domingo, 11 de diciembre de 2022

NACER DE NUEVO


Es la regeneración. Otra palabra para regeneración es segundo nacimiento, relacionada con la frase bíblica “nacer de nuevo”. Nuestro segundo nacimiento se distingue de nuestro primer nacimiento, cuando fuimos concebidos físicamente y heredamos la naturaleza pecaminosa de Adán y Eva. El nuevo nacimiento es uno que es celestial, espiritual y santo, que resulta en la vivificación espiritual de nuestro ser. El ser humano en su estado natural está “muerto en delitos y pecados” hasta que sea “vivificado” (regenerado) por Cristo. Esto sucede cuando la persona pone su fe en Cristo Jesús como su Salvador (Ef 2:1).

La regeneración es un cambio radical, espiritual, de adentro hacia afuera. Tal como nuestro nacimiento físico resultó en un nuevo individuo entrando en un mundo terrenal, nuestro nacimiento espiritual resulta en una nueva persona que entra en el reino celestial (Ef 2:6). Después de la regeneración, comenzamos a ver, a oír y a buscar las cosas celestiales; empezamos a vivir una vida de fe y de santidad. Ahora Cristo está formándose en los corazones que lo han recibido; ahora somos partícipes de la naturaleza divina, habiendo sido hechos nuevas criaturas (2 Co 5:17). Dios y no el hombre, es el origen de esta transformación (Ef 2:1,8). El gran amor de Dios y Su don gratuito, Su abundante gracia y misericordia, son la causa del nuevo nacimiento. El gran poder de Dios, que resucitó a Cristo de entre los muertos, se ve en la regeneración y en la conversión de los pecadores (Ef 1:19-20).

La regeneración es necesaria. Nacer de nuevo es imprescindible para entrar en el reino de Dios. La carne humana pecaminosa no se puede presentar ante Dios. En su conversación con Nicodemo, el Señor Jesús dijo dos veces que un hombre debía nacer de nuevo para ver el reino de Dios (Jn 3:3,7). La regeneración no es opcional, porque “lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn 3:6). El nacimiento físico nos equipa para la tierra; el nuevo nacimiento espiritual nos prepara para el cielo (Ef 2:1; 1 P 1:23; Jn 1:13; 1 Jn 3:9; 4:7; 5:1, 4, 18).

La regeneración es parte de lo que Dios hace por nosotros en el momento de la salvación, junto con el sello del Espíritu Santo (Ef 1:13), la adopción (Gl 4:5), la reconciliación (2 Co 5:18-20), etc. La regeneración es lo que Dios hace para que una persona viva espiritualmente como resultado de la fe en Jesucristo. Antes de la salvación, no éramos hijos de Dios (Jn 1:12-13); más bien, éramos hijos de ira (Ef 2:3; Ro 5:18-20). Antes de la salvación, estábamos perdidos; después de la salvación somos regenerados. El resultado de la regeneración es la paz con Dios (Ro 5:1), nueva vida (Tit 3:5; 2 Co 5:17), y el ser Sus hijos eternamente (Jn 1:12-13; Gl 3:26). Con la regeneración se inicia el proceso de la santificación, por medio de la cual nos convertimos en las personas que Dios quiere que seamos (Ro 8:28-30).

La única forma para la regeneración es por medio de la fe en la obra completa de Cristo en la cruz. Regenerar el corazón no se logra por medio de alguna cantidad de buenas obras o por guardar la ley o ser fiel a la religión cristiana. Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él (Dios)” (Ro 3:20). Sólo Cristo ofrece una cura para la depravación total del corazón humano. No tenemos necesidad de renovación, de reforma o de reorganización; necesitamos un nuevo nacimiento; necesitamos nacer de nuevo. Este nuevo nacimiento se hace evidente en la vida del creyente por la presencia del Espíritu Santo de Dios. Y, “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Ro 8:9). Esto es lo mismo que decir que tal persona no ha nacido de nuevo.

La vida cristiana normal, la que nos muestra las Escrituras, no es una vida con una fe estática, que podemos situar en algún momento del pasado y decir: “En ese momento nací de nuevo”. La vida cristiana normal, la que nos muestra las Escrituras, es una vida con una fe dinámica, que vive en tiempo presente. 

Los israelitas debían salir cada día de sus tiendas e ir en busca del maná. Lo debían recoger cada día durante seis días, pero no el séptimo día porque era día de reposo. El sexto día debían recoger el doble para que en el día de reposo también tuvieran maná (Éx 16: 1-36). Si algún otro día recogían más para guardarlo para el día siguiente y así no tener que salir a recogerlo al desierto, el maná se agusanaba y no se podía comer. Sólo el sexto día podían recoger el doble sin riesgo de que el maná se echara a perder.  

El maná es una ilustración del Señor Jesús: “Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre (Jn 6:32-35).

Ahora el verdadero Pan del cielo es el Señor. Pero nosotros, igual que los israelitas de antaño, debemos cada día procurar nuestra porción del Pan celestial. Cada día una porción fresca. No debemos procurar hoy para mañana, ni tratar de comer lo de ayer hoy, porque se habrá echado a perder. Así es también con la salvación: esta tiene que estar fresca y dinámica cada día para que cuente como genuina.

¿Estás confundiendo alguna pasada externalidad religiosa como la oración del pecador, el bautismo, la membresía a una iglesia, el cumplimiento de ciertas formalidades o algún otro tipo de “buena obra” con la relación fresca y vital con el Señor Jesucristo? 

Debemos buscar al Señor en permanente oración para que nos revele el verdadero estado de nuestra alma delante de Él. El Señor se acerca a quienes se acercan a Él (Jer 29:12-14; Stg 4:8). Examinar nuestra salvación (no darla por sentada) es el mandamiento:

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos (Mt 7:21, 24-27).

