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EL EVANGELIO DE MARCOS (I)

Comenzamos el estudio del Nuevo Testamento con el evangelio de Marcos, uno de los cuatro relatos históricos que tenemos acerca del Señor Jesucristo. Este hecho hace que sea un escrito muy especial, porque sin lugar a dudas, no ha habido en la historia de la humanidad una persona que se pueda comparar con Jesús de Nazaret. Su presencia en nuestro mundo ha dejado una huella que ni siquiera dos mil años han logrado borrar. Es más, mientras que otros grandes hombres han ido surgiendo y desapareciendo, Cristo no ha dejado de ser adorado y amado por millones de personas por todo el mundo hasta el día de hoy.

Pero antes de que nos centremos en estudiar lo que este evangelio tiene que decirnos acerca de él, debemos hacernos previamente algunas preguntas acerca del documento que tenemos delante: ¿Podemos fiarnos de lo que dice este evangelio? ¿Quién fue realmente su autor? ¿Hay evidencias de que Marcos lo escribiera? ¿Estaba Marcos capacitado para escribir una biografía histórica sobre Jesús? ¿Qué sabemos de él? ¿Está este evangelio respaldado por alguno de los apóstoles? ¿Dónde, cuándo, para quién se escribió? ¿Con qué propósito se escribió?

En fin, son preguntas muy importantes para cualquiera que tenga un serio interés en conocer la verdad sobre los evangelios, y más aún, sobre la persona del Señor Jesucristo, que es en definitiva de quien tratan estos escritos.

Por lo tanto, a lo largo de este primer estudio vamos a abordar algunas de estas cuestiones que hemos dividido en varios puntos:

I. ¿Quién fue el autor de este evangelio?

II. ¿Qué evidencias hay de que Marcos escribiera este evangelio?

III. ¿Qué sabemos de Marcos?

Para no alargar excesivamente este estudio, veremos otros asuntos en una segunda parte.

I. ¿Quién fue el autor de este Evangelio?

Para empezar, debemos decir que este evangelio tuvo dos autores, uno humano y otro divino.

El Autor divino: el Espíritu Santo

Y aunque para las personas incrédulas este dato no tenga ningún valor, debemos comenzar afirmando nuestra convicción de que fue el Espíritu Santo quien inspiró divinamente este escrito.

“Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” 
(2 P 1:21).

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti 3:16-17).

Notamos en estas dos citas que tanto los hombres como los Escritos fueron inspirados por Dios.

La palabra inspirar da a entender que fueron producidos por el soplo de Dios. Dios puso en estos escritos el hálito de su propio Espíritu creativo, de la misma manera que lo hizo cuando sopló aliento de vida en el hombre que había formado del polvo de la tierra (Gn 2:2).

El autor humano: Juan Marcos

Pero, por otro lado, hay que reconocer también a un autor humano.

Es verdad que este evangelio no viene firmado por ninguna persona. Esto pudo ser debido a varias razones. Tal vez fue una cuestión de modestia cristiana, o muy fácilmente, porque los primeros destinatarios del evangelio sabían perfectamente quién era su autor.

En cualquier caso, esto no es un inconveniente, puesto que el testimonio de los escritores cristianos de los primeros siglos identificaron de manera unánime a su autor como Juan Marcos.

Ahora bien, aunque Marcos fue quien puso por escrito la historia de Jesús en el evangelio que lleva su nombre, hay que resaltar también que esos mismos autores afirman que el apóstol Pedro fue la fuente principal de información que Marcos utilizó.

Habría que decir, por lo tanto, que la autoría humana de este evangelio es compartida entre el apóstol Pedro y Marcos.

II. ¿Qué evidencias hay de que Marcos escribiera este evangelio?

Como acabamos de mencionar, los escritores cristianos de los primeros tiempos dejaron constancia unánime de que Marcos fue el autor de este evangelio.

A continuación transcribimos algunas de las referencias.

Papías (hacia 130 d.C.)

