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domingo, 17 de julio de 2022

EL ÁRBOL QUE CAYÓ Y FUE RESTAURADO


La historia de la locura de Nabucodonosor y la recuperación de su razón después de siete años pastando como buey en el campo es una de las más conocidas y citadas de la Biblia. Pocos, sin embargo, han atinado a proponer una enseñanza de una manera práctica y una aplicación más amplia de la experiencia del rey. Aquí ofrecemos una. Pero antes de ir a ella, refresquemos la memoria con el pasaje mismo de las Sagradas Escrituras y algo de contexto: 

“Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.

“Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron. Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño. Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación, hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo: Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación. Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne.

“Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres. Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos.

“Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo: Beltsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Beltsasar respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren. El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo, y que se veía desde todos los confines de la tierra, cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y en que había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra. Y en cuanto a lo que vio el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo y decía: Cortad el árbol y destruidlo; mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias del campo sea su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos; esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey: Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere. Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna. Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad.

“Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.

“Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia” (Dn 4:1-37).

Nabucodonosor II fue rey de Babilonia desde aproximadamente el 605 a. C. hasta aproximadamente el 562 a. Se le considera el rey más grande del Imperio Babilónico y se le atribuye la construcción de los Jardines Colgantes de Babilonia. Nabucodonosor es mencionado por su nombre unas 90 veces en la Biblia, tanto en la literatura histórica como en la profética de las Escrituras Hebreas. Nabucodonosor recibe la mayor atención en el libro de Daniel, apareciendo como el personaje principal, junto a Daniel, en los capítulos 1-4.

En la historia bíblica, Nabucodonosor es más famoso por la conquista de Judá y la destrucción de Judá y Jerusalén en el 586 a. Judá se había convertido en un estado tributario de Babilonia en el 605 a. C. pero se rebeló en el 597 a. C. durante el reinado de Joaquín y luego nuevamente en el 588 a. C. durante el reinado de Sedequías. Cansado de las rebeliones, y viendo que Judá no había aprendido la lección cuando invadió, conquistó y deportó a Judá en 597, Nabucodonosor y su general, Nabuzaradán, procedieron a destruir por completo el templo y la mayor parte de Jerusalén, deportando a la mayoría de los residentes restantes a Babilonia. En esto, Nabucodonosor sirvió como instrumento de juicio de Dios sobre Judá por su idolatría, infidelidad y desobediencia (Jer 25:9).

La historia secular registra a Nabucodonosor como un rey brutal, poderoso y ambicioso, y la Biblia, en su mayor parte, está de acuerdo. Sin embargo, el libro de Daniel da una idea adicional de su carácter. El capítulo 2 de Daniel registra que Dios le dio a Nabucodonosor un sueño sobre qué reinos surgirían después del suyo. En el sueño, Nabucodonosor era una “cabeza de oro” sobre una estatua, con las partes descendentes del cuerpo compuestas de plata, bronce, hierro y hierro mezclado con arcilla, representando los reinos menos poderosos que vendrían después de él. Nabucodonosor exigió a los astrólogos y sabios que interpretaran su sueño sin que él se lo contara y, cuando no pudieron, Nabucodonosor ordenó que mataran a todos los astrólogos y sabios. Daniel habló y, a través de un milagro de Dios, interpretó el sueño de Nabucodonosor. Luego, el rey promovió a Daniel para que fuera uno de sus asesores más influyentes. Curiosamente, cuando Daniel interpretó su sueño, Nabucodonosor declaró: “Verdaderamente tu Dios es Dios de dioses y Señor de reyes, y revelador de misterios, porque tú has podido revelar este misterio” (Dn 2:47).

En Daniel 3, Nabucodonosor creó una estatua de oro de sí mismo y requirió que todas las personas se inclinaran ante ella cada vez que sonaba la música. Los tres amigos de Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego, se negaron, y el rey hizo que los arrojaran a un horno ardiendo. Milagrosamente, Dios los protegió, y cuando salieron del horno, Nabucodonosor proclamó: “Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos, que confiaron en él, y apartaron el mandato del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a cualquier dios excepto a su propio Dios. Por tanto, promulgo un decreto: Todo pueblo, nación o lengua que hable algo contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego será descuartizado, y sus casas serán destruidas, porque no hay otro dios que pueda rescata de esta manera” (Dn 3:28-29).

