En
Apocalipsis capitulo 9, Juan ve salir un temible ejército de langostas envuelto
en la espesa humareda que proviene del pozo del abismo. Este ejército de
langostas tiene poder, pero su poder es limitado. Las langostas no pueden tocar
ni el pasto ni los árboles; sólo pueden atormentar a los hombres que no tienen
el sello de Dios en sus frentes. El tormento que infligen es como el de un
escorpión, y tienen autoridad sobre sus víctimas durante cinco meses.
¿De qué
está hablando Juan cuando describe al ejército de langostas? Una flota de
helicópteros del siglo 21? Algunos expositores populares que promueven
interpretaciones modernistas no ven nada más que helicópteros en estos versos.
Cristianos del pasado vieron en este ejército de langostas una profecía acerca
del surgimiento y propagación del Islam. El escritor Robert Wieland afirma que
los Reformadores “claramente reconocieron al Islam” en este pasaje [1].
John Foxe, autor de El Libro de los
Mártires, dijo que era “más claro que la misma luz” que esta profecía era
acerca de las conquistas de los Musulmanes [2]. “En el siglo diecinueve
un grupo de eruditos Protestantes identificaron a las trompetas quinta y sexta
como el nicho del Islam en la profecía,” dice Wieland [3]. En cuanto a
esto el comentador Albert Barnes escribió: “Con sorprendente unanimidad, los
comentadores concuerdan en interpretar la visión como el imperio de los
Sarracenos [Musulmanes árabes], o como el surgimiento y progreso de la religión
y el imperio erigido por Mahoma” [4].
Muchos
de los comentadores antiguos concordaron con esta lectura. W.B. Godbey comenzó
su comentario sobre Apocalipsis 9 diciendo: “Este capítulo es una escalofriante
descripción del surgimiento y el progreso de las guerras mahometanas” [5]. Adam Clarke dijo que la descripción de Juan
del ejército de langostas “ciertamente se identifica más con el auge de los
Sarracenos que con ningún otro pueblo o nación” y “se ajusta bastante bien con
la descripción de las tropas de Mahoma” [6]. Matthew Henry se refiere al ejército de
langostas como “los ejércitos del imperio mahometano” [7]. John Wesley
dijo: “Todo esto concuerda con la matanza que efectuaron los Sarracenos por
largo tiempo después de la muerte de Mahoma” [8].
Echémosle
un vistazo a algunos de los detalles de la visión de Juan, y veamos cómo podría
estar describiendo el surgimiento y la propagación del Islam.
El
ejército de langostas proviene de una nube de humo negro que sale del abismo.
El vocablo “abismo” es, en griego, abussos;
la raíz de la palabra castellana abismo.
Algunas Biblias traducen este vocablo como “el abismo.” Es notable que Abdul
A’la Mawdudi, uno de los eruditos del siglo 20 más prominentes del Islam, usó
la misma palabra abismo cuando
escribió acerca de los inicios del Islam. En un libro escrito para introducir a
los angloparlantes a las premisas básicas del Islam, Mawdudi les dice a sus
lectores que Mahoma y su mensaje provino de “Arabia–el Abismo de Oscuridad” [9].
Estas son exactamente sus palabras, y aparecen en negrita como subtítulo de su
libro Towards Understanding Islam
(Entendiendo el Islam, 8ª edición). ¿No es una gran coincidencia que este
sobresaliente escritor musulmán identifique el origen del Islam, y en negrita
nada menos, como “el Abismo de Oscuridad”?
¿Por
qué un ejército de langostas podría representar un ejército de árabes?
Alrededor de 900 años antes del Apocalipsis de Juan, el profeta Joel describió
simbólicamente un ejército invasor como un enjambre de langostas. Cualquier
ejército invasor numeroso podía compararse con un enjambre de langostas, pero
los árabes y Mahoma tienen una conexión única con las langostas: En el romance
beduino Antar, se presenta a la
langosta como el emblema nacional de los ismaelitas [los ancestros de los
árabes]. Y es de una coincidencia pasmante que la tradición musulmana hable de
unas langostas que se posaron en las manos de Mahoma portando en sus alas esta
inscripción–“Somos el ejército del Gran Dios” [10].
Como vimos primero, un escritor musulmán conecta los inicios del Islam con
el abismo; aquí vemos escritores musulmanes conectando el Islam con las
langostas que salen del abismo.
El ejército de langostas tiene ciertas restricciones a las que debe someterse:
“Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde
alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el
sello de Dios en sus frentes” (Ap. 9:4).
Una vez
más el Islam se conecta a sí mismo con estas profecías por medio de su propia
literatura. En cuanto a los árboles y a la vegetación, el Koran dice: “Cuando
pelees las batallas de el Señor… no destruyas las palmeras, ni quemes los
campos de granos. No tales los árboles frutales…” [11]. El comentador
Albert Barnes escribió: “Este precepto es el más notable porque fue la
costumbre en la guerra, y particularmente entre los bárbaros y semibárbaros,
destruir el grano y la fruta, y especialmente talar los árboles frutales como
forma de dañar lo más posible al enemigo” [12].
Según
Apocalipsis 9:4, los que poseen “el sello de Dios” no son tocados. El Califa
Aboubekir, sucesor de Mahoma, le ordenó
a los ejércitos musulmanes que no mataran a los monjes humildes y piadosos que
vivían en los monasterios. A tales monjes, los ejércitos musulmanes debían
“dejarlos en paz, no matarlos ni destruir sus monasterios” [13]. Es un hecho bien conocido que los musulmanes
tenían un profundo respeto por San Francisco de Asís. De igual forma tenían
respeto por los monjes sinceros y humildes de los primeros siglos.
Aparentemente estos eran quienes (al menos en las mentes de los musulmanes)
tenían “el sello de Dios” sobre sus frentes para protegerlos.
Según
Apocalipsis 9:5, los que no poseen “el sello de Dios en sus frentes” son atormentados–pero no hasta la muerte–por cinco meses. El comentador Albert Barnes
entendió que esto significaba que al Islam le fue dado “no destruir a la
iglesia, sino traer sobre ella una serie de calamidades que continuarían por un
período de tiempo definido” [14] .
Los
“cinco meses” son entendidos, por los comentaristas historicistas como cinco
meses proféticos, esto es 150 años.
Esta figura numérica se basa en el principio sugerido en Números 14:34 y
Ezequiel 4:6 [*]. Los musulmanes ciertamente persiguieron y afligieron
al mundo cristiano por 150 años, pero no lo destruyeron. Después de un siglo y
medio de guerras y conquistas, “ocurrió un cambio importante en los seguidores
de el profeta de la Meca: saciaron su sed de conquista y se entregaron al cultivo
de la literatura y las ciencias” [15]. Barnes agrega: “Desde ese periodo
cesaron de perseguir a los cristianos; sus límites se contrajeron gradualmente;
su poderío disminuyó; y el mundo cristiano, en relación a ellos, estuvo
substancialmente en paz” [16].
La
descripción que Juan hace de las langostas es muy semejante a la descripción
que la historia hace de los ejércitos de musulmanes en los días de Mahoma. Lo
primero que Juan nota es que “El aspecto de las langostas era semejante a
caballos preparados para la guerra”. Las langostas no eran caballos, eran algo
más; porque el vidente dice que su aspecto “era semejante a caballos.” Adam
Clarke escribió: “Los árabes son los mejores y más expertos jinetes del mundo
entero: pasan tanto tiempo sobre los caballos que estos y su jinete llegan a
ser un solo animal” [17]. Estas palabras son similares a la descripción
que Juan da de los caballos y sus jinetes, como si fueran un solo ser en vez de
dos seres separados.
Juan
dice que las langostas tenían en las cabezas “como coronas de oro”. No eran
coronas, sino que eran “como coronas de
oro” lo que tenían en las cabezas. En la historia árabe Antar, citada anteriormente, está
escrito que Dios les dio a los árabes “turbantes en lugar de diademas–i.e.,
coronas” [18]. Godbey menciona que los musulmanes usaban turbantes
amarillos [19]. Las langostas de Juan tienen rostros humanos (de hombre)
y pelo de mujer. Referencias históricas de los siglos III, IV, y V mencionan
que los árabes usaban barba (“rostro de hombre”) y pelo largo (“cabellos de
mujer”) [20]. Citando nuevamente del poema árabe Antar, se ven referencias a hombres con barba, pelo largo hasta el
hombro y turbantes: “El se preparó apropiadamente, se recogió la barba, y
guardó su pelo debajo de su turbante, subiéndolo desde sus hombros” [21].
En la descripción acerca de los “dientes como de leones,” se menciona la
ferocidad y la violencia del ejército. Las “corazas como corazas de hierro”
apuntan a la armadura usada por los árabes. El
poema Antar hace al menos cuatro
referencias a las armaduras de los guerreros [22]. El Koran dice: “Dios
os ha dado cotas de malla (armaduras) para defenderos en vuestras guerras” [23].
Las langostas también tienen “colas como de escorpiones”. Esto sería una
referencia a (1) la habilidad de los musulmanes para “disparar hacia atrás sin
errar el blanco” mientras se retiraban a completo galope [24]; o, (2) al
hecho de que los musulmanes victoriosos “infectaron a sus conquistados con
doctrinas perniciosas”, forzándolos a convertirse al Islam [25].
