El Nuevo Testamento comienza con el nacimiento del
Señor Jesús. Cuatrocientos años de silencio profético son rotos por el anuncio
de Juan el Bautista de que el Salvador prometido ha venido.
Los 27 libros del Nuevo Testamento fueron escritos por ocho o nueve
autores. El primer libro del Nuevo Testamento (probablemente la primera
epístola a los Tesalonicenses) fue escrito alrededor del año 50 d.C., mientras
que el Apocalipsis se cree que fue escrito alrededor del año 95. La figura
central del Nuevo Testamento es el Señor Jesucristo—Su vida, Sus enseñanzas,
Su muerte, Su entierro, Su resurrección y Su ascensión al cielo—la venida del
Espíritu Santo y el establecimiento de la iglesia de Dios.
El Nuevo Testamento fue escrito en griego. El griego era hablado a lo
largo y ancho de todo el Imperio Romano, incluyendo Israel, donde el arameo y
el hebreo también eran populares. Los manuscritos originales del Nuevo
Testamento nunca han sido encontrados, pero los más de 5.000 manuscritos
antiguos compuestos de Testamentos enteros hasta de restos de papiros
conteniendo un versículo conforman una extraordinaria biblioteca de manuscritos
que excede los fragmentos encontrados de cualquier otro tipo de literatura
antigua. Unos pocos fragmentos son entre 25 a 50 años más antiguos que el
escrito original.
Los libros del Nuevo Testamento se pueden dividir en cuatro categorías
principales:
Los Evangelios
Los cuatro primeros libros—Mateo, Marcos, Lucas y Juan- son llamados evangelios. La palabra evangelio significa “buenas noticias”.
Los evangelios cubren un periodo que comienza aproximadamente el año 5 a.C. y
termina el año 30 d. C. Contienen las
buenas noticias de la historia más importante jamás contada: la del Hijo de
Dios, el Señor Jesucristo. Los cuatro evangelios presentan cuatro aspectos
diferentes de lo que el Señor hizo y dijo. Estos relatos no son biografías y no
fueron escritos meramente para informar los eventos que forman parte de la vida
del Señor. Su propósito principal es el destacar de una manera absoluta la
trascendencia del nacimiento, las enseñanzas, la muerte, el entierro y la
resurrección de Cristo. Cada evangelio
es escrito desde una perspectiva única y para una audiencia diferente,
reteniendo así sus rasgos distintivos.
Historia de la iglesia
primitiva
El libro de Hechos representa una transición entre los evangelios y las
epístolas de los apóstoles. Comenzando con la ascensión de Cristo al cielo,
Lucas retoma la historia comenzada en los evangelios y provee el marco
histórico que sirve de trasfondo para destacar la llegada del Espíritu Santo el
día de Pentecostés, que marca el nacimiento de la iglesia; a continuación se
centra en su expansión y crecimiento a través de todo el territorio romano a
pesar de la fiera persecución que sufrió. El persona central de Hechos es el
Espíritu Santo, quien continúa a través de Pedro y Pablo la obra de salvación
en el mundo iniciada por el Señor Jesucristo.
Las epístolas
Los siguientes 21 libros: Romanos, 1-2 Corintios, Gálatas, Efesios,
Filipenses, Colosenses, 1-2 Tesalonicenses, 1-2 Timoteo, Tito, Filemón,
Hebreos, Jacobo, 1-2 Pedro, 1-2-3 Juan, y Judas, son “epístolas” o cartas
dirigidas a iglesias o a individuos para instruirlos acerca de la persona y
obra Señor Jesucristo, y sobre cómo deben los creyentes vivir sus vidas hasta
que Él regrese. Las luchas y problemas de los varios creyentes son descritos en
estas cartas. Las respuestas inspiradas a estos problemas, ya sea que tengan
que ver con doctrina, con unidad espiritual o con asuntos matrimoniales,
conservan tanto su validez como su autoridad para el cristiano contemporáneo.