No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones (1 Co 6:9).

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? (Stg 2:14).

Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás (1 P 1:18).

Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado (1 Jn 3:24).

Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? (1 P 4:18).

Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mt 24:13).

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¿NACEMOS PECADORES?

¿SALVACIÓN, O SOLO CONVERSIÓN?

LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO

EXAMINÉMONOS A VER SI ESTAMOS EN LA FE

OBRAS MUERTAS

UN ASUNTO DE VIDA O MUERTE

NUNCA OS CONOCÍ

NO OS CONOZCO

ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO

¡MUERTE A AMALEC!

NO MATARÁS










sábado, 3 de diciembre de 2022

CUAL AVE QUE SE VA DE SU NIDO


“Cual ave que se va de su nido, tal es quien se va de su lugar” (Pr 27:8)

Si un ave se aleja de su nido, destruye a sus crías y se expone al peligro. De la misma manera, los hombres o mujeres que dejan sus propios roles son peligrosos para sus familias y se ponen en riesgo a sí mismos. ¿Cumplirás fielmente con tus funciones y responsabilidades?

El mundo está cambiando, pero no todo cambio es bueno. El cambio está en todas partes, pero no todos los cambios son correctos. La mayoría de las ideas actuales son tontas, destructivas y profanas, aunque el mundo nos dice que son buenas. Muchos están desertando de los puestos que Dios y la naturaleza les dieron.

Hay mucho pensamiento tonto, por parte de ambos sexos, de diversas edades, acerca de los roles asignados por Dios y las convenciones sociales. El pensamiento egoísta y disfuncional abunda. La rebelión contra las generaciones anteriores y su fe y costumbres no es sabia sin evidencia comprobada.

Algunos convencionalismos sociales son buenos. No solo son buenos, a menudo son necesarios y aprobados por Dios. Hay roles, reglas y normas ordenadas y establecidas para las situaciones y las relaciones interpersonales. Algunos de estos convencionalismos son incluso inspirados por Dios; otros, requeridos por la naturaleza. La violación de cualquiera trae dolor, problemas y declive. Mantener el rumbo y seguir las costumbres suele ser más seguro que emprender ideas y planes novedosos sin la clara dirección de la palabra del Señor.

Los Salmos de David abordan la ruptura de la autoridad y las relaciones en la sociedad. David vio la confusión y el declive de Israel por el reinado corrupto de Saúl. En el Salmo 11, describió la destrucción de los cimientos de la sociedad y su efecto (Sal 11:3). En el Salmo 75, se comprometió con Dios a reinar de manera diferente y sostener los pilares del gobierno civil (Sal 75:2-7). En el Salmo 82, Dios criticó a los gobernantes corruptos y advirtió de su ruina (Sal 82:1-8).

El deber es clave para la prosperidad y el éxito. Dios ha determinado los deberes de hombres, mujeres e hijos en sus diversos roles y responsabilidades dentro y fuera de la familia. Estos deberes deben ser entendidos y cumplidos para la felicidad y el progreso de todos. ¿Conoces tus deberes? ¿Los estás cumpliendo en cada esfera de tu vida? ¿O te has desviado de algunos de tus deberes por la seducción de este mundo disfuncional?

La generación actual quiere un cambio. Son como aves que odian la vida restrictiva de permanecer en los nidos. Quieren expandir sus alas. Ampliar sus horizontes. Quieren probar nuevos aires. Quieren desarrollar todo su potencial humano. Quieren explorar nuevas perspectivas. Quieren erradicar los viejos estereotipos o paradigmas (como ellos los llaman). Quieren revolucionar el mundo (o, al menos, su vida).

Estas “aves” se ven a sí mismas como en una jaula. Miran todo el día a través de los barrotes ansiando emprender el vuelo. Cuando la oportunidad se presenta, escapan y vuelan lejos. Pero antes de que puedan alcanzar su cielo, un halcón descenderá sobre ellas y las hará pedazos. Lo que ellas ven ahora como su jaula, es en realidad su refugio. Un refugio provisto por el Señor para su seguridad y protección. Las barras son las obligaciones y responsabilidades que el mismo Señor les ha asignado para preservarlas de su insensatez. La ruptura de este orden—el escape de esta “jaula”—representa rechazar las restricciones impuestas por Dios para la preservación de sus vidas (Sal 2:3).

¿Qué pensarías de un ave que pone huevos y luego los deja para vagar por los cielos buscando encontrarse a sí misma? Deberías pensar lo mismo de los cerebros de pájaro actuales que reescriben la existencia humana, la funcionalidad, la moralidad, la productividad y las relaciones. Han perdido la cabeza, porque Dios los ha recableado mentalmente para que hagan cosas inconvenientes (Ro 1:28). ¿Estas aves quieren encontrarse a sí mismas? Dios determinó sus roles de antemano. Deben aceptarlos, y ya.

Dicen que los niños deberían jugar con muñecas y las niñas deberían jugar con pistolas. Los niños deberían cantar en el coro y las niñas deberían ser jugadoras de fútbol. Los niños deben usar cabello largo y aretes, y las niñas deben usar cabello corto y casacas de motoqueros. Los chicos deberían ser enfermeros y las chicas doctoras. Los niños deben ser amorosos y las niñas independientes.

Así que hay mujeres pilotos de combate, hombres niñeras, chicas ignorantes que votan, hombres que tienen sexo con hombres, sindicatos que ponen en tierra a las aerolíneas, mujeres que desafían a sus maridos, hijos que se emancipan de sus padres, policías juzgados por maltratar a los delincuentes, mujeres profesionales que mandan a sus maridos, hombres que aprenden su lado femenino, mujeres jueces y gobernadoras, jurados analfabetos que fallan en casos capitales, y atletas y actores idiotas que ganan más dinero que los gerentes de las empresas de servicios.

Hay chicas en el ejército que escriben a chicos que las esperan en casa; parejas que viven juntas antes del matrimonio; cuerpos humanos quemados en incineradores junto a cementerios de mascotas; juntas de diaconisas que juzgan a los pastores; mujeres que tratan de dirigir el hogar espiritualmente; lesbianas que son predicadoras, policías y madres; atletas que piensan que una familia es solo tener una mamá; mujeres que hacen trabajar a sus maridos hasta la muerte para financiar su adicción a la decoración; y niñas jugadoras de fútbol y campeonas de boxeo. ¡A dónde va a llegar el mundo! ¿Qué más bajo puede caer?

¿Suena esto anticuado? ¿Neanderthal? ¿Machista? ¿Misógino? ¿Patriarcal? Solo tanto como esperar que las aves se queden en sus nidos. La sabiduría es algo pasado de moda. Este mundo ya ha probado la validez de sus ideas por la disfunción que abunda en todas partes.

Dios creó el universo y cada rol en relación a él (Gn 1:1). No acepta roles alternativos. Coré estaba descontento con ser un levita bajo Moisés y Aarón, por lo que Dios lo enterró vivo a él y a su familia. Uzías estaba descontento con ser el rey de Dios y trató de ser además sacerdote por una tarde; Dios le dio lepra por el resto de su vida. Nadab y Abiú no estaban conformes con la adoración a Dios que su padre ejecutaba y decidieron ofrecer fuego extraño en el santuario; y por fuego los envió el Señor al infierno. Mical estaba resentida contra David por haberla traído a vivir con él porque era su mujer y eligió el peor momento y la peor manera para decírselo, y Dios la dejó estéril hasta el día de su muerte.

Salomón no necesitaría usar un ave errante como ilustración para esta generación. Estas criaturas malvadas modernas destruyen a sus propias crías por su mero placer egoísta: tal vez no físicamente, pero sí moral y espiritualmente con su nefasto ejemplo e influencia. ¿Dónde están las verdaderas aves-madres?

Salomón observó también un mal que es permitido y promovido por el gobierno civil (Ec 10:5-7). La locura es exaltada; los de arriba en la sociedad son humillados; los sirvientes montan a caballo mientras que los príncipes caminan. Salomón sabía que la locura debe ser ridiculizada y condenada: los de arriba merecen honor y gloria por sus logros y autoridad, los sirvientes deben andar como si no merecieran ni pudieran permitirse caballos, y los príncipes deberían cabalgar sobre ellos. ¡Así dice el Señor! 

La mujer fue hecha para el hombre, y debe ser para él una compañera obediente y sumisa, con sus principales deberes en el hogar (Gn 3:16; 1 Co 11:9; Tit 2:4-5). Si ella está inquieta o resentida por este rol ordenado por Dios para el éxito de la relación matrimonial, ésta relación inmediatamente comienza a deteriorarse, la familia sufre un dolor real y ella se vuelve miserable, si tiene consciencia. ¿Prueba? La naturaleza lo enseña, como el ave que se aleja de su nido.

Los llamados cristianos están haciendo lo mismo. Las mujeres necias siempre están aprendiendo, pero nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad (2 Ti 3:6-7). En lugar de preguntar a sus maridos en casa (1 Co 14:34-35), quieren enseñarles a sus maridos en casa. Quieren roles más importantes en la iglesia y en la sociedad en general. Quieren una voz. Quieren predicar. Quieren liderar. Corren de seminario en seminario para aplicar sus habilidades más débiles a temas que nunca dominarán, que tienen poco o ningún valor para el progreso espiritual y que socavan la verdad bíblica y la práctica establecida.

Pero los hombres son igual de malos. De hecho, las mujeres estarían en sus roles, si los hombres hubieran mantenido los suyos. El factor más influyente en las familias disfuncionales es un padre ausente. Dios le encargó al hombre proteger y educar a sus hijos; la Biblia está llena de recordatorios. Pero los hombres se van de casa para trabajar horas extras innecesarias, beber con los amigotes o casarse con otra mujer. Si se quedan en casa, miran deportes, embellecen su auto o trabajan en un pasatiempo en su taller. Pierden su papel como la influencia más importante en la vida de sus hijos.

Se excusan asistiendo a los eventos deportivos de los niños y con gusto les pagan una lujosa boda cuando la hora llega; pero se niegan a tomar una posición espiritual y ayudar a sus hijos a casarse sabiamente. Al estar demasiado ocupados y sin interés, sus hijos rara vez les preguntan algo de importancia espiritual. Si el hijo hace alguna pregunta importante, el padre a menudo responde: “Pregúntale a tu madre”. ¿Dónde están los hombres como Abraham y Josué que dirigieron a sus familias espiritualmente como hombres valientes? (Gn 28:19; Jos 24:15)

La era formal de los patriarcas terminó con Moisés (Ro 5:12-14). Pero cada hombre debe ser un patriarca guiando a su familia a amar y servir al Señor Dios del cielo. Debe guiar a su mujer, educar a los hijos y ser un pilar en lo espiritual y doctrinal. Debe cumplir su función de preparar a todos los que están bajo él para vivir vidas productivas, servir al reino del Señor Jesucristo y estar listos para presentarse ante Dios y dar cuenta de sus vidas en el Día del Juicio.

