Wednesday, September 3, 2025

CONVENCER DE PECADO, DE JUSTICIA Y DE JUICIO



En Juan 16:8, el Señor promete enviar al Espíritu Santo: 

“Y cuando él [Espíritu] venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”

En este versículo, vemos un triple ministerio que el Espíritu realizará en relación con el mundo no perdido. Él convencerá a la humanidad; es decir, la reprenderá y le mostrará que está equivocada. Esta reprensión se dirigirá a tres áreas en las que el mundo necesita ser amonestado: pecado, justicia y juicio.

De Pecado

Jesús continúa explicando: 

De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado (Jn 16:9-11).

El mundo es un lugar pecaminoso, y una de las tareas del Espíritu Santo es convencer a la humanidad de su pecado. Ninguna predicación, súplica o acusación logrará tal convicción de pecado, a menos que el Espíritu Santo actúe en el corazón del pecador. Es tarea del Espíritu convencer. ¿Y cuál es el pecado más común del que el mundo es culpable? Jesús lo especifica como incredulidad. El poder de convicción del Espíritu Santo actúa en el mundo porque no creen en [Cristo]. Una vez que una persona responde a la convicción del Espíritu y se convierte a la fe en Cristo, los demás pecados que haya cometido quedarán eliminados. El principal pecado de la humanidad es el de la incredulidad—negarse a creer en Jesús y obedecerlo. El segundo pecado de la humanidad es el de la rebelión o desobediencia. El Espíritu Santo saca a la luz la naturaleza rebelde de la humanidad, mostrándonos la maldad de nuestros pecados y la necesidad de un Salvador. 

De Justicia

También hay que convencer al mundo de la justicia de Dios, y esto también es algo que hace el Espíritu Santo. Existe una norma justa a la que todos nos debemos someter, a pesar de la obstinada negación de la verdad absoluta por parte del mundo. ¿Y quién es la norma de la justicia? Jesús se señala a Sí mismo como esa norma: por cuanto voy al Padre. Solo hay una Persona que bajó del cielo, vivió una vida de perfección sin pecado y ascendió de nuevo al cielo: el Hijo del Hombre, que vive para ser nuestro Intercesor (Jn 3:13; 1 Ti 2:5). La justicia que el mundo intenta negar se encuentra demostrada en Cristo. Todo lo que Él dijo e hizo fue la expresión consumada de Dios Padre (Jn 8:28; Col 2:9). Él es la justicia personificada, y nadie puede estar a Su altura (Ro 3:23). La justicia de Dios es manifestada sólo en el Señor Jesús, quien murió en la cruz y resucitó, ofreciéndonos un camino hacia la reconciliación.

De Juicio

El mundo se enfrenta al juicio, y el Espíritu Santo también nos convence de esta verdad. Hay un día de juicio programado, un día en el que el Dios santo hará justicia y librará a Su creación del pecado. De hecho, este juicio ya ha comenzado. ¿Con quién ha comenzado? Jesús identifica a Satanás como aquel sobre quien cayó el juicio: y el que manda en este mundo, que es el diablo, será echado fuera. Jesús había indicado anteriormente que Su muerte en la cruz fue cuando el príncipe de este mundo será echado fuera (Jn 12:31). Fue en la cruz donde Jesús redimió a los pecadores para Dios y venció completamente a Satanás. Para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo (He 2:14). Tres días después, Jesús resucitó de entre los muertos, mostrando a todo el mundo que el dominio de Satanás ha sido derrocado. Todos los que rechazan a Cristo y permanecen en su pecado serán condenados junto con Satanás, y esta es la advertencia que el Espíritu Santo hace sonar en los corazones de los que no son salvos. El juicio de Dios anuncia la destrucción final que caerá sobre Satanás y sobre todos los que rechacen a Cristo Jesús, resaltando las consecuencias de la incredulidad

La influencia del Espíritu Santo en la vida de una persona no salva la llevará a darse cuenta de que es culpable, de que Dios es justo y de que todos los pecadores merecen ser juzgados. Una vez que el pecador haya despertado a la gran necesidad de su alma, el Espíritu le señalará a Cristo, el único Salvador y Refugio del juicio (Jn 16:14). En todo esto, el Espíritu utiliza Su espada, la Palabra de Dios (Ef 6:17), y el resultado de Su victoria sobre el pecador es un corazón regenerado. Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10:17).

La frase “convencerá de pecado, justicia y juicio” proviene de Juan 16:8 en la Biblia, y se refiere a la obra del Espíritu Santo para mostrarle al mundo su condición pecaminosa, la justicia de Dios en Cristo, y el juicio venidero. El Espíritu Santo convence de pecado porque no creen en Jesús; de justicia porque Jesús ascendió al Padre y ya no se le verá más hasta Su segunda venida; y de juicio porque Satanás, el “príncipe de este mundo”, ya ha sido juzgado en la cruz. 

La convicción del Espíritu Santo es para:

  • Guiar a las personas al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo.
  • Despertar la conciencia del pecador sobre la gravedad de sus acciones.
  • Motivar la búsqueda de la justicia divina y la vida obediente a Dios.
  • Llevar a una vida de santidad y a una relación más profunda con Cristo. 

Se Puede Resistir & Rechazar 

Contrario a quienes enseñan que la gracia de Dios es irresistible, la Biblia nos muestra que la obra del Espíritu Santo puede ser resistida y rechazada por una persona. 

La Biblia habla a menudo en contra de ser “duro de cerviz. Ser duro de cerviz es ser una persona porfiada y contumaz. A menudo la Biblia usa esta figura retórica para describir la actitud de Israel con Dios (Ex 33:3; Dt 9:13; Neh 9:16; Hch 7:51). 

Originalmente, el término se utilizaba para describir a un buey que se negaba a dejarse guiar por el cabestro del granjero. Cuando un agricultor enganchaba una yunta de bueyes a un arado, los dirigía pinchándolos suavemente con una aguijada afilada en los talones o en el cuello para que tomaran velocidad o giraran. Un buey que se resistía a ser dirigido de esa manera por el agricultor era llamado “de dura cerviz. Un animal (o persona) duro de cerviz no quiere girar la cabeza para seguir otro camino.

Los israelitas conocían bien el término duro de cerviz, por eso, cuando el Señor lo usó para describirlos, entendieron el mensaje. Todo agricultor entendía muy bien la frustración de intentar arar un campo o transportar un carro cuando el buey era de dura cerviz. Un buey que no se dejaba guiar era inútil para cualquier trabajo. Un buey duro de cerviz es una gran decepción, ya que no cumple con la tarea que debe realizar. Cuando el pueblo escogido por Dios se negó a amarlo, a honrarlo y a obedecerlo, no estaba viviendo el propósito para el cual Dios lo escogió como Suyo (Is 41:8-9; Jer 7:23-24; Ex 19:5-6). Dios les dejó en claro Su voluntad a los israelitas, y su desobediencia fue justamente llamada dura cerviz y corazón duro. Mientras Israel se rebelaba contra Dios, ignoraba la aguijada que Dios usaba para intentar redireccionarlos.

Esteban, el primer mártir cristiano, utilizó el término duros de cerviz cuando les dijo a los judíos que habían asesinado a su Mesías. Dijo: 

¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores (Hch 7:51-52). 

Por decirles la verdad, Esteban murió apedreado.

Todos los seres humanos fuimos creados a la imagen de Dios (Gn 1:27) con el propósito de reflejar Su gloria mientras vivimos en comunión con Él. Pero, después de que Adán pecó en el Jardín, todos queremos seguir nuestro propio camino (Ro 5:12). Dios envió a Su Hijo para que pagara el precio de esa rebelión y, sin embargo, millones de personas siguen rechazando Su invitación (2 Co 5:21; Jn 3:16-18). Aquellos que tienen la oportunidad de conocer a Dios pero que, en vez de eso, se sirven a sí mismos, siguen el ejemplo de Israel al ser “de dura cerviz”, al rechazar la obra del Espíritu Santo en sus vidas (He 3:7-12).

