Wednesday, November 12, 2025

SABIO DE OÍDO DÓCIL



Como zarcillo de oro y joyel de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil” (Pr 25:12).

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Puedes hacer orfebrería fina de dos maneras. Dios perpetúa Su verdad y sabiduría por aquellos que la enseñan y por aquellos que la obedecen. ¿Eres uno de los dos, o ambos? Es algo hermoso que un justo enseñe al sabio que tiene oído dócil.

Hierro con hierro se aguza (Pr 27:17). La interacción humana es la acción recíproca entre dos o más personas, donde cada una influye y es influida por las demás. Para que la escasa verdad y la sabiduría de Dios permanezcan en la tierra, debe haber, al menos, un discipulador y un discípulo. ¿Eres uno de los dos, o ambos? ¿Obedeces la verdad de Dios plenamente? ¿La enseñas también?

Se necesitan dos para hacer orfebrería divina fina. Si un tutor hábil corrige e instruye a un oyente dócil, se produce una hermosa combinación que difunde la verdad y aumenta la sabiduría. ¿Ves la belleza en este cuadro? ¿Comprendes su poder? ¿Eres, a la vez, un buen discípulo y un buen discipulador?

Tienes oportunidad de ser un discípulo dócil, al leer y practicar este comentario de Proverbios. Esta es la primera mitad de hacer hermoso arte de orfebrería divina. También tienes la oportunidad de ser un tutor o reprendedor, al compartir este y otros comentarios de Proverbios con otras personas. Esta es la segunda mitad de hacer joyería divina.

¿Te regocijas ante la idea de perpetuar la verdad y la sabiduría de Dios en el mundo? ¡Deberías! ¡Qué privilegio! Primero debes tener un oído dócil, para que puedas adquirir la verdad y la sabiduría de Dios, y luego puedas transmitirlas a otros. Después necesitas prepararte para poder exponer y defender la palabra de Dios (Pr 22:17-21; He 5:12-14; 1 P 3:15).

Piensa en el esfuerzo, el dinero, la energía y la dedicación que se necesitan para aprender la sabiduría del hombre en las universidades. ¡Piénsalo! En las universidades solo te enseñan mentiras y necedades en todo lo relacionado con la moral, el origen de las especies, Dios, la filosofía, etc. Piensa en el esfuerzo y los años que se necesitan para obtener un doctorado, para que puedas ser lo suficientemente necio e ignorante como para creer en la evolución, el calentamiento global, el matrimonio homosexual, lo malo de los castigos corporales y capitales, y lo bueno del gasto deficitario.

Los padres tienen la fabulosa oportunidad de enseñarle a sus hijos la verdad y la sabiduría de Dios, por eso Dios envía a esos hijos a sus padres como bebés con pizarras en blanco en su corazón y con oídos dóciles. En las Escrituras se anima a los padres a pensar en cuatro generaciones en las que puede influir (Sal 78:1-8; Joel 1:1-3; Dt 4:9; Job 42:16; Sal 34:11; Is 38:19). ¡Hermoso! Los padres podrían cambiar el mundo, pero la mayoría ni siquiera ha aprendido la verdad y la sabiduría de Dios para transmitírselas a sus hijos, y la mayoría no puede pensar o invertir más allá de enviar a sus hijos a la universidad para volverlos necios ilustrados. ¡Terrible!

Un símil compara dos cosas diferentes con las palabras como” o “es”. Un tutor que corrige a un discípulo sabio que tiene oído dócil es como un aro de oro u otra joya fina; eso dice el proverbio. Los aros de oro son hermosos, al igual que otras piezas de orfebrería hechas de oro fino. Del mismo modo, un discipulador cuidadoso que habla con fidelidad y bondad a un oyente dócil también es algo hermoso de contemplar.

El que reprende con tacto (sabiduría) es el que sabe instruir y advertir a los que se apartan del camino de la justicia. Es un instructor discreto y prudente. Elige cuidadosamente la ocasión y sus palabras. No es ni demasiado duro ni demasiado indulgente. No impone preferencias personales, pero sí aplica y defiende la palabra de Dios. Afronta el debate con humildad y afecto, deseando verdaderamente lo mejor para el oyente (Lv 19:17; Gl 6:1-3; 1 Ts 5:14; 2 Ti 2:24-26).

Un sabio de oído dócil es un discípulo sumiso y obediente; el oído es una sinécdoque para alguien que escucha atentamente con todos sus sentidos. Como los nobles de Berea, el de oído dócil recibe con alegría la instrucción, con mente dispuesta (Hch 17:11). Como Cornelio, quiere saber qué debe hacer para agradar a Dios y a los justos (Hch 10:33). El discípulo de oído dócil es un persona excepcional que aprecia el valor de la reprensión y de la instrucción (Pr 1:5; 9:9; 12:1; 27:5-6; Sal 141:5).

