Wednesday, December 17, 2025

SIN LEÑA SE APAGA EL FUEGO



  

“Sin leña se apaga el fuego, Y donde no hay chismoso, cesa la contienda” (Pr 26:20).

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Las disputas, las peleas, el mal ojo y la mala sangre entre las personas terminan rápidamente cuando los impíos dejan de difundir insinuaciones, rumores e información negativa sobre otros. Así como el fuego se apaga cuando no le queda nada más que consumir, así el conflicto termina cuando el maledicente se va. 

Los justos tienen dos deberes solemnes: nunca contar chismes, y callar a quienes hablan mal sobre los demás.

Chismear es un pecado olvidado en esta era digital. No se entiende ni se condena. Chismear se refiere a difundir noticias, rumores, comentarios, a menudo falsos o sin fundamento, sobre asuntos ajenos, de otras personas, con la intención de generar conflictos, indisponer a otros, o simplemente por morbo, entretenimiento malicioso o para satisfacer la curiosidad ociosa de quienes no tienen nada bueno ni decente que hacer con sus vidas. Es un mal hábito comunicativo que busca información relevante sobre la reputación de otros para causarles daño moral. La Biblia también lo llama murmurar, criticar, maldecir, calumniar (Pr 16:28; 20:19; 25:23; Ro 1:29-30; 2 Co 12:20; 1 Ti 5:13), y lo condena duramente en ambos testamentos. 

No importa si la información es cierta. Las murmuraciones, los chismes, las habladurías y las críticas muchas veces difunden información verdadera sobre otras personas, pero esta información igual daña su reputación, así que debería ser prohibida.

La calumnia mantiene vivo el fuego del conflicto cuando de otro modo moriría. Los calumniadores son malas personas que no tienen amor por la paz y la reputación de sus semejantes (Pr 15:18; 16:27-28; 26:21; 29:22). Los justos cubren los pecados de los demás y los entierran (Pr 10:12; 17:9; 1 P 4:8). Buscan hacer la paz en todo momento (Stg 3:17-18).

Dios odia los chismes y las murmuraciones (Pr 6:12-19; Sal 15:3), porque violan el carácter y la reputación de otras personas. Comparable a estar enojado con tu hermano sin causa, chismear es una violación del sexto mandamiento: No matarás (Mt 5:21-26). La murmuración causa un gran dolor en lo profundo del alma y de las relaciones entre las personas (Pr 16:28; 17:9; 18:8; 26:22), semejante a la muerte.

¿Odias este pecado? ¿Guardas tus labios para que no se te escape nada negativo sobre otra persona en el calor de la pasión o durante una charla ligera? ¿Amas a los demás lo suficiente como para evitar decir algo sobre ellos que sería despectivo o dañino? Si hablas mucho es probable que cometas este pecado a menudo. Disminuye el número de tus palabras a la mitad. Haz un voto solemne de decir solo cosas buenas, amables y edificantes sobre los demás (Col 4: 6; Ef 4:29).

¿Odias a los que cometen este pecado? Ellos deben ver y sentir tu justa ira cuando comiencen a esparcir asuntos privados de otras personas en tu presencia (Pr 25:23). Si tienes posición o autoridad para hacerlo, echa fuera a esa gente maledicente y murmuradora (Pr 22:10). Echarlos hará que se terminen las contiendas, las habladurías y los reproches. David no permitía que tales personas se acercaran a él: 

 Corazón perverso se apartará de mí; no conoceré al malvado. Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré; no sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso (Sal 101:4-5).

“Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Col 4:6).

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