Dios promete guiar los que lo aman, y les pide no ser duros de cerviz:

Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti (Sal 32:8-9).
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Tuesday, September 2, 2025

POMPAS DE JABÓN



“¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo” (Pr 23:5).

Audio

¿Por qué contemplar pompas de jabón? Rápidamente desaparecerán. No eres tan necio, ¿o sí? Si deseas, o planeas, o trabajas para ser rico, ¡estás confiando tontamente en pompas de jabón!

Salomón primero condenó la insensatez de tratar de ser rico (Pr 23:4), luego dio una razón sobria para no perseguir esta tonta meta. Considera su lección amorosa, y se sabio. ¿Por qué un hombre pasaría su vida tratando de obtener algo que es solo una ilusión? La naturaleza humana, las leyes de la economía y los juicios de Dios le quitarán las riquezas rápida y certeramente.

Si examinas el proverbio verás enseguida que trata sobre la tonta codicia del hombre por la acumulación de dinero. Salomón advirtió en contra de codiciar a las mujeres y al vino (Pr 6:25; 23:31), y advierte aquí en contra de la codicia por las riquezas. La mayoría de las personas nunca adquiere riquezas. La riqueza se ve, se desea, se persigue, se espera e incluso se cuenta; pero tan pronto como aparece a la vista, desaparece. Lo único seguro sobre la riqueza es la conclusión dada por Salomón: ¡Las riquezas son efímeras!

Trabajar duro toda tu vida para ser rico es desperdiciar tu vida, como lo aprendió el rico necio, cuando escuchó la voz, no del Padre Tiempo, sino del Dios grande y temible, quien le dijo: 

“Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” (Lc 12:16-21).

 El Señor Jesús enseña: 

“Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a este temed” (Lc 12:4-5).

No puedes llevarte contigo las riquezas (Job 1:21; 1 Ti 6:7), y muchas otras cosas perderás en esta vida, como debes aprender. Llegaste al mundo desnudo e indefenso, y te irás de la misma manera. El Juez que te espera no se inmutará por ninguna cantidad de éxito o riqueza que hayas obtenido aquí. ¡Solamente la piedad con contentamiento es gran ganancia, con gran promesa! (1 Ti 4:8;6:6)

En las llamadas naciones desarrolladas se pagan impuestos. Cuanto más ganas, un impuesto sobre la renta punitivo y progresivo se lleva un porcentaje aún mayor. ¿Es una tontería castigar así a los exitosos? ¡Por supuesto! Pero eso no altera el hecho. El César quiere una mayor porción de mayores ingresos.

En estas naciones hay una segunda recaudadora de impuestos. Solo unos pocos ven a esta ladrona, aunque la mayoría oye hablar de ella. Es la inflación, el aumento sostenido y generalizado de los precios de los bienes y servicios en una economía, lo que significa que el dinero pierde su valor y puedes comprar menos cosas con la misma cantidad de dinero con el paso del tiempo.

¿Y las otras leyes de la economía? La propensión a consumir dice que el gasto aumenta por lo menos tan rápido como el ingreso (Ec 5:11). Quieres mostrar y disfrutar tu riqueza, por lo que copias los hábitos de los ricos (Pr 21:17,20; 6:9-11; Lc 15:12-16). Entonces comienza el lloro por el alto costo de la vida, cuando lo que duele en realidad es lo mucho que se gasta en vivir. Cuanto más ganas, más gastas, así que pierdes lo que tenías al inicio. Todo lo que haces es contar tus ganancias al llegar, y luego al irse, y eso es todo. ¡Pompas de jabón! ¡Burbujas de vanidad!

