“Los ojos de Jehová velan por la ciencia; Mas él trastorna las cosas de los prevaricadores” (Pr 22:12).
El verdadero conocimiento es eterno. Jehová, el Dios de la Biblia, lo ha tenido desde el principio (Pr 8:22-31). Él preservará todo Su conocimiento para siempre (Sal 119:152,160).
Pero Él desprecia los pensamientos soberbios de los prevaricadores (Sal 119:113). Él los destruirá y los humillará exponiendo sus palabras como mentiras y sus pensamientos como alucinaciones (1 Co 1:19-20; 3:19-20).
La frase: “los ojos de Jehová”, es una metonimia de Su providencia en los asuntos de los hombres. Los ojos se usan para ilustrar Su suprema vigilancia sobre las acciones de los hombres, porque los ojos son el sentido que percibe y guía, y el uso de esta expresión en este sentido se encuentra fácilmente en otras partes de las Escrituras (2 Cr 16:9; Sal 32:8; Zac 4:10). El Dios del cielo ha preservado el verdadero conocimiento en su Palabra y lo ha revelado por medio de ella a Sus elegidos. Si entiendes y crees esto, debes estarle agradecido.
Pero el Dios temible y terrible está igualmente comprometido a exponer y destruir los pensamientos y las palabras de los prevaricadores, que son quienes pervierten e incitan a alguien a faltar a las obligaciones de su oficio o fe.
El Señor se ha comprometido a cegar, confundir, engañar, endurecer y condenar a aquellos que rechazan el conocimiento que Él ofrece en la creación, la providencia, la conciencia y las Escrituras.
¿Conoces al Dios de la Biblia? La mayoría de los predicadores han reemplazado la sana doctrina con entretenimiento y fábulas para rascar la comezón de oídos de los cristianos carnales (2 Ti 4:1-4).
Preséntate al Dios de la Biblia, quien ejecutará sobre los prevaricadores exactamente lo descrito anteriormente, leyendo cualquiera de estos pasajes: 1 Reyes 22:1-40; Salmos 5:8-14; 12:14-25; Sal 147:19-20; Isaías 8:13-16; 19:11-17; 29:9-16; Jeremías 4:9-10; Ezequiel 14:1-11; Mateo 11:25-27; 13:10-15; 15:12-14; Juan 12:37-41; Romanos 1:18-32; 1 Corintios 1:17-24; 3:19-20; 2 Tesalonicenses 2:9-12; 1 Pedro 2:6-8. Hay más pasajes, pero estos deberían bastarle a los creyentes temerosos del Señor.
El Faraón, el gobernante más grande de la tierra en su tiempo, le dijo a Moisés: “¿Quién es Jehová, para que yo obedezca su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni dejaré ir a Israel”. ¡Famosas últimas palabras! Después de destruir a Egipto, matar a todos sus primogénitos, dar sus riquezas a Israel y ahogar a Faraón y a su ejército en el Mar Rojo, el mundo entero conoció al Señor. Dios había bendecido la vida y el ascenso al poder de Faraón solo para este evento (Ex 9:16; Ro 9:17). De hecho, le dijo a Moisés de antemano exactamente cómo se desarrollaría tal evento (Ex 14:4,17; Ro 9:18).
El 31 de marzo de 1912, el astillero Harland & Wolff en Inglaterra había terminado su más ambicioso proyecto. En solo dos años, 1.000 trabajadores construyeron el mejor y más grande transatlántico del mundo. Tan confiados estaban los constructores e inversionistas que dijeron que el barco era insumergible, y añadieron: “Ni siquiera Dios mismo podría hundir este barco”. ¡Famosas últimas palabras! Dos semanas más tarde el Titanic yacía partido en dos en el fondo del Atlántico Norte con la pérdida de 1.507 vidas. Gran confianza humana, iluminados multimillonarios y muchos otros poderosos no conmovieron al Señor.
Dios se ha reservado el conocimiento de las cosas secretas para Sí Mismo, pero ha revelado todo lo que Su pueblo necesita saber y enseñar (Dt 29:29). Él inspiró a diferentes hombres a lo largo de siglos a escribir la Biblia, y luego preservó las copias de esta para que Su revelación esté disponible para aquellos que quieran leerla (Sal 12:6-7; 45:1; Is 30:8; 2 Ti 3:16-17; 1 P 1:25; 2 P 1:19-21). Él prepara a los hombres para predicar Su Palabra y formar iglesias, que son la columna y baluarte de la verdad de Dios en la tierra (Jer 3:15; Ef 4:8-16; 1 Ti 3:15; Jud 1:3).
La educación secular puede ser una desventaja para encontrar el verdadero conocimiento (Mt 11:25-27; 1 Co 1:19-20; 3:19-20; 1 Ti 6:3-5,20-21). Las alucinaciones de los hombres educados han creado muchos absurdos. Aquí hay algunos: el universo y la vida producida en él resultaron de una explosión de energía; la humanidad evolucionó de los monos, que a su vez evolucionaron del limo; la pena capital no es una sentencia judicial efectiva; la sodomía es normal; los hombres y las mujeres son iguales; el amor más grande es el amor por uno mismo; el gasto deficitario es aceptable; la guerra ayuda a las economías; el castigo corporal deforma el carácter de los niños; encuestar a los estudiantes tiene valor e importancia, etc., etc., etc.
Aunque los poderes seculares y religiosos han hecho grandes esfuerzos para destruir el cristianismo bíblico, este todavía es preservado en casi todas las ciudades de todos los continentes del mundo. Se han quemado Biblias, se ha encarcelado y ejecutado a ministros y creyentes, se han emitido amenazas prohibiéndolo, se han creado falsas doctrinas, se ha ridiculizado la Biblia y se han ofrecido todo tipo de tentaciones mundanas en su lugar. Pero los ojos del Señor han preservado Su conocimiento y a Su pueblo en la tierra. ¡Toda la gloria a Dios!
¿Cuál es la lección? Solo hay un hombre al cual acudir para obtener el verdadero conocimiento: el Señor Jesucristo, Dios de los cielos y de la tierra. Solo hay un lugar donde se puede encontrar este conocimiento, Su Palabra: la Biblia. Cualquier otra alternativa es necedad total (Is 8:20; Sal 119:128). El exceso de información no ha ayudado en nada al ser humano, que está siempre aprendiendo sin llegar nunca al conocimiento de la verdad (2 Ti 3:1-7). Humíllate ante el Señor Jesús y pídele que te enseñe el verdadero conocimiento. Busca un genuino mentor bíblico para que te ayude en el proceso (Hch 8:30-35), y persevera en él (Mt 24:13).
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