¿Estresado(a)?
“Todos tenemos cierto grado de estrés, pero yo tengo demasiado. Y no es solo por un asunto grave, sino por muchos problemas y dificultades. Además, llevo muchísimos años cuidando de mi esposo, que padece una enfermedad física y mental crónica” (Julia).
“Mi esposa me abandonó, y tuve que criar a mis dos hijos solo. Ser padre soltero fue muy difícil. Y para colmo perdí el empleo y no tenía dinero para pagar la reparación de mi vehículo. No sabía qué hacer. Ya no soportaba el estrés. Sabía que suicidarme estaba mal, y por eso le rogaba a Dios que me quitara la vida” (Agustín).
Al igual que Julia y Agustín, ¿sientes que a veces ya no puedes más? Si es así, seguramente este artículo te ayudará y consolará, pues analiza las causas del estrés, sus efectos y lo que podemos hacer para sobrellevarlo como cristianos.
Las causas del estrés
La mayoría de los adultos sufrimos “niveles de estrés cada vez más altos. La vida moderna está llena de cambios e incertidumbres”, según informa la reconocida Clínica Mayo, en Estados Unidos. Pensemos en algunos de los factores que nos causan estrés:
- un divorcio
- la muerte de un ser querido
- una enfermedad grave
- un accidente
- la delincuencia
- una vida muy agitada
- los desastres naturales o los causados por el hombre
- las presiones en la escuela o en el trabajo
- la preocupación por el empleo y el dinero
- la inestabilidad política de nuestro país
La Asociación Americana de Psicología dice: “La pérdida de un empleo puede ser devastadora, y los trabajadores desempleados están expuestos a problemas de salud física, tensiones maritales, ansiedad, depresión e incluso suicidio. La pérdida de un trabajo afecta todos los aspectos de la vida”.
El estrés infantil (y juvenil)
No es extraño que los niños también tengan estrés. Algunos sufren acoso escolar, no los atienden en casa o son víctimas de abuso físico, emocional o sexual. Muchos sufren ansiedad debido a los exámenes y las calificaciones escolares. Otros ven cómo su familia se deshace por culpa del divorcio. Los niños que padecen estrés pueden tener pesadillas, problemas de aprendizaje, depresión o tendencia a aislarse. Algunos no son capaces de controlar sus emociones. Los niños que sufren estrés necesitan ayuda urgente.
¿Qué es el estrés?
El estrés es la reacción del cuerpo ante una situación muy difícil. El cerebro hace que nuestro cuerpo se llene de hormonas. Esto provoca que se incremente el ritmo cardiaco, se altere la presión arterial, aumente o disminuya la capacidad pulmonar y se tensen los músculos. Antes de que nos demos cuenta de lo que está pasando, nuestro cuerpo está listo para reaccionar. Cuando el episodio de estrés acaba, el cuerpo deja de estar en “alerta máxima” y vuelve a la normalidad.
Estrés bueno y estrés malo
El estrés es una respuesta natural del cuerpo que nos permite hacer frente a los desafíos y peligros. Todo comienza en el cerebro. El estrés bueno hace que actuemos o reaccionemos rápidamente. Cierto grado de estrés también puede ayudarnos a alcanzar nuestras metas o a rendir mejor, por ejemplo, durante un examen, una entrevista de trabajo o a la hora de practicar algún deporte.
Sin embargo, el estrés prolongado, intenso o crónico puede hacernos mucho daño. Cuando el cuerpo está siempre en estado de “alerta máxima”, podemos sufrir en sentido físico, emocional y mental. Nuestro comportamiento y la forma de tratar a los demás quizás se vean afectados. El estrés crónico puede hacer que alguien abuse de alguna sustancia o adopte otros hábitos poco saludables. Incluso la persona podría llegar a deprimirse, sufrir agotamiento extremo o pensar en el suicidio.
Aunque el estrés no afecta a todos por igual, puede provocar una gran variedad de enfermedades y afectar a casi cualquier parte del cuerpo.
