Monday, October 27, 2025

PRIMERO, Y DESPUÉS




“Prepara tus labores fuera, y disponlas en tus campos, y después edificarás tu casa” (Pr 24:27). 

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Consigue una vida antes que una esposa. Consolida tu negocio antes de comprar una casa. Consigue un trabajo de verdad antes de comprar un auto. Las necesidades vienen antes que las comodidades. Los ingresos vienen antes que el gasto. Asegura tu fuente de ingresos antes de comprometerte en proyectos costosos. Ahorra antes de construir, para que no seas ridiculizado por proyectos inacabados (Lc 14:28-30).

¡Qué maravilloso consejo! Gracias, Señor. Aquí hay una instrucción muy práctica: Se bueno en tu ocupación o negocio antes de comprometerte con una casa. Incluso las empresas podrían beneficiarse de tal sabiduría: Deberían reinvertir las ganancias en la empresa antes de declarar dividendos o construir una elegante oficina en casa. El predicador Salomón era muy sabio.

En la sociedad agraria de Israel, la mayoría de los hombres trabajaban al aire libre en los campos, ya sea cultivando productos agrícolas o cuidando rebaños y manadas. Caín y Abel representan las dos industrias principales de tal sociedad: uno labraba la tierra, y el otro cuidaba las ovejas (Gn 4:2). Cada hombre debía elegir una de estas ocupaciones y volverse muy bueno en ella antes de pensar en mantener a una familia.

El sabio le dice a su hijo que hay un orden correcto en la vida de un hombre. Debe identificar su vocación y establecerse en ella antes de invertir en una casa, la que consume los ingresos y no produce ninguno. Muchos crean dificultades para sus familias, y algunos nunca se recuperan, al poner fuera de orden estas dos prioridades de la vida.

La mayoría de los jóvenes son demasiado impacientes para seguir la regla de Salomón. Quieren las golosinas ahora; quieren presumir de una casa antes de ganársela; quieren conducir un automóvil de alta gama antes de tener la capacidad financiera para mantenerlo. No ahorrarán ni esperarán; carecen de autodisciplina y humildad para poner las prioridades en orden; quieren presumir ahora.

Los jóvenes no pueden ver que la moderación ahora asegura más lujos en el futuro. Pierden a largo plazo debido a la miopía y los gastos impulsivos causados por su falta de autocontrol. En realidad, es probable que el derrochador impulsivo termine trabajando para el planificador, quien se jubilará para disfrutar de su casa y sus pasatiempos muchos años antes de que el deudor se jubile en la pobreza.

Un joven no merece la comodidad, el lujo o pasatiempos hasta que tenga un negocio u ocupación solvente, su cuenta bancaria en orden y todas las demás obligaciones atendidas. Pero la templanza y la sabiduría que esto requiere son tan raras que sólo unos pocos las tendrán. La mayoría gana menos de lo que gasta, y se preguntan por qué nunca alcanzan a sus contemporáneos disciplinados en asuntos financieros.

Las políticas fiscales de créditos fáciles y de subvención de deudas alientan estas decisiones tontas. Las tarjetas de crédito, las deudas a plazos y las hipotecas fáciles los seducen para que compren bienes de consumo caros y casas antes de que estén listos financieramente. 

Los consejeros necios agravan el problema al llamar a una casa una “buena inversión”. Solo cuando un gobierno subsidia los bienes raíces, los activos que se deprecian (como las casas) pueden llamarse una buena inversión, y eso solo mientras el gobierno evite que el castillo de naipes caiga. 

Las metas de un joven, en orden, deben ser:  (1) identificar el tipo de actividad laboral al que se dedicará para obtener ingresos, y (2) ahorrar suficiente capital que le permita la compra de una casa libre de deudas (Pr 19:14). Con sus ingresos asegurados, ahora puede puede permitirse en pensar en una casa y en tener una familia propia, pero no hasta entonces. La producción de ingresos debería ser mucho más importante para él que el gasto de ingresos.

Un joven advertido por este proverbio no se avergüenza de conducir un auto usado y vivir con sus padres. Quiere concentrarse en consolidar su situación financiera y en ahorrar capital. Sabe que la consecución de una actividad laboral rentable y el ahorro de capital son más importantes que los placeres o la comodidad ahora. Los autos bonitos y las casas se comen el capital. El tener una casa, una buena casa, es algo que siempre debe esperar hasta más tarde.

Una casa es un lujo costoso, como lo saben los padres. Es una carga necia para un joven, hasta que esté establecido en su ocupación. Un departamento arrendado, un auto usado, un guardarropa modesto y entretenimiento limitado estarán bien en la juventud. Una casa produce sólo gastos. Un buey, o cualquier bien que genere ingresos (Pr 14:4), es mejor opción que una casa, a menos que sea un dúplex para poner en arriendo el espacio extra.

Los jóvenes precipitados toman estas decisiones importantes fuera de orden y se arriesgan a la ruina financiera (Pr 21:5; 28:20-22). Un padre sabio no le dará su hija a un joven que tiene estas prioridades trastocadas. Su hija sufrirá privaciones innecesarias y estrés financiero, como lo sufren muchos matrimonios en los que el padre no protegió adecuadamente a su hija aplicando esta sabiduría.

Jacob trabajó siete años por Raquel (Gn 29:18-20). Para entonces ya había puesto el fundamento para edificar sobre él una familia y le había probado su valía como proveedor a su suegro. La dote que debía pagar un israelita servía para este propósito también (Ex 22:16-17). A los derrochadores les resultaba difícil casarse con buenas chicas. Solo los jóvenes con un ingreso estable y un capital importante podían casarse con las mejores hijas de Israel.

La diligencia paciente es el plan de Dios para la estabilidad financiera (Pr 12:11; 27:23-27; 28:19). Prepara tu corazón para resistir el mantra de un mundo codicioso que alienta el “compra ahora, paga después”. El monstruo de la deuda siempre vuelve a morder. Deja que el sueño americano sea tener tu propia ocupación primero, en lugar de tu propia casa.

El Señor Jesús mantuvo las prioridades de este proverbio. Primero preparó Su obra, la realizó a la perfección y la terminó. Luego comenzó a edificar Su casa, la iglesia (Mt 16:18), como un lugar permanente para Su novia (Jn 14:2-3). Sin el sacrificio anterior de Su vida, la iglesia y el cielo serían imposibles y sin sentido.

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