estar
activo en el cuerpo de Cristo en la medida en que se reunían juntos en las
casas privadas, y la palabra de Dios se expandió poderosamente a través de todo
el mundo.
¿Debemos reunirnos en casas, simplemente
porque la iglesia primitiva se reunía así? ¿Está mal reunirse en un templo?
¡Ciertamente no! La iglesia primitiva no contaba con vehículos para desplazarse
rápido, sistemas audiovisuales, teléfonos, computadoras, internet, etc., ¿pero
significa eso que no debemos usarlas?
No nos reunimos en casas solamente porque
la iglesia primitiva se reunía así. Hay muchas buenas razones para entender por
qué reunirse en casas es una buena decisión, ayudándonos a funcionar
bíblicamente. Las siguientes son las principales razones por las cuales
reunirse en casas es una estrategia efectiva para una iglesia sana.
Ministerio
Recíproco
Hace un tiempo atrás alguien escribió un artículo
sobre crecimiento eclesial titulado “Convirtiendo a los Visitantes en
Asistentes.” Preguntémonos: ¿Dónde en la Biblia se dice algo sobre “asistir” a la iglesia? De acuerdo a las
Escrituras, la iglesia es el cuerpo de creyentes. Dicho de otra manera, los
creyentes que forman parte del cuerpo de Cristo son la iglesia. Pensando
bíblicamente, no hay necesidad de mensajes que tengan que ver con “convertir a
los visitantes en asistentes”. La iglesia no tiene que ver con asistir a
servicios formales con pasividad; no es un programa, son las personas. No es ir
al servicio, sino servirse unos a otros. Tiene que ver con una relación íntima
unos con otros. Tiene que ver con animarse activamente unos a otros. Se trata
de funcionar de manera interdependiente para la edificación de todos.
Desafortunadamente, en la estructura y el
orden de la iglesia actual, frecuentemente se pasa por alto el verdadero
propósito de la iglesia reunida: el experimentar compañerismo espiritual y servir
para animarse en la fe los unos a los otros (Hebreos 10:24-25).
El propósito de la iglesia es el
crecimiento y la edificación de sus miembros hacia Cristo y hacia una vida en
común a través del servicio recíproco dado por Dios (1 Corintios 14:12, 19,
26). En nuestros días, en fuerte contraste con las reuniones de la iglesia nuevotestamentaria,
el significado de cada miembro funcionando en el cuerpo de Cristo se ha perdido
totalmente. La teología del sacerdocio de todos los santos parece solo existir
en teoría. La iglesia ha regresado al antiguo montaje judaico y católico
romano, que alimenta la prevalente pasividad. Es triste que las edificaciones
actuales de las iglesias evangélicas funcionalmente se asemejan a templos, los
pastores mandan como sacerdotes y el modelo de la iglesia nuevotestamentaria ha
sido descartado a favor del sistema de templo de Antiguo Testamento. Aunque los
símbolos del Antiguo Testamento se cumplieron en Cristo y en Su iglesia, la
iglesia siempre se ha enfrentado a constantes tentaciones de volver a traer las
instituciones que Cristo cumplió y removió; y ella, en gran manera, ha caído en
esas tentaciones.
Hay una gran necesidad de una reforma que
restaure el significado y el funcionamiento sacerdotal de cada miembro en el cuerpo
de Cristo. Se dijo que la iglesia primitiva era de comunión “unos con otros”,
no un servicio de “un hombre que ministra a los demás”. Por causa de la falta
del ministerio de cada miembro, la iglesia no solamente está en un estado
pasivo, sino que también muchos líderes están sufriendo a causa de muchas
tentaciones a las que no pueden hacer frente. Se supone que la iglesia sea un
equipo, en el cual todos trabajan juntos por su crecimiento, y no una
audiencia. Los líderes son llamados, no a crear “ministerios de súper
estrellas”, sino a motivar a los creyentes para que cada uno ejerza su
ministerio (Efesios 4:11-12). ¿Encontramos en la iglesia primitiva a un hombre
teniendo la función dominante? ¿Existe un balance entre enseñar y la
participación de cada miembro en la reunión típica de la iglesia de hoy en día?
¿Cómo están motivando los líderes de la
iglesia a cada miembro para funcionar activamente en el cuerpo de Cristo y a ser
testigos efectivos ante el mundo? ¿Existe la consciencia del privilegio y la
motivación para que cada miembro participe durante la reunión de la iglesia? Lo
realmente notable sobre una reunión de la iglesia primitiva era que todos
venían sintiendo que tenían tanto el privilegio como la obligación de
contribuir con algo a ella. Hemos perdido el reconocimiento sagrado de que cada
miembro en el cuerpo de Cristo es un instrumento precioso, potencial y poderoso
del Espíritu Santo. En la iglesia primitiva el ministerio (la posibilidad de
ministrar) le pertenecía a todo el pueblo de Dios.
La iglesia primitiva fue capaz de desafiar
los decadentes valores de la civilización romana precisamente porque experimentó
la realidad de la comunión cristiana de una manera poderosa. La comunión
cristiana significaba una disponibilidad incondicional y una responsabilidad
ilimitada hacia los otros hermanos y hermanas - emocional, financiera y
espiritualmente. Cuando uno de los miembros sufría, todos ellos sufrían. Cuando
uno se regocijaba, todos ellos se regocijaban (1 Corintios 12:26). Cuando una
persona o iglesia pasaban por problemas económicos, los demás compartían sin
reservas. Y cuando un hermano o hermana caía en pecado, los demás gentilmente procuraban
la restauración de la persona extraviada (Mateo 18:15-17; 1 Corintios 5; 2 Corintios
2:5-11; Gálatas 6:1-3). Los hermanos y hermanas estaban disponibles los unos
para los otros, siendo responsables unos ante otros y rindiendo cuentas unos a
otros.
La iglesia primitiva, lógicamente, no
siempre vivió completamente la visión nuevotestamentaria del cuerpo de Cristo.
Hubo lapsos trágicos. Pero la red de pequeñas iglesias en casas que se diseminó
por todo el Imperio Romano experimentó su unidad en Cristo tan vívidamente que
fueron capaces de desafiar y eventualmente conquistar una civilización pagana
poderosa. La abrumadora mayoría de las iglesias contemporáneas, sin embargo, no
provee el contexto en el que hermanos y hermanas se puedan motivar, amonestar y
discipular unos a otros. Desesperadamente necesitamos volver a instaurar el
modelo nuevotestamentario para cuidar los unos de los otros en verdadero amor
cristiano.
Necesitamos entender que las estructuras y
los sistemas existen con un propósito; no son el fin en sí mismos. Existe una
gran necesidad de tener una estructura y un sistema que beneficie el
funcionamiento efectivo de la iglesia. Reunirse en casas facilita mucho la
participación, interacción, discusión y el ministrarse unos a otros. También es
en tal contexto que enseñar puede ser hecho más como un diálogo en vez de un
monólogo; este último mucho más penetrante y totalmente efectivo.
Para funcionar tan efectivamente como la
iglesia primitiva funcionó, la estructura, el tamaño y el sistema importan
mucho. La estructura debe ser informal, el tamaño de la comunidad debe ser
pequeño y el sistema u orden debe ser flexible. Ya que la participación y el
ministerio de cada miembro era valorado altamente en la iglesia primitiva, una
casa es un buen contexto en el cual cada persona pueda confortablemente
contribuir y funcionar para la edificación de todo el cuerpo de Cristo.
Comunión
y Rendimiento de Cuentas
La Palabra de Dios revela que una iglesia
es una familia, y que todos los creyentes somos miembros de la familia de Dios
(Efesios 2:19; 1 Timoteo 3:15; Gálatas 6:10). Como la iglesia es una familia,
todos tenemos la responsabilidad de cuidarnos los unos a los otros. Pablo
escribió, “Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y
si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él” (paráfrasis de 1 Corintios
12:26). ¿Cómo se supone que esto suceda en una iglesia si no estamos
entrelazados, como una familia? ¿Cuántos creyentes están muriéndose
espiritualmente de hambre debido a la falta de una sana comunión? Aunque nos
reunimos juntos físicamente, ¿no hay un sentido de falta de conexión y
rendimiento de cuentas entre unos y otros? ¿Estamos, realmente, estableciendo
relaciones significativas con los hermanos con los que nos reunimos? Los
primeros creyentes estaban tan cercanamente entrelazos como familia, que fueron
falsamente acusados de ser inmorales porque se llamaban unos a otros hermanos y
hermanas, tenían fiestas de amor (ágapes) y se saludaban unos a otros con un
beso santo.
Existe la necesidad de cultivar una
atmósfera de familia en la reunión de iglesia, más que un ambiente sobrio,
rígido y formal. La iglesia no es un servicio religioso, sino una unidad
familiar. ¿Ven los creyentes a la iglesia como una familia, teniendo un sentir
de que pertenecen a esa familia? ¿Hay una atmósfera familiar cuando nos
reunimos juntos como iglesia? ¿No nos damos cuenta de la necesidad de enfatizar
las relación y la comunión entre los unos y los otros? ¿O solo tenemos buenos
servicios sin un genuino compañerismo? ¿Cómo podemos de manera práctica generar
tal comunión cuando la iglesia se reúne?
El que la iglesia se reúna en las casas de
sus miembros nos permite llegar a conocer, amar y servir a personas que, a su
vez, llegarán a conocernos, amarnos y servirnos también. En un grupo tal,
gradualmente podemos ir quitándonos las máscaras que cargamos en público y
empezar a compartir nuestras debilidades, dudas y temores al igual que nuestras
fortalezas, seguridades y habilidades. De esa manera empezamos a superar la
irónica situación de ser menos abiertos y menos honestos en la iglesia que en
otro sitio. En los grupos pequeños en casas aprendemos a dar y recibir, a enseñar
y comprender, a llevar las cargas de los otros y recibir ayuda de los nuestros,
a amar y ser amados. En tal grupo podemos convertirnos más como Cristo y apoyar
a otros para volverse también más como Cristo. Al hacerlo así desarrollamos una
actitud, un carácter y una manera de operar común parecida a Cristo. Nos
integramos en Cristo más cercana y más firmemente.
En una comunidad pequeña, la intimidad y el
rendimiento de cuentas se vuelve relativamente factible y viable. El nivel de
la espiritualidad de cada uno se vuelve obvio en las pequeñas comunidades,
permitiendo así más espacio para animarse unos a otros de manera que ninguno
sea endurecido por el engaño del pecado (Hebreos 3:13). Podemos relacionarnos
unos con otros significativamente, conocernos unos a otros, compartir unos con
otros, exhortarnos unos a otros y estimularnos unos a otros al amor y las
buenas obras (Hebreos 10:24, 25). Es tiempo de que todos los creyentes nos
involucremos en grupos pequeños que estén unidos juntos por amor cristiano, que
oran, estudian la Biblia, tienen compañerismo y en donde cada miembro rinde
cuentas por las 168 horas de cada semana. El privilegio de estimular al
compañerismo y al rendimiento de cuentas recíproco puede practicarse muy bien
en este tipo de comunidades pequeñas. Un lugar informal como una casa es un
lugar efectivo para practicar todos los puntos mencionados anteriormente.
