“Tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma” (Pr 26:19).
Bromear no le conviene al cristiano: no es apropiado, sabio ni edificante. Causa confusión, dolor y problemas. Destruye la confianza y la seguridad. Esto es especialmente cierto cuando bromeas con aquellos que confían en ti. El hombre que engaña a su prójimo para aprovecharse de él, o que utiliza de manera habitual bromas necias, es como un loco que arroja llamas, saetas y muerte (Pr 26:18). Tu prójimo confía en ti, sé digno de su confianza.
Este versículo es la segunda mitad de un proverbio contra las bromas y la frivolidad. La analogía y el símil requieren que juntemos la primera y la segunda mitad del proverbio para una mejor comprensión de su sentido:
“Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte, tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma” (Pr 26:18-19).
El rey Salomón no tenía ninguna simpatía por las personas profanas que engañan a otros con motivos ulteriores, y que luego excusan su maldad llamándola una “broma”.
Esta generación tonta bromea para entretenerse. Las comedias de situación en horario de máxima audiencia son un flujo continuo de engaños y enredos entre “parejas” y “amigos”, en las que las risas grabadas les dicen a los espectadores descerebrados y sin conciencia que también deben reírse.
Es difícil comprender la advertencia sobria y severa de Salomón, ya que la sociedad actual ama tal necedad e ignora la sobriedad cristiana. ¿Tus abuelos se sentarían a reírse con hienas tan profanas todas las noches como lo haces tú con tus amigos de la TV?
Bromear no le conviene al cristiano. No tiene ningún propósito noble o útil. Es contrario a la espiritualidad y a la verdadera religión. ¿Cómo se puede estimar a un hombre que toma los asuntos serios de la vida y los convierte en bromas y frivolidad? Hacer el amor es un noble placer para el marido y su mujer. Pero las comedias de situación y los comediantes dependen en gran medida de las insinuaciones con malicia sexual y las bromas directas sobre las partes del cuerpo y las actividades relacionadas al sexo. Tales tipos de bromas son semejantes a cometer pecado sexual, porque excitan la imaginación y el ánimo de una manera incorrecta.
No te engañes. Tener una intención oculta, un propósito secreto o una razón no declarada que está “más allá” de lo obvio y que motiva en ti una acción o declaración deshonesta, es pecado, no una broma.
Decirle a tu prójimo que algo que hiciste o le dijiste era una broma, cuando tenías una motivación escondida que se reveló después, que operó por debajo de la superficie, con un doble fondo y una agenda secreta, con un evidente interés egoísta, es sinuoso y serpentino; algo digno del diablo y no de una persona que profesa la fe en el Testigo fiel y verdadero (Ap 1:5; 3:14; 19:11).
La vida es seria, solemne para los justos, y debe ser tratada con total sobriedad. Sólo los necios se burlan del pecado (Pr 10:23; 14:9; 15:21). El pecado es algo horrible: desafía a Dios, daña a tu prójimo, es destructor de las relaciones humanas y conduce al castigo eterno. El bendito Dios una vez ahogó al mundo a causa del pecado, y pronto lo quemará por la misma razón. Sólo los escarnecedores sin esperanza de reforma se ríen y bromean sobre el pecado. El pecado debe ser evitado, odiado y abandonado.
Este personaje malvado del proverbio, como un loco que lanza fuego, flechas y muerte, puede aparecer incluso en las iglesias de Cristo (2 P 2:13; Jud 4; Jud 12-13). Predicador, cuidado con la frivolidad en el púlpito. Por encima de todos los lugares de la tierra, la seriedad y la sobriedad deben ser exaltadas en la casa de Dios (1 Ti 3:2,4,8,11; Tit 1:8;2:2,4,6,7). ¡Que el Señor nos guarde a todos de la frivolidad!
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