El testimonio más antiguo que tenemos sobre la composición de los evangelios canónicos es el de Papías, obispo de Hierápolis, en Frigia, que escribió hacia el 130 una "Exposición de los Oráculos del Señor” en cinco libros. Esta obra se perdió hace mucho tiempo, pero el historiador Eusebio de Cesarea nos ha conservado algunos pasajes de ella:

“Y el anciano dijo esto también: Marcos, habiendo pasado a ser el intérprete de Pedro, escribió exactamente todo lo que recordaba, sin embargo no registrándolo en el orden que había sido hecho por Cristo. Porque él ni oyó al Señor ni le siguió; pero después, como he dicho, (ayudó) a Pedro, el cual adaptó sus instrucciones a las necesidades (de sus oyentes), pero no tenía intención de dar un relato conexo de las palabras del Señor. Así que Marcos no hizo distinción cuando escribió algunas cosas tal como las recordaba; porque en lo que tenía interés era en no omitir nada de lo que había oído, y en no consignar ninguna afirmación falsa en ello”. (Eusebio en su Historia Eclesiástica, III,39,1-15).

Ireneo de Lyon (hacia 140-202 d.C.)

Ireneo, discípulo de Policarpo, que a su vez había sido discípulo del apóstol Juan, escribe lo siguiente:

“Mateo, (que predicó) a los Hebreos en su propia lengua, también puso por escrito el Evangelio, cuando Pedro y Pablo evangelizaban y fundaban la Iglesia. Una vez que éstos murieron, Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, también nos transmitió por escrito la predicación de Pedro. Igualmente Lucas, seguidor de Pablo, consignó en un libro el Evangelio que éste predicaba. Por fin Juan, el discípulo del Señor que se había recostado sobre su pecho, redactó el Evangelio cuando residía en Éfeso”. (Ireneo, Contra las Herejías, III, i,1).

Tertuliano (en su apogeo 197-216)

Tertuliano fue uno de los teólogos más sobresalientes de la iglesia entre los siglos II y III. Su trabajo como apologista es ampliamente reconocido. Su testimonio tocante a la autenticidad de los Evangelios no debe pasarse por alto con ligereza. En su obra Contra Marción, escrita a principios del siglo tercero, Tertuliano afirma que el Evangelio de Marcos refleja la predicación de Pedro. “El que publicó Marcos, aunque se dice que es de Pedro, de quien Marcos era intérprete...”

Clemente de Alejandría (hacia 150-215 d.C.)

Según Eusebio, Clemente de Alejandría afirmaba:

“Aquellos evangelios que contienen las genealogías son los primeros que se escribieron; que el evangelio según Marcos se empezó a escribir de la siguiente manera: en tiempos en los que Pedro publicaba la palabra en Roma y exponía el evangelio bajo la acción del Espíritu, aquellos que en gran número estaban presentes en aquella ocasión le pidieron a Marcos que, puesto que llevaba acompañando mucho tiempo a Pedro y se acordaba de las cosas que él había dicho, pusiera por escrito sus palabras; así lo hizo y les dio el evangelio a los que se lo habían pedido; cuando se enteró de ello Pedro, no dijo nada ni para impedirlo ni para promoverlo. Por su parte, Juan, el último, al ver que el aspecto material de las cosas ya había salido a luz en los evangelios, movido por sus discípulos e inspirado por el soplo divino del Espíritu, compuso un evangelio espiritual”. (Eusebio en su Historia Eclesiástica, VI,14,6-7).

El prólogo Antimarcionita

Se sabe que desde fechas muy tempranas (año 160-180 d.C.) las cartas iban precedidas de prólogos contra las ideas de Marción, que fue el primero en elaborar un canon de libros que él reconocía como genuinos y de origen apostólico. Recientemente se ha puesto de manifiesto que también los evangelios iban precedidos de prólogos similares. Al del evangelio de Marcos le faltan las palabras iniciales. El fragmento dice así: “...declaró Marcos, al que apodan de los dedos lisiados, porque los tenía mas bien pequeños en comparación con su estatura. Fue intérprete de Pedro; y después de la muerte de éste, puso por escrito este mismo evangelio en Italia”.

