“Quita las escorias de la plata, Y saldrá alhaja al fundidor” (Pr 25:4).
La plata se extrae de la tierra mezclada con otros metales inferiores. Luego se aísla mediante el proceso de refinación. Debe ser refinada numerosas veces para eliminar toda la escoria o materia extraña que corrompa su pureza (Pr 17:3; Sal 12:6). Una vez que se ha eliminado toda la escoria, la plata pura es un hermoso producto con las excelentes características de este metal.
Aquí hay un proverbio maravilloso: un dicho oscuro y conciso que transmite una valiosa lección de experiencia o sabiduría humana. El proverbio no tiene la intención de enseñarle nada a los orfebres o fundidores; no enseña conocimientos técnicos sobre cómo fundir, soldar o manipular metales y otros materiales como piedras preciosas, sino que Salomón saca de este proceso práctico de metalurgia una lección espiritual para que el sabio la aplique a su vida (Pr 25:5).
¿Qué lección podemos sacar de este proverbio? Una es: Así como la escoria y los metales extraños corrompen la plata y la hacen inapropiada para formar una creación artística hermosa, así las personas malvadas corrompen un gobierno con la escoria y las materias impuras de su carácter.
Para que un rey tenga un reinado glorioso y próspero en beneficio de su pueblo, debe limpiarlo de toda la escoria de hombres ambiciosos, viles e insensatos (Pr 25:5).
Un rey u otro gobernante civil debe elegir consejeros nobles y sabios para su gabinete. Una vez que detecta a una persona codiciosa, deshonesta o malvada, en cualquier nivel de gobierno, debe expulsarla rápidamente. Por este santo ejemplo a la nación, que conserva la máxima integridad del gobierno, el estado puede ser una institución hermosa y justa (Pr 14:34).
El poder y las riquezas del gobierno civil atraen aduladores, codiciosos, necios, perezosos, sediciosos, traidores y tiranos sin principios. Si se les permite permanecer en el cargo, se compromete la confiabilidad del gobernante y su autoridad delegada. Lo que Dios pretendía para la seguridad y prosperidad de los hombres se convierte en su enemigo y destructor.
La regla se aplica a todas las esferas de la vida personal y de la sociedad en general. Para que un matrimonio tenga amor y paz, la mujer rencillosa debe ser rechazada (Pr 27:15-16; 30:21-23). Para que una familia tenga unidad, el escarnecedor debe ser echado fuera (Pr 22:10; Dt 21:18-21). Para que una iglesia agrade a Dios y beneficie a sus miembros, los falsos creyentes deben ser identificados y excomulgados (Sal 144:11-15; 1 Co 5:1-13). Si se descuida este proceso de refinación, la entidad resultante nunca alcanzará su potencial.
Jetro le dio a Moisés un excelente consejo: que escogiera de entre el pueblo quienes lo ayudaran a juzgar los asuntos menores, y las calificaciones que debían tener estos jueces (Ex 18:21). Y el rey Josafat siguió estrictamente este estándar a la hora de elegir jueces (2 Cr 19:5-11). Ambas administraciones fueron hermosas, y la nación prosperó en ambos casos. Es el deber de todo líder, desde un marido o padre hasta el presidente de una nación, mantener la paz y la rectitud tanto de la familia como de la nación eliminando elementos desdeñosos o sediciosos de en medio.
Asuero salvó la integridad del matrimonio en todo el Imperio Persa al divorciarse de la reina Vasti, para que las mujeres del reino no se volvieran contra sus maridos (Est 1:10-22). David sacrificó la integridad de su reinado al retener a su sobrino Joab como capitán del ejército, lo que le costó a él y a la nación intrigas, muerte e insurrecciones (2 S 3:28-39; 1 S 18:5-15;2 S 19:5;1 R 1:7; 1 R 2:4-6). Y lo hizo a pesar de comprometerse fuertemente a seguir la sabiduría de este proverbio (Sal 101:1-8). Sin embargo, salvó a Salomón del mismo error al ordenarle que matara a Joab (1 R 2:5-6).
¡El Señor Jesucristo es el Fundidor perfecto! Ama la justicia y aborrece la iniquidad (Sal 45:6-7; He 1:8-9). Él no permitirá a los necios delante de Sus ojos (Sal 5:5; Mt 7:21-23). Él ha purificado a todos los elegidos por Su sangre para ser reyes y sacerdotes para Dios y ofrecer sacrificios perfectos ante Él (Mal 3:1-5; Ap 1:5-6). Se acerca el día en que purificará el universo de todas las escorias (Mt 13:37-52; 25:31-46; Ap 19:17-21; 20:11-15). ¡Arrepiéntete ante Él, hoy!
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