Thursday, August 7, 2025

TIEMPO Y OCASIÓN ACONTECEN A TODOS

 



“El rico y el pobre se encuentran; a ambos los hizo Jehová” (Pr 22:2).

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Cuando los ricos y los pobres se encuentran: los ricos desprecian a los pobres por su humildad, y los pobres envidian a los ricos por su prosperidad y arrogancia. Pero el Señor los hizo a ambos, y no tienen por qué estar resentidos entre sí. Porque ambos llegaron al mundo desnudos y desvalidos, y ambos lo dejarán de la misma manera.

Los ricos y los pobres se encuentran al nacer y al morir, y debes observar que son muy semejantes en muchos aspectos importantes. Nacen de la misma manera, son inconscientes e ignorantes, son pecadores ante Dios, son vulnerables a las mismas enfermedades, son tentados con los mismos pecados, y se encuentran con el mismo Dios después de la muerte.

La diferencia financiera entre ricos y pobres no fue su decisión. El Dios soberano y creador del cielo y de la tierra determinó los factores económicos en cada vida antes de la fundación del mundo (Hch 15:18; 1 Co 4:7; Dn 4:35). Si no te gusta este hecho, es una lástima. No puedes cambiarlo, y Su elección ya ha afectado tu vida para siempre.

La lección de este proverbio es acerca de las diferencias reales y significativas que Dios hace entre los hombres.

Considera un factor económico clave. ¿Quién eligió a tus padres? Los padres exitosos brindan a sus hijos una herencia, contactos laborales, una educación superior, un gran crédito, ambición y confianza, y muchas otras ventajas. Pero el infante no hizo ni aprobó tal elección. Tampoco lo hizo el niño nacido de padres con problemas mentales que se ganan la vida a duras penas.

¿Quién eligió la ciudadanía que recibiste al nacer? Un niño nace en Etiopía, asolada por la pobreza, con pocas o ninguna oportunidad para nada. Otro nace en la América de clase media con todos los privilegios y algo más. Pero ninguno de los dos hizo ni aprobó la elección del país en que nació. Dios hizo la elección por ellos.

¿Quién eligió tu inteligencia y habilidades? Un niño nace con un coeficiente intelectual 10% superior al del promedio de la población, hábil verbal y matemáticamente, con carisma personal y habilidades de liderazgo. Otro niño nace con el 25% más bajo del promedio de la población, no puede leer, hablar o ser bueno para las matemáticas, y es débil y tímido. Dios tomó estas decisiones, e ignorar Su gran soberanía sobre los hombres es ignorar las realidades de la vida.

¿Quién eligió tu profesión o negocio? Un hombre consigue un trabajo temprano en la vida, en una gran empresa en una industria en auge. La empresa promueve desde adentro, premia el buen desempeño y otorga opciones de compra de acciones a los empleados. El hombre es rico en veinte años. Otro hombre trabaja durante veinte años con bajo salario en una industria moribunda y es despedido sin previo aviso ni beneficios. Está en la indigencia a los cuarenta, sin ningún lugar adonde ir. Dios decidió por ellos, y los ricos y los pobres deben reconocerlo.

Estos ejemplos podrían multiplicarse muchas veces por otros factores. Dios determinó los factores importantes que conducen al éxito financiero antes de que nacieras. Él ha hecho tanto a los ricos como a los pobres, y todos deben temblar ante Él y respetarse entre sí. Ningún hombre conoce el futuro, pero el Dios del cielo sí, y Él bendice o priva a los hombres en consecuencia. Él conoce todos los factores y los distribuye según Su propia voluntad.

Debes resolver cualquier duda que tengas sobre la soberanía de Dios en estos factores. Salomón declaró este axioma: 

“Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos” (Ec 9:11). 

¿Quién es responsable de este “tiempo y ocasión”? Salomón te dio otro proverbio que responde esta pregunta: 

“La suerte se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella” (Pr 16:33).

Los ricos y los pobres se encuentran, necesariamente, en actividades económicas, porque uno no puede existir sin el otro. Los pobres proporcionan el trabajo, el servicio y los oficios para abastecer a los ricos de alimentos, bienes y lujos; y los ricos proporcionan a los pobres empleo, el salario y la compra de sus productos.

Si todos los hombres fueran ricos, las economías avanzadas que tiene el mundo se paralizarían. Si todos fueran pobres, ¿quién proporcionaría el capital? Si todos fueran ricos, ¿quién proporcionaría la mano de obra? Los ricos y los pobres se encuentran porque se necesitan mutuamente. Y esta relación mutua se extiende también a la iglesia, donde los ricos en dones espirituales no deben despreciar a los menos dotados (1 Co 12:21).

