“Si desmayas en el día de la adversidad, tu fuerza es pequeña” (Pr 24:10—Traducción de la KJV).
Los verdaderos creyentes no se dan por vencidos. Son vencedores. Ignoran las dificultades, resisten el cansancio y luchan contra la oposición. Saben que vendrán eventos negativos, por lo que se preparan para ellos de antemano, y luchan contra ellos cuando llegan. Sólo los débiles en la fe fracasan o se dan por vencidos cuando las cosas se ponen difíciles.
Cristiano(a), ¿qué tan fuerte eres? Si a menudo te sientes frustrado, derrotado, pensando en rendirte, o realmente te rindes a veces, entonces eres débil en la fe. Aquí el rey Salomón te alienta a un mayor compromiso y resolución al decirte que puedes tener éxito.
A nadie le gusta la adversidad, que es aflicción, dificultad o peligro. Todos los creyentes elegirían evitarla. Es fácil para cualquiera resentirse por su presencia en su vida. Pero realmente mide tu fuerza y tu fe en Dios, porque la adversidad es el peso y la tensión que le permite a tus músculos de integridad y perseverancia desarrollarse.
Sin adversidad, ¿cómo demostrarías fe o fortaleza? Podrías hablar de ello, pero hablar es barato. Podrías creer que eres fuerte, pero eso es aún más engañoso. Podrías decirle al Señor que nunca lo negarías, pero hasta que pases la prueba, tus palabras son vanas. Es la adversidad la que expone al “que fue sembrado en pedregales, el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza” (Mt 13:20-21).
Es una mentira pensar que la vida cristiana es fácil y sin problemas (Job 5:6-7). Pregúntale a Job, a Moisés, a David, a Pablo. La ventaja para el cristiano es la promesa de Dios de ayudarlo en la adversidad.
“Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (Sal 34:19-20).
“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse” (Pr 24:16).
También es mentira pensar que los cristianos nunca desfallecen, porque los grandes creyentes tienen la mismas debilidades naturales de todos las otras personas, y desfallecen a veces (Nm 11:11-15; 1 R 19:1-4; Job 3:1-16; Jer 20:14-18; Mt 26:69-75). Muchos Salmos fueron escritos cuando David estaba desfalleciendo (Sal 42:5; 55:4-5; 142:1-3). Incluso el apóstol Pablo fue derribado, aunque nunca destruido (2 Co 4: 8-10). Debes gobernar tu espíritu y rechazar los sentimientos de derrota.
Dios trae la adversidad para probar tu fe, como lo hizo con Job. Él traerá tribulaciones a tu vida para ver cuánto confías en Él en lugar de en ti mismo y en los demás. Él descubrirá cómo lo valoras a Él en comparación con otras personas y cosas en tu vida. ¿Lo adoras solo como un cerco protector, como dijo Satanás de Job? (Job 1:9-11) ¿Todavía lo adorarás cuando lo hayas perdido todo?
Dios trae la adversidad a tu vida para aumentar tu fuerza a través de las pruebas, al igual que el campo de entrenamiento en el ejército lo hace con los soldados. La fe no se construye en la prosperidad, sino en la adversidad, cuando se debe contar con la ayuda de Dios. Debido a que Su propósito es tu perfección, debes apreciar las pruebas cuando se presenten en tu vida. De hecho, los sabios se regocijarán mucho en ellas (Ro 5:3-5; Stg 1:2-4).
Tus tribulaciones no superan las de los otros creyentes en todo el mundo (1 P 5:8-10). Pueden ser de diferente clase e intensidad, pero Dios prueba a todos los creyentes con una adversidad equivalente. Debería ser un gran consuelo darte cuenta de este hecho importante. Otros creyentes también están siendo probados. Y tus pruebas tampoco son imposibles de ser superadas, porque Dios fielmente limitará su intensidad a lo que puedas sobrellevar.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Co 10:13).
Dios da gracia—fuerza interior por Su Espíritu—para soportar las tribulaciones (2 Co 12:7-10). Pablo aprendió que podía demostrar mejor la gracia de Dios en la adversidad, por lo que se regocijó en las tribulaciones para glorificar más a Dios. Dios puede darte poder para regocijarte a través del dolor (Col 1:11).
