Sunday, October 5, 2025

ESTA ES LA CLAVE




“El hombre sabio es fuerte, y de pujante vigor el hombre docto” (Pr 24:5).

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La fuerza aquí es la capacidad de conocer y hacer el bien, y la capacidad de detectar y oponerse al mal, en todas las áreas de la vida. La sabiduría le da al hombre esta fuerza. Un hombre sabio es fuerte. Un hombre con conocimiento es un hombre fuerte. Los necios son débiles. No saben lo que deben hacer, por lo que no lo hacen, ni pueden comprender o resistir lo que no deben hacer.

Sir Francis Bacon (1561-1626) escribió: “El conocimiento es poder”. Él solo estaba parafraseando a Salomón, quien escribió estas palabras 2.500 años antes. ¡Dale a Dios la gloria! El poder y la fuerza de la sabiduría y el conocimiento están ante ti. ¡Abraza el libro de Proverbios!

Poseer sabiduría (un sinónimo de conocimiento en Proverbios) le otorga al hombre la capacidad de influir, cambiar y triunfar, ya que entender las cosas da un mayor control sobre ellas y otorga la capacidad de realizar acciones que de otro modo serían imposibles. 

La sabiduría es el poder de juzgar correctamente en cualquier situación. Es la capacidad de ver problemas y peligros, evitar tentaciones y trampas, y elegir un curso de acción superior. La sabiduría se basa en el temor del Señor (Pr 1:7; 9:10), pero también incluye el manejo prudente de los asuntos en el ámbito natural. La sabiduría es, en verdad, fuerza (Pr 8:14; 10:29).

La necedad es la confusión de no saber lo que está bien o mal y dejarse llevar por los deseos e instintos, las emociones y las sensaciones del corazón humano. La persona privada de sabiduría no puede ver los problemas y los peligros de antemano, no sabe cómo resistir las trampas y las tentaciones de la vida ni elegir hacer lo correcto. La necedad rechaza el temor del Señor y confía en su propio corazón (Sal 14:1; 53:1). Se manifiesta cometiendo numerosos errores en asuntos sencillos de la vida (Pr 13:16; 14:8,18; 15:21; 16:22; 26:11). La insensatez (o necedad) es, de hecho, debilidad.

¿Cuánta diferencia hay entre la sabiduría y la necedad? El rey Salomón, después de observar y analizar todo lo que el ser humano hace en este mundo, concluyó que la sabiduría es mejor que la necedad tanto como la luz es mejor que las tinieblas (Ec 2:12-14). 

“Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos” (Ec 4:13). 

Todo joven debe regocijarse ante esta maravillosa oportunidad de ganar fuerza por medio de la sabiduría, incluso sobre los reyes.

Considera a un hombre sabio y a un necio: A cada uno se le ha dado un hacha sin filo para echar abajo árboles. El necio blande y blande la pesada hacha hasta que se agota y apenas astilla la corteza del tronco de un árbol. El sabio se sienta a la sombra, afila la hoja con una lima apropiada y derriba el árbol con solo unos pocos golpes bien asestados. Esta es la sencilla ilustración de Salomón sobre la fuerza de la sabiduría (Ec 10:10). 

Por supuesto, el necio muestra a todos en la mesa a la hora de la cena sus impresionantes antebrazos y bíceps irrigados después de haber golpeado su garrote sin filo contra un árbol todo el día. El sabio escucha en silencio y come, con veinte árboles derribados. 

La verdadera fuerza no está en el tamaño de tus brazos sino la amplitud de tu sabiduría. Esto es, el alcance y la profundidad del conocimiento y la comprensión de las cosas, lo que implica la capacidad de una persona para aplicar el conocimiento de diversas disciplinas o de comprender diferentes perspectivas. Sin sabiduría, debes esforzarte mucho más para conseguir mucho menos (Ec 10:10).

Salomón valoró más la sabiduría que la fuerza física (Pr 21:19; Ecl 7:19). Describió cómo un hombre pobre y sabio en una pequeña ciudad pudo derrotar a un gran rey que sitió la ciudad con grandes baluartes (Ec 9:13-18). Salomón escribió: 

“Mejor es la sabiduría que la fuerza...Mejor es la sabiduría que las armas de guerra” (Ec 9:16,18). 

¡Poderoso! Un hombre pobre pero sabio podrá derrotar a un rey necio, incluso si este viene con un ejército y muchas armas.

Tal sabiduría se muestra en las ingeniosas invenciones del mundo (Pr 8:12). Se ha dicho: “La necesidad es la madre de la invención”. Pero sólo un hombre sabio inventará algo para ahorrar trabajo y dificultad. El necio continuará trabajando con excesivo esfuerzo, cegado por la costumbre, la tradición y su pequeña mente. Los continentes y las naciones todavía muestran esta obstinada ignorancia.

Hoy en día, muchos disfrutan de una proliferación de máquinas y dispositivos que multiplican la producción de la  fuerza física por factores de miles. La gran mayoría de estos inventos son el resultado directo de la sabiduría a través del conocimiento de Dios en los países de habla inglesa de los últimos dos siglos. ¡El temor del Señor es sabiduría! ¡La sabiduría es fuerza!

Pero lo que es más importante, la sabiduría también es fuerza de carácter. El hombre que teme al Señor y conoce a su Dios es capaz de resistir las tentaciones del pecado y escoger la justicia en su lugar. Tal hombre tiene el poder directivo de la Palabra de Dios para mantenerlo fuerte frente a las tres atracciones de Satanás y del mundo para pecar contra Dios (Sal 119:9; 1 Jn 2:16).

José era un muchacho pobre pero sabio. Este apuesto joven estaba en una ciudad extranjera en un largo viaje de negocios (vendido como esclavo por sus propios hermanos). Una hermosa mujer deseó hacer el amor con él. Él la rechazó enérgicamente, replicando a su oferta adúltera: 

“¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? (Gn 39:9)

“Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió” (Gn 39:10-12). 

La sabiduría hizo fuerte a José, por lo que terminó sentado en el trono de Egipto.

En cambio, considera a Sansón. Físicamente fuerte, viajó a las ciudades extranjeras de los enemigos de Israel sin otro objetivo que coquetear con sus hermosas mujeres. Tuvo problemas con prostitutas allí. Finalmente, una lo redujo a esclavo de sus pasiones y le abrió la boca con sus artimañas para que le revelara el secreto de su gran fuerza. Esta le cortó el cabello y lo vendió a sus enemigos. Estos le sacaron los ojos, lo ataron con grilletes y lo pusieron a moler grano en la cárcel. Su vida había terminado. Sansón, a pesar de su gran fuerza física, fue tan débil de carácter que no pudo salvar su alma de los encantos de una traicionera prostituta filistea (Jue 16:4-22).

¿Qué hombre era más fuerte? ¿El poderoso Sansón o el joven José? Salomón habló de muchos hombres fuertes destruidos por mujeres extrañas (Pr 7:26); Sansón fue uno de esos hombres. Pero José fue sabio por conocer a su Dios, lo cual le dio fuerza. Es un pobre y débil necio el que se acerca a las prostitutas y las mujeres promiscuas (Pr 7:7). La fortaleza de carácter, resultado de la sabiduría de Dios, es algo sumamente precioso. Aquellos que conocen a su Dios ejecutarán proezas (Dn 11:32). Pero el débil e insensato que rechaza el conocimiento de la Palabra de Dios será destruido por una suripanta.

El hombre sabio considera cuidadosamente antes de tomar una decisión. Sabe que los prudentes consejos de los justos, y de una multitud de ellos, pueden salvarlo de serios problemas (Pr 24:6). Tal sabiduría le proporciona fuerza. Ayuda a un hombre a hacer lo correcto y a evitar problemas. La sabiduría es fuerza, y parte de ella proviene de los consejeros. Los necios no pueden ver el peligro, ni preguntan si otros pueden verlo. Se precipitan a ciegas (Pr 14:15; 22:3; 27:12). Las grandes decisiones de la vida sólo deben tomarse con mucho consejo (Pr 24:6).

Los hombres fuertes retienen sus riquezas (Pr 11:16). Su patrimonio será grande y seguro, lleno de cosas preciosas. Considera el contexto anterior (Pr 24:3-4). Hay muchas trampas y tramposas en la vida listas para tomar el dinero de un hombre, pero los fuertes no son tocados. ¿Cómo? ¡Son sabios! Tienen el discernimiento y la prudencia para evitar los peligros y errores relacionados con el manejo del dinero.

Evitan las trampas de la locura de las que Salomón advierte en sus proverbios. Evitan la pereza, el dormir demasiado, la glotonería, la embriaguez, el placer excesivo, el despilfarro, las ideas vanas de hacer dinero fácil, las inversiones tontas, el hablar de independencia financiera, el firmar préstamos para amigos, las mujeres extrañas, los gastos excesivos, el fraude en prácticas comerciales, la negligencia en los negocios y todas las demás vanidades mentirosas que le quitan el dinero a un hombre. Son sabios. Son fuertes.

La sabiduría también conoce las respuestas a las preguntas de la vida, que hacen tambalear al necio. Estas respuestas se encuentran en las Sagradas Escrituras (Is 8:20). Así que la sabiduría da fuerza para resolver cualquier enigma o dilema que la vida te presente (Pr 15:28; 22:17-21; 24:26; 26:4-5; Sal 119:42). Un hombre con la sabiduría de Dios no se avergüenza de dar ninguna respuesta si conoce la verdad necesaria (Sal 119:46; Dn 3:16).

Los hombres más fuertes son aquellos que temen al Señor Jesucristo, conocen bien las Escrituras, caminan en el Espíritu y oran diariamente. Esta la clave; esta es la fuente última de sabiduría, la base de la gran fortaleza (2 S 22:32; Sal 18:1,2; Ti 3:15-17; Ef 3:16; 6:10; Stg 1:5). La salvación de tu alma, la de tu familia y la de tu iglesia depende de asirte con fuerza de la verdad (He 13:9), para que no seas un debilucho sacudido por todo viento de doctrina (Ef 4:14) .

Todos quieren ser fuertes, pero solo unos pocos beben de la fuente de agua viva que proporciona la fuerza del Señor (Jer 2:13). ¿De dónde obtendrás tu fuerza: de la fuente de vida, o de cisternas rotas? ¿Fuerza o debilidad? El Señor te ofrece Su fuerza (Col 1:9-11; Stg 4:8). ¡Arrepiéntete ahora, y elige la fuerza de la sabiduría de Dios!

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