“No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste” (Pr 23:4).
La meta de ser un exitoso hombre de negocios cristiano es una ilusión del infierno. Es confiar en la sabiduría de tu corazón, en lugar de confiar en la sabiduría de Dios. En lugar de eso, haz que tu meta sea ser un cristiano exitoso. Si Dios bendice la parte material de tu vida, bien; si no, igual tendrás éxito. “Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (1 Ti 6:6).
¿Por qué trabajar para ser rico? Salomón condenó tal objetivo debido a la naturaleza temporal de la riqueza: el dinero se va volando (Pr 23:5). La adversidad lo reduce; los ladrones lo roban; las bocas lo devoran; los gobiernos lo gravan; la descomposición lo corroe; y los necios lo derrochan. Eclesiastés detalla cómo desaparecen las riquezas de su dueño. Perseguir la riqueza es vanidad y aflicción de espíritu.
Pero hay más razones por las que buscar ser rico es una tontería.
“Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Ti 6:7-8).
Las riquezas no satisfacen: cuanto más tengas, más querrás (Ec 5:10). Las riquezas también te roban la paz, pues debes preocuparte por conservarlas (Ec 5:12).
¡Cesa de confiar en tu corazón! Él te dice que puedes vencer los problemas con el dinero. Te dice que no naciste con las tentaciones de otros hombres. Te dice que vivirás mucho tiempo. Te dice que puedes mantener el dinero de forma segura sin preocuparte. Te dice que el dinero te hará feliz. Pero lo peor está por venir: la búsqueda de riquezas te destruirá el alma.
El éxito financiero, la riqueza, la prosperidad económica o la abundancia de bienes son objetivos muy peligrosos y engañosos. Pablo advierte:
“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti 6:9-10).
Buscar tener dinero y riquezas destruye la fe. Establece tu meta para ser un cristiano exitoso, no un hombre de negocios exitoso. Olvídate de la parte material. El dinero no es el problema, el amor al dinero es el problema.
Si la riqueza es tu meta, tu corazón te seguirá (Mt 6:19-21). La codicia te consumirá. Te enfriarás hacia Dios y el cielo; sacrificarás la piedad por la ganancia económica. Tus prioridades serán distorsionadas. Dejarás a Cristo, como el joven rico (Mt 19:16-30).
Tu corazón te miente. No puedes servir a Dios y a las riquezas (Mt 6:24): un hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos (Stg 1:8). Las riquezas no te harán feliz (Lc 12:15). Haz de Cristo tu única meta (Col 3:1-4). Conténtate con Él y con lo que Él te de (He 13:5-6).
“Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1 Ti 6:11).
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