Mateo 7:7-12 forma parte de lo que comúnmente se llama La Oración, y la Regla de Oro, que es parte del Sermón del Monte.
Es una descripción de la vida verdaderamente justa, un bosquejo de “la ley de Cristo” (1 Co 9:21). Cuando el Señor Jesús dice: “Pedid, y se os dará”, se refiere a la oración continua (Mt 7:7a).
La oración es la forma en que comunicamos a Dios nuestras necesidades y deseos. Por supuesto, Dios, siendo omnisciente, sabe lo que los cristianos necesitamos, lo pidamos o no, pero la oración es el medio que Dios ha escogido para que podamos obtener Su respuesta (Stg 4:2b).
El Señor Jesús no está diciendo que los creyentes siempre obtengamos lo que pedimos; los motivos equivocados, por ejemplo, obstaculizarán las respuestas a la oración (Stg 4:3). Sin embargo, cuanto más tiempo pasemos en comunión con Dios, más sabremos qué pedir de acuerdo con la voluntad de Dios. La oración, en sí misma, no produce santificación (una santidad creciente en la vida de un creyente), pero demuestra una dependencia de Dios para necesidades que no se pueden satisfacer de otra manera. Dios siempre se complace con tales muestras de fe. Solo la fe en lo que Dios puede hacer, y en lo que Cristo ha hecho, produce la verdadera santificación, no una justicia propia artificial (He 11:6).
El Señor Jesús continuó diciendo: “buscad, y hallaréis” (Mt 7:7b). ¿Qué es lo que debemos buscar los creyentes? ¡Dios mismo!
“Cuando dijiste: "Busquen Mi rostro", mi corazón te respondió: "Tu rostro, Señor, buscaré"” (Sal 27:8, NBLA).
“Los leoncillos pasan necesidad y tienen hambre, pero los que buscan al Señor no carecerán de bien alguno” (Sal 34:10, NBLA).
“Busquen al Señor y Su fortaleza; Busquen Su rostro continuamente” (Sal105:4, NBLA).
“Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan” (Sal 119:2).
Dios no se esconde de Sus hijos. El deseo de Su corazón es que lo busquemos con perseverancia y pasión a nuestro alrededor, y cuando lo hagamos, Él promete que lo encontraremos (Pr 8:17). Buscar es una cuestión de prestar atención con una mente comprometida y una conciencia aguda.
Anteriormente, en el Sermón del Monte, El Señor dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mt 6:33). Buscar el reino de Dios significa anteponer el plan de Dios al nuestro; buscar la justicia de Dios significa dar prioridad a la santidad personal y desear ser santificados.
A continuación el Señor dijo: “llamad, y se os abrirá” (Mt 7:7c). Aquí, el Señor utiliza una metáfora de la acción que expresa un deseo o una necesidad. Si una persona necesita algo de alguien que está detrás de una puerta, lo más natural es llamar y seguir llamando hasta que se abra la puerta y se satisfaga el deseo o la necesidad. Del mismo modo, un creyente debe orar con fe para obtener la provisión de Dios y ser persistente en la oración (Lc 18:1).
Pedir, buscar, llamar. Fíjate en los tres sentidos diferentes que se consideran aquí. Pedir es verbal; los cristianos debemos usar nuestras bocas y pedir a Dios por nuestras necesidades y deseos. Y los creyentes debemos buscar con la mente; esto es más que pedir; es establecer prioridades y enfocar el corazón. Llamar a la puerta implica un movimiento físico, en el que el cristiano actúa. Aunque pedir y buscar son de gran importancia, estarían incompletos sin llamar. El apóstol Juan dice que los cristianos no debemos amar solo de palabra, sino también con obras (1 Jn 3:18). De la misma manera, es bueno orar y buscar a Dios, pero si no se actúa también de manera que agrade a Dios, todo es en vano. No es casualidad que el Señor Jesús dijera que los creyentes debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerzas y mente (Lc 10:27).
Los mandamientos van seguidos de promesas:
“Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá" (Mt 7:8).
Dios se deleita en la oración de fe, y promete darnos lo que necesitamos; y si estamos en plena comunión con Él y viviendo en santidad, incluso lo que deseamos.
Finalmente el Señor ilustra Su enseñanza con estas palabras:
“¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mt 7:9-11).
En la enseñanza paralela registrada por Lucas, el Señor dice:
“Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lc 11:5-13).
“Los animales dan a luz. Los animales amamantan a sus crías. Los animales traen a casa la comida. Los animales enseñan a sus crías a sobrevivir. Los animales ayudan en una cacería familiar. Los animales mueren y dejan una guarida familiar a sus crías. ¡Pero tú no eres un animal! Si la crianza que les das a tus hijos es principalmente reproducirlos, alimentarlos, vestirlos, enviarlos a la escuela y apoyarlos financieramente, no has hecho nada más que lo que hacen los animales. Y no has hecho nada más que lo que los padres paganos hacen por sus hijos. Dios te ha encargado mucho más.