Cómo afecta el estrés al cuerpo
El sistema nervioso
El sistema nervioso hace que se liberen hormonas, como la adrenalina y el cortisol. Esto aumenta el ritmo cardiaco, la presión arterial y los niveles de glucosa en la sangre para reaccionar con rapidez ante el peligro. Demasiado estrés puede provocar:
- irritabilidad, ansiedad, depresión, dolor de cabeza e insomnio
El sistema musculoesquelético
Los músculos se tensan para protegernos de las lesiones. Demasiado estrés puede provocar:
- dolor en el cuerpo, dolor de cabeza por tensión y espasmos musculares
El sistema respiratorio
Al respirar más rápido, tomamos más oxígeno. Demasiado estrés puede provocar:
- hiperventilación, dificultad para respirar y ataques de pánico a quienes son propensos a sufrirlos
El sistema cardiovascular
El corazón late más rápido y más fuerte para distribuir la sangre por todo el cuerpo. Los vasos sanguíneos se ensanchan o se estrechan a fin de mandar sangre adonde más se necesite, por ejemplo, a los músculos. Demasiado estrés puede provocar:
- infarto, hipertensión y accidentes cerebrovasculares
El sistema endocrino
Las glándulas producen hormonas, como la adrenalina y el cortisol, que ayudan a que el cuerpo reaccione ante el estrés. El hígado aumenta el nivel de azúcar en la sangre para darnos más energía. Demasiado estrés puede provocar:
- diabetes, defensas bajas —y por lo tanto más enfermedades—, cambios de humor y aumento de peso
El sistema gastrointestinal
La forma en la que el cuerpo procesa los alimentos se ve alterada. Demasiado estrés puede provocar:
- náuseas, vómitos, diarrea y estreñimiento
El sistema reproductivo
El estrés podría afectar el deseo y la función sexual. Demasiado estrés puede provocar:
- impotencia o alteración del ciclo menstrual
VIVIR SIN ESTRÉS ES POSIBLE
La sabiduría de la Biblia nos ayuda a evitar el estrés innecesario. Nosotros no podemos eliminar todo lo que nos provoca estrés, pero nuestro Creador sí puede. De hecho, ya ha nombrado a alguien para que nos ayude: al Señor Jesucristo. Pronto el Señor Jesús hará en toda la tierra cosas más maravillosas que las que hizo durante su vida humana. Veamos algunas.
El Señor curará a los enfermos
“Le traían a todos los que sufrían enfermedades y [...] él los curaba” (Mt 4:24).
El Señor nos dará techo y comida a todos
“Construirán casas y vivirán en ellas; plantarán viñas y comerán su fruto. No construirán casas para que otros vivan en ellas ni plantarán para que otros coman” (Is 65:21,22).
El Señor hará que haya paz y seguridad en el mundo
“En sus días el justo florecerá, y habrá paz en abundancia hasta que la luna ya no exista. Él gobernará de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra [...] y sus enemigos morderán el polvo” (Sal 72:7-9).
El Señor eliminará toda injusticia
“Tendrá compasión del humilde y del pobre, y a los pobres les salvará la vida. Los rescatará de la opresión y de la violencia” (Sal 72:13, 14).
El Señor acabará con el sufrimiento y la muerte
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Ap 21:4).
Vendrán días peligrosos (2 Ti 3:1)
“El mundo está cada vez más estresado, preocupado, triste y adolorido” (Mohamed Younis, editor jefe de Gallup).
¿Por qué es tan frecuente el estrés? La Biblia nos da la respuesta en 2 Timoteo 3:1-17 (lee todo el capítulo). La Biblia explica que esto será así debido a las características negativas de la gente. Las personas amarán el dinero, serán arrogantes y violentas, aparentarán ser religiosas, no amarán a su familia y no tendrán autocontrol (2 Ti 3:2-5). Los últimos días terminarán cuando el Señor Jesús regrese a la tierra y comience a gobernar la como el Rey del Reino de Dios (Dn 2:44). Hasta entonces, debemos preocuparnos SÓLO de que ninguna de las características descritas en estos pasajes de 2 de Timoteo estén en nosotros. Eso, por sí solo, nos acercará al Señor y nos liberará del estrés.
“El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos” (Pr 14:30).
“Un corazón calmado es vida para el cuerpo”.
Estas palabras, que se escribieron hace tres mil años, las encontramos en Proverbios 14:30, y son solo un ejemplo de la sabiduría de la Biblia. Si deseas saber más sobre cómo hacer frente a los problemas espirituales, busca en este blog los artículos relacionados con el estrés. Estos son algunos ejemplos: