“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo” (Ro 11:25-26)
“... y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados. Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”.
Aquí, Pablo enfatiza la naturaleza “irrevocable” del llamado de Israel como nación (ver también Ro 11:12). Isaías predijo que a un “remanente” de Israel algún día: “Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada” (Is 62:12).
Independientemente del estado actual de incredulidad de Israel, un futuro remanente de hecho se arrepentirá y cumplirá su llamado para establecer la justicia por la fe (Ro 10:1-8; 11:5). Esta conversión coincidirá con el cumplimiento de la predicción de Moisés de la restauración permanente de Israel a la tierra (Dt 30:1-10).
Cuando Pablo dice que Israel será “salvo” en Romanos 11:26, se refiere a su liberación del pecado (Ro 11:27) cuando acepten al Salvador, su Mesías, en los tiempos finales. Moisés dijo: “ Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas” (Dt 30:6).
La herencia física de Israel de la Tierra Prometida a Abraham será una parte integral del plan final de Dios (Dt 30:3-5).
Entonces, ¿cómo se salvará “todo Israel”? Los detalles de esta salvación se completan en pasajes como Zacarías 8-14 y Apocalipsis 7-19, que hablan del Israel de los últimos tiempos cuando Cristo regrese. El versículo clave que describe la llegada a la fe del futuro remanente de Israel es Zacarías 12:10:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”.
Esto ocurre al final de la tribulación profetizada en Daniel 9:24-27. El apóstol Juan se refiere a este evento en Apocalipsis 1:7. El remanente fiel de Israel está personificado en Apocalipsis 7:1-8: los 12 mil israelitas de cada una de las doce tribus que el Señor salvará y traerá de vuelta a Jerusalén “en verdad y en justicia” (Zac 8:7-8).
Después de que Israel sea restaurado espiritualmente, Cristo establecerá Su reino milenial en la tierra. Israel será reunido desde los confines de la tierra (Is 11:12; 62:10). Los simbólicos “huesos secos” de la visión de Ezequiel se juntarán, se cubrirán de carne y resucitarán milagrosamente (Ez 37:1-14). Según lo prometido por Dios, la salvación de Israel implicará tanto un despertar espiritual como un hogar geográfico: “Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová” (Ez 37:14).
En el Día del Señor, Dios va a “recobrar el remanente de Su pueblo” (Is 11:11). El Señor Jesucristo regresará y destruirá los ejércitos rebeldes que se han reunido contra Él en Armagedón (Ap 19:11-21). Los pecadores serán juzgados, y el remanente fiel de Israel será apartado para siempre como el pueblo santo de Dios (Zac 13:8-14:21). Isaías 12:1-6 es su canción de liberación; Sión gobernará sobre todas las naciones bajo el estandarte del Mesías el Rey.
Entonces, todo Israel debe entenderse como exactamente eso: toda la nación que sobreviva al juicio de Dios durante la Gran Tribulación.
Pero antes de que todo Israel sea salvo, sus miembros incrédulos e impíos serán separados por la mano inerrante del juicio de Dios (la gran tribulación). Ezequiel deja esta verdad vívidamente clara. (Ver Ez 20:33-38; Dn 12:10; Zac 13:8-9)
Los que escuchan la predicación de los dos testigos (Ap 11:3-13), y del ángel (Ap 14:6), y así pasen bajo la vara del juicio de Dios, estarán listos para el reino del Mesías.
“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jer 31:31-34; Jer 32:38).
El control de Dios sobre la historia es evidencia irrefutable de Su soberanía. Y tan ciertamente como cortó al Israel incrédulo de Su árbol de salvación, así también injertará de nuevo al Israel creyente, una nación completamente restaurada y completamente salva.
Para más detalles sobre este tema y los otros relacionados con los últimos tiempos, visita nuestro COMENTARIO DEL APOCALIPSIS.
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