La profecía
El último
libro del Nuevo Testamento (y de la Biblia) comienza con Juan dirigiéndose a
siete las iglesias de Asía Menor de parte del Señor Jesucristo, y culmina con
la descripción del glorioso regreso de Cristo a la tierra. Fue escrito como una
carta de advertencia y aliento para los cristianos de todas las épocas, pero en
especial para los cristianos que tendrán que enfrentar los peligros del tiempo
del fin de la era. La profecía de Mateo 24, conocida como el Discurso del Monte
de los Olivos, proporciona una detallada e impresionante explicación tanto de
los pasajes escatológicos de 1-2 Tesalonicenses como de Apocalipsis 6 y 7, razón
por la cual sólo cuando estos pasajes se leen en forma paralela es posible
comprender la secuencia de los eventos del fin anunciados por nuestro Señor
Jesucristo. (Para una mayor comprensión de esta verdad, léase LOS ÚLTIMOS TIEMPOS EN ORDEN CRONOLÓGICO.)
El
evangelio de Mateo presenta al Señor Jesús como el Mesías de Israel. La narración alterna entre Sus actividades
de curación y de echar fuera demonios, y los bloques principales de Su
enseñanza, incluyendo el sermón del monte, las parábolas del reino y el discurso
del monte de los olivos. El sermón
del monte incluye las bienaventuranzas y el Padre Nuestro. El libro se cierra con la gran
comisión. Un tema recurrente es
el conflicto entre Señor Jesús y los líderes religiosos culminando en Su pronunciación
de “siete ayes” sobre ellos. Al
igual que los cuatro relatos del evangelio, Mateo se centra en los tres años el
ministerio de Cristo, Su muerte y resurrección. Mateo escribió su evangelio en los
años 50 o 60 d.C.
El
evangelio según Marcos
El evangelio
de Marcos enfatiza que Señor Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. El Señor Jesús anunció el Reino de
Dios, curó a los enfermos, y murió como rescate por los pecadores. Además del Señor, Marcos presenta tres
grupos principales de personas: los discípulos, las multitudes, y los líderes
religiosos, ninguno de los cuales entendieron al Señor Jesús. Cuando llegó el momento para que el Señor
fuera a la cruz, los líderes religiosos lo arrestaron, los discípulos lo abandonaron,
y la multitud se mofó de Él. Sólo
cuando murió solo en la cruz, un centurión romano reconoció que Él era el Hijo
de Dios. Aunque el libro es
anónimo, la tradición identifica a Juan Marcos como el autor. Es posible que haya basado su evangelio
en la predicación de Pedro, escribiendo en algún momento entre los 50 y 60 d.C.
El
evangelio según Lucas
El evangelio
de Lucas está redactado en la forma de una carta a un hombre llamado Teófilo. Lucas escribió después de haber
investigado cuidadosamente todos los hechos acerca de Cristo. Lucas documenta la vida de Cristo
desde antes de Su nacimiento pasando a través de Su ministerio, muerte y
resurrección. El Señor Jesús
llevó a cabo Su ministerio en el poder del Espíritu Santo, anunciando las
buenas nuevas de salvación. Mostró
varias veces su compasión por los pobres y los rechazados. Cumplió la profecía y llevó a cabo Su
propósito: buscar y salvar a los perdidos. Lucas
presenta el relato más completo del nacimiento de Cristo, y sólo Lucas relata
las parábolas del buen samaritano y del hijo pródigo. Lucas, un médico y un colega de Pablo,
probablemente escribió este relato en los años 60 d.C. También escribió Hechos.
El
evangelio según Juan
Juan
escribió su evangelio para convencer a la gente de creer en el Señor Jesús. Desde los primeros versículos declara
que el Señor es Dios, enfatizando Su relación única con Dios el Padre. Se centra en siete de los milagros del
Señor Jesús para demostrar Su divinidad. El
Señor Jesús llamó a la gente a tener fe en Él, prometiendo la vida
eterna. Él demostró que podía dar
la vida por la resurrección de Lázaro y por Su propia muerte y resurrección. Juan presenta las siete declaraciones
de Cristo que comienzan con el gran “Yo soy”, Sus encuentros con
Nicodemo y la mujer samaritana, Sus enseñanzas del aposento alto y lavado de
los pies de los discípulos, y Su oración sumo sacerdotal. Juan también incluye el resumen más
conocido del evangelio (Jn. 3:16).
