Balaam es un profeta notable del Antiguo Testamento, y es notable porque, aunque fue un profeta impío, no era un falso profeta. Es decir, Balaam realmente hablaba de parte del Señor, y lo escuchaba, y el Señor le dio verdaderas profecías para que las comunicara.
Sin embargo, el corazón de Balaam no estaba bien con Dios y finalmente mostró su verdadera naturaleza al traicionar a Israel y llevarlos por mal camino.
En Números capítulos 22-24, encontramos la historia sobre Balaam y el rey de Moab, un hombre llamado Balac. El rey Balac, hijo de Zipor, era el rey de Moab, un pueblo que se sentía amenazado por el crecimiento y la fuerza de Israel. Al ver la magnitud de Israel, Balac se asustó y temió que los israelitas destruyeran Moab. Balac envió mensajeros a Balaam, un profeta de Petor, para que maldijera a Israel, creyendo que así podría debilitarlos y expulsarlos de la región
Balaam vivía en Mesopotamia a lo largo del río Éufrates (Nm 22:5), y Balac le pidió que maldijera a Israel a cambio de una recompensa. Balaam aparentemente estaba dispuesto a hacer esto, pero dijo que necesitaba permiso de Dios (Nm 22:8). Balaam, por supuesto, no tenía poder por sí mismo para maldecir a Israel, pero, si Dios estaba dispuesto a maldecir a Israel, Balaam sería recompensado a través de Balac. Dios le dijo a Balaam, “ni maldigas al pueblo, porque bendito es” (Nm 22:12). Luego el rey Balac envió “más príncipes, y más honorables que los otros” (Nm 22:15), prometiendo una generosa recompensa. Esta vez Dios le dijo a Balaam: “levántate y vete con ellos; pero harás lo que yo te diga” (Nm 22:20).
A la mañana siguiente, Balaam ensilló su asna y partió hacia Moab (Nm 22:21). Dios envió un ángel para enfrentar a Balaam en el camino. El asna que montaba Balaam podía ver al ángel, pero Balaam no, y cuando el asna se movió tres veces para evitar el ángel, Balaam se enojó y golpeó al animal. “Entonces el Señor abrió la boca del asna” (Nm 22:28), y este reprendió al profeta por los golpes. “Entonces el Señor abrió los ojos de Balaam, y él vio al ángel del Señor de pie en el camino, con la espada desenvainada en su mano” (Nm 22:31). El ángel le dijo a Balaam que ciertamente lo habría matado si el asna no hubiera salvado su vida. Irónicamente, una bestia muda tenía más sabiduría que el profeta de Dios. El ángel luego le repitió a Balaam la instrucción de que solo debía decir lo que Dios le dijera que profetizara sobre los hebreos (Nm 22:33-35).
En Moab, el rey Balac llevó al profeta Balaam a un lugar alto llamado Bamot Baal y le dijo que maldijera a los israelitas (Nm 22:41). Balaam primero ofreció catorce sacrificios en siete altares y se encontró con el Señor (Nm 23:1-5). Luego declaró el mensaje que Dios le dio: una bendición sobre Israel: “¿Cómo maldeciré a quien Dios no ha maldecido? ¿Cómo condenaré a quien el Señor no ha condenado?” (Nm 23:8).
El rey Balac estaba molesto de que Balaam hubiera pronunciado una bendición sobre Israel en lugar de una maldición, pero le hizo intentarlo nuevamente, esta vez desde la cima del monte Pisga (Nm 23:14). Balaam sacrificó otros catorce animales y se encontró con el Señor. Cuando se enfrentó a Israel, Balaam volvió a pronunciar una bendición: “He aquí, he recibido orden de bendecir; Él dio bendición, y no podré revocarla” (Nm 23:20).
El rey Balac le dijo a Balaam que, si iba a seguir bendiciendo a Israel, era mejor que solo se callara (Núm 23:25). Pero el rey decidió intentarlo una vez más, llevando a Balaam a la cima del monte Peor, con vista al desierto (Nm 23:28). De nuevo, Balaam ofrendó catorce animales en siete altares recién construidos (Nm 23:29). Luego “el Espíritu de Dios vino sobre él. Entonces tomó su parábola, y dijo” (Nm 24:2-3). El tercer mensaje no era lo que el rey moabita quería oír: “¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel!” (Nm 24:5).
Las tres profecías de bendición de Balaam sobre Israel enfurecieron al rey de Moab, quien le dijo al profeta que regresara a casa sin recompensa: “Ahora pues, huye a tu lugar. Yo dije que te colmaría de honores, pero mira, el Señor te ha privado de honores” (Nm 24:11). Antes de irse, Balaam recordó al rey que desde el principio había dicho que sólo podía decir lo que Dios le dijera. Luego le dio al rey cuatro profecías más, gratuitas. En la cuarta profecía, Balaam predijo acerca del Mesías: “Saldrá ESTRELLA de Jacob, / y se levantará cetro de Israel, / y herirá las sienes de Moab, / y destruirá a todos los hijos de Set” (Nm 24:17). Las siete profecías de Balaam fueron siete bendiciones para el pueblo de Dios; fueron los enemigos de Dios los que fueron maldecidos.
Sin embargo, más tarde Balaam ideó una manera de obtener su recompensa de Balac. Balaam aconsejó a los moabitas sobre cómo atraer al pueblo de Israel con prostitutas e idolatría. No podía maldecir a Israel directamente, así que ideó un plan para que Israel atrajera una maldición sobre sí mismo. Balac siguió el consejo de Balaam, e Israel cayó en el pecado, adorando a Baal de Peor y fornicando con mujeres madianitas. Por ello, Dios los castigó y murieron 24.000 hombres (Nm 25:1-9; Dt 23:3-6).