La
Cena del Señor
La “comunión” (la cena del Señor) en
aquellos primeros días a menudo incluía también el sentarse a disfrutar juntos de una comida
completa (almorzar, cenar, etc.), y era una oportunidad para la adoración y compañerismo
informal. El tiempo de la comida era llamado ágape, una fiesta de amor, y en tiempos posteriores dejó de practicarse
por causa del abuso. Sin embargo, Pablo no le puso fin a la comida por causa
del abuso en la iglesia de Corinto. En cambio, él les enseñó sobre la correcta
participación en la cena del Señor. La cena del Señor es una práctica
significativa para la iglesia porque dirige nuestro enfoque tanto hacia la
relación vertical (recordatorio de la muerte del Señor y Su venida) como hacia
la relación horizontal (comunión con los creyentes como familia).
La iglesia primitiva se reunía como una
familia, celebrando la cena del Señor en el contexto de una comida comunal de
confraternidad, recordando la muerte y la venida del Señor, y regocijándose por
unirles como un cuerpo y una familia. Los primeros cristianos tomaban la comida
simbólica de la cena del Señor para conmemorar la última cena, en la cual el
señor Jesús y Sus discípulos guardaron la fiesta tradicional de la Pascua
Judía. Los temas de los dos eventos eran el mismo. En la Pascua, los judíos se
regocijan porque Dios les había liberado de sus enemigos y miraban con
expectativa hacia su futuro como hijos de Dios. En la cena del Señor, los
cristianos celebran cómo el Señor Jesús les liberó del pecado y expresan su
esperanza por el día cuando Cristo regrese (1 Corintios 11:26). Al principio, la
cena del Señor era una comida completa que los cristianos compartían en sus
casas. Cada huésped traía un plato de comida para la mesa común. La comida
comenzaba con oración común y el comer de pequeños bocados de un solo molde de
pan que representaba el cuerpo partido de Cristo. La comida terminaba con otra
oración y el compartir una copa de vino, que representaba la sangre derramada
por Cristo. Es difícil celebrar la cena del Señor como una comida familiar en
una reunión grande e impersonal, y en un templo. Una casa es el lugar ideal
para celebrar la cena del Señor de manera significativa.
Iglesia
Simple
Reunirse como iglesia en una casa es
simple. No se requiere de mucho dinero para desarrollar este tipo de iglesias.
Como con la iglesia primitiva, una simple casa es suficiente para que la
iglesia se reúna. El dinero se ha convertido en el factor principal en muchos
ministerios hoy en día. Se ha convertido en un asunto mayor, en tema de discusión
y fuente de conflictos. Sin dinero la obra del Señor parece haberse vuelto prácticamente
imposible de hacer. Sin embargo, cuando examinamos la iglesia primitiva, el
dinero no era para nada un asunto primario. Los primeros discípulos plantaban iglesias en casas, tenían
reuniones simples en hogares y se multiplicaban en otras casas en la medida en
que su comunidad crecía.
En naciones como la India, comprar un
pedazo de tierra y construir un lugar de adoración no es algo fácil. La mayoría
de los templos son construidos con la ayuda de fondos del extranjero. Una
acusación a la cual se enfrentan frecuentemente los ministros, por parte de los
no creyentes, es que el ministerio y la conversión cristiana se hacen a través
y por el dinero que viene del exterior. Esos ministerios realmente están en
riesgo de depender de fondos extranjeros. Las primeras iglesias generalmente
eran comunidades autóctonas, pero cuando había una necesidad ellas se unían en
oración y se ayudaban entre sí. Bendecida es la nación en la cual la mayoría de
sus iglesias y ministerios han crecido sobre el concepto del auto-sostenimiento,
la auto-propagación y el auto-gobierno.
Si seguimos el actual modelo costoso de las
denominaciones evangélicas, en el cual se requiere mucho dinero para la
edificación (que se usa solo de vez en cuando), su mantenimiento y los salarios
del cuerpo administrativo- es altamente difícil plantar iglesias. Muchos
suponen que no hay iglesia sin una edificación especial: un templo. Es triste
ver cómo el punto de vista del Nuevo Testamento de la iglesia y el templo están
tan distorsionados por la idolatría a un edificio como el lugar de adoración a Dios.
Es como si se quisiera volver a coser la cortina del templo del Antiguo
Testamento que fue rasgada por la obra completa de Cristo en la cruz (Mateo
27:51). En el Antiguo Testamento, Dios tenía un santuario para Su pueblo; en el
Nuevo, Dios tiene a Su pueblo como un santuario. A través de Cristo
Jesús, nosotros mismos somos el templo de Dios y la iglesia de Dios (1 Corintios
3:16, Hechos 20:28).
La iglesia nunca ha sido ni será un lugar,
siempre ha sido y será los hijos e hijas de Dios; nunca un aprisco sino siempre
un rebaño; nunca un templo o capilla sino siempre una reunión de creyentes. La
iglesia es nosotros adorando a Dios, no en dónde adoramos. Así como un vestido
de satín no es una persona, una estructura de ladrillos o mármol no es una iglesia.
En este mundo no hay nada sagrado sino el hombre y la mujer redimidos por la
sangre de Cristo; ningún santuario de los hombres es aceptable ante Dios, sino
el alma arrepentida de su pecado ante el Cordero que fue inmolado.