El profeta Natán y el rey David fueron hermosos en este sentido. David fue culpable de adulterio agravado y asesinato. Natán vino discretamente a reprender a David con una historia indicada y emotiva acerca del cruel abuso cometido por un hombre rico contra uno pobre. David, un sabio de oído dócil, se indignó justamente por la crueldad cometida. Cuando fue confrontado con la verdad desnuda, confesó su pecado y se arrepintió (2 S 12:1-14).

El día de Pentecostés fue hermoso. Pedro, lleno del Espíritu Santo, fue ciertamente zarcillo de oro y joyel de oro fino al reprender a su generación por crucificar al Señor Jesucristo (Hch 2:14-36). Tres mil oídos dóciles, compungidos en sus corazones por este glorioso mensaje, quisieron saber cómo ser salvos (Hch 2:37-41).

Eliú es uno de los más grandes reprendedores de todos los tiempos. El libro de Job cuenta cómo Dios envió calamidades terribles sobre Job para probarlo. Job y sus cuatro amigos, que eran los hombres más sabios de la tierra, se involucraron en un debate teonómico. Los tres mayores aplicaron mal la verdad y la sabiduría y no mostraron ni humildad ni compasión hacia Job. Pero el joven Eliú los enderezó a los tres en los capítulos 32-37. Todo joven debe memorizar Job 32 por la valentía y sabiduría demostrada por Eliú.

Los reprendedores justos a menudo son frustrados por oídos indóciles. No hay belleza cuando los oyentes altivos, obstinados y rebeldes rechazan a los reprendedores del Señor. Aunque el reprendedor se acerca al oído indócil con cuidado y amor, es rechazado y odiado por este por atreverse a corregirlo (Pr 9:7-8; 23:9; 29:1; Mt 7:6). El Señor Jesucristo, un misericordioso reprendedor, fue rechazado por Su pueblo natal, a pesar de ser glorificado por todos (Lc 4:14-30).

También es cierto que los oídos dóciles a menudo se ven frustrados por reproches necios fuera de lugar. A veces la reprensión es mal dada, por lo que los oyentes se ofenden (1 R 12:1-19). Otras veces la reprensión no se da en absoluto, por lo que los oyentes necesitados, anhelando corrección e instrucción en justicia, continúan por su mal camino sin ninguna ayuda (Jer 23:22; Ez 33:7-9; Mt 9:37-38). Esto es terriblemente cierto hoy, cuando pastores afeminados y predicadores inmaduros sonríen como políticos lambiscones y nunca dicen nada de valor espiritual a los oyentes.

Discipuladores fieles han trabajado duro con poco fruto debido a oyentes tercos y rebeldes, oídos indóciles que se niegan a obedecer (Jer 25:4; 29:19; Ez 33:30-33). La sangre de estos oyentes será sobre sus propias cabezas. Por otra parte, oidores dóciles han muerto de hambre debido a discipuladores necios o negligentes (Jer 23:25-32; 1 Ti 4:16). La sangre de los oidores dóciles será sobre la cabeza de los réprobos.

¿Eres un buen discípulo y un buen discipulador? ¿Eres a la vez un justo que reprende y un sabio de oído dócil? Debes ser ambos para agradar a Dios y a los santos y cumplir un destino piadoso. La sabiduría se mide por la capacidad de recibir la reprensión y la advertencia, y actuar en consecuencia (Pr 1:5; 2:1-5; 5:1-2; 8:33-36; 15:5,31-32; 22: 17). La sabiduría también se mide por la capacidad de saber dar una reprensión o advertencia a quienes las necesitan (Pr 24:26; 25:11; Ro 15:1; Gl 6:1; Ef 4:29; He 5:12-14).

¿Eres un joyel de oro fino a los ojos de Dios y a los ojos de los piadosos? ¿O eres escoria que debe desprenderse del oro y de la plata por medio del fuego en el crisol? Presta atención a cómo escuchas y hablas. Darás cuenta de la verdad y de la sabiduría que has oído; y de la verdad y de la sabiduría que le has, o no le has dicho a otros. Has sido advertido.

Las congregaciones de los verdaderos santos son las joyas más bellas del universo. Allí encontrarás un grupo de hijos de Dios comprometidos a ayudarse mutuamente a ser oyentes dóciles. Allí encontrarás hombres que Dios escogió y a quienes el Señor Jesús encargó la instrucción fiel y plena de Su palabra. Contempla a los oídos dóciles reunidos y a los que los reprenden en amor y justicia. ¡Hermosa obra de orfebrería divina!

La combinación, santificada por el Espíritu Santo, es gloriosamente hermosa y poderosamente transformadora. Cada iglesia genuina es columna y baluarte de la verdad hasta que el Señor Jesús regrese para quemar y destruir la escoria de este mundo inicuo y sus hijos impíos (1 Ti 3:15). Si no eres parte de una verdadera congregación que predica la Biblia, corres el riesgo de no ser un sabio de oído dócil ni un reprendedor útil para el Maestro. Debes orar por una. Te es necesario hacer las obras del que te envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar (Jn 9:4).

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