Quedarse de visita más tiempo del estrictamente necesario y prudente es grosero y ofensivo. Los sabios lo evitan, porque muestra falta de cortesía, decoro, etiqueta y modales. Es desconsiderado y egoísta, y puede costarte buenos amigos. Parte de la sabiduría es aprender a ser aceptable y agradable a los demás.
Los hijos de Dios nunca deben ofender a su prójimo, porque la biblioteca divina incluye consejos prácticos como este proverbio. Aquellos que piensan que la Biblia es un libro de historia y teología irrelevante y poco práctica, nunca han estudiado Proverbios. Alaba a Dios por este libro, y haz que tu vecino lo lea también.
La amistad incluye visitas y comunicación. Pero demasiado de cualquiera puede agobiar y estropear las amistades, así como demasiada miel puede hacerte vomitar (Pr 25:16). El exceso de presencia puede causar desprecio u odio, por lo que Salomón te insta a adquirir la inteligencia social contenida aquí.
La cortesía común no es tan común como quisieras. Pero lo debe ser para los cristianos, que deben estar sin ofender a todas las personas, especialmente a los demás santos (1 Co 10:32). En esta generación egoísta, la etiqueta y el decoro son ignorados y despreciados para vergüenza de los ignorantes.
Hay dos variaciones comunes de la sabiduría de este proverbio, una negativa y otra positiva. La negativa dice: “La familiaridad engendra desprecio”, para advertir contra pasar tiempo excesivo con otros. Aparte de los amigos excepcionales, pasar demasiado tiempo con alguien a menudo genera desagrado.
También se dice: “La ausencia hace crecer el cariño”, para manifestar la necesidad de espacio y tiempo incluso entre amigos. Valiosos amigos se revelarán por su ausencia, pues esta aumentará el cariño y el deseo de verlos. ¿Conoces y observas ambas reglas?
Es fácil prolongar una visita más tiempo del prudente, o visitar demasiado seguido a alguien, o llamarlo con demasiada frecuencia, o enviarle más correos electrónicos de los que quiere recibir de ti. Estas intrusiones en la vida ajena pueden ser una carga y generar resentimiento y cansancio contra ti. Lo que nunca le harías a un extraño, fácilmente podrías hacérselo a un conocido. ¡Ten cuidado!
Las Escrituras pueden hacerte sabio para la salvación (2 Ti 3:15) y proveen lo necesario para toda buena obra (2 Ti 3:16-17), incluso enseñando maravillosa sabiduría práctica. Aquí hay un buen consejo para ayudarte a crecer en el favor de Dios y de los hombres, como lo hizo el Señor (Lc 2:52).
Gran parte de la educación actual es bastante inútil. En lugar de estudiar en la escuela quién descubrió Bolivia, deberían restablecerse las clases de modales, civismo, ética social y sabiduría práctica. Proverbios debe ser el libro de texto de todo verdadero creyente. Este libro escrito por el dedo de Dios es el tesoro de Sus santos. Deberían aprenderlo, eclipsar al mundo con su sabiduría y regocijarse con la superioridad de su conocimiento social.
La sabiduría en estas pocas palabras es igual a la solución de Salomón de cortar a un bebé por la mitad (1 R 3:25). ¡Apréciala! Qué gran consejo en palabras tan sencillas. El necio piensa que las llamadas frecuentes y las muchas palabras son amistad, y se pregunta por qué tiene tan pocos amigos. Aquí hay una respuesta.
La sociedad afeminada y políticamente correcta de hoy en día murmura vagas generalidades, pero Salomón califica la ofensa aquí como una causa de hastío y odio. Ama este práctico libro de la Biblia y este proverbio especialmente. Dios te quiere lleno de gracia, educado, cortés y exitoso.
La facilidad de comunicación de hoy hace que este proverbio sea más necesario que nunca. Una caminata de cuatro kilómetros hasta la casa de tu amigo en el pasado desalentaba las visitas frecuentes. Pero con los automóviles, los teléfonos, el correo electrónico, los mensajes de texto, las redes sociales y más tiempo libre, se reducen los factores limitantes. Hoy, las personas en sus automóviles con un celular en la mano asumen que todos los demás están esperando saber de ellas.