Cualquiera
que sepa algo de la historia de la iglesia católica sabe que estos fueron
exactamente los mismos pecados en los que cayó tras el surgimiento del profeta
Mahoma. “De la misma forma en la que Dios usó los reyes paganos de Asiria y Babilonia
como azote de corrección para castigar y purificar a Su pueblo en tiempos
antiguos, así usó al pagano Mahoma, ‘el azote de Dios’ para purificar una
religión mancillada” [26]. Después de un siglo y medio de guerras y
conquistas, el Islam suplantó a la cristiandad en gran parte del imperio
oriental. Adam Clarke destaca que la parte de la iglesia (católica) que
sobrevivió a las guerras islámicas “no fue corregida en lo absoluto por los
juicios que cayeron sobre ella, sino que persistió en su insensata adoración de
ángeles, santos, reliquias, etc., hasta el día de hoy” [27].
CONCLUSIÓN
Como
hemos visto, los cristianos del pasado creían que Apocalipsis 9 era una
profecía acerca del surgimiento del Islam y la invasión musulmana del mundo
cristianizado. Si, a diferencia de ellos, nosotros no creemos que estos eventos
hayan ocurrido aún; y si, a diferencia de los idealistas, no creemos tampoco
que su cumplimiento sea ni simbólico ni gradual, si no literal y absoluto (en
el futuro, durante la gran tribulación); entonces, ¿por
qué presentamos esta posición aquí? Porque nos sirve para relacionar al Islam
con el futuro holocausto de judíos y cristianos que los libros de Daniel y el
Apocalipsis predicen; holocausto que Dios mismo vengará.
¿Es
equivocado hacer esta relación?
Como ya
vimos, en lugar de la predicación el método proselitista favorito del Islam
(que literalmente significa “sumisión a Alá”) se llama jihad: “Guerra Santa”. La
cimitarra es el símbolo principal de la jihad.
En el pasado, esta espada se usó para cortar las cabezas de aquellos que
rehusaban inclinarse ante Alá. Millones de cristianos murieron de esta forma a
través de los siglos [28]. Luego, los musulmanes abandonaron su deseo de
conquistar y dominar al mundo para dedicarse al cultivo de la literatura y las
ciencias. Pero, desde el trágico evento del 11 de Septiembre del 2001 en el
World Trade Center de Nueva York, se hizo evidente para los cristianos (con
ojos para ver) que los musulmanes han vuelto a su antiguo y verdadero amor: la
cimitarra.
Los
ejércitos del islamismo se están levantando nuevamente y están atacando a los
países protestantes tal como una plaga de langostas ataca a las cosechas en los
campos. Las estadísticas muestran que hoy en el mundo hay alrededor de 2,000 millones de
personas que militan en las filas del Islam. ¿Cuántos de los que no tienen “el
sello de Dios en sus frentes”, mencionados en Apocalipsis 9, serán musulmanes?
¿Es equivocado suponer que el Islam juegue un papel crucial en la persecución
de los cristianos mencionada en los cuatro primeros sellos del Apocalipsis? ¿Es
equivocado suponer que el Islam tenga algo que ver con los mártires decapitados
que aparecen en Apocalipsis 20:4? ¿Cuántos de estos mártires cristianos morirán
a manos de los que profesan una religión que los considera infieles? ¿Cuántos
musulmanes serán los receptores de las plagas de las trompetas quinta y sexta
por haber sido los victimarios de los creyentes en Cristo? (Ap 20:4)
Al
final del capítulo nueve del Apocalipsis se menciona en forma explícita que los
receptores de estas plagas son, entre otras cosas, idólatras y homicidas
(Ap. 9:20-21). La deificación del Anticristo no será muy diferente de la que son
objeto los líderes musulmanes en sus países, y no tenemos espacio para hablar
de los homicidios cometidos en el nombre de Alá.
Dados
los signos que descifra la posición histórica–signos que identifican al
Islam, utilizando sus propias fuentes, como una fe que proviene del abismo–no es equivocado relacionar al Islam con el futuro holocausto de judíos y
cristianos que la profecía describe.