Es importante señalar que no hay ninguna evidencia histórica que contradiga que Marcos fue el autor de este evangelio y que recibió su información de un testigo ocular de primerísimo orden como fue el apóstol Pedro.

Esto contradice claramente las teorías de los críticos liberales modernos, que afirman sin demostrarlo, que este evangelio fue una composición anónima de varios autores desconocidos que recogieron en una época tardía varias tradiciones orales muy distorsionadas y exageradas sobre la persona de Jesús.

III. ¿Qué sabemos de Marcos?

El Espíritu Santo eligió a Marcos para escribir el evangelio que lleva su nombre. Esto nos lleva a preguntarnos ¿quién era Marcos? ¿por qué lo eligió a él? ¿qué sabemos sobre su trayectoria espiritual? ¿de dónde obtuvo la información que recoge en su evangelio?

En esta parte de nuestro estudio tendremos que realizar cierta labor de investigación, revisando todas las referencias que en el Nuevo Testamento encontramos a Marcos.

Formó parte de la primera iglesia cristiana en Jerusalén en tiempos de los apóstoles

La primera referencia que encontramos a Marcos está en (Hch 12:12).

“Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando” (Hch 12:12).

El relato nos introduce en la primera etapa de la iglesia cristiana, todavía en Jerusalén, cuando era duramente perseguida. En ese contexto, Pedro, que acababa de ser liberado de la prisión, no dudaba acerca del lugar en el que encontraría reunidos a los cristianos, que no era otro que la casa de María, la madre de Juan Marcos. Entendemos que María, la madre de Marcos, tenía una buena posición económica, lo que se desprende del hecho de que tenía una casa amplia, y al menos una sirvienta.

Por lo tanto, podemos deducir que Marcos vivía en Jerusalén cuando Jesús fue crucificado, lo que le permitió ser conocedor de primera mano de muchos de los hechos que luego escribió en su evangelio. 

Además, estuvo en contacto directo con la primera iglesia cristiana y con los apóstoles, siendo testigo en primera fila de cuanto ocurría en aquellos primeros días del cristianismo en Jerusalén.

Su nombre compuesto: Juan Marcos

Otro detalle interesante es su nombre compuesto: “Juan Marcos”. Juan era su nombre hebreo, mientras que Marcos era su nombre romano. Esto era frecuente para personas que se movían entre ambientes judíos y gentiles. En su caso, finalmente, su nombre judío fue casi totalmente olvidado, siendo conocido simplemente como Marcos. La razón se debe principalmente a que él llevó la historia de los hechos de Jesús que tuvieron lugar en Israel hasta el mundo gentil, y por lo tanto fue conocido por su nombre latino.

Formó parte del primer equipo misionero que fue a predicar a los gentiles

La segunda referencia a Juan Marcos aparece en Hechos 13:5.

“Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante” 
(Hch 13:5).

Esto nos lleva a la siguiente etapa de la iglesia cristiana: su extensión por el mundo gentil. Aquí lo encontramos como “ayudante” de los dos hombres que lideraron esta nueva etapa del cristianismo: el apóstol Pablo y Bernabé. Y Juan Marcos estaba allí formando parte de la primera expedición cristiana que fue a predicar el evangelio en el mundo gentil.

Una mancha en el expediente de Marcos

Este viaje misionero puso una mancha en el expediente de Marcos (Hch 13:13).

“Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén” 
(Hch 13:13).

Las razones que le llevaron a este abandono no se nos dicen. En Chipre se encontraba a gusto, tal vez porque era el lugar de donde era Bernabé (Hch 4:36), que como más tarde veremos, era tío de Marcos (Col 4:10). Pero cuando pasaron a tierras desconocidas, tal vez se asustó viendo la dureza de la Obra.

Esto creó un borrón en su prometedora carrera cristiana. Las consecuencias que tuvo su decisión las encontramos en Hechos 15:36-40).

“Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están. Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra. Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor” 
(Hch 15:36-40).

Cuando Pablo y Bernabé planeaban comenzar su segundo viaje misionero, Marcos fue el motivo de desacuerdo por el que los dos misioneros se separaron tomando rumbos distintos. Discutieron por causa de este joven hasta el punto en que no pudieron empezar juntos otro viaje misionero.

