“Como frío de nieve en tiempo de la siega, Así es el mensajero fiel a los que lo envían, Pues al alma de su señor da refrigerio” (Pr 25:13).
¿Eres como frío de nieve en tiempo de la siega para todos los que confían en ti? ¿Refrescas los espíritus de quienes dependen de ti, como una bebida helada en un caluroso día de verano? ¿Eres, especialmente, una fuente de alegría para tu Señor? La fidelidad es una gran virtud, pero es también muy escasa hoy en día. Hay personas que confían en ti y dependen de ti, y eres un alivio y un placer para ellas en función del grado de tu fidelidad. La lección del proverbio es el gozo dado a otros por un creyente fiel.
Una gran siega o cosecha de uvas, aceitunas y granadas ocurre en otoño en Israel. Después del verano calcinante y todo el arduo trabajo de guardar la cosecha principal en los graneros, los segadores, trilladores y otros temporeros están sedientos y cansados. La llegada del tiempo fresco otoñal es un maravilloso alivio y placer, como lo es el agua fría al alma sedienta (Pr 25:25). Salomón usó este efecto para su símil.
El proverbio incorpora a un mensajero en la lección. Se envía un mensajero con noticias, poderes especiales o documentos confidenciales a otros lugares. El mensajero podría retrasar su salida, demorarse en el camino, desviarse del rumbo, olvidar detalles del mensaje, presentarlo de manera incorrecta, decir más de lo necesario, percibir mal la respuesta o fallar en otros aspectos (Pr 13:17).
La fidelidad es una gran medida del carácter de una persona (Pr 11:13; 14:5; 27:6; 28:20). Todos pretenden ser fieles. ¡Simplemente lee sus currículums o escúchalos hablar! Pero solo hay unos pocos hombres verdaderamente fieles en cualquier generación (Pr 20:6). Un hombre fiel cumple meticulosamente cada deber para igualar o superar las expectativas de quienes confían en él o dependen de él.
¿Qué tan fiel eres? ¿Llegas temprano al trabajo y a las citas? ¿Eres conocido por la puntualidad? ¿Te tomas tu tiempo en los proyectos o siempre cumples con los plazos? ¿Te desvías fácilmente del camino? ¿Te distraes rápidamente? ¿Siempre terminas los proyectos que empezaste o te encomendaron? ¿Tienes a mano la información que tu supervisor necesita? ¿Eres un comunicador eficiente del mensaje que todas las partes necesitan saber? ¿La calidad de tu trabajo es superior a lo esperado?
Los hombres fieles son raros. Puedes separarte de la multitud por la fidelidad en tus asignaciones (Pr 22:29; Lc 2:52). Cumple con tus deberes de tal manera que aquellos que confían en ti y dependen de ti se llenen de alegría por tu excelente desempeño. ¡Y esto se aplica desde el presidente de una nación hasta ser un estudiante en la escuela primaria!
Los mensajeros de Dios deben ser irreprensibles, sin doblez, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia (1 Ti 3:1-13). Debes ser el creyente más diligente y fiel de tu congregación y estar enfocado en los deberes que Dios te ha dado sin distracciones (Fil 2:19-22; 1 Ti 4:12-16; 2 Ti 2:3-4; Tit 1:5-11). Si ejerces bien tus funciones, ganas para ti un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.
El resto de tu vida comienza ahora. ¿Quién confía en ti y depende tanto de ti que te necesita como a un trago refrescante de agua fría bajo el sol, o el alivio de una brisa fresca en verano? Comienza temprano con tus deberes y cumple con cada uno de ellos mejor de lo esperado. Hijo, haz tu cama, limpia y ordena tu dormitorio. Mujer, haz una comida de verdad para tu familia este día. Marido, no te relajes ni te vayas a acostar esta noche sin instruir a tu familia en la piedad. Presidente de la nación, trabaja incansablemente para el bienestar de nuestro país.
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