Burlarse de los pobres es muy malo, porque trae reproche a su Creador (Pr 14:31; 17:5). Es el Señor Jehová el que hace a ricos y a pobres, como oró Ana (1 S 2:7). Job sabía que tanto ricos como pobres fueron hechos iguales en el vientre por la mano de Dios (Job 31:14; 34:19). Los ricos deben temblar, sabiendo que Dios puede reducirlos a la pobreza en un minuto; y los pobres no deben desesperarse, sabiendo que Dios puede enriquecerlos fácilmente.

¿Por qué Dios hace a uno pobre y a otro rico? Él es el Señor; Él es más grande que el hombre, y Él hace según Su propia voluntad con los hombres (Job 33:12). Él puede enseñar a los pobres la humildad, el contentamiento, la paciencia y la fe a través de su pobreza. Y también puede enseñarles a los ricos la necesidad de practicar la bondad, la generosidad, el amor y la gratitud.

El proverbio debería hacerte temblar ante el Dios grande y temible, que hace todas estas cosas para Su propia gloria. ¡Él es el Señor de todos! Debes estar agradecido por cada bendición que Él escogió en Su consejo eterno para ti. 

Podríamos seguir y seguir en esta línea de pensamiento. Pero mejor, cuenta tus muchas bendiciones. ¡Te sorprenderá ver lo que ha hecho el Señor por ti!

Si eres pobre, te ayudará tener presente que hay muchas personas más pobres que tú en el mundo; más pobres de lo que puedes incluso imaginar. Agradece al Señor por Su generosidad hacia ti. Tu situación no es tan mala como la de otros ni tan precaria como podría ser. Y si eres rico en este mundo, es útil que recuerdes que hay muchos más ricos que tú. Agradece al Señor por Su memorándum acerca de que debes ser humilde. 

El profeta Agur, que escribió los proverbios del capítulo 30, oró muy sabiamente para que Dios le diera sólo las provisiones convenientes para evitar tanto la riqueza como la pobreza (Pr 30:7-9). 

Cuando se trata de la salvación, no hay ricos ni pobres, pues todos estamos igualmente desnudos y condenados ante el santo Creador y Juez de todas las cosas (Ro 3:23; Gl 3:28). No hay acepción de personas con Él en absoluto (Hch 10:34; Job 34:19). No le impresiona la riqueza de los ricos porque no pueden pagar el precio para exculparse de ni siquiera un pecado.

El rico tampoco puede redimir a su hermano con su riqueza (Sal 49:6-9). Y los pobres no recibirán misericordia por el pecado debido a su pobreza. Tanto ricos como pobres, pequeños y grandes, comparecerán ante Su terrible tribunal para recibir el veredicto final de Jehová (Sal 49:1-2; Ap 20:12). El rico se fue al infierno, y el pobre Lázaro al seno de Abraham (Lc 16:19-23). Las riquezas no significan nada para este Juez. La salvación es del Señor. De hecho, Dios ha escogido un número mucho mayor de pobres que de ricos, como Sus hijos  (1 Co 1:26-29; Stg 2:5). Por lo tanto, en la iglesia de Jesucristo, no debe haber distinciones de clase alguna por economía, empleo, color, sexo o edad (Gl 3:28; 1 Co 12:13; Col 3:11). Ricos y pobres han sido hechos iguales (Stg 1:9-10).

Aunque en Jesucristo los ricos y los pobres son iguales (Gl 3:28), tienen diferentes roles y posiciones en la vida, que deben respetarse. El empleado cristiano está bajo la autoridad de su patrón cristiano (1 Ti 6:1-5). Y estas diferencias ordenadas por Dios nunca deben ser despreciadas ni anuladas. Cada hombre debe permanecer en su condición con un uso diligente del rango, talentos, oportunidades y deberes que Dios le ha dado (1 Co 7:24).

En la iglesia de Jesucristo, Dios ha creado y redimido a todos sus miembros. No hay diferencias en Cristo Jesús. Todos tienen la misma salvación, la misma esperanza, las mismas pruebas y la misma expectativa futura. Debe haber amor mutuo, respeto y alegría en y con los demás. Cualquier otra actitud, como la envidia, la contienda o el resentimiento, es del infierno. Las iglesias de Dios deben prosperar a través del amor mutuo sin hacer acepción de personas.

No importa cuán pobre seas en las cosas de este mundo, el Señor te ha elegido en Su Hijo bendito para vida eterna y riquezas. Él ha escrito tu nombre en el Libro de la Vida, y Él te ha predestinado para gloria y riqueza eternas. Eres coheredero con Jesucristo. Deberías cantar Sus alabanzas para siempre, porque tu cielo en el futuro supera con creces las riquezas vacías de los impíos en este mundo.

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