Por ende, aunque no hay nada de malo en
tener una edificación especial, no es un requerimiento para la reunión de la
iglesia ya que podemos reunirnos simplemente en casas como lo hacía la iglesia
primitiva. Los ministros de la denominaciones evangélicas corren de un lado
para otro pidiendo dinero para la construcción de un templo. Algunos incluso le
piden a no creyentes para tal tarea. Se ha traído mucha desgracia al nombre del
Señor por causa del énfasis de los predicadores en el dinero para mantener
funcionando sus siempre costosos ministerios. El Señor, que no tuvo dónde
recostar Su cabeza durante Su ministerio terrenal, no puede pasar por alto por
mucho tiempo más tal descaro.
Conseguir un lugar para reunirse no debería
significar una carga financiera a la pequeña congregación. La iglesia en casa
cumple efectivamente con todos los requerimientos. Las iglesias en casas
siempre deben ser consideradas como lo mejor, tanto para la plantación inicial
como para la extensión posterior. Para plantar iglesias por saturación (en
dónde las iglesias llenan las ciudades) necesitamos una estrategia simple.
Reunirse como iglesias en casas es un método simple, efectivo y bíblico.
Líderes
Autofinanciados
Del patrón de la iglesia primitiva
aprendemos que los pastores u obispos de la iglesia surgían de la misma iglesia
(Hechos 14:23, 2 Timoteo 2:2, Tito 1:5). Eran cosecha propia, y cada iglesia tenía
y operaba bajo una pluralidad de líderes (véase Hechos 11:30; 15:2, 4, 6, 22,
23; 14:23; 20:17-28; Filipenses 1:1; 1 Tesalonicenses 5:12-13; 1 Timoteo 4:14;
5:17; Tito 1:5; Santiago 5:14; 1 Pedro 5:1-3; Hebreos 13:7, 17, 24).
El liderazgo de la iglesia primitiva era de
dos tipos: local e itinerante. Hoy en día el ministerio está confinado a ministros
de tiempo completo sin trabajo secular. Sin embargo, cuando exploramos la
iglesia del Nuevo Testamento, los líderes locales eran generalmente ministros
autofinanciados, y sólo los líderes itinerantes eran sostenidos financieramente
por la iglesia.
Siendo líderes locales, los pastores eran
generalmente ministros con un trabajo secular. Pablo, a pesar de ser un
ministro itinerante, se puso a sí mismo como ejemplo para otros al trabajar con
sus propias manos (Hechos 20:17, 33-35; 1 Tesalonicenses 4:11-12, 2 Tesalonicenses
3:6-12). Claro que hay excepciones en las cuales algunos son dignos de recibir
hospitalidad y ofrendas voluntarias por causa de su ardua labor en predicar y
enseñar (1 Timoteo 5:17). Pero mirando la situación actual, ¿es dar un sermón
por una hora (o más) una vez a la semana y en otras ocasiones especiales lo que
llamamos laborar arduamente en
predicar y enseñar? Los ministros del Nuevo Testamento usualmente trabajaban
para ganarse la vida y no eran apoyados financieramente por la iglesia, sino
ocasionalmente. No se había hecho todavía una distinción artificial entre clero
y laico. El ministerio de la iglesia primitiva no recibía sueldo fijo. A los
ministros se les debía obediencia eclesial en virtud de su llamado y elección,
y por haber sido puestos aparte por oración y por imposición de manos para el oficio
sagrado; pero al mismo tiempo eran comerciantes, artesanos o estaban
involucrados en otra clase de trabajo “secular”: se sostenían a sí mismos. Si quienes ocupaban
el cargo recibían apoyo financiero, era solamente por causa de su pobreza y
porque estaban tan pendientes de ministrar la Palabra como de preocuparse por
la situación de las viudas, los huérfanos y los más pobres. La introducción del
sueldo ministerial y la implicación de que de un ministro pagado diera todo su
tiempo al servicio de la iglesia creó la distinción no nuevotestamentaria entre
clero y laico.
Cuando investigamos el asunto, es evidente
que el hecho de que el ministro sea pagado lo complica todo; ya que estando a
la cabeza del orden piramidal figura como el primero en la lista que puede beneficiarse
con los fondos de la iglesia, mientras que las viudas y los huérfanos son
postergados.
Por ende, no es un requerimiento que los
líderes locales renuncien a sus trabajos seculares y se entreguen a sí mismos
exclusivamente a los asuntos de la iglesia. Sin embargo, están libres de
dedicarse a sí mismos exclusivamente al ministerio de la iglesia si han
recibido de parte del Señor un ministerio extenso, que los lleve más allá de la
iglesia local. Es muy triste ver a muchos ministros cristianos sufriendo
innecesariamente por finanzas debido a la perspectiva no bíblica del ministerio
pagado. Un “llamado al ministerio” es entendido automáticamente como el
abandonar un trabajo secular. ¿Tenemos alguna base bíblica para esta arraigada
creencia? Pablo definitivamente aconsejó a los ancianos de Éfeso a que se
sostuvieran a sí mismos (Hechos 20:32-35), y eso, eventualmente, fue la
práctica general. Ciertamente algunos ancianos eran apoyados totalmente por la
iglesia, pero esto era la excepción, no la regla.
Además, la multiplicación de iglesias se
vuelve difícil si todos los pastores locales esperan depender completamente de sus
congregaciones para su subsistencia. Más bien, deberían tener sus propios trabajos
y liderar una pequeña comunidad de creyentes. Las finanzas no son un problema
mayor en una comunidad simple y pequeña que se reúne en una casa, ya que los
pastores pueden financiarse a sí mismos fácilmente y simultáneamente ministrar
a la iglesia. Sería una oportunidad maravillosa para ambos, pastores y
creyentes, el apoyar a los misioneros y evangelistas itinerantes en el campo,
incluyendo a los pobres y necesitados. Por ello, creemos que la iglesia en casa
es un acercamiento sabio en el cual los pastores pueden ser obreros
independientes, liderando pequeñas comunidades de manera efectiva.