¿Qué hay de la naturaleza humana? Las riquezas traen con ellas arrogancia y orgullo que engañan a las personas para que tomen decisiones comerciales tontas y apresuradas, e inversiones que se llevan gran parte de su ganancia (Pr 10:15; 18:11; 26:12; 28:11,19). El éxito financiero es peligroso, porque engendra un exceso de confianza que puede conducir a una caída dolorosa (Pr 16:18;18:12). ¡Conténtate con sustento y abrigo! (1 Ti 6:8)

Si te queda algo después de los impuestos, la inflación, la vida cara y las ofertas de negocios piramidales, comprometes tu dinero con las inversiones de la banca con la esperanza de recuperar lo que has perdido. Pero la banca expone tus fondos decrecientes a los caprichos de varios mercados crueles que agitan y queman tus activos mediante transacciones frecuentes hasta que te los confiscan mediante tarifas de transacción que llaman gastos operacionales.

Y no te olvides de los hijos y sobrinos que están a la espera de tus bienes, para tomarlos legal o ilegalmente, mientras vivas o después de muerto. Más rápido de lo que los adquiriste con sabiduría (Ec 2:18-21) los perderás todos ya sea por la necedad de ellos o por su simple codicia. Las riquezas son mentira y vanidad, ¿no es cierto, hombre rico?

Compitiendo con los parientes codiciosos hay en tu vida sanguijuelas aduladoras que se hacen llamar amigos, quienes se irán el día antes de que se te acabe el dinero (Pr 14:20; 19:4-7). Lee los comentarios de Agur sobre la sanguijuela y sus dos hijas (Pr 30:15). 

Concluyendo este breve repaso sobre la vanidad de las riquezas, no olvides la advertencia del Señor Jesucristo de que todo tesoro en la tierra (y esto se aplica literal y metafóricamente a todas las inversiones mundanas) que no te sea robado por los ladrones ciertamente será corrompido por la polilla y el orín (Mt 6:19).

Este proverbio advierte sobre la vanidad de las riquezas, pero también sobre su peligro para el alma y la vida, porque estas generalmente le roban al hombre el contentamiento, la piedad, la misericordia y la paz que son la base para la felicidad genuina y el éxito espiritual (1 Ti 6:6-10; Ec 5:12).

Las mayores riquezas de la vida son el evangelio y el reino del Señor Jesús, que son gratis para aquellos que verdaderamente creen en Él y abrazan las preciosas y grandísimas promesas que Dios tiene para sus hijos (Is 55:1-2; Sal 19:10-11; 1 Co 2:9). Los hombres dejan sus riquezas en este mundo cuando mueren, pero los hijos de Dios heredarán un nuevo mundo con Jesús cuando Él venga por ellos (Ro 8:17-23; 1 P 1:3-5).

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RAÍZ DE TODOS LOS MALES



“No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste” (Pr 23:4).

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La meta de ser un exitoso hombre de negocios cristiano es una ilusión del infierno. Es confiar en la sabiduría de tu corazón, en lugar de confiar en la sabiduría de Dios. En lugar de eso, haz que tu meta sea ser un cristiano exitoso. Si Dios bendice la parte material de tu vida, bien; si no, igual tendrás éxito. “Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (1 Ti 6:6).

¿Por qué trabajar para ser rico? Salomón condenó tal objetivo debido a la naturaleza temporal de la riqueza: el dinero se va volando (Pr 23:5). La adversidad lo reduce; los ladrones lo roban; las bocas lo devoran; los gobiernos lo gravan; la descomposición lo corroe; y los necios lo derrochan. Eclesiastés detalla cómo desaparecen las riquezas de su dueño. Perseguir la riqueza es vanidad y aflicción de espíritu.

Pero hay más razones por las que buscar ser rico es una tontería. 

“Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Ti 6:7-8). 

Las riquezas no satisfacen: cuanto más tengas, más querrás (Ec 5:10). Las riquezas también te roban la paz, pues debes preocuparte por conservarlas (Ec 5:12).

¡Cesa de confiar en tu corazón! Él te dice que puedes vencer los problemas con el dinero. Te dice que no naciste con las tentaciones de otros hombres. Te dice que vivirás mucho tiempo. Te dice que puedes mantener el dinero de forma segura sin preocuparte. Te dice que el dinero te hará feliz. Pero lo peor está por venir: la búsqueda de riquezas te destruirá el alma.

El éxito financiero, la riqueza, la prosperidad económica o la abundancia de bienes son objetivos muy peligrosos y engañosos. Pablo advierte: 

Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Ti 6:9-10).

Buscar tener dinero y riquezas destruye la fe. Establece tu meta para ser un cristiano exitoso, no un hombre de negocios exitoso. Olvídate de la parte material. El dinero no es el problema, el amor al dinero es el problema.

Si la riqueza es tu meta, tu corazón te seguirá (Mt 6:19-21). La codicia te consumirá. Te enfriarás hacia Dios y el cielo; sacrificarás la piedad por la ganancia económica. Tus prioridades serán distorsionadas. Dejarás a Cristo, como el joven rico (Mt 19:16-30).

Tu corazón te miente. No puedes servir a Dios y a las riquezas (Mt 6:24): un hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos (Stg 1:8). Las riquezas no te harán feliz (Lc 12:15). Haz de Cristo tu única meta (Col 3:1-4). Conténtate con Él y con lo que Él te de (He 13:5-6). 

“Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1 Ti 6:11).

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Monday, September 1, 2025

EL PRINCIPAL Y ÚNICO PLATO PARA TU ALMA



“Cuando te sientes a comer con algún señor, Considera bien lo que está delante de ti” (Pr 23:1).

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Ignora tu apetito en comidas con personas importantes porque estas casi siempre tienen una agenda. La comida y la bebida son poderosos medios de persuasión. Cabilderos, políticos, seductores promiscuos y vendedores de toda clase de mercancías utilizan los almuerzos y las cenas como herramientas para romper las inhibiciones y las resistencias a sus objetivos.

¿Te resistirías si la delegación de un presidente te invitara a comer en el restorán más caro de la ciudad? Salomón advirtió a su hijo sobre el peligroso y seductor poder de comer y beber lujosamente con una persona que quiere corromperte o hacerte daño (Pr 23:1-8).

Considera las influencias que trabajan juntas para debilitar tu determinación y obtener tu aprobación. El entorno cálido y acogedor, las palabras halagadoras, el vino de calidad internacional, la carne jugosa y la repostería delicada crean el ambiente ideal para la trampa y las mentiras.

Nublan tu mente de discernir las intenciones de tu anfitrión. Reducen tu vigilancia relajando tu cuerpo y alma. Te obligan a devolver de cualquier manera a tu alcance el costoso favor de su invitación. Al exponerte a esos mimos haces que tus sentidos se exciten a causa del costo desplegado ante tu persona. Presionan tus convicciones para que apruebes tal placer. ¿Podrías resistirte y no ceder a lo que se espera de ti?

El libro de Proverbios es un libro que enseña sabiduría: el poder del juicio correcto, saber qué hacer en cualquier situación. Enseña discernimiento: la capacidad de percibir una situación a pesar del engaño y la distracción. Enseña discreción: saber cuándo decir ¡No!

La advertencia aquí es bastante clara: No dejes que el extraordinario deleite de una situación o el lujo ofrecido por un anfitrión nublen tu juicio o cieguen tu alma para que no reconozcas la tentación y el consecuente peligro que te acecha. Si una persona influyente te está ofreciendo algo con despliegue de atenciones, es porque tiene un motivo oculto.

No importa cuán deliciosa parezca, huela y sepa la comida, es engañosa (Pr 23:1-3). Es una trampa cuyo deleite es efímero (Pr 23:4-5). Es comida que te distrae del peligro porque el corazón de tu anfitrión no está contigo, no importa cuán atractivo sea el ofrecimiento (Pr 23:6-7).

Es carne venenosa, y volverá como vómito cuando te des cuenta de cómo fue usada para atrapar tu alma y dañar tu vida (Pr 23:8). Ignora los halagadores brindis. Desprecia el sabor fabuloso. Considera suspicazmente la probable agenda oculta de tu anfitrión.

