“Mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filo” (Pr. 5:4).
El sexo casual, incluso con una mujer amable, cariñosa y hermosa, termina siendo amargo y doloroso. Una mujer extraña, una mujer con la que no te has casado y con la que no tienes derecho a estar, puede ser un gran placer en algunos aspectos. Pero es un placer muy corto, porque luego descubres las horribles consecuencias de un pecado tan atroz. A la larga, sus dulces palabras y sus besos se vuelven amargos como el ajenjo, y sus suaves halagos y actos de amor cortan profundamente como una espada de dos filos.
Muchos hombres han sido destruidos por esta ilusión engañosa. Ella se ve, suena, huele y se siente muy atractiva, y la lujuria y el orgullo masculino por tal conquista te juran que será muy gratificante; el resultado amargo y doloroso de tal aventura está oculto a la vista. Conociendo este gran peligro, el rey Salomón usó este capítulo para advertir a su hijo sobre los terribles dolores que una mujer fácil y coqueta trae a la vida de un hombre, así como enseñó acerca del placer encantador y protector de una esposa amorosa.
El proverbio completa una oración iniciada en el versículo anterior. Allí el sabio Predicador habló de los labios dulces y la boca suave de una mujer fácil. (Lee el comentario anterior) La adulación de una mujer así es abrumadora: su oferta de placer y amor ilícito es demasiado fuerte para que un hombre común la pueda resistir. El proverbio aquí pronuncia una fuerte advertencia: ¡considera las consecuencias!
¿Cuál es el final de una cosa? Su recompensa, su fruto, su resultado, sus consecuencias (Sal 37:37; 73:17). ¿Qué es el ajenjo? Una hierba conocida por su intenso amargor (Lm 3:15). Los griegos la llamaban “imbebible”, y es un símbolo habitual de amargura y dolor. ¿Qué tan afilada es una espada de dos filos? ¡Dos veces más afilada que una espada de un solo filo! Te cortará de cualquier manera, en ambas direcciones al mismo tiempo que penetra tu carne.
Considera cuán amarga y dolorosa te resultará la experiencia de haberte involucrado con una mujer extraña. (Piensa en Dalila. Recuerda a Sansón.) Considéralo bien, joven; porque las primeras impresiones son engañosamente peligrosas. No pienses en su belleza ni le prestes atención a sus ojos coquetos (Pr 6:25). No escuches sus palabras dulces y tentadoras (Pr 5:3). Disfrazan el veneno; cubren la amarga hoja de doble filo. Ella te llevará a la muerte y al infierno, y lo hará dolorosamente.
Ella se tomará tu tiempo, ya que las lujurias no se satisfacen con relaciones breves o contactos poco frecuentes. La culpa devorará tu alma día y noche, aun cuando no estés con ella. El miedo a ser atrapado y expuesto destruirá tu confianza y conciencia. La mentira que debes vivir para encubrir tu pecado convertirá tu vida en un perpetuo drama de engaño. El gozo que una vez disfrutaste cuando tenías una conciencia sin culpa ante Dios se convertirá en un recuerdo que te hará llorar. ¡Qué amargo! ¡Qué doloroso!
Ella engañó a otros antes de seducirte a ti, y solo es cuestión de tiempo hasta que te engañe a ti por otro. La traición del verdadero amor y la devoción te dejará vulnerable e inseguro. La perspectiva de venganza por parte de su esposo o padre o amante te perseguirá incluso cuando estés solo en un lugar apartado. Tu reputación será destruida y reducida a la de un adúltero despreciable. Ella eligió ser inmoral contigo, por lo que no puedes confiar en que sea moralmente recta en otros aspectos.
Ella ha estado con otros, por lo que en algún momento debes admitir que simplemente estás siendo utilizado por una ramera sin corazón. Y como ella ha estado con otros, tu salud puede estar en riesgo. Incluso los paganos reconocen las cortas vidas de los fornicarios. Y este tipo de mujer no es barata, ya que espera mucho a cambio de sus favores, por lo que pasas de ser un príncipe virtuoso a ser un esclavo mendigo.
Y, por supuesto, está Dios, la muerte, el juicio y luego el infierno. ¡Qué amargo! ¡Qué doloroso!
Hombre, aléjate de ella; no te acerques a ella (Pr 5:8). Si estás en una relación así, rómpela hoy y nunca vuelvas a pensar en ella ni a acercarte a ella. Tu vida eterna depende de ello. (Piensa en Dalila. Recuerda a Sansón.)
- - - - - - - - - - -