Un hombre fiel no olvidará, ignorará o rechazará su posición e influencia. Aprovechará la oportunidad, y la aprovechará al máximo para su Dios y su familia. No delegará sus deberes a las maestras de la escuela dominical ni a los pastores. Él no abdicará su posición de autoridad en la casa para que la tome su mujer. No le importará que el mundo se burle de los padres por todas partes con su programa sistemático diseñado para abolir las instituciones de Dios en la tierra. Se hará hombre y será el representante de Dios ante su familia. Sabe que vivimos en los tiempos peligrosos de los últimos días (2 Ti 3:1- 4:4). Elige hacer un vallado y pararse en la brecha ante el Señor; está movido por la búsqueda de Dios por un hombre fiel (Ez 22:30). Aunque todos los demás transigen, él sabe que no está en un concurso de popularidad excepto con el Señor. Está comprometido con los caminos antiguos del Señor, y pone a su familia en esos caminos (Jer 6:16), y sigue y hace cumplir la piedad.

¿Cuál es el origen de esta locura: la de las aves que se van de su nido como si en vez huyeran de sus jaulas? La humanidad no glorifica a Dios ni le da gracias por Su verdad, por lo que Él la ciega para que pervierta el camino correcto de las cosas y corra tras perversiones enfermizas como la sodomía y el feminismo (Ro 1:18-32). La mente desquiciada de las aves actuales sólo piensa en hacer su voluntad y en la liberación de la mujer. Pues lo que les sobrevenga será la recompensa de Dios por ignorarlo. 

¡Alabado sea el glorioso nombre del Señor! Hay algunas cosas que nunca cambian. El Jehová del Antiguo Testamento—piensa en el diluvio universal, el fuego sobre Sodoma y el Faraón defenestrado—es uno y el mismo con Jesucristo de Nazaret, quien reina sobre el universo como el Rey Supremo del cielo. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He 13:8). Todo el deber del hombre sigue siendo el de temer a Dios y guardar Sus mandamientos (Ec 12:13-14).

El Señor Jehová de la Biblia describió gráficamente una situación similar en Israel: Su juicio sobre los judíos por su rebelión deliberada (Is 3:1-26). Se llevó a sus hombres valientes y dejó mujeres y niños para oprimir a los que quedaron, quienes obviamente fueron inducidos a muchos errores tontos. Prometió desnudar a las mujeres arrogantes y altaneras y dejarlas pudriéndose. ¿Es esto demasiado duro? ¿Qué le harías a un ave que dejó su nido por considerarlo una jaula?

Lector, ¿estás parado en el lugar que tu Creador te asignó? Si eres mujer, ¿eres feliz como una mujer que ama, obedece, sirve y espera a su marido? Si eres hombre, ¿diriges y amas celosamente a tu mujer y educas a tus hijos en el temor y la palabra del Señor? Si eres un empleado, ¿cumples fielmente los objetivos de tu empresa en lugar de los tuyos propios? Si eres un hijo, ¿estás agradecido por tus padres y comprometido a honrarlos bien? Si eres cristiano, ¿es tu hogar una iglesia donde se adora a Jesucristo en espíritu y en verdad? ¿O te has desviado del camino del entendimiento y te has unido a la congregación de los muertos? (Pr 21:16)

¿Conoces tu lugar en tu familia, en la escuela, en el trabajo, en el mundo y en la iglesia? ¿Conoces las reglas de Dios para tu actitud y conducta en estos y otros roles, relaciones y responsabilidades que tienes? Necesitas conocer tu lugar, y necesitas conocer las expectativas de Dios para que tu conducta delante de Él sea segura y exitosa. Todo lo que necesitas lo puedes encontrar en la Biblia, el manual para una vida sabia y productiva.

Pablo enseñó: “Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede” (1 Co 7:20-24). Deben mantenerse los roles y las relaciones, incluso involucrando a los paganos. Aunque una persona creyente tenga un cónyuge incrédulo, el deber y la responsabilidad permanecen (1 Ti 6:1-2). Aunque los hombres y mujeres creyentes son iguales en Cristo, las mujeres piadosas saben que su papel es someterse y reverenciar a sus maridos, incluso si estos no se han convertido (Tit 2:3-5; 1 P 3:1-6).

En lugar de irritarte contra Dios y sus ordenanzas, ámalas y obedécelas. Los roles y deberes que Él ha ordenado son para Su gloria, y tu bien. Son dones de sabiduría divina para proteger, preservar y prosperar a la raza humana en general y al reino de Dios en particular. Si permites o eliges el camino actual del cambio, si vuelas del nido como ave de una jaula, revelas que eres un pájaro necio sin cuidado por quienes confiaron en ti.

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COMENTARIO DE PROVERBIOS















jueves, 1 de diciembre de 2022

DOS EVANGELIOS


Entre las personas que se llaman a sí mismas creyentes en la Biblia, cristianos nacidos de nuevo, hay principalmente dos mensajes de salvación (evangelios) diferentes que se proclaman.

El evangelio asociado con la seguridad eterna incondicional te dice que:

La salvación comienza en un momento y está garantizada que durará para siempre sin importar qué hagas o dejes de hacer (salvo siempre salvo).

No hay mantenimiento de la salvación por tu parte. Dios te guardará, te sostendrá y ya te ha sellado con Su Espíritu al momento de tu salvación asegurándote una entrada absoluta en el reino de los cielos.

El pecado nunca puede llevar a un cristiano a su muerte espiritual, independientemente del pecado que cometa o de la doctrina falsa que se crea.

La vida eterna es un regalo (don) que no se puede perder ni devolver y una posesión en tiempo presente para el cristiano, que también le asegura una entrada ineludible al reino de Dios.

Entrar en el cielo para el cristiano es absolutamente seguro como si ya hubiera estado allí durante 10.000 años.

Algunos cristianos también son fornicarios, adúlteros, borrachos, ladrones ocasionales; pero esto significa sólo que son débiles en la fe y que luchan con ataduras carnales de las que todavía no se han liberado.