Facilidad
de Acceso para los No-Creyentes
Algunos dicen: “Las personas ven la
mezquita como un lugar santo para los Musulmanes y al templo como un lugar
sagrado para los Hindúes. ¿No cree usted que es importante tener un lugar de adoración
especial que sea considerado sagrado para los cristianos?”
El cristianismo es único porque la iglesia
misma, toda la gente de Cristo, es el templo de Dios y cada miembro un sacerdote
de Dios (1 Corintios 3:16, 1 Pedro 2:5, 9). En nuestro intento de
identificarnos con otras religiones paganas tenemos que ser cuidadosos de no
perder lo que nos hace únicos. Al contextualizar el mensaje no debemos hacer
concesiones hacia perspectivas no bíblicas. Los cristianos de los primeros
siglos no tuvieron la publicidad de los cultos paganos. Ellos no tenían
santuarios, templos, estatuas o sacrificios. No organizaron festivales
públicos, danzas, actividades musicales o peregrinajes… De hecho, los
cristianos de los primeros tres siglos usualmente se reunían en residencias
privadas que habían sido convertidas en espacios apropiados de reunión por la
comunidad cristiana… Esto indica que la simplicidad del ritual de adoración de
los primeros cristianos no debe tomarse como una señal de que sea primitivo,
sino más bien como una forma de enfatizar el carácter puramente espiritual de
la adoración cristiana.
Cada estructura religiosa es vista como un
lugar sagrado por el grupo religioso respectivo, y los no creyentes que
pertenecen a un grupo religioso diferente se sienten muy incómodos en un lugar
así. Muchos no creyentes se sienten cómodos al venir a la casa de un cristiano.
Pero si se les invita para que asistan a un templo evangélico se sienten incómodos.
La casa es un buen lugar para que a los inconversos se les presente el
evangelio de manera casual.
La congregación debería reunirse en el
ambiente más natural posible, adonde los no cristianos puedan llegar con la
mayor facilidad y donde los convertidos llevan el servicio por sí mismos. No
podemos esperar que los no creyentes vengan a una edificación religiosa, aunque
ocasionalmente puedan venir. La iglesia primitiva se reunía en casas y había
ocasiones en las cuales también asistían los no creyentes (1 Corintios
14:23-24). Las casas se usaban para ofrecer hospitalidad y también para las
reuniones de iglesia. Uno de los más importantes métodos de compartir el
evangelio era el usar las casas como lugares de reunión. La iglesia en casa
provee una atmósfera informal y amistosa para que los no creyentes permanezcan
fácilmente en la reunión de la iglesia, y experimenten el amor y la fraternidad
de Cristo Jesús a través de Sus miembros.
Persecución
Cualquier día cualquier creyente en
cualquier parte del mundo puede leer en el periódico que una iglesia evangélica
ha sido quemada. Pero esto no significa que es el pueblo de Dios el que ha sido
lastimado. Significa solamente que el templo en el cual la iglesia usualmente
se reunía fue quemado. Muchos cristianos y no creyentes por igual piensan que un
templo es la iglesia, cuando en realidad es el pueblo redimido de Cristo
quienes son la iglesia y el santuario de Dios. Durante los tiempos de
persecución, son las edificaciones eclesiales, que son consideradas como un
lugar sagrado para los cristianos, las que frecuentemente se convierten en los
blancos principales de asalto. No es seguro para el pueblo de Dios reunirse en
un lugar así cuando las situaciones son hostiles.
La reunión de iglesia en una casa es mucho
mejor en tiempos de persecución. Esto no garantiza que no habrá persecución,
porque sabemos que la habrá (véase LAHORA DE LA PRUEBA). La iglesia primitiva se enfrentó a la persecución a
pesar de reunirse en casas, y sin embargo reunirse en casas es mucho más seguro
durante los tiempos de persecución que reunirse en un templo. En muchos lugares
del mundo, especialmente en países del Lejano y Medio Oriente, los creyentes se
reúnen para compartir en casas particulares que forman parte de una red que se
extiende por todo el país.
Es interesante destacar que durante la
persecución, tanto en la iglesia primitiva como hoy en día, las iglesias en
casas se expanden rápidamente. Dios frecuentemente usa la persecución para
doblar nuestras rodillas y poner en acción nuestros pies. La iglesia
frecuentemente se vuelve activa, tanto en oración como en evangelismo, cuando
los tiempos son difíciles. Las iglesias en casas usualmente juegan un rol vital
cuando las condiciones son hostiles. Las iglesias en China, así como en algunas
partes de la India, están creciendo aceleradamente por medio de la red de
iglesias en casas. Un periodista escribió sobre el movimiento de iglesias en
casas en China, diciendo que es difícil estimar exactamente cuántos cristianos
adoran y sirven en iglesias en casas. En el 2000, se informó que había
aproximadamente 80 millones de creyentes en el movimiento de iglesias en casas.
Claramente el movimiento de iglesias en casas ha sido la forma natural del
Cristianismo evangélico en China.
La persecución se está expandiendo
rápidamente en muchos países. Los enemigos de Cristo están buscando parar Su obra
donde sea que ésta esté funcionando activamente. Hay una gran necesidad de
hacer la obra del Señor sabiamente en tales situaciones. Se requiere de mucha
oración, mucho ánimo y mucha diligencia. El mantenerse en comunión con la
hermandad es muy necesario para animarse unos a otros a permanecer fuertes en
el Señor. Reunirse como iglesias en casas ha demostrado ser un modelo efectivo
durante tiempos de persecución.