Hechos
de los Apóstoles
Hechos
comienza donde los evangelio terminan. Registra el progreso del evangelio, tal
y como los discípulos del Señor lo llevaron desde Jerusalén, a través de toda
Judea, Samaria, y el resto del mundo mediterráneo. La historia comienza con la ascensión
de Cristo y los acontecimientos de Pentecostés. Cuando los gentiles comenzaron a responder al
evangelio, el enfoque se centra en Pablo y sus viajes misioneros. Hechos es un puente entre los cuatro evangelios
y el resto del Nuevo Testamento, que muestra cómo los apóstoles llevaron a cabo
la obra de Cristo, y proporciona un trasfondo histórico para la epístola de Romanos
hasta el Apocalipsis. Los Hechos
de los Apóstoles es el segundo de dos libros del Nuevo Testamento escritos por
Lucas. Al igual que su evangelio,
los Hechos fue una carta al amigo de Lucas, Teófilo, escrito entre los años 62
a 64 d.C.
Romanos
Romanos
es la más larga, sistemática y razonada de las cartas de Pablo. Pablo anuncia su tema en el capítulo
uno: el evangelio es poder de Dios para la salvación, tanto para Judíos como Gentiles,
porque nos muestra cómo nuestra justicia procede de Dios. Pablo explica la necesidad de
justificación por la fe a causa del pecado. A
continuación, detalla los resultados de la justificación por la fe, tanto en
términos de la experiencia presente y la esperanza futura. Expresa su pesar de que muchos de sus
compatriotas israelitas no han creído al evangelio, y discute en detalle las
implicaciones teológicas de esto. Concluye describiendo cómo el evangelio debe
influir en nuestra vida diaria. Pablo
escribió su carta a Roma cerca del año 57.
1
Corintios
La
ciudad Corinto se encontraba en el corazón de una ruta comercial principal en
el mundo antiguo. Al igual que
muchas ciudades que prosperan en el comercio, Corinto tenía reputación de
inmoralidad sexual, diversidad religiosa, y corrupción. La iglesia que Pablo había plantado
allí (Hechos 18) luchaba contra todas estas influencias y había comenzado a
dividirse en varios temas. Primera
de Corintios trata acerca de muchas de las cuestiones prácticas que dividen a
la iglesia: cuestiones relativas a
cosas tales como los dones espirituales, el matrimonio, la comida ofrecida a
los ídolos, y la resurrección. Pablo
exhortó a los corintios a que se unificaran y se entregarán por completo a
“la obra del Señor”. El capítulo
13 incluye un pasaje muy conocido en la naturaleza y la importancia del amor. Pablo escribió esta carta a los
corintios desde Éfeso, en la primavera del año 55.
2
Corintios
En la Segunda
carta de Pablo a los Corintios, se discuten algunas de las cosas mencionadas anteriormente,
pero también se ocupa de temas nuevos. Mientras
que Primera de Corintios llama a los creyentes a permanecer unidos entre sí, en
Segunda de Corintios, Pablo urge a la iglesia a permanecer unidos a él en su
ministerio. Los oponentes de
Pablo estaban socavando su trabajo, diciendo que su sufrimiento probaba que no
era un verdadero apóstol. Pablo
responde que su sufrimiento destaca su dependencia de Cristo, ya que pone en
alto la fuerza de Cristo en lugar de la suya. Segunda
de Corintios incluye perspectivas perturbadoras del evangelio, exhortaciones a
vivir una vida santa, e instrucciones acerca del dar. Pablo escribió desde Macedonia en el año
56, un año después de escribir Primera a los Corintios.
Gálatas
La
carta de Pablo a los Gálatas fue dirigida a un grupo de iglesias de Galacia,
una región de la actual Turquía. Pablo
había predicado el evangelio en estas iglesias. Escribió para contradecir a los que
enseñan que los cristianos deben guardar la ley del Antiguo Testamento para ser
aceptados por Dios. Pablo comenzó
con una defensa de su autoridad apostólica, a continuación dejó en claro que
todos los creyentes, judíos y gentiles por igual disfrutan de la salvación
completa en Cristo. En los
capítulos 5 y 6, Pablo muestra cómo el evangelio de gracia lleva a la verdadera
libertad y una vida piadosa. Tal
vez el mensaje central de Gálatas es “una persona no es justificado por
las obras de la ley, sino por la fe en el Señor Jesucristo”. Pablo escribió esta carta en algún
momento entre los años 48 y 58.
