“No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes” (Pr 25:6).
Aquí hay sabiduría para avanzar en la aprobación de Dios y de los hombres. La sabiduría incluye la discreción; la discreción incluye la humildad; la humildad incluye la reserva; y la reserva te impide buscar hablar o interactuar con personas importantes. Un hombre sabio nunca se presentará en presencia de personas importantes a menos y hasta que sea requerido (Dn 5:10-12).
El proverbio continúa (Pr 25:7):
“Porque mejor es que se te diga: Sube acá, y no que seas humillado delante del príncipe a quien han mirado tus ojos” (Comentario).
Es mejor dejar que los demás te pidan que hables o que te sientes con ellos a que que te digan que te calles o que te excluyan de su compañía. Deja que otros te inviten o te alaben (Pr 25:27; 27:2).
El Señor Jesús enseña lo mismo:
“Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a este; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa” (Lc 14:8-10).
Un hombre sabio sabe que el silencio y la humildad causan mejor impresión que imponer su presencia o su opinión. Sabe que la humilde distancia y el cortés desapego social hablan mejor de él que imponer su presencia (Pr 17:27-28). Sabe que tener demasiada alta opinión de sí mismo es un autoengaño insensato y una vanagloria ofensiva ante Dios y los hombres (Ro 12:3; Fil 2:3-4).
Un hombre sabio sabe que incluso cuando un grupo de personas no le dice que se calle o se vaya, ¡es muy posible que lo estén pensando y lo quieran! Preferiría que esas mismas personas desearan fervientemente su presencia o su consejo en lugar de desear que se fuera a otra parte. Debiera ser motivo de gran vergüenza para muchos suponer que otros están enamorados de ellos y complacidos con su presencia, o hipnotizados con sus historias y anécdotas.
Diótrofes, un hombre presumido, que amaba la preeminencia en su iglesia, probó que no era de Dios (3 Jn 1:9-11). Tal espíritu y conducta no pueden ser tolerados en un candidato ministerial, porque entre la asamblea de los santos debe estar listo para ser un siervo, no un señor (Lc 22:24-27; 1 Ti 3:6; 1 P 5:1-4).
Debes abstenerte de entrometerte en discusiones o actividades grupales a las que no hayas sido invitado, especialmente si los que están en el grupo son tus superiores desde cualquier punto de vista. Si tienes algún valor para ellos, pronto solicitarán tu participación u opinión. Hasta entonces, es mejor estar en silencio y en el último lugar, a salvo de la vergüenza, como enseña también el Otro hijo de David, el que es más Salomón ((Lc 14:8-10; Mt 12:42).
- - - - - -
RELACIONADOS
SAL DE LA TIERRA, LUZ DEL MUNDO
EL OJO ES LA LÁMPARA DEL CUERPO
EL REINO DE LOS CIELOS SUFRE VIOLENCIA
SANSÓN Y LOS CRISTIANOS DE HOY
EL ALCOHOL—LA DROGA MÁS LETAL DEL MUNDO
EL SEÑOR JESÚS—NUESTRO DÍA DE REPOSO