La Multiplicación
de Iglesias
Al ser consultado al respecto, un hombre
que es miembro de una antigua denominación respondió que la iglesia a la cual
él pertenecía había plantado unas dos iglesias nuevas en toda su existencia
como congregación. Esto es porque las denominaciones requieren un presupuesto
financiero considerable para plantar una nueva iglesia, la cual necesita la
construcción de un templo. Así el Reino de Dios no se puede extender
rápidamente. La iglesia debe penetrar en la sociedad. La iglesia debería estar
“centrada en ir”, no “centrada en venir.” Para que la iglesia se extienda a
todo lugar de la tierra, la alimentación y multiplicación espiritual es
esencial.
Se les dijo al primer hombre y la primera
mujer, “Fructificad y multiplicaos” (Génesis 1:28), de la misma manera le es
ordenado a la iglesia que se multiplique al ir y al hacer discípulos de todas
las naciones (Mateo 28:19-20). ¿Cuál es la mejor y más eficiente manera, la que
tiene un mayor alcance para la multiplicación de la iglesia? ¿Cuántos miembros
de la iglesia están viviendo vidas infructíferas debido a una alimentación y
motivación no apropiada? Reunirse en casas tiene un gran potencial para el
cuidado espiritual y la multiplicación. En la medida en que la comunión crece
fuertemente, más del tamaño requerido en una casa, la iglesia inevitablemente
se multiplicará y dispersará a diferentes lugares. De esta manera, las iglesias
pueden fácil y rápidamente multiplicarse por toda una ciudad o pueblo.
La prueba de que una iglesia es saludable no
es el crecimiento numérico de la misma, sino la multiplicación de ella. El idealnuevotestamentario no es ni producir una hueste de nuevos cristianos que
lleven vidas infructuosas, ni expandir una iglesia local hasta que su membresía
llegue a los miles. El patrón nuevotestamentario es formar a los nuevos
convertidos en congregaciones locales para que luego salgan, vayan y multipliquen
el número de congregaciones en la medida en que se adhieran nuevos convertidos.
El ministerio de Pablo y otros evangelistas del Nuevo Testamento era un ministerio
de multiplicación de iglesias. Los convertidos en muchas ciudades rápidamente
llegaban a los miles; y sin embargo por casi doscientos años no se erigieron templos
ni ningún otro tipo de edificación especial. Tal crecimiento bajo tales
condiciones puede solo ser explicado por la multiplicación de pequeñas
congregaciones en casas.
La iglesia que crece sola en un lugar puede
ser buena para presumir sobre los ingresos y las estadísticas, pero usualmente
le falta una comunión de calidad, cuidado espiritual y la motivación para
expandirse. Muchos miembros que pertenecen a las grandes iglesias denominacionales
no tienen ninguna relación significativa ni con los ministros ni con los otros
miembros. ¿El asistir los domingos a un servicio de dos horas convierte a
alguien en parte del cuerpo de Cristo? ¿Somos miembros de la iglesia solo de
nombre? ¿Es ese el tipo de iglesia por el cual murió el Señor Jesús? ¿Qué
significa ser parte del cuerpo de Cristo? ¿Tenemos ansia de expandir el evangelio
del Reino o de ver Su Nombre enaltecido en un lugar?
Las iglesias que son bien alimentadas y se
dispersan son aquellas que prosperan fácilmente, tanto numérica como
espiritualmente. Una de las principales razones por las que la iglesia
primitiva prosperó grandemente fue porque los creyentes, bien alimentados
espiritualmente, se dispersaron (Hechos 8:1, 4; 11:19). La multiplicación de
iglesias es más efectiva que el plantar iglesias. Hay una gran necesidad de
enfatizar más en la multiplicación de iglesias en vez de en la plantación de
iglesias. La multiplicación de iglesias es contagiosa. Es como un fuego en el
bosque.
En las iglesias en casas, las personas son
los recursos, el Señor Jesús es el programa, la comunión y es la razón, la
multiplicación es el resultado, y discipular al prójimo la meta.
La iglesia debe cambiar, debe dejar de ser
una estructura de ‘venir’ y volver a ser un organismo centrado en ‘ir’. La iglesia
debe dejar de tratar de atraer gente ‘a la iglesia,’ y comenzar a llevar la iglesia
a las personas. La misión de la iglesia nunca se cumplirá con solo sumar
personas a la estructura existente. Sólo la estructura de las iglesias en casas
proporciona oportunidad para el crecimiento espiritual de los miembros,
crecimiento que a su vez genera la multiplicación espontánea de iglesias en
otras áreas de la población, donde Cristo todavía no es conocido. Es por eso
que creemos que reunirse en una casa como una pequeña comunidad crea más
espacio para que la iglesia tenga un cuidado espiritual de calidad y la iglesia
sea movida a multiplicarse.
Discipulado
y Multiplicación de Líderes
Hay una gran necesidad de la multiplicación
de líderes bíblicos en las iglesias hoy en día. La multiplicación de líderes
lleva a un crecimiento explosivo de Reino de Dios a través de la iglesia. Esto
sucede cuando la iglesia es discipulada apropiadamente. El Señor Jesús no dijo: “Vayan y tengan buenos
servicios y reuniones.” Él dijo, “Vayan y hagan discípulos” (paráfrasis Mateos
28:19-20). El discipulado es una manera íntima de equipar. La reunión de la
iglesia es una oportunidad para el discipulado. Una de las maneras más efectivas
de potenciar la multiplicación de líderes es al hacer discípulos.
El crecimiento de los creyentes y la
multiplicación de líderes, a través del proceso del discipulado, son signos de
una iglesianuevotestamentaria saludable.
Acertadamente se ha afirmado que “un cristianismo sin discipulado es siempre un
cristianismo sin Cristo”. En la medida en que los líderes discipulan a la
iglesia, los miembros de ella se discipularán unos a otros y penetrarán el
mundo con una visión para el discipulado. Tristemente, en nuestro sistema eclesiástico
contemporáneo, el discipulado no es una tarea significativa y necesaria. Se
supone que sea el trabajo de centros de entrenamiento especializados como
seminarios, institutos o escuelas bíblicas. Sin embargo, no existe otra entidad
divinamente acreditada para discipular que la iglesia.
Dónde no hay discipulado, el potencial de
la iglesia es sepultado y los posibles líderes permanecen sin ser identificados,
desmotivados y por ende ignorados. ¿No sería una noticia chocante si se hiciera
una encuesta sobre cómo las iglesias están discipulando, y la manera en que
están levantando y enviando líderes? ¿Lo están haciendo anualmente, o cada
cinco años o más? ¿No nos dijo nuestro Señor Jesús: “La cosecha es abundante,
pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe
obreros a su campo” (paráfrasis de Mateo 9:37-38)? ¿Estamos orando, equipando,
movilizando y enviando líderes al campo? ¿Cómo están las iglesias estableciendo
metas y estrategias para la multiplicación de líderes?
El crecimiento de las pequeñas comunidades
a través del discipulado frecuentemente resulta en el surgimiento de más
líderes. Los líderes nacen y se desarrollan no por las predicaciones públicas
sino debido al discipulado personal. Mentores y una supervisión de calidad se
manifiestan más en tales reuniones pequeñas, identificando y motivando así a más
potenciales líderes. Las iglesias en casas son una parte vital en levantar,
entrenar y multiplicar a verdaderos líderes orientados al servicio. En este
tipo de contexto informal, hay una gran posibilidad para la multiplicación de
discípulos, llevando como consecuencia a la multiplicación de líderes e
iglesias. Por eso creemos que reunirse en casas es una manera efectiva para que
la iglesia sea discipulada; y para levantar, equipar y enviar al campo a muchos
líderes.
Los
Pobres, Los Necesitados y Las Misiones
Una lectura cuidadosa de las Escrituras
revela que el dinero en la iglesia primitiva era usado en gran parte para
ayudar a los pobres y necesitados (Hechos 2:45; 4:32-37; 6:1-4; 9:36; 20:34-35;
Romanos 12:13; 1 Corintios 16:1-3, 15; 2 Corintios 8:1-5; 9:1-2, 7; Gálatas
2:6-10; 6:9-10; Filipenses 7; Tito 3:8; Hebreos 6:10-11, 13:2-3, 15-16;
Santiago 1:27; 2:15-17; 1 Pedro 4:9; 1 Juan 3:16-18.).
Cada iglesia era autónoma y una
organización social independiente. Incluso durante la mitad del segundo siglo,
las colectas se tomaban principalmente para ayudar a las personas pobres y
necesitadas. De acuerdo a la información encontrada en Primera Apología de Justino Martyr, y en la Didache, un historiador de la iglesia menciona que al término de la
reunión de la iglesia era costumbre juntar una ofrenda para ayudar a las viudas,
a los huérfanos, a los enfermos, a los prisioneros y a los extranjeros. (Earle
E. Cairns, El Cristianismo a Través de
los Siglos [Christianity Through The Centuries], Grand Rapids: Zondervan
Publishing House, 1996), pág. 84).
La iglesia primitiva también dio para las
misiones. Sin embargo, muchas de las exhortaciones dadas a las iglesias sobre
el dar, están enfocadas a ayudar a las personas en necesidad. Esto se ha
descuidado totalmente hoy en día. ¿Por qué hay en el Nuevo Testamento un gran
énfasis en ayudar a los pobres y a los necesitados, así como a las misiones?
Pensemos: ¿Qué tanto valor tiene el predicar el evangelio a las personas
mientras descuidamos demostrarles el amor y la compasión de Cristo con las
obras? Juan escribió: “Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano
está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el
amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios
para afuera, sino con hechos y de verdad” (paráfrasis de 1 Juan 3:17-18).
Alguien dijo una vez, “Hay gente tan
hambrienta en el mundo que Dios no puede revelarse a ellos excepto en la forma
de un pan.” El evangelio de Cristo cubre ambas necesidades, las espirituales y
las físicas. En Su parábola de “El Buen Samaritano,” el Señor Jesús enseñó que
‘amar a nuestro prójimo’ significa ‘ayudar al necesitado’ (Lucas 10:25-37).
Incluso los pastores fueron exhortados por Pablo a que ayudaran a las personas
en necesidad. De hecho es a ellos a quienes Pablo les dice, “Con mi ejemplo les
he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados,
recordando las palabras del Señor Jesús: ‘Hay más dicha en dar que en recibir’”
(paráfrasis de Hechos 20:17, 28, 34-35).
Cuando los creyentes trajeron el dinero de
las ventas de las propiedades y lo pusieron a los pies de los apóstoles, ellos
lo distribuyeron entre las personas necesitadas (Hechos 4:32-35). Es
interesante notar que la iglesia primitiva incluso vendió sus propiedades para
ayudar a aquellos que estaban en gran necesidad. Las famosas palabras, “Dios
ama al dador alegre” fueron escritas a la iglesia de Corintio en el contexto de
ayudar a los santos de la iglesia que estaban en necesidad (2 Corintios 9:1,
7).