Efesios
El
apóstol Pablo escribió Efesios a las iglesias alrededor de Éfeso (Hechos 19)
para exhibir la amplitud del plan eterno de Dios para toda la humanidad -para judíos
y gentiles por igual. Este es el
misterio de Dios, escondido desde los siglos, pero dado a conocer en el Señor Jesucristo. Los tres primeros capítulos se centran
en lo que creen los cristianos, desarrollando las gloriosas riquezas de la
gracia de Dios en Cristo Jesús. Los
pecadores muertos son vivificados y alcanzan la salvación eterna “por la
gracia mediante la fe”. Los
últimos tres capítulos explican las implicaciones de la gracia de Dios para la
iglesia, para los individuos y las familias. Esta
segunda parte llega a su clímax con un mandamiento de permanecer con la
armadura de Dios contra el diablo. Pablo
probablemente escribió esta carta mientras estaba en prisión en Roma, alrededor
del año 60.
Filipenses
rebosa de alegría y agradecimiento. Pablo
escribió esta carta desde una prisión en Roma, probablemente alrededor del año
61, a la iglesia en Filipos para darles las gracias por un regalo. Pablo les informó las gozosas noticias
de que Epafrodito, que había traído el regalo a Pablo, se había recuperado de
su enfermedad y estaba regresando a Filipos. Pablo
dijo que él había aprendido el secreto de estar satisfecho en cualquier
situación y les contó acerca de su situación en la cárcel. Expresó su alegría de que más personas
estaban escuchando acerca de Cristo, incluso si algunos estaban proclamando el
evangelio con malas intenciones. Muestra
su interés en que los cristianos de Filipos se unificaran, les desafió a
ser servidores, así como lo fue Señor Jesús, quien “se hizo nada” y
se convirtió en un hombre en vez de apegarse a los derechos de Su naturaleza
divina.
Colosenses
Pablo
escribió esta carta a la iglesia de Colosas alrededor del año 60, para
contradecir a los falsos maestros. Evidentemente,
estos maestros estaban tratando de imponer reglas estrictas sobre la
alimentación y la bebida y las fiestas religiosas, defendiendo la adoración a
los ángeles. Pablo muestra la
superioridad de Cristo sobre todas las filosofías y tradiciones humanas. Escribe de la deidad de Cristo
(“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda
creación”) y de la reconciliación que llevó a cabo con Su sangre. Explica que la manera correcta de
vivir en este mundo es centrarse en las cosas celestiales en lugar de las cosas
terrenales. El pueblo escogido de
Dios debe dejar su vida pecaminosa atrás y vivir de una manera piadosa, dependiendo
de Cristo como la cabeza de la iglesia.
1
Tesalonicenses
Esta afectuosa
carta, una de las primeras de Pablo, fue escrita para alentar a estos nuevos
creyentes en su fe, para darles seguridad sobre el estado eterno de los
creyentes que han muerto, para recordarles de la venida del Señor, y para
exhortarlos a una vida santa. Los
exhortó a estar en paz, y dar gracias en todas las circunstancias. Tesalónica (la actual Salónica,
Grecia) fue la capital de la Macedonia romana. Se encontraba entre importantes rutas
comerciales. Pablo, dos veces
identificado como el autor, visitó Tesalónica en su segundo viaje misionero,
pero se vio obligado a huir debido a la intensa oposición judía. Pronto envió a Timoteo a la iglesia mayormente
gentil allí. Timoteo le trajo
buenas noticias acerca de su fe.