El nombre y la historia de Balaam se hicieron tristemente célebres, y se hace referencia a él varias veces en el Nuevo Testamento. Pedro compara a los falsos maestros con Balaam, “el cual amó el premio de la maldad” (2 P 2:15). Judas repite esta afirmación y asocia a Balaam con la venta del alma por dinero (Jud 1:11). Finalmente, el Señor Jesús habla de Balaam cuando advierte a la iglesia de Pérgamo de su pecado: “que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación” (Ap 2:14).
Las tácticas de Satanás no han cambiado. Si él no puede maldecir al pueblo de Dios directamente, tratará de hacerlo por la puerta trasera, y la idolatría y la inmoralidad sexual son sus tentaciones preferidas.
LA DOCTRINA DE BALAAM
En Apocalipsis 2:14, la iglesia de Pérgamo es reprendida por tolerar la enseñanza de Balaam. El nombre de Balaam también se invoca en 2 Pedro 2:15 y Judas 1:11, ambos en advertencias sobre la conducta y el mensaje de los falsos maestros. Todas estas son referencias al personaje de Balaam en el Antiguo Testamento, quien intentó profetizar sin éxito contra el pueblo de Israel (Nm 22). Finalmente, aconsejó al rey Balac de Moab, enemigo de Israel, que emprendiera una campaña de seducción contra ellos (Nm 31:16). La doctrina de Balaam no solo es un problema grave, sino también perverso. Cuando el ataque frontal fracasó, Balaam adoptó una estrategia encubierta.
Balaam, un profeta de Mesopotamia, estuvo dispuesto a usar el don de profecía que Dios le había dado con fines ilícitos. Aunque sabía que Balac era enemigo de Dios, intentó vender su don proféticos para obtener dinero. Cuando esto no funcionó, Balaam aconsejó a Balac sobre la manera más efectiva de debilitar a Israel. Esto era mediante la seducción, utilizando mujeres moabitas y madianitas para tentar a los israelitas a tener relaciones sexuales y participar en rituales paganos. Los israelitas que participaron atrajeron el juicio de Dios sobre sí mismos (Nm 25:1-9).
Según 2 Pedro 2:15, el camino de Balaam fue promover la falsedad por ganancia deshonesta. Según Judas 1:11, el error de Balaam fue su disposición a aceptar creencias paganas por avaricia. Judas 1:4 también se refiere al pecado de quienes pervierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje. Una característica de los falsos maestros en la iglesia es que intentan convertir la libertad cristiana en libertad para la fornicación (Ro 14:1-5).
La combinación de estas ideas ofrece una visión clara de la doctrina de Balaam. Es la actitud según la cual uno puede cooperar plenamente con el mundo y aun así servir a Dios. La doctrina de Balaam enseña la transigencia, queriendo que los cristianos olviden que están llamados a ser separados y santos (Lv 20:26; 1 P 1:2); la doctrina de Balaam hace que los creyentes sean indistinguibles del mundo incrédulo (Mt 5:13). La doctrina de Balaam es la creencia de que “un poco de pecado” no hace daño (Gl 5:9), especialmente si implica algún beneficio económico o personal (1 Ti 6:5). Una persona que sigue la doctrina de Balaam está dispuesta a transigir en sus creencias por razones económicas. Actúa para permitir comportamientos pecaminosos para beneficio personal o incluso para participar en ellos (Ro 1:32).
En la práctica, la enseñanza o doctrina de Balaam sostiene que los cristianos pueden, o incluso deben, transigir en sus convicciones por la popularidad, el dinero, la satisfacción sexual o el beneficio personal. Es la actitud que considera el pecado como algo sin importancia. Los cristianos no pueden, ni deben, rehuir por completo la presencia de pecadores o incrédulos (Lc 7:34; 1 Co 5:9-13), pero estamos obligados a defender la verdad (Ef 4:25), la justicia (Pr 23:20; Ro 14:22) y la bondad (2 P 1:5; Mt 5:16), independientemente de si es lo que otros quieren oír (Jn 4:16-18; 8:11; Hch 24:24-25).
Balaam está vivo y activo en cada familia cristiana, iglesia local, denominación, organización religiosa y grupo cristiano. Ser pastor, predicador, evangelista o líder en cualquier otra capacidad en la cristiandad actual no dice nada de las verdaderas cualidades espirituales de un hombre; sólo dice que es un buen comunicador, que ha sido certificado por su denominación para hablar por ella, y que tiene una personalidad carismática. Como los oradores políticos, los oradores “cristianos” son, a menudo, sólo eso: personas que han aprendido a manejar bien a las audiencias por medio de mensajes emotivos y manipuladores. El Señor Jesús jamás dijo que un verdadero cristiano sería conocido sólo por sus palabras, si no por sus frutos:
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mt 7:15-20).
Ahora, diligente estudiante de las Escrituras, escudríñalas para saber cuáles son “los frutos” que el Señor dice son la certera evidencia de la vida espiritual genuina.
- - - - - - - -
RELACIONADOS
NO COCERÁS EL CABRITO EN LA LECHE DE SU MADRE
EL PROFETA ANÓNIMO, EL PROFETA VIEJO, EL BURRO Y EL LEÓN