No es
popular hoy en día decir que el Islam es una fe diabólica, que proviene del
abismo; y que los que la profesan deben renunciar a ella en el acto, antes de
que sea demasiado tarde. El espíritu del siglo XXI nos compele a adaptarnos a
la nueva era de paz y entendimiento que le da cabida a todas las religiones,
considerándolas como legítimas. El proclamar que sólo el cristianismo
evangélico es la única religión verdadera y que Cristo es el único camino al
Padre no nos hará ganar ningún concurso de popularidad, especialmente entre los
que hacen del derramamiento de sangre ajeno, y del suyo propio, la máxima
ofrenda que pueden depositar en el altar de su dios. Sin embargo, el Nuevo
Testamento habla de sólo “una fe” (Ef. 4:5), “la fe que fue entregada una vez a
los santos” (Judas 1:3 RVA). El contender por esta única fe nos traerá
aflicciones como las que la historia nos enseña, las señales nos anuncian y las
profecías nos revelan. Pero aún estas aflicciones son menores que las que
sufrirán los que no tienen “el sello de Dios en sus frentes”. Menores porque
son temporales, y porque no son enviadas por Dios si no tan sólo permitidas por
Él para hacernos partícipes de Sus sufrimientos por medio de la sabiduría de la
cruz (Filipenses 3:10; Efesios 3:8-12; 1 Corintios 1:17-30; 2:1, 4-7, 13;
3:19). En cambio, los que no tienen “el sello de Dios en sus frentes”,
comenzarán en vida a probar lo que sufrirán por toda la eternidad. Y “buscarán
la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de
ellos” (Ap. 9:6).
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NOTAS
[*] Esta teoría es una falacia. Sectas como los Adventistas y
Los Testigos de Jehová han caído en muchas herejías por usar tal sistema para
sostener sus puntos de vistas en profecía. Sólo porque Dios maldijo a Israel a
vagar por el desierto durante 40 años, según el número de días que los 12 espías
estuvieron en Canaán, y porque Judá fue castigada 40 años según el número de
días que Ezequiel yació sobre su costado, no se puede aplicar a cada referencia
de tiempo que aparece en las escrituras proféticas sin que el texto nos lo diga.
Aún en los pasajes en los que pretende apoyarse esta falaz teoría un día fue un
día y un año fue un año. Hay, al menos, 18 ejemplos más, todos escriturales,
que se pueden dar como ejemplo de que esta teoría es errónea.
[1] Robert J. Wieland, “Islam
Challenges the World,” Signs of the Times
(Aug. 1985), 12.
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Albert Barnes, Barnes’ Notes on the Bible, Vol. 18, 398.
[5] W.B. Godbey, Commentary on the New Testament, Vol. 1, 49.
[6] Adam Clarke, Clarke’s Commentary, Vol. 18, 1098, 1100.
[7] Matthew Henry, Commentary on the Whole Bible, Vol. 10, 1167.
[8] John Wesley, Notes on the Whole Bible, 903.
[9] Abul A’la Mawdudi, Towards Understanding Islam, 8th ed. (Riyadh, Saudi Arabia: National Offset Printing Press, 1986), 63.
[10] Barnes, quoting Forster’s Mohammedism Unveiled (vol.i. p.217), 399.
[11] Ibid., 403.
[12] Ibid.
[13] Ibid.
[14] Ibid., 405.
[15] Barnes, 408.
[16] Ibid.
[17] Clarke, 1100.
[18] Barnes, 401.
[19] Godbey, 58.
[20] Barnes, 400f.
[21] Ibid., 401.
[22] Ibid., 401f.
[23] Ibid., 402.
[24] Godbey, 59.
[25] Clarke, 1101.
[26] Godbey, 58.
[27] Clarke, 1103.
[28] William Schnoebelen, “La Masonería: Más Allá de la Luz”.
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Albert Barnes, Barnes’ Notes on the Bible, Vol. 18, 398.
[5] W.B. Godbey, Commentary on the New Testament, Vol. 1, 49.
[6] Adam Clarke, Clarke’s Commentary, Vol. 18, 1098, 1100.
[7] Matthew Henry, Commentary on the Whole Bible, Vol. 10, 1167.
[8] John Wesley, Notes on the Whole Bible, 903.
[9] Abul A’la Mawdudi, Towards Understanding Islam, 8th ed. (Riyadh, Saudi Arabia: National Offset Printing Press, 1986), 63.
[10] Barnes, quoting Forster’s Mohammedism Unveiled (vol.i. p.217), 399.
[11] Ibid., 403.
[12] Ibid.
[13] Ibid.
[14] Ibid., 405.
[15] Barnes, 408.
[16] Ibid.
[17] Clarke, 1100.
[18] Barnes, 401.
[19] Godbey, 58.
[20] Barnes, 400f.
[21] Ibid., 401.
[22] Ibid., 401f.
[23] Ibid., 402.
[24] Godbey, 59.
[25] Clarke, 1101.
[26] Godbey, 58.
[27] Clarke, 1103.
[28] William Schnoebelen, “La Masonería: Más Allá de la Luz”.