¿Cuál de los dos tenía razón? Bernabé creía que Marcos había cambiado y estaba en condiciones de acompañarles en el nuevo viaje misionero. ¿Por qué no darle otra oportunidad? Pero Pablo se negaba a llevarlo debido a su abandono en el viaje anterior. Lo veía como un desertor que los había dejado en medio de la batalla. No se quería arriesgar. Los dos tenían buenas razones. Bernabé pensaba en la persona y Pablo en la Obra. Tal vez nosotros mismos hemos simpatizado a veces con uno y otras veces con otro. En cualquier caso, la Biblia ni le quita ni le da la razón a ninguno de los dos.

La restauración de Marcos

Marcos fue nuevamente el ayudante de Bernabé y esto formó parte de su proceso de restauración. No cabe duda de que la labor de Bernabé fue fundamental para restaurar a Marcos para el ministerio. En cierto sentido, Bernabé se arriesgó cuando tomó nuevamente a Marcos.

Notemos que el primer lugar a donde fueron en su viaje fue a Chipre (Hch 15:39). Este detalle es interesante porque fue precisamente desde allí donde Marcos había abandonado a Pablo y Bernabé en su viaje anterior (Hch 13:13).

Y es que la restauración debe comenzar en el mismo lugar del fracaso, volviendo a aquello que hemos hecho mal. Por ejemplo, el apóstol Pedro negó a Jesús junto a un fuego, y Jesús lo restauró junto a un fuego. Allí había negado al Señor tres veces, y el Señor le preguntó tres veces si le amaba. Sin lugar a dudas el proceso de restauración es doloroso pero necesario.

Marcos volvió a empezar donde lo había dejado. Es verdad que había perdido mucho tiempo, pero el Señor en su misericordia le dio una nueva oportunidad.

Marcos llegó a ser un íntimo colaborador del apóstol Pablo

Las siguientes referencias a Marcos las encontramos en las cartas del apóstol Pablo.

“Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle” 
(Col 4:10).

Como hemos señalado antes, Marcos y Bernabé eran familiares cercanos, y aquí tenemos la prueba de ello.

Pero lo que más nos interesa de este versículo es ver que Pablo había llegado a tener plena confianza en Marcos, hasta el punto de recomendarlo a la iglesia en Colosas en los términos que observamos en este versículo. Marcos había ganado nuevamente la confianza del apóstol, llegando a ser uno de sus colaboradores más apreciados.

Ahora Pablo estaba pidiendo a los creyentes colosenses que lo recibieran como a un obrero del Señor, alguien de peso. Vemos por tanto, que Pablo también restauró a Marcos. Estuvo dispuesto a reconocer las evidencias del cambio.

Tanto Pablo como Bernabé hicieron una gran obra con este hombre, aunque cada uno de ellos con un estilo diferente. Los hombres de Dios deben saber reconocer el verdadero arrepentimiento y ser capaces de restaurar.

“Marcos, Aristarco, Demas y Lucas mis colaboradores” 
(Flm 1:24).

Aquí vemos que Marcos formaba parte del equipo de colaboradores del apóstol Pablo. Y un dato curioso: en este versículo encontramos juntos a dos de los evangelistas (Marcos y Lucas). Podemos deducir que cada uno conocía la obra del otro.

“Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio” 
(2 Ti 4:11).

Finalmente, cuando Pablo estaba encarcelado poco antes de ser ejecutado, muestra su deseo de tener a Marcos con él. Es significativo que antes de morir, Pablo deseara que Marcos estuviera a su lado.

El apóstol Pedro consideraba a Marcos como su 
hijo.

La última mención a Marcos la encontramos en la primera epístola de Pedro:

“La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan” 
(1 P 5:13).

Marcos acompañó también al apóstol Pedro, siendo un hombre de su confianza. Y a juzgar por la forma en la que se refiere a él: “Marcos mi hijo”, deducimos que había un trato muy íntimo entre ellos.