“Un hijo es un alma eterna, prestada por tu Creador. Debes enseñar a cada hijo la sabiduría de Dios: la sabiduría de la Biblia. La tarea escolar no es sabiduría, la gran mayoría de las tareas escolares son simplemente tonterías y bobadas. Pagar sus estudios universitarios puede ser aún peor: estás corrompiendo sus mentes y alejándolas de la sabiduría de Dios. Un título en arte es una licencia para dementes. ¡Se realista! ¡Enséñales algo de valor! David dijo:
"Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré" (Sal 34:11).
“¿Amas a tus hijos? No tiene nada que ver con el sentimentalismo de proporcionarles alimento, vestido, techo y educación. ¿Los estás preparando para el éxito moral ante Dios y los hombres buenos enseñándoles el temor del Señor y la sabiduría de Dios contenida la Biblia?
“¿Qué tan serio es el asunto? A los padres se les ordena enseñar sabiduría a sus hijos (Ef 6:4), y las viudas no deben ser mantenidas si no guardan esta parte clave de ser madre (1 Ti 5:9-10). Grandes mujeres toman en serio este trabajo y tienen hijos maravillosos, como Samuel y Timoteo (1 S 1:24-28; 2 Ti 1:3-5; 3:15). La mujer que cumple este deber con diligencia y sinceridad será alabada por sus hijos (Pr 31:28).
“Este asunto no termina cuando tus hijos se mudan, porque los nietos también son una responsabilidad (Sal 71:18; 78:1-8; Joel 1:1-3). Son la corona de los ancianos si andan en el camino de la justicia y de la sabiduría (Pr 17:6). Un hijo necio es la calamidad y la vergüenza de toda su familia (Pr 10:1; 17:21,25; 19:13), y un nieto necio es en parte culpa de un abuelo perezoso, que no instruyó a su hijo para ser un padre piadoso.
“¿Amas a tu hijo? No midas tu afecto con los estándares de esta generación bestial; mide tu amor por el estándar de las santas e inspiradas Escrituras de Dios. Si simplemente lo has criado y cuidado con ternura, no has hecho nada más que lo que los jerbos y las mofetas hacen por sus crías. Aprende la lección de la sabiduría aquí. Enséñales el temor del Señor, la sabiduría de Proverbios, la gloria de Jesucristo, la preciosa gracia de Dios en la salvación de Sus elegidos, y la esperanza de la eternidad que cambia la vida.
“¿Has tenido esos padres tú mismo? Entonces bendice y alaba al Dios de los cielos y agradece a tus padres si aún viven. Dios tuvo mucha misericordia de ti al darte buenos padres, y debes agradecérselo a Él y a ellos. Su elección fue por pura gracia y bondad, pues no te consultó a ti ni a ellos. ¡Alabado sea su glorioso y soberano nombre!
“Si no tuviste tales padres, agradécele al Señor Dios por este proverbio y rompe el ciclo de crianza impía y familias disfuncionales en tu árbol genealógico. No tienes que repetir la historia y enviar a tus hijos a una vida sin amor y mal preparados. Puedes comenzar un nuevo árbol genealógico y crear un ejemplo viviente de amor y sabiduría en tu familia.
“Solo hay un padre perfecto: Dios el Padre. Al ver el orfanato de la humanidad pecadora, no pudo encontrar ni uno solo que lo entendiera o lo buscara (Sal 14:1-3). Así que Él escogió adoptar a algunos por pura misericordia, pagó por ellos con la muerte de Su Hijo, creó una nueva naturaleza en ellos por Su Espíritu, y les preparó una herencia eterna en el cielo (Mt 25:34; Ro 8:29- 39; Ef 1:3-12)”. Este es un extracto del comentario de Proverbios 4:3, el cual puedes leer íntegramente aquí.
Todas las madres se consideran buenas madres. Todos los padres se consideran buenos padres. Pero el Señor dice que si no pueden hacer más por sus hijos que proveerles lo que los animales hacen por sus crías, entonces son malos. La verdadera buena madre y el verdadero buen padre harán mucho más por sus hijos que proveerles las necesidades básicas. Comienza tú, madre; y tú, padre; a pedir por el Espíritu Santo para ti y tu descendencia; y no ceses de hacerlo hasta que te presentes ante Aquél ante quien tendrás que dar cuenta por las almas que te encargó. ¡Este es un gran motivo para hacer de la oración el hábito diario más importante de tu vida!
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