“Alta está para el insensato la sabiduría; En la puerta no abrirá él su boca” (Pr 24:7).
La sabiduría es una cosa maravillosa, y todo hombre debe esforzarse por conseguirla (Pr 4:5-7). La sabiduría es una joya preciosísima, y debe ser buscada y apreciada por encima de todas las posesiones terrenales (Pr 3:13-18). La Señora Sabiduría le pide a los simples que vengan a ella y disfruten del banquete que les ha preparado (Pr 9:1-6).
La sabiduría requiere humildad: admitir que estás equivocado. Requiere corrección: ser enseñado por otros. Requiere coraje: pensar fuera de los engaños populares. Los necios no pueden hacer estas cosas. No tienen corazón para ellas (Pr 17:16): sus ojos y su imaginación vagan por todas partes (Pr 17:24). Están enamorados de sus propios pensamientos (Pr 18:2).
Todo predicador, incluido el Predicador, ha observado a los necios en presencia de la sabiduría. Ella vuela sobre sus cabezas. Está demasiado alta para ellos. Ni siquiera la reconocen; no la desean; y ciertamente no tienen el impulso para apoderarse de ella. A los pocos minutos de una charla, una conversación o una exhortación privada, se puede observar que nada se queda en ellos.
Los pensamientos de gobernar su espíritu, aceptar reprensiones, rechazar amigos necios, anhelar la corrección, aprender en humildad, negar el mundo, rogar a Dios y estudiar Su Palabra son actividades intimidantes y abrumadores para el necio. Así que se da por vencido antes de empezar. Por eso es un necio, y siempre será uno. Que cada cristiano examine su propio corazón.
Cada pelotero quiere ser tenista profesional; cada empleado de correo, presidente; y cada soldado, un general. Pero no pueden ni imaginar el esfuerzo y el trabajo que necesitan hacer para alcanzar tales cargos, ni pueden concebir las responsabilidades de esos cargos. Todo lo que ven es la gloria, el salario, los privilegios, el uniforme, etc. Creen que merecen el honor tanto como cualquiera, pero no pueden ni lograrán nada parecido. Quieren dar su opinión en la puerta, y piensan que debería ser escuchada con tanta atención como la de los otros que están ahí; pero nadie los escuchará.
Los ojos de un necio solo funcionan horizontalmente, en el plano de sus hábitos, pensamientos, sentimientos y experiencia. No ve por encima de su cabeza para darse cuenta de que el Dios vivo y verdadero ha marcado un curso muy diferente para que los hombres tomen a lo largo de la vida. Esto está demasiado alto para él. Se ama demasiado a sí mismo y teme demasiado las opiniones de los demás. Siempre será un necio.
¿Cómo puede uno ser sabio, cuando su vientre es su dios? Muchos no pueden pensar por encima de los deportes, la familia, los automóviles, los pasatiempos, los negocios y el placer. Nunca alcanzarán la sabiduría, pues estas cosas viles distorsionan su juicio y distraen su atención. Los padres enamorados de sus hijos no podrán educarlos correctamente. Los hombres obsesionados con hacer dinero comprometerán el buen juicio. El amante del placer estará siempre confundido acerca de la vida y su propósito.
“Busca el escarnecedor la sabiduría y no la halla; mas al hombre entendido la sabiduría le es fácil” (Pr 14:6).
¿Por qué? La vanidosa obstinación del escarnecedor es cegadora (Pr 26:12; Sal 10:4-5). Su negativa a ser corregido garantiza su insensatez, vergüenza y problemas perpetuos (Pr 9:7-8; 13:1; 15:12).
En la antigüedad la costumbre era que las disputas comerciales y personales de los ciudadanos se resolvieran en la puerta de la ciudad (Pr 22:22; 31:23; Dt 16:18; 21:18-21; Rut 4:1-12). La puerta de la ciudad combinaba la alcaldía, el sistema legal y la aplicación de la ley. Los conflictos eran dirimidos allí por los ciudadanos más sabios y nobles, quienes actuaban como jueces y mediadores neutrales y desinteresados en todo excepto la verdad, la equidad y la justicia. Allí, en la puerta de la ciudad, la sabiduría piadosa era honrada entre los hombres.
Los necios eran rechazados, porque no podían distinguir el bien del mal ni siquiera en asuntos sencillos, por lo que sus opiniones eran ignoradas. En controversias que requieren juicio, los necios siempre serán ignorados, porque no tienen nada que ofrecer. Los has visto. No seas tú uno de ellos.
¿Se te pide la opinión para resolver disputas? ¿O te has descalificado al demostrar en el pasado que carecías de buen juicio y comprensión? ¿Has mostrado ignorancia incluso del razonamiento básico de Proverbios? ¿Te resulta tan difícil pensar y hablar que todo el mundo pasa por alto tus opiniones? ¡Entonces busca la sabiduría!
La sabiduría no es difícil. Si la buscas, oras y trabajas por ella, puedes obtenerla. Puedes obtenerla tan fácilmente como la obtuvo Salomón (1 R 3:5; Stg 1:5). Pero, ¿estás dispuesto a abandonar tus caminos necios y confiar solo en ella? (Pr 9:6;18: 1; Sal 119:128) La mayoría no lo hará.
La sabiduría no es el resultado de la inteligencia. ¡Deberías estar agradecido por esto! Los hombres intelectualmente más dotados son algunos de los necios más grandes del mundo. La sabiduría tampoco es el resultado de la educación, porque no se aprende en el aula de instrucción clásica. Se encuentra solo en el temor y la bendición de Dios, por Su gracia y en Su Palabra, cosas que no están permitidas en el sistema educativo moderno.
La sabiduría y la reputación de Job eran gloriosas (Job 29:7-25). ¡El Señor se jactó de este hombre ante Satanás! ¿Eres una bendición en tu familia, iglesia y comunidad? Humíllate ante la palabra de Dios y devórala (Sal 19:7-14; 119:46,98-100,104,113,128,130; Is 8:20; 2 Ti 3:16-17; 2 P 1:19-21). Una gran sabiduría que los más grandes pensadores del mundo nunca han conocido te está esperando. ¡Tómala! ¡Llévala a la puerta y salva a los necesitados!
Y en toda tu enseñanza, recuerda que las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús (2 Ti 3:15), contienen el conocimiento del Hijo de Dios, quien tiene el poder de hacer de ti un hombre maduro, para ya no seas un niño fluctuante, llevado por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error (Ef 4:14-15; 2 Ti 4:1-4).
En el Señor Jesús están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col 2:3). Él pudo responder a los doctores de la ley a los doce años, y cerró sus bocas muchas veces más después durante Su ministerio. ¡Desde pequeño, creció en sabiduría y en estatura, y en el favor de Dios y de los hombres! (Lc 2:52) ¿Eres tú así?
Aunque no Él no ejercería terrenalmente entre los suyos como juez o partidor, el Señor fue buscado para juicio incluso en casos de herencia (Lc 12:13). Su combinación de conocimiento y compasión es insuperable en el cielo y en la tierra (He 4:12-16). Y pronto se sentará como Juez de todos los ángeles y hombres en Su gran trono. ¿Tu vida refleja Sus sabias enseñanzas?
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CLASIFICACIÓN DE ALGUNOS DE LOS TEMAS EN EL LIBRO DE PROVERBIOS
PRUDENTES COMO SERPIENTES Y SENCILLOS COMO PALOMAS
EL VELO DEL TEMPLO FUE RASGADO
CÓMO AFRONTAR LOS TIEMPOS DIFÍCILES
OTRO JESÚS, OTRO ESPÍRITU, OTRO EVANGELIO
EL REINO DE LOS CIELOS SUFRE VIOLENCIA
EL SEÑOR JESÚS—NUESTRO DÍA DE REPOSO