Tal vez podemos pensar que Marcos llegó a conocer al Señor Jesucristo por medio del testimonio de Pedro en aquellos días cuando la iglesia se reunía en la casa de su madre. O tal vez Pedro fue uno de los instrumentos usados por Dios en el proceso de restauración de Marcos después de su abandono en el primer viaje misionero. No sería difícil imaginar esto, ya que Pedro también había tenido que aprender lo que significaba ser restaurado para el servicio después de que él mismo negara al Señor. Nadie mejor que Pedro para entender cómo se sentiría Marcos y ayudarle espiritualmente.

Pero quizás el apóstol tenía también otra intención. Si tal como dicen los escritores del segundo siglo, Marcos había escrito su evangelio bajo las indicaciones de Pedro, una referencia a él como su “hijo” sería la manera en la que el apóstol estaría dando su aprobación a la labor que Marcos había realizado al escribir su evangelio.

En cualquier caso, Pedro y Marcos compartían vivencias importantes en cuanto a su relación con Jesús que facilitaba su unión y compañerismo. Como ya hemos visto, ambos fracasaron en un momento crucial de sus vidas y a ambos se les dio una segunda oportunidad. Esto hacía fácil la colaboración entre ambos.

La influencia de Pedro se percibe a lo largo de todo el evangelio, corroborando así la afirmación de los primeros escritores cristianos.
  • Escribió lo que muchas veces había escuchado contar a Pedro. Podríamos decir que Marcos ve a través de los ojos de Pedro y lo escribe.
  • En todos los episodios narrados en su evangelio, Pedro ha estado presente, a excepción de un paréntesis cuando los apóstoles dejaron a Jesús solo al ser enviados por él a predicar. En ese punto el evangelio se detiene y cuenta la historia de la muerte de Juan el Bautista (Mr 6:14-29).
  • El evangelio de Marcos tiene una conexión directa con la vida y el entorno de Pedro: Junto al mar de Galilea, el lugar de trabajo de Pedro (Mr 1:16); en la sinagoga en Capernaum, la ciudad donde vivía Pedro (Mr 1:21); en la casa de Pedro (Mr 1:29) (Mr 2:1) (Mr 9:33); y con la familia de Pedro (Mr 1:30).
  • Otro detalle interesante es que el esquema general del evangelio de Marcos coincide con el esquema de la predicación de Pedro en casa de Cornelio y que encontramos en (Hch 10:34-43).
Esta influencia directa de Pedro viene a ser un factor muy importante en vista de su gran autoridad como testigo, apóstol y portavoz de los Doce.

El carácter de Marcos: un hombre de 
segunda línea que sirve

Hemos visto a Marcos como “ayudante” de Bernabé, de Pablo y también de Pedro. Estos eran hombres de Dios que lideraron los grandes avances del evangelio y que también escribieron importantes documentos doctrinales.

Pero también los hombres de segunda línea son importantes. Por ejemplo, en el fútbol, los hombres de “segunda línea”, es decir, los que ocupan las posiciones en el centro del campo, son fundamentales para los que van en vanguardia, siendo incluso en muchas ocasiones los que marcan los goles.

En los días en que Pablo estuvo encarcelado y no podía viajar, Marcos fue uno de sus hombres de confianza y pudo enviarlo a ciertos lugares (por ejemplo a Colosas), para que llevara a cabo la obra que él mismo no podía realizar por sus circunstancias. Cuando estaba a punto de morir martirizado, Pablo deseaba tener junto a él a Marcos en quien en cierta medida también se apoyaba. Pedro mismo no escribió ningún evangelio, fue Marcos quien realizó esta labor.

Podríamos decir que sin hombres de segunda línea, difícilmente habría hombres de primera línea. En nuestros días hay muchos peleándose por ser hombres de primera línea, pero ¡qué importantes son los que están detrás! Sin ellos, sin su ayuda, sin su trabajo silencioso, sin su disposición al servicio, sin su entrega abnegada y muchas veces no reconocida, estos hombres que figuran en la primera línea, en la mayoría de las ocasiones no podrían hacer nada. El Señor conoce todas estas cosas.

