Monday, November 10, 2025

¿FAMA O INFAMIA?



“No sea que te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse” (Pr 25:10).

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Los chismes pueden arruinar tu reputación. Sin embargo, el chismear es increíblemente fácil de practicar. Los sabios sabrán que eres una persona impía y te reprenderán, y tu nombre será deshonrado y avergonzado. 

La lección es sencilla: No hables de forma crítica o negativa sobre nadie; no difundas secretos ni rumores sobre nadie; no calumnies a nadie. El chisme es un pecado atroz y puede manchar permanentemente tu reputación.

Esta es la segunda mitad del proverbio. La primera mitad dice: 

“Trata tu causa con tu compañero, y no descubras el secreto a otro (Pr 25:9). 

Los buenos creyentes solo discuten las diferencias o las ofensas con la persona involucrada, no con otros que no tienen parte en el asunto. Si le cuentas a otros sobre un conflicto con alguien, esos otros sabrán que eres una persona odiosa, maliciosa e impía. Trataste de manchar la reputación de alguien hablando con otros en su ausencia, pero solo lograste que tu reputación fuera manchada. ¡No te engañes! Aquellos ante quienes murmuraste en contra de tu prójimo, ya saben que eres una persona maldiciente y querellosa. Hablarías sobre ellos de la misma manera si te dieran la oportunidad. No confiarán en ti ni te respetarán.

El Señor Jesús enseña la misma regla de piedad y sabiduría: 

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano (Mt 18:15). 

Si no puedes ignorar la ofensa, ve adonde el ofensor y exponle tu cuita. En lugar de contarle a otros sobre el problema, cuéntaselo solo a él. La regla es clara e inequívoca.

Cuando tienes un problema con alguien, es cruel y malicioso contárselo a otros. Es infidencia. Es maledicencia. Lo haces para difamar y perjudicar a la otra parte en su ausencia, y obtener la simpatía de tu oyente. Buscas dañar la reputación de la otra persona y exaltar la tuya. El santo Dios del cielo considera tales intenciones y palabras como homicidio (Mt 5:21-26), y darás cuenta de ellas en el juicio. ¿No lo crees? Lee cuidadosamente:

“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mt 12:36-37).

Debes mantener conflictos y ofensas personales entre tú y el incumbente. Si le cuentas a otros sobre ellas, se llama chisme. En la Biblia, esto también se llama murmuración, maledicencia, rumor, recriminación, reproches, rencilla. Estos son pecados terribles que Dios odia. Si mientes sobre el asunto, entonces también se llama calumnia. No importa que estos pecados sean de práctica habitual hoy en día en un mundo al borde del abismo de la destrucción, y que ya no se predique en contra de ellos en los púlpitos: son atroces a los ojos de Dios y Él te condenará por ellos, al menos que te arrepientas y dejes tal práctica.

Los creyentes piadosos desprecian este maltrato a los demás, y despreciarán a la persona que lo haga. Reprenderán con ira a los que chismean sobre los demás. Es su deber hacerlo. Salomón escribió: 

“El viento del norte ahuyenta la lluvia, y el rostro airado la lengua detractora (Pr 25:23). 

Es una vergüenza que hoy en día los sabios no reprendan a las personas calumniadoras, chismosas, murmuradoras, rencillosas y maledicentes (Lv 19:17; 1 Ts 5:14).

Si tienes un problema con alguien, y no puedes gloriosamente pasarlo por alto, ve a él a solas y resuélvelo con caridad cristiana. Pon un resguardo en tu corazón, y ni siquiera pienses en decírselo a los demás. Solo di cosas elogiosas y amables sobre otras personas. Haz que tu reputación sea gloriosa y llena de gracia, edificando siempre a los que te escuchan hablar (Ef 4:29; Col 4:6).

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