La lección es más amplia de lo que parece, como lo es gran parte de las Escrituras (Sal 119:96). Destacar el peligro específico del buen vino, la comida y un anfitrión importante es el objetivo obvio. Pero la advertencia también incluye cualquier seducción más sutil que oculte los motivos o metas del oferente. No te engañes, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres, por muy atractivas que se disfracen (1 Co 15:33).

Pasa por alto el valor de la comida y los adornos elegantes de cualquier tipo y concéntrate en el riesgo que corres. Solo los necios se sumergen y disfrutan del agasajo ofrecido sin considerar el veneno en el vaso. La sabiduría conduce a la salvación si aplicas el escepticismo en todo tipo de situaciones.

Dina violó esta lección cuando ingenuamente fue a ver a las muchachas de Canaán; ella no era rival para el príncipe Siquem (Gn 34:1-3). Innumerables muchachas jóvenes e inocentes han perdido su virginidad por la atracción seductora de un hombre irresistible (Pr 30:19).

La advertencia es clara. Mira más allá del despliegue de atención con que se te honra; trata de percibir la intención y el objetivo del invitador. Es deber del padre proteger a las hijas de tales situaciones y tentaciones, porque siempre ha sido demasiado fácil para un hombre seducir a una chica curiosa e indiscreta (Pr 30:19).

Dado que Proverbios se dirige a los jóvenes, particularmente al hijo de Salomón, las advertencias también son contra la mujer extraña, la ramera o adúltera que busca a un joven incauto. En su parábola gráfica de la seducción, Salomón describió los atractivos atavíos y artimañas que usó una seductora intrigante para tentar a su vulnerable víctima a la fornicación y el adulterio, y llevarlo a la muerte (Pr 7:6-23).

¿Cuál es el secreto para resistir a estas mujeres? No las mires ni pienses en ellas (Pr 6:25; Job 31:1; Mt 5:28). Aplicas el proverbio considerando la muerte y el infierno que te esperan más allá de la belleza, la adulación y tus pasiones juveniles (Pr 2:18; 5:5; 7:27; 9:18).

¡Bendito sea Dios por los verdaderos héroes en esta batalla! Daniel no se dejó impresionar en absoluto por el vino y la comida del rey cuando fue puesto en la vía rápida al éxito en Babilonia (Dn 1:1-16). Había propuesto en su corazón que no se contaminaría con tal comida seductora. Consideró sabiamente lo que le ofrecían en bandeja y vio el peligro de desobedecer a su Dios, y su Dios lo recompensó con creces por esto.

José desafió los avances de la mujer de Potifar cuando era esclavo en Egipto pero con gran autoridad y libertad de parte de su amo (Gn 39:1-18). Miró más allá de la ansiosa adúltera y sus propios deseos juveniles para considerar la ofensa contra Dios, y aunque por su integridad se ganó una estadía en la prisión, pasó el resto de su vida en un trono.

La lección no ha terminado. Las iglesias falsas también ponen una mesa delante de ti y te ofrecen vino mezclado: lo hacen para cenar ellas las almas simples atraídas por el hermoso edificio, la música religiosa, los elaborados rituales, los entretenidos sermones, los ministros halagadores y los programas juveniles. ¿Puedes considerar sabiamente lo que tienes ante ti en este asunto crucial? 

La herejía sabe mejor con buena música y prédicas emocionales (Ro 16:17-18; 2 Co 11:3-4,13-15; 2 P 2:18; Jud 16). Pero escondido en la comida espiritual que te ofrecen está el veneno de la falsa doctrina y la falsa práctica. Considera cuidadosamente la mesa que está delante de ti. Examínala con cuidado (Hch 17:11; 1 Ts 5:21). ¿Por qué probar una comida si sospechas que ha sido preparada con ingredientes tóxicos y aderezos peligrosos? Elije la frugal comida de la religión verdadera de la Biblia, y exígela como el principal y único plato para tu alma.

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