En contraste con estas huecas sutilezas (Col 1:8), el verdadero evangelio, que rechaza la seguridad eterna incondicional, afirma que:

La salvación comienza en un momento y continúa siendo una realidad en el creyente sólo mientras este siga a Cristo obedeciendo Sus mandamientos. Esto implica la posibilidad de que algo puede interferir negativamente con su vida espiritual, como sucedió en la vida de Salomón, Saúl, Judas, Demas, y muchos otros.

Después de nacer de nuevo (salvación inicial) hay que mantener la salvación: “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Fil 2:12-13) para permanecer en la gracia bíblica; de lo contrario corremos el riesgo de caer de ella (Gl 5:4). Si se descuida esto, el cristiano inevitablemente se alejará del Señor (Ap 2:4), se volverá tibio (Ap 3:16), se volverá infructuoso (Jn 15:1-11), y retrocederá espiritualmente de otras formas hasta el punto de que la vida espiritual de Dios ya no estará presente en su espíritu. El hombre coopera con Dios y le permite a Dios mantenerlo espiritualmente a salvo. Aunque Dios es soberano, Él nunca viola el libre albedrío del hombre, incluso si es en detrimento y condenación de este. Los cristianos pueden hacer morir las obras de la naturaleza pecaminosa (carne) sólo por el Espíritu de Dios, nunca por su propia habilidad o voluntad.

El pecado puede profanar, corromper, contaminar, ensuciar e incluso llevar al cristiano a su muerte espiritual (Ro 8:13; Stg 1:14-15; 5:19-20). El sello del Espíritu Santo se puede romper. En consecuencia, debemos estar en guardia espiritual en todo momento, mientras buscamos a Dios para recibir su fuerza y poder. La vida cristiana es una guerra, una lucha y una batalla contra las fuerzas engañosas de las tinieblas y el pecado personal (Ef 6:12; He 12:4).

La vida eterna es mucho más que un regalo y una posesión en tiempo presente. También es una esperanza (Tit 3:7) y una promesa (1 Jn 2:24-25) aún por cosechar (Gl 6:8-9) en la era venidera (Mr 10:30), pero sólo para aquellos que después de haber nacido de nuevo persisten en hacer el bien (Ro 2:7) y que no se cansan ni dejan de sembrar para agradar al Espíritu de Dios y no a la naturaleza pecaminosa (Gl 6:8-9).

La única seguridad de salvación que ofrece la Biblia es una seguridad de salvación en tiempo presente para la persona que actualmente sigue al Señor Jesús y confía en Él para su propia salvación personal (1 Jn 5:11-13). En otras palabras, la fe necesaria para entrar en el reino de Dios es una fe que confía, se somete y perdura en tiempo presente

Para entrar en el reino de Dios, debemos debemos soportar dificultades y persecuciones mientras continuamos viviendo en santidad (separación) como discípulos de Jesús en esta generación perversa y adúltera. Tristemente, perseverar en la fe hasta el fin (Mt 24:13) no siempre ha sucedido para otros en tiempos pasados.

Es imposible decir que se es  cristiano al mismo tiempo que se vive en pecado: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Cor. 6:9-10; ver también Ap 21:8; Ef 5:5-7; Mr 7:20-22). Enseñar que esto es posible es torcer la imagen sagrada de ser un cristiano (un santo) en algo que permite el pecado. La seguridad incondicional es un mito peligroso, que tiene a muchos plácidamente caminando por la senda que conduce al infierno mientras creen que van al cielo porque una vez tuvieron un momento de verdadera fe en el evangelio de Cristo.

El llamado evangelio basado en la seguridad incondicional del creyente (salvo siempre salvo) está construido sobre verdades parciales presentadas como la verdad total y varias tergiversaciones bíblicas, además de omitir una parte del verdadero evangelio cristiano (1 Co 15:2) y distorsionar la gracia (Tit 2:12).

Judas, el medio hermano del Señor, es implacable y claro en su epístola acerca de aquellos que cambian la gracia por una licencia para el pecado. Dice: “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo... ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” (Jud 1:4,11-13). Pablo declara que predicar un evangelio falso (otro evangelio) es causa suficiente para condenación eterna (Gl 1:8-9). y que hasta él podría no entrar en el reino de Dios si no permanece en guardia: “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado (1 Co 9:26-27).

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Mt 24:4-5; Col 1:8).

Consulta estos artículos para obtener más información sobre este tema de vital importancia: De la salvación inicial a la final, Fruto o fuego, No os conozco, La parábola más importanteEl juicio comienza por la casa de DiosEl camino, La seguridad de la salvación, El Hijo de Dios versus la religiónTres Peligros Letales (Para la Salvación)Once Saved Always Saved? A Documentary FilmUna Salvación tan Grande.




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sábado, 26 de noviembre de 2022

LA PALABRA DE DIOS


Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He 4:12).

Este es uno de los versículos más conocidos de la Biblia. ¿Pero realmente se entiende? Para probar la debilidad del estudio bíblico moderno y la capacitación en seminarios, solo pregúntale a tu pastor: “¿Qué o Quién es la 'palabra de Dios' en Hebreos 4:12?”

La respuesta probablemente será: La Biblia, la palabra escrita de Dios.

La verdadera respuesta siempre ha sido Jesucristo, la Palabra viva de Dios.

Ambas respuestas no son correctas, porque el contexto demanda al Señor Jesucristo como la Persona de esta frase, y la Biblia no tiene las características descritas en el versículo.

¿Seguramente has escuchado este versículo como una descripción de la Biblia? Pero ni siquiera se trata indirectamente de la Biblia. Es acerca de glorificar al Señor Jesucristo, nuestro gran Sumo Sacerdote; y robar Su gloria aplicándola a la Biblia es una parodia de la predicación fiel.

Primero considera el contexto.

