En Números 13 vemos que los israelitas llegaron a Cades Barnea en la frontera de Canaán, la tierra que Dios les había prometido. Ya habían pasado dos años desde que salieron de Egipto (Dt. 2:14,7), y Dios les dijo que entraran y poseyeran la tierra. Los israelitas enviaron doce espías para inspeccionar la tierra.
Los doce regresaron diciendo que la tierra era realmente una tierra maravillosa. Diez de ellos, sin embargo, dijeron: “Pero hay enormes gigantes allí y no podremos vencerlos” (Nm. 13:27-29).
Pero dos de ellos, Caleb y Josué, respondieron diciendo: “La tierra a la que fuimos a espiar es una tierra muy buena. Si el Señor está complacido con nosotros, nos traerá a esta tierra y nos la dará, una tierra que fluye leche y miel. El Señor nos ayudará a conquistar a esos grandes gigantes” (Nm. 14:6-9). Pero los 600.000 israelitas escucharon a la mayoría.
¿Qué aprendemos de esto? En primer lugar, que es peligroso seguir a la mayoría, porque la mayoría está invariablemente equivocada. “Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”, dice el Señor Jesús (Mt. 7:14). La mayoría sigue el camino amplio hacia la destrucción. Si sigues a la mayoría, ciertamente estarás con ellos en el amplio camino hacia la destrucción. Nunca imagines que una iglesia grande es una iglesia espiritual. La iglesia del Señor Jesús tenía solo 11 miembros. Cuando diez líderes dicen una cosa y dos dicen exactamente lo contrario, ¿de qué lado te pondrás? Dios estaba del lado de los dos aquí: Josué y Caleb.
La incredulidad y Satanás estaban del lado de los otros diez. Pero los israelitas siguieron tontamente a la mayoría, y por eso tuvieron que vagar por el desierto durante los siguientes 38 años. ¡No tenían el discernimiento para ver de qué lado estaba Dios! Dios y una persona son siempre la mayoría, y ahí es donde quiero estar siempre. Vemos en Éxodo 32 que Dios estaba del lado de un solo hombre, Moisés, cuando todos los israelitas adoraban al becerro de oro. Y de las doce tribus, sólo la tribu de Levi podía ver eso en ese momento. Y ahora, cuando Dios estaba con Josué y Caleb, ¡ni siquiera la tribu de Leví pudo reconocerlo!
Todo esto tiene lecciones para nosotros hoy. La cristiandad en general está llena de compromisos y mundanalidad. Aquí y allá, Dios levanta a unos pocos que defienden la verdad de la Palabra de Dios sin ningún compromiso. Si tienes discernimiento, reconocerás que Dios está con esos pocos y estarás con ellos contra la mayoría. Entrarás en la tierra prometida con ellos.
¿Cómo identificas al hombre con quien Dios está? Habla el lenguaje de la fe. Josué y Caleb hablaron el lenguaje de la fe: “Podemos vencer”. Podemos vencer a los gigantes de la ira, la lujuria, los celos, la envidia, el resentimiento, las murmuraciones, etc. Podemos vencer a Satanás. Dios lo aplastará bajo nuestros pies. Ese es el lenguaje del hombre con quien Dios está.
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