En el capítulo 4 de Daniel, Dios le da a Nabucodonosor otro sueño. Daniel interpretó el sueño para Nabucodonosor y le informó que el sueño era una advertencia para que el rey se humillara y reconociera que su poder, riqueza e influencia provenían de Dios, no de su propia creación. Nabucodonosor no prestó atención a la advertencia del sueño, por lo que Dios lo juzgó como lo había declarado el sueño. Nabucodonosor se volvió loco durante siete años. Cuando la cordura del rey fue restaurada, finalmente se humilló ante Dios. En Daniel 4:3, Nabucodonosor declara: “ ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación”. Nabucodonosor continuó en Daniel 4:34-37: “Cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.”

Las exclamaciones de Nabucodonosor registradas en el libro de Daniel han llevado a algunos a considerar la posibilidad de que Nabucodonosor se convirtiera al único Dios verdadero. La historia registra que Nabucodonosor era seguidor de los dioses babilónicos Nabu y Marduk. ¿Es posible que Nabucodonosor renunciara a estos dioses falsos y en su lugar solo adore al único Dios verdadero? Sí, es posible. Por lo menos, Nabucodonosor se convirtió en henoteísta, creyendo en muchos dioses pero adorando a un solo Dios como supremo. Basado en sus palabras registradas en Daniel, definitivamente parece que Nabucodonosor se sometió al único Dios verdadero. Otra evidencia es el hecho de que Dios se refiere a Nabucodonosor como “mi siervo” tres veces en el libro de Jeremías (Jer 25:9; 27:6; 43:10). ¿Se salvó Nabucodonosor? En última instancia, esta no es una pregunta que pueda responderse dogmáticamente. Cualquiera que sea el caso, la historia de Nabucodonosor es un ejemplo de la soberanía de Dios sobre todos los hombres y la verdad de que: “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina” (Pr 21:1). O, “El corazón del rey es como un arroyo de agua en la mano del Señor; a todo lo que Él quiere lo dirige” (Paráfrasis).

La experiencia de Nabucodonosor es también el cumplimiento de este Proverbio: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Pr 16:18).

Es axiomático que son muy pocas las personas que reciben la sabiduría de Dios cuando ésta les es enseñada: la mayoría debe aprender a golpes, como los animales. Y fue exactamente en esto en lo que Dios convirtió a Nabucodonosor por siete años. Pero al cabo de ese tiempo, como el hijo pródigo que volvió en sí (Lc 15:17), como Sansón que oró a Dios (Jue 16:28), como Manasés que en su humillación reconoció que Jehová es Dios (2 Cr 33:12-13), la razón le fue devuelta a Nabucodonosor para que escribiera en primera persona su testimonio.

Nótese que este capítulo de Daniel es una carta, una proclamación imperial, un decreto real, que Nabucodonosor dirige a todos los habitantes de su vasto imperio.

Cuando te sea devuelta la razón, cuando vuelvas en ti e invoques al Señor en arrepentimiento como lo hicieron todos los personajes aquí mencionados junto con Nabucodonosor, envía una carta a TODOS aquellos ante los cuales difamaste a tu Dios con tu comportamiento y palabras, y hazles saber de tu arrepentimiento. Porque no cometiste tu pecado en secreto, no fue entre cuatro paredes que pisoteaste la Palabra del Señor y lo negaste: en público pecaste, en público arrepiéntete para que TODOS lo sepan y den la gloria al Señor.

No podemos restarle a Nabucodonosor la tremenda valentía y el honor que tuvo en dejar su humillante experiencia por escrito. Este, tal vez, es el milagro de Dios más grande registrado en todo el libro de Daniel.

Breve Comentario de Daniel

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Principales publicaciones período 2020-2022 (al final del artículo).


Principales publicaciones período 2011-2019.

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