El siguiente versículo (He 4:13) continúa el pensamiento de Pablo con “Y no”, mostrando que los dos versículos están estrechamente conectados; porque él está añadiendo a la lista de rasgos de la Palabra de Dios. Pero mira los dos pronombres personales que usa en el siguiente versículo. Claramente, se está considerando una Persona, no una cosa.

“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (He 2:13).

El siguiente versículo (He 4:14) concluye el pensamiento de los versículos anteriores con las palabras “Por tanto”, y claramente nombra a Jesús el Hijo de Dios como la Palabra de Dios bajo consideración. Pablo ha estado describiendo a nuestro gran sumo sacerdote, no a la Biblia.

Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión” (He 4:14).

Dado que nuestro texto (He 4:12) comienza con “Porque”, sabemos que Pablo estaba dando una razón para su exhortación en el versículo anterior: “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia” (He 4:11). Debemos esforzarnos por entrar en el reposo de Dios “por” el temor de Jesucristo, la Palabra de Dios (“para que”).

Habiendo descrito el juicio de Dios sobre Israel en el desierto por incredulidad (He 3:7-19), Pablo en nuestro texto advierte a los cristianos hebreos que Jesús, la poderosa Palabra de Dios, los juzgaría por incredulidad en el “reposo” del Nuevo Testamento (He 4:1 -10). Considera este tema de la advertencia (He 1:1-3; 2:1-3; 6:1-12; 10:23-31; 12:22-29).

En Hebreos 4:12-14, Pablo les advierte a sus lectores que retengan su profesión cristiana a la luz del Señor Jesucristo glorificado. No está dando una conferencia sobre la inspiración o el valor de la Biblia.

Esta sección de Hebreos fue introducida en Hebreos 3:1, identificando inequívocamente al Señor Jesucristo como el gran Apóstol y Sumo Sacerdote de su profesión. Él es la Persona del contexto.

Jesús, el Hijo de Dios, es el contexto.

Segundo, recuerda que a Jesús se le llama la Palabra de Dios en otras partes de las Escrituras. Por lo tanto, no deberíamos sorprendernos en absoluto de tal uso aquí.

“En el principio era el Verbo [la Palabra], y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1:1).

“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo [la Palabra] y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (1 Jn 5:7).

“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO [la Palabra] DE DIOS” (Ap 19:13).

Tercero, debemos analizar los términos en nuestro texto. No son verdades si se aplican a la Biblia; pero ciertamente lo son si se aplican al Señor Jesucristo.

¿Qué significa que la palabra sea “viva”? Quiere decir que está con vida, que tiene vida (2 Ti 4:1). La Biblia no está viva, aunque tiene palabras sobre la vida. Pero Jesús está vivo en el sentido más completo posible (Dt 32:40; 1 Ti 1:17; 6:16; Ap 1:17-18).

¿Qué significa “eficaz”? Significa que tiene la capacidad de lograr algo. La Biblia no es eficaz en sentido estricto, porque son palabras que describen el poder de Dios; pero Jesús es definitivamente eficaz como el Dios Fuerte (Ex 15:6; Sal 62:11; 1 Cr 29:12; Is 9:6; Jer 32:17; Mt 28:18; 1 Ti 6:15).

La Biblia es llamada en sentido figurado una espada (Ef 6:17); pero solo Jesús es más cortante que cualquier espada de dos filos y capaz de dividir entre el alma y el espíritu (Ap 1:16; Sal 139:14-17; 1 Ts 5:23-24).

¿Quién “discierne”? Sólo alguien que conoce las intenciones y motivos de otro. La Biblia puede identificar los problemas del hombre en general; pero solo Jesús conoce los pensamientos secretos de los hombres (1 Cr 28:9; Jer 17:9-10; Mt 9:4; Jn 2:24-25; Ap 2:23).

Por lo tanto, vemos en el mismo versículo que solo el Señor Jesucristo cumple adecuadamente los rasgos enumerados. Así que hemos probado por el contexto y los términos usados que el Señor Jesucristo es la Palabra de Dios mencionada aquí.

Pero algunos dirán: “¿Por qué no se escribe ‘palabra’ en mayúscula en este versículo, si se refiere a Jesucristo?” 

Aunque el contexto y el versículo han demostrado claramente que es Jesús el tema, algunos todavía querrán discutir sobre el uso de las mayúsculas. No están dispuestos a someterse a la fuerza obvia del contexto y los términos utilizados.

La falta de mayúsculas no prueba nada, ya que el idioma griego no tenía reglas estandarizadas de mayúsculas para la Deidad y los traductores evitaron las mayúsculas estrictas al referirse a nombres o pronombres de la Deidad que implicaban interpretación.

Considera Daniel 3:25. Vemos “hijo de los dioses” como una alusión clara al Señor Jesucristo, aunque Nabucodonosor solo vio un ángel (Dn 3:25).

Isaías 7:14 y Isaías 9:6, poderosas profecías acerca de Jesucristo, tampoco escriben “hijo” y “niño” con mayúsculas.

¿Qué pasa con el “Espíritu” en Apocalipsis 1:10 y Apocalipsis 4:2? En ambas instancias se escribe con mayúscula, ¿pero no parece ser que se habla del espíritu de Juan en la segunda cita?

Y además, vemos que “palabra” se usa en otras partes de la Biblia para Jesucristo sin mayúsculas.

“...como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra” (Lc 1:2).

“Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Stg 1:18).

“...siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1:23).

Lucas 1:2 nos habla de los que fueron testigos oculares y ministros de nuestro Señor. Ellos no vieron con sus ojos a la Biblia ni fueron ministros de ella. Santiago 1:18 habla de Jesucristo, porque describe un nacimiento por la voluntad de Dios quien se distingue de la “palabra implantada” en el versículo 21. 1 Pedro 1:23 es Jesucristo en virtud de Su incorruptibilidad, Su obra en el nuevo nacimiento, Su vida perpetua. Él es también la “palabra” mencionada dos veces en el versículo 25.