No te engañes. No eres una excepción a esta regla, aunque tu corazón así lo crea. Tus llamadas y visitas no son más importantes que las de los demás, y entender esto es salvarte del odio y ampliar tu red de contactos. Sé sabio y yerra por el lado de la moderación, en lugar de correr el riesgo de ganarte el desprecio de los demás. Siempre es más seguro errar por exceso de moderación o prudencia que por impetuosidad.
¿Hay mayor dolor que invitar a los comensales a cenar y luego tenerlos contigo hasta muy tarde sin que tengan en cuenta tu necesidad de lavar los platos y levantarte temprano al día siguiente? Te preguntas por qué se quedan, pero la respuesta es simple. Son egoístas y suponen que los quieres escuchar toda la noche.
¿Qué puedes hacer como invitado? Mientras la noche es joven sugiere que debes irte temprano, y deja que tus anfitriones dicten cuánto tiempo te quedas. Si están de acuerdo con tu solicitud, ándate porque esto es lo sabio. Si te ruegan que te quedes, hazlo, y vuelve a intentar irte una hora más tarde.
Un proverbio relacionado aplasta el orgullo y enseña nobleza. Cuando te inviten a un evento social con un gran grupo de personas, siéntate en el lugar menos importante. Es mejor que te pidan que te muevas hacia adelante a que te pidan que te vayas al fondo (Pr 25:6-7; Lc 14:8-10). Aplicando esta sabiduría a las visitas: es mejor que tu anfitrión te pida que te quedes más tiempo a que te pida que ya te vayas.
Las personas consideradas son conscientes de las limitaciones de tiempo de la otra parte. Puede que estés aburrido sin nada que hacer, pero los demás no están sentados esperando que suene su teléfono. La discreción requiere que seas consciente de los demás y de sus limitaciones de tiempo y necesidades. No presumas que los demás te quieren ver, solo porque no tienes una vida.
La vida es corta, y nunca hay suficiente tiempo. Para conseguir que todo esté hecho se necesita tiempo y trabajo. Una llamada telefónica de cinco minutos una vez a la semana es un valioso recordatorio de la amistad. Una llamada telefónica de una hora dos veces por semana es una carga que nadie puede soportar. Mantén la conversación corta y fluida, y desocupa la línea rápidamente. ¡Sé un verdadero caballero y conserva el amor de tus amigos por ti!
Mejores son dos que uno, y la amistad es una gran bendición (Ec 4:9-12). El consejo sincero de un amigo alegra el corazón como ungüento y perfume, y los amigos deben ser cuidados celosamente (Pr 27:9-10). Una forma de hacerlo es no abusar de su tiempo.
El proverbio ni constriñe ni minimiza la amistad, sino que la perfecciona y protege. Aquí no se condena el discurso cálido y amistoso, sino el abuso del tiempo por parte de amigos presuntuosos y desconsiderados. La Biblia exalta la amistad y ser verdaderamente amistoso.
¿Aún necesitas orientación social? No llegues temprano a una reunión privada, ya que es probable que el anfitrión esté terminando los preparativos. Trae un pequeño regalo, pero no esperes que lo abran o hagan gran algarabía por ello. Envía una tarjeta de agradecimiento después del evento. Si salen a comer, ofrécete a pagar la cuenta, no sea que tu anfitrión piense que abusas de él. Vístete de acuerdo a la ocasión para cada evento.
Si te sientes abrumado por el impulso de comunicarte, ponte de rodillas y ora. El Señor tiene una central multitarea abierta para todos Sus hijos, y con una línea privada para cada uno. Caminar y hablar con el Señor te hará mucho mejor que mendigarles a tus conocidos un poco de atención. Si no sabes qué orar, y tu amigo está en tu mente, entonces ora por él.
No hay necesidad de cautela o reserva al acercarse al trono de Dios en oración y permanecer allí todo el tiempo que necesites o desees, porque el Señor Jesús vive para interceder por ti. A Dios le agrada tu importunidad, que lo molestes y presiones con tus oraciones para que Él cumpla lo que el Señor Jesús enseña (Lc 11:5-8;18:1-7).
Dios nunca se cansa de tu venida, y se acercará cada vez más a ti con cada una de tus visitas (Stg 4:8). No hay mejor momento que ahora para que te acerques a Su trono, porque Él no se adormece ni duerme (Sal 121:3-4). No detengas tu pie de la casa de tu Vecino en el cielo, porque Él nunca se hastiará de ti ni te aborrecerá (Pr 25:17).
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