domingo, 27 de abril de 2025

NO COCERÁS EL CABRITO EN LA LECHE DE SU MADRE



3 veces aparece este mandamiento en el Antiguo Testamento: 

“Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios. No guisarás el cabrito en la leche de su madre (Éx 23:19).

“Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre (Éx 34:26).

“Ninguna cosa mortecina comeréis... No cocerás el cabrito en la leche de su madre” (Dt 14:21).

Dios consideró este mandamiento lo suficientemente importante como para repetirlo 3 veces. Si aparece 3 veces mencionado es porque su mensaje es importante para los creyentes del Nuevo Testamento. Para aprender la instrucción, debemos verlo desde más de cerca.

Los rabinos judíos y los eruditos cristianos han luchado durante mucho tiempo para comprender esta ley del Antiguo Testamento, ordenada por el Señor a través de Moisés en el Monte Sinaí: 

“No guisarás [cocerás] el cabrito en la leche de su madre” (Éx 23:19; Ex 34:26; Dt 14:21).

Tras liberar a Israel de la esclavitud en Egipto, Dios llamó a su pueblo a comprometerse con Él en una relación de pacto. Mediante un sistema de leyes, el Señor estableció directrices y responsabilidades que su pueblo debía obedecer para permanecer fiel a dicho pacto. Las leyes de Dios sobre la moralidad se describen en Éxodo 20, muchas leyes civiles y sociales se exponen en Éxodo 21-23, y diversas leyes religiosas y ceremoniales se encuentran en Éxodo 23:10-24:18.

La prohibición de no cocer un cabrito en la leche de su madre, mencionada en Éxodo 23:19, forma parte de las leyes religiosas y ceremoniales. El propósito exacto de este mandato permanece desconocido para la mayoría de los creyentes, pero algunos eruditos concluyen que está vinculado al llamado de Dios a su pueblo a ser santo y a apartarse de las naciones paganas que lo rodeaban (Éx 19:6; 20:26).

Un comentario propone que Dios pudo haber estado introduciendo un principio pro-vida: “La fuente de la vida nunca debe convertirse en la causa de la muerte. Un cabrito debe ser alimentado con la leche de su madre, no hervido en ella. Por eso, en palabras del antiguo erudito judío Filón, Dios consideró «totalmente impropio» que la sustancia que alimentaba al animal vivo se usara para sazonarlo y darle sabor después de su muerte (Ryken, P., y Hughes, R., Exodus: Saved for God’s Glory, Crossway Books, 2005, p. 762).

Si bien esta explicación de la santidad de la vida es plausible, eruditos de la historia universal señalan otra posible razón por la que Dios prohibió hervir un cabrito en la leche de su madre. La evidencia histórica sugiere que la práctica formaba parte de un ofensivo ritual cananeo, posiblemente un antiguo rito de fertilidad celebrado durante la época de la cosecha. Dado que Moisés incluyó el mandato del Señor de no cocer un cabrito en la leche de su madre en sus leyes sobre la Fiesta de la Cosecha (Éx 23:16-19), probablemente se trataba de una medida de precaución para evitar que su pueblo cometiera idolatría. Las celebraciones de la cosecha en Israel no debían parecerse en nada a las impías fiestas religiosas cananeas.

Es interesante notar que la prohibición en Éxodo 23:19 ha dado lugar a una ley alimentaria kosher moderna. Esta ley, que practican los judíos observantes de hoy, es una interpretación más general del texto. Siguiendo la tradición rabínica, la ley se amplió para prevenir posibles violaciones. En lugar de ser vista como una regla religiosa o ceremonial, “No cocerás un cabrito en la leche de su madre” se ha aplicado como una ley dietética. Las normas kosher prohíben el consumo de productos lácteos con carne de cualquier tipo en la misma comida. Por ejemplo, comer una hamburguesa con queso no es kosher, ya que combina “leche” (queso) con carne. Sin embargo, esto va mucho más allá de lo que dice la ley. 

Cristianos contemporáneos occidentales simplifican este mandamiento comentando superficialmente: 

“Dios solo prohibió cocinar un cabrito en la leche de su propia madre, y eso no significa nada para nosotros porque no practicamos esas cosas”.

Otro comentario típico en esta línea dice: 

“La Biblia no establece expresamente la razón fundamental de la prohibición de cocer un cabrito en la leche materna. Como estudiantes de la Palabra de Dios, no debemos darle demasiada importancia ni ser demasiado dogmáticos. Es posible que Dios estuviera protegiendo a Israel de incorporar rituales paganos idólatras a su adoración y estilo de vida. O quizás simplemente estaba comunicando a su pueblo que no debían matar a los animales por los medios que les dan vida. Lo mejor que podemos hacer es abordar esta cuestión con curiosidad y humilde reflexión”.

La enseñanza neotestamentaria sobre la importancia del registro del Antiguo Testamento la resume Pablo a Timoteo. Él dice:

 TODA la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17).

3 Veces Pablo nos dice que las cosas que están en el Antiguo Testamento fueron registradas para nuestra enseñanza y progreso espiritual; es decir, para nosotros, creyentes del Nuevo Testamento. Léanse las siguientes citas en su contexto:

“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Ro 15:4).

“Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron” (1 Co 10:6).

“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Co 10:11).

Estas cosas están escritas en el Antiguo Testamento para nosotros, los creyentes del Nuevo Testamento. Y nosotros no estamos sujetos a las leyes religiosas ceremoniales ni dietéticas (1 Ti 4:3-4). Así que hay una aplicación espiritual aquí para nosotros, creyentes neotestamentarios “a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Co 10:11).

Corremos un riesgo extremo al presentar nuestra posición aquí porque las objeciones serán descarnadas, y es probable que fracasemos en presentar la enseñanza como práctica e importante. Pero creemos que darla a conocer es nuestro deber hacia aquellos pocos que puedan apreciar la interpretación. 

Creemos que la triple repetición del mandamiento lo convierte en una parábola que significa: 

No mezclarás la vida con la muerte.

No mezclarás el espíritu con el alma (carne).

No mezclarás la justicia con la injusticia.

No mezclarás la luz con las tinieblas (2 Co 6:14).

No mezclarás Cristo con Belial.

No mezclarás el creyente con el incrédulo (2 Co 6:15)

No mezclarás la luz con las tinieblas.

No mezclarás lo frío con lo caliente (Ap 3:15,16), etc., etc, etc.

“Mezcla”, en la Biblia, es sinónimo de “confusión”, y “Dios no es Dios de confusión” (1 Co 14:33). Ambas palabras, “mezcla” y “confusión” son ampliamente usadas a lo largo de toda la Biblia, y cuando su significado no es neutro, es siempre negativo. Dos cosas pueden parecer similares a simple vista (por ejemplo, el catolicismo y el cristianismo bíblico, el misticismo y la espiritualidad, la teología y la Biblia, la tradición y la práctica, los sacrificios mosaicos y los sacrificios espirituales, Betel y Peniel, etc.), pero una observación minuciosa desde todos los ángulos revelará que en realidad son opuestas y que no deben mezclarse: el peligro reside en la aparente similitud

La enseñanza espiritual para nosotros se encuentra en 1 Reyes 13. El artículo en el que exponemos esta enseñanza se llama El Alma Que Pecare Morirá. El estudiante perspicaz podrá percibir la amplitud de esta enseñanza, e ir aún más allá con la ayuda del Espíritu del Señor. 

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