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miércoles, 1 de enero de 2025

¿PARA QUÉ ORAR?


“Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo. Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto. Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis” (1 S 12:22-24).

“Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió” (1 Cr 4:9-10 ).

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Cr 7:14 ).

“El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor” (Ez 22:29-31).

“Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lc 21:36).

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Para el cristiano, orar se supone que es como respirar, más fácil de hacer que de no hacer. Oramos por una variedad de razones.

(1) La oración es una forma de servir a Dios (Lc 2:36-38) y obedecerle. Oramos porque Dios nos manda que lo hagamos (Fil 4:6-7).

(2) El orar es un ejemplo dado a nosotros por Cristo y la iglesia primitiva (Mr 1:35; Hch 1:14; 2:42; 3:1; 4:23-31; 6:4; 13:1-3). Como el Señor Jesús se consagró a orar, nosotros también debemos hacerlo. Si Él necesitaba orar para permanecer en la voluntad del Padre, ¿cuánto más nosotros necesitamos orar?

(3) Otra razón para orar es que Dios decidió que la oración fuera el medio para obtener Su intervención en determinadas situaciones:

a) Preparación para decisiones importantes (Lc 6:12-13).

b) Para derrotar la actividad demoníaca en la vida de las personas (Mt 17:14-21).

c) Para buscar obreros para la cosecha espiritual (Lc 10:2).

d) Para adquirir fortaleza y vencer la tentación (Mt 26:41).

e) El medio para fortalecer a otros espiritualmente (Ef 6:18-19).

(4) Venimos a Dios con nuestras peticiones específicas y tenemos la promesa de Dios de que nuestras oraciones no son en vano, aún si no recibimos específicamente lo que pedimos (Mt 6:6; Ro 8:26-27).

(5) Él ha prometido que cuando oremos por cosas que estén de acuerdo a Su voluntad, Él nos las concederá (1 Jn 5:14-15).

Algunas veces Él retarda Sus respuestas, de acuerdo a Su voluntad y para nuestro beneficio. En estas situaciones, debemos ser diligentes y perseverantes en la oración (Mt 7:7; Lc 18:1-8). La oración no debe ser vista como el medio por el cual Dios cumple nuestra voluntad en la tierra, sino como el medio para hacer que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra. La sabiduría de Dios excede sin medida a la nuestra.

En situaciones en las que no sabemos específicamente cuál es la voluntad de Dios, la oración es el medio para discernirla. Si la mujer sirofenicia cuya hija estaba poseída por un demonio, no le hubiera rogado a Cristo, su hija no había sido sanada (Mr 7:26-30). Si el hombre ciego que mendigaba en las afueras de Jericó no hubiera llamado a Cristo, nunca habría recobrado la vista (Lc 18:35-43). Dios ha dicho que muchas veces no obtenemos lo que pedimos, porque no sabemos cómo pedir (Stg 4:2). En un sentido, la oración es como compartir el Evangelio con la gente. No sabemos quién responderá al mensaje del Evangelio, hasta que lo compartimos. Es lo mismo con la oración; nunca veremos los resultados de la respuesta a la oración hasta que oremos.

La falta de oración demuestra falta de fe, y falta de confianza en la Palabra de Dios. Oramos para demostrar nuestra fe en Dios, que Él hará conforme a lo que ha prometido en Su Palabra, y bendecirá nuestras vidas abundantemente, más de lo que pedimos o entendemos (Ef 3:20). La oración es nuestro principal medio para ver la obra de Dios en la vida de otros. Y siendo el medio por el que nos “conectamos” al poder de Dios, es nuestro medio para defendernos de Satanás y su ejército ante quien estamos indefensos para derrotarlo por nosotros mismos. Por eso, que Dios nos encuentre con frecuencia ante Su trono, porque tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo que puede identificarse con todo lo que vivimos (He 4:15-16). Tenemos Su promesa de que la oración ferviente del hombre justo puede lograr mucho (Stg 5:16-18). Que el nombre de Dios sea glorificado en nuestras vidas, creyendo en Él tanto como para acudir con frecuencia ante Él en oración.

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