No podría ser más claro. Hebreos 4:12 describe al Señor Jesucristo, quien es la Palabra de Dios.

¿Por qué la mayoría de los predicadores de hoy usan Hebreos 4:12 para describir la Biblia? Porque son parte de la decadencia espiritual de los últimos días de la que Pablo profetizó. Pablo describió tiempos peligrosos para los últimos días, en los que el conocimiento carecería de verdad y los hombres preferirían las fábulas a la verdad (2 Ti 3:1-4:5).

Es más fácil predicar el SONIDO de un versículo que el SENTIDO de un versículo, aunque los ministros de Dios deben trazar correctamente la Escritura (2 Ti 2:15) y declarar su sentido correcto para el entendimiento de sus oyentes (Neh 8:8).

Este simple ejemplo es para darle al santo de Dios una herramienta para verificar la integridad espiritual de sus instructores bíblicos, y la suya propia. ¿Alterará o no el uso que hace de este texto para predicar la verdad y glorificar a Jesús, la Palabra de Dios? ¿Alterará o no alterará su comprensión de este texto para mantener su verdadero sentido?

¡Que el Señor Jesucristo, la Palabra de Dios, nuestro gran Sumo Sacerdote, sea alabado por los siglos de los siglos!

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lunes, 21 de noviembre de 2022

¿ERES SALVO?


La Biblia enseña que todos nacemos en pecado e inclinados por naturaleza a hacer el mal. Por lo tanto, todos los seres humanos nacemos perdidos:

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Is 53:6). 

“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez” (Mr 7:21-22). 

“He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Sal 51:5).

La Biblia enseña que Dios no quiere la muerte del pecador. Él no quiere que nadie perezca en sus pecados, sino que todos conozcan la verdad del evangelio y sean salvos:

“Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis...?” (Ez 33:11).

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tit 2:11-13).

“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Ti 2:3-4).

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P 3:9).

La Biblia enseña que el plan de salvación diseñado por Dios para la humanidad es sencillo y eficaz:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt 11:28). 

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn 3:16). 

“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Ro 10:13). 

“Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó” (Hch 8:36-38). 

“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (He 7:25).

La Biblia enseña que quien recibe la salvación puede saber que es salvo:

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co 5:17). 

“Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída” (Is 55:12-13). 

“Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es este, que también perdona pecados? Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz” (Lc 7:47-50). 

“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte” (1 Jn 3:14). 

“...y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hch 16:30-34).

La Biblia enseña que una persona salva produce fruto como evidencia de su salvación:

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gl 5:22-24). 

“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Jn 13:35). 

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Ro 8:1). 

“Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mt 25:37-40).

La Biblia enseña que una persona que ha recibido la salvación puede caer de ella (perderla) si se descuida en su lucha contra el pecado, pierde el primer amor por el Señor (Ap 2:4) o es engañada por falsas doctrinas:

“Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mt 24:4-5). 

“Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mt 24:13). 

“Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mt 24:24). 

“Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mt 10:22). 

“Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Jn 15:10). 

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 P 5:8). 

“Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa” (Lc 12:39). 

“Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 P 2:22).

La Biblia enseña que Dios ha hecho provisión para que la persona salva preserve su salvación:

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Jn 14:16-17). 

“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” (Jud 1:24-25). 

“Y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas” (Hch 20:20). 

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado (Mr 16:16). 

“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Co 12:13). 

“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Col 3:16). 

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Ef 4:30). 

“Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Ti 1:12).

La Biblia enseña que una persona salva es activa, diligente y ferviente en mantener su relación con su Salvador, y quiere que otros lo conozcan también:

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch 1:8). 

“Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti” (Sal 51:12-13). 

“Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?” (Jn 4:29). 

“Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma” (Sal 66:16). 

“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Is 1:18).

La Biblia enseña que el próximo evento en la historia de la humanidad es la aparición del Anticristo y la persecución de los salvos.

“Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel” (Mt 24:15).

 “El cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Ts 2: 4).

 “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mt 24:9-13).

“Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mt 24:21).

También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Ap 13:5-8).

Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen (Ap 14:12-13).

La Biblia enseña que la victoria de los salvos sobre el Anticristo y la muerte eterna está asegurada:

“Hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo (Ap 12:7-12).

Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre (Lc 21:36).

Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (Ap 3:10-13).

He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Ap 16:15).

La Biblia enseña que quienes desprecien el mensaje de la salvación (el Evangelio bosquejado aquí), sufrirán por toda la eternidad en lago de fuego y azufre:

Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Mr 9:43-48)

“...beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre (Ap 14:10-11).

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (Ap 20:11-15).

La Biblia enseña que la elección es tuya, que tienes el poder de decidir tu destino eterno ahora mismo:

Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y el Señor tu Dios te bendiga en la tierra... Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra... A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando al Señor tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró el Señor les había de dar a Abraham, Isaac y Jacob (Dt 30:5-20).

“Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” (Hch 20:26-27),

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NACER DE NUEVO 









lunes, 14 de noviembre de 2022

EL HIJO DE DIOS VERSUS LA RELIGIÓN


Muchos consideran que el Hijo de Dios (Jesús de Nazaret) y la religión son sinónimos. Pero, en verdad, hay una diferencia clara. No sólo el Hijo de Dios es diferente de la religión, sino que es totalmente opuesto a ella.

El Hijo de Dios

El Hijo de Dios es la manifestación de Dios. La Biblia dice: “Nadie ha visto jamás a Dios” (1 Jn 4:12). Dios, sin su Hijo, sería un misterio para nosotros. En cambio, a través de su encarnación, el Hijo trajo a Dios a los hombres y lo hizo conocido: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”(Jn 1:14), y “la vida fue manifestada, y la hemos visto” (1 Jn 1:2). Ahora Dios ya no es un misterio para nosotros. Jesucristo, el Hijo de Dios, definió, expresó y declaró a Dios plenamente (Jn 1:18). Nosotros jamás podríamos alcanzar a Dios, así que Él nos alcanzó por medio de su Hijo.