“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Is 40:29).
Se dice: “Cuando la marcha se pone dura, los duros se ponen en marcha”.
Esta es la lección de este proverbio. Haces esto espiritualmente confiando en Dios y tomando valor frente a las dificultades y los enemigos (1 S 30:6). Debes rechazar la tentación de desanimarte o de rendirte, y en cambio debes levantarte y comportarte como un hombre (1 Co 16:13). El Señor Jesús dijo que una fe tan pequeña como un grano de mostaza es suficiente para mover montañas en tu vida (Mt 17:19-21).
Aquí hay maneras en que muchos pierden la fuerza y la fe en Dios bajo las pruebas: Si buscas tu propia liberación, pierdes la confianza en Dios; si te quejas en lugar de alabar, pierdes la esperanza en el futuro; si recuerdas con cariño los placeres pasados, retrocedes en la santidad; si pierdes tu espíritu agradecido, si tratas a otros con menos amor y paciencia, o si dejas que los deberes ordinarios de tu vida se conviertan en una carga.
Es útil recordar que tienes en derredor tuyo una gran nube de testigos observándote (He 12:1-3): los santos del Señor Jesucristo de ambos testamentos. Este pensamiento debería evitar que desmayes en tu carrera de larga distancia. Desde los días de los apóstoles, miles de mártires han enfrentado y soportado adversidades como nunca las has experimentado tú, adversidades que apenas puedes imaginar.
Es útil tener grandes amigos, cristianos fuertes con fe fuerte, porque dos son mejores que uno, y tres son mejores que dos (Ec 4:9-12).
“En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia” (Pr 17:17).
Un buen amigo puede ayudarte a tener coraje y seguir adelante y evitar que te rindas (1 S 23:16; He 3:12-13; 10:23-25). Pero aún si no lo tienes en la carne, el Señor puede llegar a ser tu mejor amigo en el Espíritu, lo cual es mucho mejor.
Recuerda, puedes ser derribado, pero no destruido (2 Co 4:8-10), como enseña Pablo. Si Dios es por ti, ¿quién o qué contra ti? (Ro 8:31) Su plan para tu éxito final es tan seguro que todas las cosas te ayudan a bien (Ro 8:28). El Señor es tu ayudador, y Sus inconmovibles promesas deben ser el ancla de tu alma (Sal 61:2; He 6:19).
La fe puede vencer la adversidad, porque ve más allá de los reveses temporales hacia el brillante futuro que se avecina en la gloria (Sal 27:13-14; 2 Co 4:17-18). El creer que se acerca tu liberación impide que desmayes. ¿Qué haces para creer? Te citas Escrituras como estas:
“Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová” (Sal 27:13-14).
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Stg 4:8).
Cristiano(a), tu adversidad no es resultado del destino o la casualidad, sino del sabio designio de tu Padre Celestial. Ni un gorrión cae sin Su supervisión providencial, y hasta los mismos cabellos de tu cabeza están todos contados (Mt 10:29-31). Su disciplina en tu vida debes verla como prueba de Su amor eterno por ti, y del deseo ferviente de tu perfección (He 12:5-8).
No te canses de hacer lo correcto (Gl 6:9; 2 Ts 3:13). Pronto cosecharás, si no desmayas. El Señor Jesús soportó la cruz y despreció la vergüenza por el gozo y la recompensa eterna que tenía delante de Él (Sal 16:8-11). Sigue Su glorioso ejemplo de fortaleza.
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CLASIFICACIÓN DE ALGUNOS DE LOS TEMAS EN EL LIBRO DE PROVERBIOS
PRUDENTES COMO SERPIENTES Y SENCILLOS COMO PALOMAS
EL VELO DEL TEMPLO FUE RASGADO
CÓMO AFRONTAR LOS TIEMPOS DIFÍCILES
OTRO JESÚS, OTRO ESPÍRITU, OTRO EVANGELIO
EL REINO DE LOS CIELOS SUFRE VIOLENCIA
EL SEÑOR JESÚS—NUESTRO DÍA DE REPOSO