“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién ltro conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jer 17:9-10),
1. El corazón humano es engañoso sobre todas las cosas (Jer. 17:9).
El corazón caído del ser humano es un corazón mentiroso. La palabra hebrea para engañoso es “shaw” que se refiere a hacer trampa, torcer. La raíz principal de la palabra traduce como “suplantar”, refiriéndose a las acciones engañosas de Jacob hacia Esaú (Gn. 27:36). El mismo nombre de Jacob significa “suplantador” o “cogedor de talones” (Os. 12:3). Ese es Jacob por naturaleza aparte de la redención de Dios. “Aquob” también se traduce como “torcido” (Is 40:4) y “contaminado” (Os. 6:8). La esencia misma de la naturaleza caída del ser humano es el engaño. La palabra “engañar” en sus diversas formas aparece 79 veces en las Escrituras, que no incluye términos asociados como “mentir”, “calumniar” y “falsedad”. El hombre engaña a los demás y se engaña a sí mismo—“engañando y siendo engañado” (2 Ti. 3:13). La mentira comienza al nacer. “Se apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (Sal. 58:3). Ningún padre tiene que enviar a su hijo a la escuela para que aprenda a mentir. Para la humanidad caída, mentir es tan natural como respirar. Mentimos de mil maneras: hablando mentiras directamente, no diciendo la verdad, no diciendo toda la verdad, no siendo abiertos y honestos como Natanael (Jn 1:47), actuando con hipocresía, con victimización, con manipulación, con secretismo y conspiración.
El hecho de que el corazón humano sea engañoso explica por qué el mundo está lleno de mentiras y la verdad es rara. Las mentiras impregnan todas las facetas de la sociedad humana: la política, los medios de comunicación, los estudios académicos, la sociología, la antropología, la historia, la filosofía, la ética, la religión, la psicología, los orígenes de la humanidad, la economía, etc.
Jeremías 17:9 es uno de los versículos que Dios usa para traer luz y convicción a los perdidos, para traerlos a la salvación. Este es el versículo que se debe usar repetidamente para mostrarle al pecador su pecado. Una de las primeras cosas que las personas responden cuando son confrontadas con una decisión es: “Estoy confiando en mi corazón. Estoy siguiendo mi corazón”. La respuesta a esta declaración es: “La Biblia dice: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y desesperadamente perverso: ¿quién lo conocerá?”. Muchas personas crecieron en iglesias, pero no recuerdan que alguna vez les hayan enseñado esta verdad. Piensan que la Biblia es solo un montón de historias antiguas que no tienen relevancia para sus vidas diarias. La Biblia describe la condición del ser humano de una manera clara y práctica. Este es uno de los versículos principales dados por Dios para quitarnos la confianza en nosotros mismos y hacernos confiar en el Señor y en su Palabra.
Después de ser salvos, Jeremías 17:9 debe continuar ayudándonos a no confiar en nosotros mismos cuando buscamos entender la Biblia correctamente e interpretarla de manera práctica para encontrar nuestro camino a través del desierto doctrinal del cristianismo moderno. Con este pasaje podemos enfrentarnos al pentecostalismo, al mormonismo, al adventismo del séptimo día, al denominacionalismo, y a todos los otros “ismos” de la cristiandad contemporánea. Literalmente debería hacernos clamar: “Señor, sé que un hombre puede engañarse a sí mismo; no dejes que me engañe; si en algo estoy siendo engañado, muéstramelo”.
2. El corazón humano es perverso (Jer. 17:9).
El corazón del hombre no solo es engañoso, es desesperadamente malvado: perverso. Es terriblemente malvado. Es asqueroso en su pecaminosidad. Todas las acciones pecaminosas del hombre fluyen de su corazón malvado. Como dice el Señor Jesús: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Mr. 7:21-23).
3. El ser humano no puede conocer (confiar en) su propio corazón (“¿quién lo conocerá?” Jer. 17:9).
El ser humano no puede confiar en su propio corazón así como nadie confiaría en un desconocido en un callejón oscuro. El ser humano trata de entenderse a sí mismo por medio de la psicología y la filosofía, pero es en vano. La persona debe tener ayuda divina. ¿Quién puede conocer el corazón del ser humano? ¡Dios puede! El Espíritu de Dios y la Palabra de Dios revelarán la verdadera condición del corazón del hombre. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He 4:12). Esto es lo que le sucede a alguien cuando es confrontado por un sabio ganador de almas que abre la Palabra de Dios y arroja luz sobre su corazón engañoso y malvado, y el Espíritu de Dios ilumina la verdadera condición del pecador y le señala a Cristo.
