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jueves, 10 de abril de 2025

EL DINERO COMPRA AMIGOS




“Las riquezas traen muchos amigos; mas el pobre es apartado de su amigo” (Pr 19:4).

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El dinero compra amigos, muchos amigos. Los ricos tienen fácilmente un séquito de amigos felices y serviles. Los pobres, sin dinero, no pueden ni siquiera conseguir que los vecinos sean amistosos. Un rey sabio escribió este proverbio como lección para ayudarte a ser entendido y exitoso.

Las amistades basadas en el dinero son falsas, y el séquito feliz y servicial es egoísta y se preocupa solo por sí mismo. Una vez que se acaba el dinero, los amigos de buen tiempo se van volando, y el séquito desaparece. Incluso los vecinos que alguna vez fueron ayudados ahora evitan y rechazan al pobre.

Algunos proverbios enseñan una lección obvia. “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”, no es difícil de entender (Pr 22:6). El valor se obtiene explorando el sentido completo de la formación adecuada, la naturaleza de un niño, el camino que debe seguir y lo que es un hombre ya mayor que cuando niño fue instruido en el camino del Señor. La lección es clara, pero debes profundizar en los detalles.

Otros proverbios declaran una observación de la vida. La lección solo está implícita, y es tu deber encontrarla. Salomón escribió muchos proverbios de este tipo, y aquí está uno de ellos. Escribió su observación sobre los efectos del dinero en las relaciones, y es tu privilegio identificar la lección, que es una condena a la costumbre de hacer acepción de personas, principalmente por causa del dinero.

La observación es cierta. Los hombres siguen a los que tienen dinero, porque esperan obtener algo para sí mismos. Aprende a ver a través de las palabras y acciones falsas de tales hombres, que se abren camino entre sus pares para hacerse amigos de los ricos. No están ahí para el hombre rico; están ahí por la riqueza del hombre. Esperan echarle mano a lo que sea de su riqueza que caiga al piso.

La cantidad de amigos no debería impresionarte: el número es solo temporal, mientras dura el dinero. La popularidad no prueba nada bueno ni noble por parte del seguido o de los seguidores. Debes reconocer el poder de los sobornos y la codicia de los hombres, y debes tener una visión amarga de la popularidad debido al éxito material o la influencia.

El amor al dinero es la raíz de todos los males (1 Ti 6:10). Hace que los hombres hagan amistades basadas en el materialismo en lugar del carácter. Estas no son amistades reales, sino relaciones de avaricia y codicia. Cuando se acaba el dinero, la amistad se termina también. Incluso los vecinos, que deberían tener un sentido del deber hacia los demás, evitarán y rechazarán al pobre.

Salomón hizo esta observación para su hijo varias veces (Pr 14:20; 18:16; 19:6-7). Siendo el hijo de un rey rico, tendría sanguijuelas aduladoras y lambiscones siguiéndolo a todas partes. Tenía que ser sabio y ver a través de la fachada de amistad para medir el carácter. A los hombres de principios no les importa el dinero ni las ventajas; están allí para el largo plazo (Pr 17:17). Los reyes y los sabios exigen carácter valioso de quienes los rodean (Pr 25:4-5; Sal 101:1-8; 144:11-15).

El éxito financiero, por sí mismo, no es una medida precisa de un hombre. Hay demasiados factores que contribuyen a la riqueza además del carácter y la capacidad. Hay necios ricos y sabios pobres. El tiempo y el azar rige sobre todos (Ec 9:11). Infórmate: un sabio pobre es muy superior a un rico necio (Pr 19:1; 28:6; Ec 4:13; 9:13-16).

Considera dos ejemplos bíblicos de cómo la riqueza afecta las amistades. Job, una vez muy rico, se quejó de cómo sus amigos y familiares más íntimos lo habían abandonado en su horrible pobreza y tribulación (Job 19:8-19). Pero Jonatán, el príncipe de Israel, el mayor ejemplo de amigo, renunció a su alta posición y grandes riquezas para hacerse amigo del pobre pastor David (1 S 18:1-4; 20:30). Los verdaderos amigos no están influenciados por la riqueza en absoluto.

No ames a los demás por lo que pueden hacer por ti. El Señor Jesús enseña: “Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” (Lc 14:12-14). Amar a los que te aman es inaceptable (Lc 6:32).

El Señor Jesucristo, que era muy rico, se hizo pobre para ayudar y salvar a los miserables de la pobreza, para que se enriquecieran con la Suya (2 Co 8:9). Aquí hay una amistad desconocida para los hombres naturales. Aquí está el don inefable del evangelio. Los que conocen al Señor Jesús de verdad fácilmente se ofrecerán a sí mismos en servicio de aquellos que no pueden pagar (2 Co 12:15).

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