2
Tesalonicenses
Esta
carta del apóstol Pablo fue escrita probablemente poco después de su primera
carta a la iglesia en Tesalónica. Él
había estado enorgulleciéndose de ellos ante otras iglesias, hablando de su fe
y su amor los unos con los otros frente a la persecución. Pablo les recordó que Dios los vengará
de sus perseguidores. También trató
dos problemas recurrentes en esta iglesia. En
primer lugar como se ve en Primera de Tesalonicenses, les preocupaba que el
Señor ya hubiera regresado. Pablo
les urgió a no “dejarse mover o alarmarse”, por temor de que “el
día del Señor” ya hubiese llegado. En
segundo lugar, les exhortó a no permanecer desocupados; les mandó que “Si
alguno no quiere trabajar, que tampoco coma”.
1
Timoteo
Primera
de Timoteo es una de las tres cartas que tratan sobre la organización
eclesiástica (incluyendo 2 Timoteo y Tito) que el anciano apóstol envió a
aquellos que continuarían su obra. Timoteo
fue, en todos los aspectos, el hijo espiritual de Pablo. Joven, pero dotado, Timoteo fue
asignado para poner orden en la iglesia de Éfeso: una iglesia que necesitaba tanto
orden en la adoración así como corrección doctrinal, plagada como lo estaba por
falsos maestros. La carta de
Pablo, probablemente escrita entre los años 62 a 64, aconsejaba al joven evangelista
en temas como la verdadera adoración, los requisitos que debían reunir los
ancianos y diáconos, como enfrentar las falsas enseñanzas y cómo tratar a
varios individuos dentro de una congregación. Pablo
exhortó a Timoteo a vivir una vida irreprochable, dando a los creyentes un
estándar a seguir.
2
Timoteo
Esta
fue la última carta escrita por Pablo, entre los años 64 y 68 d.C., mientras
esperaba la ejecución en una cárcel romana. A
pesar de todo lo que Pablo estaba enfrentando—la muerte, el final de su
ministerio, el abandono de la mayoría de sus amigos por miedo a la persecución—fielmente dirigió a su hijo espiritual Timoteo, a la esperanza que está en
Cristo. A medida que exhortó a
Timoteo a tener valor, paciencia y fidelidad al enfrentarse a la falsa
enseñanza, Pablo mostró su acostumbrada preocupación por la sana doctrina. La Escritura, dice Pablo, es
“inspirada por Dios” y por lo tanto es suficiente en todo lo
relacionado con la fe y la práctica de los cristianos. Los creyentes mayores, por lo tanto,
deben estar ansiosos de transmitir sus conocimientos de las Escrituras a
aquellos que son más jóvenes en la fe.
Tito
Esta
carta de mediados del primer siglo de Pablo a Tito tiene la intención de
ofrecer aliento y la sabiduría mientras Tito soportaba la creciente oposición
de los impíos y de los legalistas dentro de la congregación. Pablo instruye a Tito para completar
su trabajo asignado de establecer ancianos para las iglesias bajo su cuidado. Pablo describe qué clase de personas deben
ser estos líderes; y cómo ambos, líderes y otros creyentes, deben vivir en
relación los unos con los otros, así como en sus interacciones con los no
creyentes. La conducta cristiana
apropiada se basa en el hecho de que “la gracia de Dios se ha manifestado
para salvación de todas las personas”, y por lo tanto, aquellos que creen
en Él deben “vivir una vida auto-controlada, justa y piadosa” mientras
esperamos Su regreso.
Filemón
Filemón
es acerca de la reconciliación y las relaciones entre los cristianos. Onésimo (que significa
“útil”) era esclavo de un creyente llamado Filemón, en Colosas. Al parecer, Onésimo había robado a
Filemón y huido de la ciudad. En
algún momento, mientras que Pablo estaba bajo arresto en Roma, Onésimo se encontró
con él y se convirtió en un cristiano. Pablo
escribió esta carta alrededor del año 60 y se la dio a Onésimo para que se la llevara
a Filemón. Pablo apeló a Filemón
a aceptar a Onésimo en su casa, pero como un hermano en el Señor en vez de un
esclavo. Según Pablo, Onésimo era
mucho más “útil” ahora que era un cristiano. Pablo incluso prometió a pagar todo lo
que Onésimo pudiera deberle a Filemón.
