El cristianismo cultural es una religión que superficialmente se identifica como “cristianismo”, pero que no se adhiere verdaderamente a la fe histórica, apostólica y bíblica.
Un “cristiano cultural” es un creyente nominal: alguien lleva la etiqueta de “cristiano”, pero la etiqueta tiene más que ver con su entorno familiar y su educación que con la convicción personal de que Jesús es el Señor.
El cristianismo cultural es más social que espiritual. Un cristiano cultural se identifica con ciertos aspectos del cristianismo, como las buenas obras de Jesús, pero rechaza los aspectos espirituales necesarios para ser un cristiano definido bíblicamente. Algunas personas se consideran “cristianas” debido a su entorno familiar, experiencia personal, país de residencia o entorno social. Otros se identifican como “cristianos” como una forma de declarar una afiliación religiosa, en contraposición a ser “musulmanes” o “budistas”. El famoso científico y ateo Richard Dawkins se refiere a sí mismo como un “cristiano cultural” porque admira algunos de los aspectos ceremoniales y filantrópicos del cristianismo. Dawkins no ha nacido de nuevo; simplemente ve el “cristianismo” como una buena identificación que usar: socialmente bien vista y mayoritariamente aceptable en el mundo occidental.
En las naciones libres, el evangelio se presenta a menudo como un añadido gratuito a la vida: basta con añadir la asistencia a la iglesia a los pasatiempos, añadir las donaciones caritativas a la lista de buenas obras o añadir la cruz a los trofeos de la repisa de la chimenea. De esta manera, muchas personas hacen el gesto de “aceptar a Jesús” sin que ello implique una rendición a Su señorío. Estas personas, que no “están realmente en Cristo”, son cristianos culturales. Son falsos sarmientos que se cuelgan de la Vid Verdadera pero no tienen brotan verdaderamente de ella (Jn 15:1-8). Cuelgan de la Vid como los ornamentos navideños lo hacen de un pino de estación cada final de año.
En los días de la iglesia primitiva no existía el cristianismo cultural. De hecho, ser cristiano era, con toda probabilidad, ser un blanco de persecución. El término cristiano fue acuñado en la ciudad de Antioquía como una forma de identificar a los primeros seguidores de Cristo (Hch 11:26). Los primeros discípulos se parecían tanto a Jesús que sus detractores los llamaban “pequeños Cristos”. Lamentablemente, el término ha perdido su significado con el paso de los años y ha llegado a representar una ideología o una clase social en lugar de un estilo de vida de obediencia al Dios de la Biblia.
El cristianismo cultural no es el cristianismo verdadero. Un verdadero cristiano es aquel que ha recibido a Jesucristo como Señor y Salvador personal (Jn 1:12). La muerte y resurrección de Cristo le han sido imputadas (asignadas) a esa persona; Cristo murió en la cruz como su sustituto por el pecado (Ro 10:8-10; 2 Co 5:21). El Espíritu Santo mora en esa persona (Ro 8:9). “Recibir” a Cristo es mucho más que un reconocimiento mental de la verdad. Satanás reconoce la identidad del Hijo de Dios (Mr 5:7); también los demonios lo hacen, y tiemblan anye Su nombre (Stg 2:19). La fe que nos salva también nos cambia (Stg 2:26). El Señor Jesús dice que todo aquel que desee convertirse en su discípulo debe negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguirlo (Lc 9:23). Si bien no podemos ganar la salvación mediante sacrificios o buenas obras, una transformación del estilo de vida y el deseo de agradar al Señor son resultados directos de “nacer de nuevo” (Jn 3:3).
Las siguientes son algunas de las características distintivas del cristianismo cultural:
• Niega la inspiración de las Escrituras o de partes de ellas mediante el cuestionamiento de lo revelado en ellas (2 Ti 3:16; 2 P 1:21).
• Ignora o resta importancia al verdadero arrepentimiento como el primer paso para conocer a Dios (Mt 4:17; Hch 2:38).
• Se centra en el amor y la aceptación de Jesús, excluyendo Su enseñanza sobre el infierno, la obediencia y el autosacrificio (Mt 4:17; 23:33; Mr 9:43; Lc 12:5).
• Tolera, practica e incluso celebra el pecado continuo mientras afirma conocer a Dios (Ro 1:32; 1 Co 5:1-2; 1 Jn 3:9-10).
• Redefine las verdades bíblicas para adaptarlas a la cultura actual (Nm 23:19; Mal 3:6).
• Cree que Jesús es principalmente un reformador social, en lugar de Dios en la carne, quien es el sacrificio por nuestro pecado (Mt 10:34; Mr 14:7).
• Reclama las promesas de Dios mientras ignora los requisitos y mandamientos incluidos en ellas (Sal 50:16; Jer 18:10).
• Niega o minimiza la afirmación de Jesús de que Él es el único camino hacia Dios (Jn 3:15-18; 14:6).
• Realiza suficiente actividad religiosa para obtener una sensación de bienestar sin una verdadera devoción personal a Jesús (Gl 5:16-17; Ro 8:9).
• Habla mucho acerca de “Dios” en un sentido general, pero nada acerca de Jesucristo como Señor (Jn 13:13; 14:6).
• Ve la protección y la bendición como metas que se deben alcanzar, en lugar de como subproductos de una relación de amor con Dios (Mr 12:30; Dt 11:13-17).
• Elige una iglesia basándose en alguno o todos los puntos anteriores (Ap 3:15-17).
La advertencia del Señor Jesús en Mateo 7:21-23 debería ser un llamado de atención para el cristianismo cultural:
“No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”. Entonces les diré claramente: “Jamás os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!”.
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