Quienes profesan las creencias de las raíces hebreas, se aferran a la creencia de que la muerte de Cristo en la cruz no puso fin al Pacto Mosaico (también llamado la Torá, es decir, el Pentateuco; los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, la Ley o la Ley Mosaica, por Moisés su redactor), sino que por el contrario lo renovó, amplió su mensaje, y lo escribió en los corazones de sus verdaderos seguidores. Estos cristianos mesiánicos (otro nombre de los que profesan las creencias de las raíces hebreas), enseñan que la comprensión del Nuevo Testamento sólo puede venir desde una perspectiva hebrea y que las enseñanzas del apóstol Pablo no se entienden claramente o no se enseñan de manera correcta en las iglesias cristianas de hoy. Incluso afirman la existencia de un Nuevo Testamento escrito en hebreo original, y, en algunos casos, denigran el actual texto del Nuevo Testamento escrito en griego. Esto se convierte en un sutil ataque a la infalibilidad del texto de nuestra Biblia. Si el texto griego no es confiable y ha sido pervertido, como algunos lo han afirmado a manera de acusación, entonces la iglesia ya no tiene un estándar de verdad—no posee una fuente de autoridad definitiva e incuestionable.
Aunque hay numerosas y variadas asambleas de Raíces Hebreas, con variaciones en sus enseñanzas, todas ellas se adhieren a un énfasis común que es el de recuperar el Judaísmo “original” del cristianismo. Su hipótesis es que la iglesia ha perdido sus raíces judías y no es consciente de que Jesús y Sus discípulos eran judíos que vivían en obediencia a la Torá (el Pentateuco). En la mayoría de los casos, quienes participan en el Movimiento de las Raíces Hebreas defienden la necesidad de que cada creyente debe vivir una vida siguiendo la Torá. Esto significa que las ordenanzas del Pacto Mosaico deben ser un tema central en el estilo de vida de los creyentes de hoy como lo fue para los judíos de Israel en los tiempos del Antiguo Testamento. El guardar la Torá incluye el guardar el día de reposo en el séptimo día de la semana (Sábado), celebrar todas las fiestas judías y los festivales, mantener las leyes alimenticias, evitar el “paganismo” del cristianismo (Navidad, Semana Santa, etc.), y aprender a entender las Escrituras desde un punto de vista hebreo. Enseñan que los cristianos gentiles han sido injertados en Israel, y esta es una razón por la que cada creyente nacido de nuevo en Jesús el Mesías, debe participar en estas celebraciones. Se dice que hay que hacer esto no como el resultado de una esclavitud legalista, sino que debe nacer de un corazón lleno de fe y obediencia. Sin embargo, enseñan que para vivir una vida que agrade a Dios, hay que seguir la Torá, que esta debe ser parte de la vida del cristiano evangélico de hoy.
Las asambleas de las Raíces Hebreas en su mayoría están compuestas por gentiles, incluyendo a los rabinos gentiles. Usualmente prefieren ser identificados como “Cristianos Mesiánicos”. Muchos han llegado a la conclusión de que Dios los ha “llamado” a ser judíos y han aceptado la posición teológica de que la Torá es igualmente obligatoria para gentiles y judíos por igual hoy en día. Suelen llevar accesorios de vestimenta tradicional judía, practican la danza davídica, e incorporan frases y nombres hebreos en sus escritos y conversaciones. La mayoría rechaza el uso del nombre “Jesús” y lo cambia por Yeshúa o Yavé (o Yawé, escrito YHWH), alegando que estos son los “verdaderos” nombres que Dios desea para Sí mismo. En la mayoría de los casos, colocan la Torá como la enseñanza fundamental para la iglesia, lo cual provoca la degradación del Nuevo Testamento, haciendo que éste se torne secundario en importancia y que sólo se debe entender a la luz del Antiguo Testamento. La idea de que el Nuevo Testamento es defectuoso y que es importante sólo a la luz del Antiguo Testamento, también ha puesto en peligro la doctrina de la Trinidad, que ha sido atacada por muchos defensores de las creencias de las Raíces Hebreas.
A diferencia de lo que afirma el movimiento de las Raíces Hebreas, las enseñanzas del apóstol Pablo en el Nuevo Testamento son perfectamente claras y se explican por sí mismas. Colosenses 2:16-17 dice, “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo”. Romanos 14:5 dice, “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente”. La Biblia indica claramente que estos temas son un asunto de elección personal. Estos versículos y muchos otros dan una clara evidencia de que las leyes y ordenanzas del Pacto Mosaico han terminado, y que el cristiano gentil (no judío) no tiene por qué guardarlas. Seguir enseñando que el Antiguo Pacto está todavía vigente a pesar de que lo que el Nuevo Testamento enseña, o torcer el Nuevo Testamento para estar de acuerdo con las creencias de las Raíces Hebreas, es una falsa enseñanza.
La influencia de este movimiento ha entrado en iglesias y seminarios. Es peligroso en su insinuación de que el guardar la Ley del Antiguo Pacto es caminar por un “camino superior” y es, por lo tanto, la única manera de agradar a Dios y recibir Sus bendiciones. En ningún lugar de la Biblia encontramos que los creyentes gentiles sean instruidos a seguir la Ley levítica o las costumbres judías; de hecho, se enseña lo contrario. Romanos 7:6 dice, “Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra”. Cristo, al guardar perfectamente cada ordenanza de la Ley Mosaica, la cumplió en su totalidad. Así como cuando un contrato se cumple cuando se efectúa el pago final de una vivienda y termina con la obligación adquirida, así también Cristo ha efectuado el pago final y ha cumplido la Ley, poniéndole fin para todos nosotros. Si estamos en Cristo, entonces hemos cumplido ya con los requerimientos de la Ley, no porque nosotros los hayamos cumplido de hecho, sino porque Cristo los cumplió en nuestro lugar.
Es Dios mismo quien ha creado un mundo de personas con distintas culturas, idiomas y tradiciones. Dios es glorificado cuando nos aceptamos mutuamente en la fe de Cristo y venimos en unidad siendo “uno” en Cristo Jesús. Es importante entender que no hay superioridad en haber nacido judío o gentil. Nosotros que somos seguidores de Cristo, compuestos de muchas culturas y estilos de vida, somos valiosos y muy amados porque hemos entrado en la familia de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús.
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