Hebreos
La
carta a los Hebreos fue escrita para animar a cristianos en tiempo de prueba. Lo hace centrándose en la absoluta supremacía
y suficiencia del Señor Jesucristo. Mientras
que Dios habló en el pasado “muchas veces y de muchas maneras”, ahora
nos ha hablado “por su Hijo”, el Señor Jesucristo, que es la
“imagen exacta” de la naturaleza de Dios y que “sostiene el
universo por la palabra de su poder”. El
Señor Jesús logró completa salvación para todos los que confían en Él. No nos atrevamos a “descuidar una
salvación tan grande”. Por
el contrario, en nuestra fe y en nuestra vida cotidiana, debemos imitar el
ejemplo de Cristo y de los que forman parte en la lista de honor de la fe. Esta carta, cuyo autor es
probablemente Pablo, fue escrita alrededor del año 68.
Jacobo
(Santiago)
[El nombre de Santiago procede del latín Sanctus
Iacobus, es decir, San Jacobo. En el Nuevo Testamento el título “san”, “santo”
o “santa” no aparece como tal aplicado a personas humanas sino sólo a la Divinidad,
pero sí como simple calificativo para todos los verdaderos creyentes. Por
tanto, una mejor traducción del griego al castellano del nombre de Santiago es,
sencillamente, Jacobo. Así es como debería aparecer en todas las Biblias en
castellano.]
Comúnmente
conocida como “los Proverbios del Nuevo Testamento”, la carta de Jacobo
práctica y fielmente recuerda a los cristianos cómo vivir. Hablando de la perseverancia y la fe
verdadera, del control de la lengua, del sometimiento a la voluntad de Dios, y
de tener paciencia, esta epístola ayuda a los lectores a vivir con autenticidad
y sabiamente para Cristo. Uno de
los primeros escritos del Nuevo Testamento, 40 a 50 d.C., se cree que fue
escrito por el medio-hermano del Señor Jesús, Jacobo (Hechos 15:13). Muchos han afirmado que Jacobo y el
apóstol Pablo difieren en la cuestión de la fe versus las obras, pero en
realidad el fruto espiritual del que Jacobo habla describe cómo la fe se luce
en la práctica; es decir, demuestra la verdadera fe de que Pablo escribió. Sus
escritos son complementarios en vez de contradictorios.
Los
lectores de la primera carta del apóstol Pedro estaban confundidos y
desanimados por la persecución a la que se enfrentaban a causa de su fe. Pedro
les exhortó a estar firmes, repetidamente recordándoles el ejemplo de Cristo,
las riquezas de su herencia en Él, y la esperanza de Su regreso para llevarlos con
Él. Explicó cómo los cristianos
deben responder cuando sufren a causa de sus creencias. Llamado “el apóstol de la esperanza”,
el mensaje principal de Pedro es a confiar en el Señor, a vivir en obediencia,
sin importar las circunstancias, y a mantener la esperanza puesta en la promesa
definitiva de liberación de parte de Dios. El
sufrimiento se debe esperar, pero es temporal y rinde grandes bendiciones para
aquellos que permanecen firmes. Pedro
escribió esta carta a mediados del año 60.
2
Pedro
Pedro
probablemente escribió esta carta desde una prisión romana el año 67 o 68, poco
antes de su muerte. Versiones
retorcidas de la verdad cristiana se estaban enseñando, las que Pedro describe
en vívidos términos. Recordando
su experiencia de primera mano de la gloria de Cristo en la transfiguración,
Pedro explica la “más segura” la verdad del evangelio como antídoto para
la herejía. El evangelio es como
“una antorcha que alumbra en lugar oscuro”. En el capítulo 3 Pedro se centra en
aquellos que se burlan de la idea del regreso triunfante de Cristo y el juicio
final. Así como Dios una vez
destruyó la tierra con agua, un día la destruirá con fuego. A la luz de esto, debemos vivir en
“la santidad y la piedad” a la espera de Su regreso y la salvación
que Él ha prometido a todos los creyentes.