Una nota autobiográfica en su evangelio

Un pasaje dentro del mismo evangelio que ha despertado la curiosidad de muchos de sus lectores lo encontramos en:

“Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; mas él, dejando la sábana, huyó desnudo” (Mr 14:51-52).

Marcos es el único evangelista que recoge este incidente, y la verdad es que no aporta nada al texto, dejándonos de hecho más preguntas que soluciones. Por todo ello, muchos han llegado a pensar que se trata de un apunte autobiográfico oculto con el que el evangelista firma su libro.

Para entenderlo mejor pensemos en una ilustración: Casi todas las películas del director de cine Alfred Hitchcock contienen un cameo de él mismo. 
Aparece efímeramente como extra o se ve una imagen suya en algún momento de sus películas, por ejemplo, un mayordomo cruzando por la escena, un hombre leyendo un periódico. Era una forma de identificar sus películas como suyas.

Y con estos versículos es como si Marcos nos estuviera diciendo: “Yo estuve allí”.

Si esto último fuera así, entonces el detalle tendría una importancia muy grande para nosotros, porque colocaría a Marcos en las últimas horas de la vida de nuestro Señor Jesucristo en esta tierra, cuando él estaba orando en el monte de Getsemaní y en medio de su posterior arresto.

Sin hacer afirmaciones dogmáticas, podemos imaginar una posible reconstrucción de los hechos de esa última noche:
  • El aposento alto donde Jesús celebró la última pascua con sus discípulos habría sido la casa de María, la madre de Juan Marcos.
  • Mientras Jesús todavía estaba reunido con sus discípulos, Judas salió con la intención de entregarle a los judíos.
  • Cuando Judas regresó con la guardia al aposento alto, Jesús y los apóstoles ya lo habían abandonado para ir al huerto de Getsemaní.
  • El joven Marcos, que estaría ya dormido en la planta de abajo, fue despertado por la multitud que buscaba a Jesús y salió apresuradamente detrás de ellos para ver qué pasaba.
  • En Getsemaní se colocó a cierta distancia para ver lo que ocurría, pero después que los discípulos huyeron, él siguió en su escondite hasta que fue descubierto por la guardia, momento en que salió huyendo, dejando la sábana con la que estaba cubierto.
Conclusión

Después de todas estas consideraciones, podemos estar seguros de que el Espíritu Santo eligió a la persona indicada para escribir un relato histórico y fiable acerca de Jesús:
  • Un joven que vivió en Jerusalén en los días del Señor Jesucristo y que pudo conocer por lo tanto su ministerio e incluso estar presente en sus últimas horas antes de morir.
  • Un creyente que formó parte de la primera iglesia cristiana y que su misma casa fue centro de reunión de los apóstoles y de los testigos de Jesús.
  • Un discípulo que acompañó al apóstol Pablo y Bernabé en las primeras etapas de la extensión del cristianismo por el mundo gentil y que era tenido en alta estima también por el apóstol Pedro.
Por tanto, no es de extrañar, que cuando en el siglo II se planteó cuáles eran los libros inspirados, el Evangelio de Marcos fue admitido sin dudas en el canon sagrado, siendo seguramente el primero en ser reconocido en la iglesia del primer siglo como plenamente autoritativo.

Preguntas
  1. ¿Quién fue el autor de este evangelio? Argumenta tu respuesta.
  2. Explica por qué crees que el Espíritu Santo escogió a Juan Marcos para la redacción de uno de los cuatro Evangelios.
  3. ¿Qué te parece que el Espíritu Santo escogiera para una labor tan importante como la de escribir un Evangelio a una persona que tenía una “hoja de servicios manchada” (Hch 13:13)? Justifica tu respuesta. ¿Qué aprendes a nivel personal de este hecho?
  4. ¿Por qué decimos que Juan Marcos fue un hombre de “segunda línea”? Da algunos ejemplos que justifiquen esta afirmación.
  5. ¿Qué importancia puede tener que Pedro llamara a Marcos “mi hijo” en 1 Pedro 5:13?
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