El propósito principal del dar, de acuerdo
a lo enseñado en el Nuevo Testamento, es para el apoyo de los santos, la
iglesia. La primera obligación de un cristiano es apoyar a sus compañeros creyentes,
individual y colectivamente. La primera responsabilidad financiera de la
iglesia es el invertir en su propia vida y en su propia gente (véase 2 Corintios
8:1-5; 9:12-15; Filipenses 4:14-16). Obviamente esta no es la única obligación
económica que tenemos. La parábola del Buen Samaritano deja claro que debemos
ministrar personal y financieramente a cualquiera en necesidad, independiente
de su religión, cultura o circunstancia (Lucas 10:25-37). Pablo también enseña
que nosotros deberíamos ‘hacer el bien a todos los hombres’ (Gálatas 6:10).
Pero en el mismo versículo él continúa diciendo, ‘y especialmente a los de la
familia de la fe’ (véase 1 Juan 3:17). En 2 Corintios 9:13 los apóstoles apelan
por una generosa solidaridad ‘con todos.’ El apoyo a los pobres y necesitados
en el mundo en el nombre del Señor es una actividad cristiana de alta prioridad
de acuerdo a los estándares Escriturales. ¿Qué porcentaje del dinero levantado
actualmente por la iglesia está yendo para las personas pobres y necesitadas?
Incluso en el Antiguo Testamento, un diezmo especial era levantado una vez cada
tres años para ayudar a los huérfanos, a las viudas y otras personas pobres (Deuteronomio
14:28-29). ¿Cómo se usan las ofrendas de las iglesias hoy en día?
Se dice que la mayoría del dinero hoy en
día es generalmente usado para el mantenimiento y la administración del
complejo eclesiástico, con menos dinero yendo hacia las misiones. En muchas
iglesias, no existe ninguna consideración especial para ayudar a los pobres y
necesitados. ¿Son ambos, los pobres y las misiones, una prioridad en el
presupuesto financiero de las iglesias tradicionales? ¿Qué porcentaje del
dinero recogido por la iglesia tradicional va para ayudar a los necesitados y
las misiones? Las iglesias que gastan grandes sumas en sus edificaciones e
ignoran las misiones, el evangelismo y el cuidado de los pobres, caerán bajo el
juicio de Dios.
Ya que reunirse en una casa es un modelo
simple (lo que significa, que no se requiere dinero para edificaciones y su
mantenimiento), el dinero puede ser usado para ayudar a los pobres y
necesitados, incluyendo el apoyo a las misiones.
Palabras
Finales
Para justificar sus prácticas, muchos de
forma ignorante y poco razonable se oponen a esta enseñanza de antemano, sin
siquiera examinar cuidadosamente cómo funcionaba la iglesia primitiva. No hay
muchas cosas buenas que decir sobre la iglesia contemporánea. Se requiere una
reforma radical para ayudar al pueblo de Dios a funcionar más efectiva y
bíblicamente. El reunirse en casas no es una solución perfecta en la cual nunca
tendremos ningún tipo de problemas. Solamente es un acercamiento mejor y más
efectivo al modelode la iglesia nuevotestamentaria. Al decir esto, nos referimos a que tiene
más ventajas y menos desventajas. Claro que los problemas que surjan, basados
en diferentes situaciones, lugares y culturas, deben ser tratados en oración y
sabiamente, de acuerdo a la sabiduría del Espíritu Santo y con el consejo de
personas de Dios experimentadas.
Así mismo, que el lector no yerre en pensar
que la iglesia está confinada a reunirse en una casa. Puede reunirse también en
una oficina, un pasillo, un salón de clases, una cabaña, una carpa, etc.
siempre y cuando el tamaño de la iglesia sea lo suficientemente pequeño para asegurar
la participación de cada. La estructura no es tan importante como lo es el
funcionar de la iglesia. Este artículo de hecho se podría titular: “Razones para
las Reuniones Pequeñas.” Ya que la casa es un lugar informal en el cual la poca
gente se puede reunir sin problemas. El pueblo de Cristo es libre de reunirse
donde quiera que lo sienta conveniente y funcionede acuerdo al patrón de la iglesia del Nuevo Testamento.
Finalmente, nunca olvidemos que cualquier
paradigma eclesial es débil y le falta vida sin el poder del Espíritu Santo. El
Espíritu de Dios es la vida de la iglesia; sin Él cualquier iglesia está
muerta. Busquemos ser revestidos con el poder de lo alto mientras
constantemente buscamos extender Su Reino en la tierra. ¡Que el Espíritu del Señor
Jesucristo more abundantemente en Su Cuerpo, la iglesia!
Cerramos este artículo con un colofón digno
de ser considerado: Es mejor estar preocupado por la calidad que por la
cantidad. Un diamante en miniatura es mucho más valioso que toda una carga de
piedras. Es por esta razón que vamos a insistir en el trabajo con grupos pequeños
en vez de hacerlo con grandes multitudes. Solo nos preocupan las comunidades
pequeñas compuestas de personas que saben que ellos son la iglesia. Es con
ellos que vamos a establecer la obra de extensión del Evangelio, de proclamar
en palabra y hechos que Cristo vino para liberarnos de nuestros pecados y de
todo tipo de miseria. Trabajar en y con grupos pequeños vale mucho más la pena.
Una cucharadita de azúcar disuelta en una pequeña taza endulza todo el café, y
eso es lo mismo con el Evangelio en una comunidad pequeña. Pero ponga la misma
cucharadita de azúcar dentro de una gran taza de café, y su sabor sencillamente
se pierde.
--------------------------