1
Juan
Como
uno de los apóstoles de Cristo, Juan habló con autoridad sobre la verdad de la
encarnación: un mensaje que sus vacilantes lectores necesitaban después de
escuchar a los falsos maestros negar la plena divinidad y humanidad de Cristo. Juan reafirmó lo central del cristianismo
diciendo que, o evidenciamos la sana doctrina, obediencia y amor que
caracterizan a todos los cristianos, o no somos verdaderos cristianos. Cuando todos los elementos básicos de
la fe están en operación, no sólo conocemos el gozo, sino que podemos vivir una
vida santa y estar seguros de la salvación—a pesar de que aún estamos lejos de
ser perfectos. Esta seguridad
viene especialmente cuando aprendemos a “amarnos los unos a los otros” como hermanos y hermanas en Cristo. Juan
escribió esta carta general a las congregaciones a través de Asia Menor (ahora
Turquía) a finales del siglo
primero.
2
Juan
Segunda
de Juan fue escrita por el apóstol Juan en el primer siglo para advertir en
contra de la misma enseñanza falsa de que la que habló en Primera de Juan. Esta carta, sin embargo, estaba
dirigida a una mujer cristiana y su familia, y se centró en la hospitalidad
cristiana. Los falsos maestros
estaban usando la gentileza de los cristianos para ganar influencia dentro de
las congregaciones visitadas por Juan. La
carta de Juan habla de este peligro, y advierte en contra de abrir el hogar de
uno a estos “destructores de la fe”. Mientras
que los temas básicos de Primera de Juan—mantenerse firme en la verdad, amor
y obediencia—son evidentes, está además el enfoque adicional sobre qué es la
hospitalidad cristiana. Sólo
cuando nos ponemos de acuerdo sobre la sana doctrina, dice Juan, se encuentra
comunión significativa.
3
Juan
El
apóstol Juan complementó sus declaraciones acerca de la hospitalidad cristiana
en Segunda de Juan con esta carta de finales del primer siglo a Gayo, un
miembro de una de estas iglesias. Juan
aplaudió a Gayo por vivir las enseñanzas de los apóstoles—él le había dado la
bienvenida a misioneros cristianos en su casa—mientras que condena a
Diótrefes, un egoísta líder de una iglesia que no sólo se negó a ayudar a estos
piadosos maestros itinerantes, sino que también había calumniado a Juan, se había
opuesto a Gayo y a cualquier otra persona que no estuviera de acuerdo con él. Este libro demuestra que la mezquindad
puede dividir a los cristianos si no se pone en práctica la Palabra de Dios. Para evitar el doble peligro de la
falsa enseñanza y la división dentro de la iglesia, Juan animó a los creyentes al
cultivar el amor y el discernimiento.
La
carta de Judas advierte contra aquellos que, habiendo obtenido la entrada a la
iglesia, estaban pervirtiendo la gracia de Dios, negando “a nuestro único
Maestro y Señor Jesucristo”. Judas
usa ejemplos del Antiguo Testamento para advertir de estas “manchas” en la iglesia. Escribió múltiples
denuncias de estas personas impías que “mancillan la carne” y
“rechazan la autoridad”. Y por
otra parte, urgió a los cristianos a seguir en la piedad y el amor hacia estas
personas, con el fin de convencer a algunos, “arrebatándolos del fuego”. El libro de Judas se cierra con una de
las doxologías más bellas de toda la Escritura: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída,
y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y
sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora
y por todos los siglos. Amén”. Judas, quien escribió cerca del
año 69, probablemente era el
medio-hermano del Señor Jesucristo, y hermano de Jacobo.
El
Apocalipsis de Juan
“La
revelación de Jesucristo” fue escrita por el apóstol Juan en el exilio en
la isla de Patmos, frente a la costa de la actual Turquía. Está dirigida a siete iglesias reales. El Apocalipsis
comienza con las cartas del mismo Cristo a las iglesias, cartas que incluyen
elogios, crítica, y consuelo. Luego viene una serie de visiones, relacionadas
entre sí, de juicio sobre los impíos. La
iglesia es descrita en una gran aflicción, pero le es asegurada de la victoria
final del Señor Jesús como “Rey de reyes y Señor de señores”,
poniendo fin a la rebelión de la humanidad y marcando el comienzo de “un
cielo nuevo y una tierra nueva”, donde Dios mismo reinará por los siglos
de los siglos. (Ver nuestro COMENTARIO DEL APOCALIPSIS.)
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