En 2 Corintios 4:7, Pablo hace una hermosa declaración de que “tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. El contexto nos ayuda a entender cuál es el tesoro en vasos de barro (otras traducciones dicen “vasijas de barro”).
Pablo está exhortando a sus lectores a que, aunque haya gran dificultad en su ministerio, se animen y prosigan con él (2 Co 4:1). Reconoce que en su ministerio había recibido misericordia, y que él y los demás que lo compartían no se desanimaban (en este caso también se refiere a Timoteo, ver 2 Co 1:1). Podían tener confianza porque estaban caminando en la verdad de la Palabra de Dios y no en su propia inteligencia o astucia (2 Co 4:2). Debido a que su confianza estaba en la verdad de Dios, y no en su propia habilidad humana, podían cumplir su ministerio con buena conciencia, así como Dios podía observar sus acciones (2 Co 4:2).
Aunque el ministerio de proclamación del evangelio de Pablo y Timoteo en ocasiones fue rechazado, no se debió a ninguna falla en las buenas nuevas mismas. Los incrédulos sufren de ceguera mental y no pueden ver “la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Co 4:3-4). Debido a esta gran “ceguera” es que el mensaje del evangelio es tan importante. No se estaban proclamando ni promoviendo a sí mismos; más bien, estaban sirviendo a otros al proclamar el mensaje de Jesucristo (2 Co 4:5). La luz que Pablo y Timoteo proclamaban procedía de Dios, el mismo Dios que originalmente había creado la luz (Gn 1:3) y que había determinado que Cristo vendría a iluminar a la humanidad (Jn 1:4-9). Dios había logrado la creación de la luz y la venida del Señor Jesús. Lo que Él determina sucederá; de hecho se llevará a cabo, y Dios había iluminado los corazones de Pablo y Timoteo para que estuvieran equipados para presentar la maravillosa verdad de Jesucristo y la vida eterna que Él provee (2 Co 4:6). Es por esta razón que Pablo explica que tienen el tesoro en vasos de barro (2 Co 4:7), y por qué eso es importante.
Pablo dice en otra parte que, si se él gloría en algo, se gloriará en el Señor (2 Co 10:17). Él está haciendo exactamente eso aquí cuando dice que tienen el tesoro en vasos de barro (2 Co 4:7). La maravilla que Pablo está comunicando es que, aun cuando Pablo y Timoteo (y presumiblemente los otros discípulos) estaban proclamando a Cristo, no estaban cumpliendo con esta responsabilidad en su propio poder. En cambio, Dios había provisto la vida, el poder y el mensaje. Pablo entendió que aquellos que estaban haciendo la proclamación real eran simplemente vasos de barro, sin gloria ni mérito propio. Como dijo a los corintios en su carta anterior: “Ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Co 3:7). A estas personas sencillas y humildes se les dio un tesoro increíble: el conocimiento personal y vivificante de Jesucristo en sus propias vidas y las buenas nuevas para proclamarlas a los demás. Esto muestra cuán insuperable es la fuerza y el poder de Dios, y aquellos que escuchan el mensaje pueden sentirse alentados de que el poder proviene de Dios y Su verdad. El poder no se origina en la inteligencia o la fuerza de las personas.
Puesto que Dios usa personas quebrantadas e imperfectas, también podemos sentirnos alentados nosotros de que Dios pueda usarnos para lograr cosas importantes y que, cuando usamos las herramientas que Él proporciona, el poder no es nuestro, sino de Él. Somos simplemente vasijas de barro de barro; el tesoro es el regalo de Dios que está en nuestro interior.