El camino de la vida cristiana sabia es rehusar confiar en el propio corazón, el propio pensamiento, las propias emociones, y entregarse exclusivamente a Dios y Su Palabra (Mt 16:24). Debo escudriñar la Palabra diariamente y meditar en ella día y noche para poder ir por el camino de la verdad y no por el camino de mi propio corazón. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Pr. 3:5-6). “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Jn 17:17).
4. Dios es el único que puede escudriñar el corazón humano (Jer. 17:10).
Dios escudriña el corazón de cada persona. Las personas piensan que pueden vivir independientemente de Dios, pero esto es imposible. Se puede vivir en desobediencia a Dios y como rebelde a Dios por un breve tiempo en este mundo presente, pero ningún ser humano puede vivir independientemente de Dios para siempre—un día deberá presentarse ante Él y sometérsele para rendirle cuentas. No solo obtenemos nuestra vida y aliento de Él, sino que Él escudriña el corazón de cada uno de nosotros. Él conoce los pensamientos de cada persona y sus secretos más profundos.
Vemos la impresionante omnisciencia de Dios. Conoce los pensamientos de cada uno de los miles de millones de hombres, mujeres y niños que han vivido, viven y vivirán. Él “ve los riñones (literalmente en el texto) y el corazón” (Jer 20:12). Él escudriña todos los corazones (1 Cr. 28:9). Sólo Él conoce los corazones de todos los seres humanos (2 Cr. 6:30). Todas las cosas están desnudas y abiertas delante de Él (He. 4:13). Nuestros pecados secretos están delante de Él (Sal. 90:8).
Puesto que Dios conoce el corazón humano, Él puede mostrarle a una persona su verdadera condición si esta persona busca la ayuda de Dios y no confía en sí misma. El individuo sabio se entregará constantemente a la dependencia de Dios para que lo escudriñe y le revele los secretos de su propio corazón para que pueda caminar en arrepentimiento, obediencia y verdad con Él. David mostró el camino cuando dijo: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Sal. 139:23-24), y, “Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón” (Sal. 26:2).
Dios juzga a toda persona. Cada uno de nosotros somos responsables ante Dios de todo pensamiento y obra, y todo hombre y mujer dará cuenta, ya sea en el Tribunal de Cristo, para los que sean salvos (1 Co. 3:13-15; 2 Co. 5:10) , o en el Gran Trono Blanco, para los que mueren sin fe en el Salvador (Ap 20:11-15). El Señor Jesús advirtió que “de toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mt. 12:36). Dios “sacará a la luz lo oculto de las tinieblas, y manifestará los designios del corazón” (1 Co. 4:5). Lo que se ha dicho en secreto se oirá en voz alta (Lc. 12:3).
5. El Señor Jesucristo es el único hombre que tuvo un corazón puro.
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión (fe). Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (He 4:14-16).
Algunos creyentes creen que debido al nacimiento virginal, Cristo no heredó la naturaleza pecaminosa caída de Adán; que por esto Él fue santo e inmaculado (He 7:26). Es cierto que el Señor Jesús no cometió pecado, ni se halló engaño en su boca (1 P. 2:22). Él es sin pecado (He 4:15). En Él no hay pecado (1 Jn 3:5). Él no conoció pecado (2 Co. 5:21). Sin embargo, fue tentado EN TODO según nuestra semejanza (He 4:15). Su triunfo sobre el corazón humano y el pecado no radica en el hecho de Su nacimiento virginal, sino en el hecho que Él venció el pecado sometiéndose a la Palabra de Dios por medio de la oración. “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente” (He. 5:7). Él nos mostró el camino del triunfo sobre nuestro corazón (carne, naturaleza caída). Porque Él fue tentado en todo como lo somos nosotros, se puede compadecer de nosotros. Como Él triunfó, nosotros podemos hacerlo también. Como Él ahora intercede por nosotros, podemos “hallar gracia para el oportuno socorro” (He 4:16) “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (He 7:25). Él es nuestro ejemplo, y nuestra ayuda. Vayamos a Él a cada instante para ser libres de nuestro engañoso y perverso corazón, mientras escudriñamos la Palabra para tomar las decisiones correctas.
[Este mini estudio es una ampliación de nuestro artículo LOS FELINOS EN LA BIBLIA].
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