El Hijo de Dios cumplió la redención. Como pecadores, necesitamos el perdón de Dios. Cristo, como el cordero de Dios, se presentó a sí mismo a Dios en la cruz como ofrenda por el pecado (1 P 1:19; He 10:12). Allí, como nuestro sustituto, Cristo satisfizo las exigencias de la ley de Dios y pagó totalmente la deuda que nosotros tenemos con Dios. Su muerte lavó nuestros pecados, de modo que ahora podemos acercarnos Dios sin temor (He 10:19). ¿Ya has recibido la purificación de tus pecados por fe en Cristo Jesús? Puedes recibirla ahora, creyendo en Cristo Jesús, porque su sangre nos limpia de todos nuestros pecados (1 Jn 1:7).

El Hijo de Dios también es vida para el ser humano. El ser humano no solo es pecador, sino que también está muerto espiritualmente y necesita vivir (Ef 2:1). A través de su muerte en la cruz, el Hijo de Dios llegó a ser nuestro Redentor, y a través de su resurrección de entre los muertos, llegó a ser el Espíritu que da vida (1 Co 15:45). Por creer en él y recibirlo, el ser humano es regenerado (nace de nuevo) por la vida eterna de Dios: su Espíritu (Jn1:12-13; 3:16; 10:10). El mismo Cristo Jesús viene a vivir dentro de nosotros en la persona de su Espíritu: el dador de vida en la resurrección (Gl 2:20; Fil 3:10).

El amor y el gozo de Dios se encarnan en el Hijo. Cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, Dios Padre habló desde los cielos diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt 3:17). Y cuando Jesús fue transfigurado en el monte, el Padre nuevamente proclamó: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mt 17:5). En todo el universo, la única persona que agrada a Dios es su Hijo. Por lo tanto, para que agrademos a Dios, debemos recibir a Cristo dentro de nosotros. Esto es lo que le agrada a Dios—“revelar a su Hijo en mí” (Gl 1:15,16).

Este es el Hijo de Dios—la propia manifestación y expresión de Dios; nuestro Redentor, que nos limpia de todo pecado; el Espíritu que da vida, que continuamente infunde su vida y naturaleza dentro de nosotros.

La Religión

¿Qué es la religión? La religión es cualquier adoración, servicio o actividad hecha para Dios aparte de la vida de Cristo. La religión puede tener una enseñanza “correcta”, una predicación elocuente y una actividad ferviente; pero carente del Espíritu—la vida—del Hijo de Dios. La religión puede exaltar la Biblia y enseñar sobre Cristo, pero su Espíritu, real y dador de vida, está totalmente ausente. La religión, por lo tanto, solo puede proporcionar conocimiento intelectual, pero no vida espiritual.

La religión puede enseñar, pero no iluminar; puede predicar contra el pecado, pero no puede librar de él; puede exhortar, pero no puede dar el poder de vivir una vida santa; puede excitar la emoción, pero no puede dar el Espíritu, porque no lo conoce. Tiene apariencia de piedad, pero al mismo tiempo niega su eficacia porque no puede experimentarla (2 Ti 3:5). No es real. No tiene dentro de sí el Espíritu. Es una cáscara, sin fruto fresco en el interior. Es una tumba, blanqueada y adornada con flores por fuera, mientras que en su interior se pudre el cadáver. 

Con esta descripción de la religión, podemos darnos cuenta que mucho de lo que es llamado “cristianismo” en el día de hoy, es, en realidad, sólo religión incapaz de dar vida. ¡No nos asombremos de que muchos no la quieran! Lo que el ser humano necesita no es más religión, sino LA VIDA—el Espíritu—del Hijo de Dios.

La religión—incluso la cristiana—no sólo carece del Hijo de Dios, sino que, incluso, se levanta para oponerse a los que intentan seguirlo. Podemos ver esto en los fariseos, a quienes Cristo les dice: “Cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando” (Mt 23:13). Desde la época en que Jesús estaba en la tierra hasta nuestros días, el modo de conocer a Cristo como una Persona viva y que da vida, ha sido contraria a la religión. Es espantoso darse cuenta que el mundo religioso, más que el mundo incrédulo, es el mayor antagonista de la experiencia de la vida de Cristo en los creyentes. Pero es así. Los fariseos y los saduceos todavía están a cargo de la religión, y tienen una multitud de sacerdotes e intérpretes de la ley haciendo su trabajo sucio.

Una Elección

El camino está ahora delante de ti. Puedes conocer al Cristo vivo, disfrutar del perdón de tus pecados y recibir Su vida eterna en la Persona de Su Espíritu. El Hijo de Dios vino, murió y resucitó de entre los muertos. Él está vivo esperando entrar en las personas por medio de Su Espíritu para llenarnos con la vida de Dios. Él es el camino, y nos asegura: “Nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn 14:6). ¿Quieres recibir la vida que el Hijo de Dios te ofrece? ¿Eliges tomar este Camino?

Recibir al Hijo de Dios dentro de ti es sencillo. Sólo ábrele tu corazón e invoca Su nombre. Dile que te arrepientes de tus pecados. Dile que quieres Su vida para que te libre de la muerte espiritual en la que estás. Dile que crees en Él y que lo necesitas. ¿No lo oyes decirte: “Al que a mí viene, no le echo fuera”? (Jn 6:37)

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RECIBE EL ESPÍRITU SANTO

UNA ORACIÓN DESDE EL INFIERNO

LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN