domingo, 25 de mayo de 2025

APARIENCIA DE PIEDAD



En 2 Timoteo 3:1-9, el apóstol Pablo describe la naturaleza de la gente en los últimos días. En su descripción, nos advierte sobre que las personas se caracterizarán por tener “apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Ti 3:5). Luego, Pablo da este mandato: “A éstos evita”.

Con frecuencia, Pablo utiliza el contraste para enfatizar un atributo que desea destacar. En 2 Timoteo 3:1-4, le da a Timoteo una larga lista de comportamientos y actitudes pecaminosas que son contrarias a la voluntad de Dios. En el versículo 5 le dice a Timoteo que evite a aquellos que con su boca se declaran cristianos (tienen una “forma” de piedad) pero que actúan como incrédulos (niegan el poder de la piedad).

Aquellos que tienen una forma de piedad son aquellos que hacen una exhibición externa de religión. Se presentan a sí mismos como piadosos, pero todo es para aparentar. No hay poder detrás de su religión, como se evidencia en el hecho de que sus vidas no cambian. Ellos hablan de Dios y viven en el pecado, y les parece bien esa situación.

Estos falsos cristianos son destructivos. Pablo advierte que “se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Ti 3:6-7). 

Los compara con Janes y Jambres (los magos malvados que se opusieron a Moisés) y predice que finalmente su locura y su reprobación en cuanto a la fe serán evidentes ante todos (2 Ti 3:8-9).

En Éxodo 7 leemos: 

“Aarón arrojó su vara delante del faraón y sus siervos, y esta se convirtió en serpiente. Entonces el faraón llamó a sabios y hechiceros, y los magos egipcios también hicieron lo mismo con sus artes secretas: cada uno arrojó su vara, y esta se convirtió en serpiente. Pero la vara de Aarón devoró las de ellos” (Ex 7:10-12). 

Más tarde, estos mismos hechiceros replicaron la conversión del agua en sangre (Ex 7:22) y la producción de ranas (Ex 8:7). Sin embargo, no pudieron replicar las otras plagas (Ex 8:19).

La intención de Pablo al citar la maldad de Janes y Jambres es doble: Primero, es una predicción de que habrá un rechazo generalizado y activo de la verdad de Dios en los últimos días; y, segundo, es una ilustración de cómo se realizará este rechazo: por medio de replicar la obra de Dios.

En otras palabras, será una oposición realizada por medio de la simulación. Será como decir: Nosotros también somos creyentes. ¡Miren! Podemos realizar las mismas obras que los creyentes realizan.  

Pero el verdadero poder de Dios que debe acompañar a toda forma de piedad, se manifiesta a través del Espíritu Santo y tiene como resultado la transformación de nuestras vidas. 

Si el Espíritu Santo habita en el creyente (1 Co 6:19), le permitirá dar un fruto inequívoco: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gl 5:22-23). Estos son los atributos de un verdadero cristiano, a diferencia de la lista de pecados de Pablo en 2 Timoteo 3:1-4.

La exhortación de Pablo a Timoteo coincide con la explicación de Santiago sobre cómo identificar la fe verdadera (Stg 2:14-26). La verdadera fe se evidenciará por las buenas obras, que se producirán de forma natural en la vida de un creyente genuino.

Si una persona dice que es cristiana, pero no muestra ninguna evidencia en su vida mostrando el fruto del Espíritu, hay que hacer un juicio al respecto y evitar a esa persona. 

Esta persona puede tener una forma de piedad (asistir a una iglesia, cantar cánticos espirituales, socializar con creyentes, ofrendar y diezmar, hacer buenas obras, etc), pero niega el poder de Dios al no dejarse controlar por el Espíritu: no hay evidencia de un carácter cristianoComo su fe no es genuina, esta persona no puede ser controlada por el poder de Dios, porque el Espíritu Santo no mora en ella.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Co 2:14). 

La persona natural puede tener una forma de piedad, y a la vez negar el poder de Dios en su manera de vivir, que es la de una persona natural, que no ha nacido de nuevo. Sólo la fe en Jesucristo puede traer la justificación y la transformación que tanto necesitamos (Col 1:21-22; Ro 5:1-2).

Pablo explica claramente que Dios enviará un poder engañoso en el fin de los tiempos que les permitirá a algunos engañar a los creyentes mientras también se engañan a sí mismos pensando que son creyentes (2 Ti 3:13): 

“Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. Perecen porque no aceptaron amar la verdad para ser salvos. Por eso Dios les envía un poder engañoso para que crean la mentira y sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la maldad” (2 Ts 2:11-12). 

En pocas palabras, Dios envía un poder engañoso a quienes deciden no creer en el evangelio de Cristo mientras engañan a los creyentes haciéndoles pensar que ellos también son creyentes. Lo mismo que Janes y Jambres. Por deleitarse en burlarse del Señor al engañar a Su pueblo, Él los condenará.

Es decisión de cada persona aceptar y creer la verdad del evangelio del Señor Jesucristo, tal como se presenta en las Escrituras. Recibir la verdad y el amor que Dios ofrece está en consonancia con sus enseñanzas: Este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos” (1 Jn 5:3). Por el contrario, conocer la verdad y no obedecerla es enfrentar la ira de Dios: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Ro 1:18). 

No hay condición más peligrosa para el ser humano que conocer la verdad y negarse a obedecerla. Hacerlo es endurecer el corazón y asegurarse la condenación de Dios.

Cuando uno conoce la verdad y se niega a obedecerla, queda expuesto a cualquier mentira, engaño o falsedad que la humanidad pueda inventar. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Ro 1:21-22).

Pablo continúa en los siguientes versículos describiendo la mentalidad y el comportamiento de quienes no creen de verdad (Ro 1:29-31). Como resultado de la necedad humana y el arrogante desprecio por las cosas de Dios: “Dios los entregó a una mente depravada, para hacer lo que no conviene” (Ro 1:28). Y, en consecuencia, “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Ro 1:32).

Isaías lo expresa sucintamente: “Porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones, también yo [el Señor] escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada” (Is 66:3-4).

Cuando las personas conocen la verdad y se niegan a recibirla, cuando se niegan a obedecerla y la rechazan con injusticia, “serán condenados porque no creyeron [sinceramente] en la verdad, sino que se complacieron en la maldad” (2 Ts 2:12).

Sí, “Dios es amor” (1 Jn 4:16), y proclama con fervor el evangelio de Cristo “no queriendo que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P 3:9). A lo largo de las Escrituras, Dios insta a las personas a aceptar la verdad. Pero cuando las personas lo rechazan y desdeñan su mensaje, o fingen hipócritamente creer en Él con sus bocas pero no en sus corazones, entonces Dios las endurece y las entrega a una mente reprobada para que se hundan en su maldad y se condenen eternamente. Esto es lo que el Señor dice sobre quienes eligen rechazar la verdad: “Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, el Señor no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados” (Jer 14:10).

“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo...” (He 3:12).

Porque 

¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (He 10:31).

“Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Ti 3:13).

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